Edición 35Experiencias internacionales

La pedagogía del Loto

*Artículo tomado de la publicación “50 Docentes que están transformando Latinoamérica” de Varkey Foundation y Santillana.

La innovación consiste en descubrir y reconocer alternativas pedagógicas a partir de la curiosidad y la necesidad de hallar soluciones, apostando a soñar y a creer que todo es posible.

Eduardo Galeano dijo que somos un mar de fueguitos porque cada persona brilla con luz propia. Alexander cree, precisamente, que cada maestro es eso: un fueguito inspirador. Ese que enciende la llama de la vocación en la escuela y transforma la inspiración desde el reconocimiento corporal, la percusión, la respiración y el yoga. A esta técnica la llama «pedagogía del loto».

¿Sus beneficios? Fomenta el manejo socioemocional y el trabajo colectivo a partir de acciones con las cuales procura la transformación interna, la disminución de la violencia y la mejoría desde la alteridad, la otredad y la empatía.

Es sobresaliente la labor de Alexander, oriundo de Bogotá, Colombia, licenciado en Educación Física por la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, magíster en Investigación en Docencia por la Universidad Central de Chile y doctor en Educación y Ciencias del Deporte por la Universidad de Baja California, México. Le apasionan el karate, la danza y el yoga. Los practica con sus hijos, Danny Alexander y Naiara Gabriela. Su pasión rinde frutos, ya que ha batido 2 récords Guinness: el longest body percussion chain, en 2014, y el longest yoga lesson, de 36 horas, en 2016.

La vocación de Alexander por la docencia le viene de familia. Su madre era maestra y su padre ejercía la abogacía leyendo y escribiendo. Él incorporó su ejemplo como base de su disposición por la enseñanza, incluso a sus compañeros.

La madre de Alexander era maestra y el padre ejercía la abogacía leyendo y escribiendo, ejemplos que incorporó como base de su vocación.

En opinión de este maestro, la educación brinda la posibilidad de transformar vidas. Da la oportunidad de mostrarles a niñas y niños la alternativa de un mundo distinto, mejor, en una región -América Latina- en la que la desigualdad se hace notar.

Con esta convicción de que la esperanza y la construcción de un mundo mejor son posibles, Alexander es fuente de inspiración para alumnos y compañeros a partir de su propia historia de superación. Aconseja a sus colegas que, como método transformador, se conecten con la realidad de sus estudiantes y el entorno en el que viven, que, en muchas ocasiones, son complejos.

Si el docente está desconectado de esa realidad particular de cada alumno, corre el riesgo de que su esfuerzo didáctico no conduzca a donde tiene previsto. Porque un buen maestro de matemáticas puede explicar con excelencia la ecuación cuadrática, pero, quizás, ese aprendizaje no sea significativo para un alumno si no tiene qué comer o espera la hora del refrigerio.

Alexander describe con la palabra serendipia el momento que conduce a una persona a tomar decisiones nuevas, visualizar caminos distintos y pensar en forma divergente. Ese momento le sirve para encontrar una ruta que cambie su forma de ver el mundo y estar en el mundo. Su «serendipia» data del 2 de junio de 1999, cuando empezó la carrera docente.

Estar conectado con el entorno también implica tener consciencia del propio ser. Por eso, el lema de este maestro, que trabaja con el cuerpo como eje fundamental, se resume en respirar, pensar actuar y educar. Son actitudes y aptitudes que concibe como sinónimos de un acto de amor para que surja ese fueguito interior que, en su caso, ilumina a sus alumnos.

El docente debe tener la «mente del principiante»: mantener una actitud abierta, estudiar y aprender todo el tiempo.

Alexander está convencido de que el docente debe tener la mente abierta, estudiar y aprender todo el tiempo. Las culturas orientales lo denominan tener «mente de principiante». ¿Cómo se logra? Lo enseña de una forma diferente a la que aprendió.

Su punto de inflexión fue el asesinato de uno de sus alumnos con 7 balazos. Este hecho demoledor lo llevó a reflexionar sobre la importancia de lo que se hace en educación. En su opinión, muchos docentes enseñan sin preguntarse qué está ocurriendo con esa niña, ese niño o ese joven que vive en terminado entorno complejo, o cuáles son sus sueños.

Luisa, su maestra de tercero en la escuela primaria, le demostró que la clave es la ternura. Se encontró con ella décadas después y supo, en ese momento, que le había transformado su vida. Otro tanto le ocurrió con su profesor Héctor, quien le decía que lo bueno era conocer la individualidad de los estudiantes y atreverse a hacer cosas diferentes.

Tiene más maestros como referentes: el de Filosofía Oriental, de la universidad, y otro con mucho conocimiento científico, pedagógico y didáctico. Cada cual le dio a Alexander un compendio para forjar su propia historia, una historia plasmada en su síntesis de la innovación: descubrir y reconocer alternativas pedagógicas a partir la curiosidad y la necesidad de hallar soluciones.

La pedagogía del loto, su creación, está orientada a enseñarles a los alumnos que respiren, piensen, actúen distinto, y sean tolerantes, empáticos y resilientes. Esta forma de encarar la vida es importante para Alexander, quien trabaja en una de las zonas más violentas de Colombia: la localidad número 19 de Ciudad Bolívar, en Bogotá, abrumada por la droga, las pandillas, las muertes violentas y el desplazamiento forzado.

-¿Qué hace falta?

-Hablar con los papás. Me reuni con más de 1000. Les contaba qué dictaba en las clases. Dieron su conformidad y no tuvimos inconvenientes. Con lo que sorpresivamente nos encontramos fue que, a veces, algunos profesores eran los que planteaban los inconvenientes, no sé si por envidia ni si eso es algo usual en el gremio docente. Cuando les preguntaba a maestros de diferentes lugares del mundo, me decían: «No, mira, hay compañeros que sienten envidia; entonces, hablan mal de tu trabajo».

Si Alexander fuese ministro de Educación de Colombia, se rodearía de asesores pedagógicos con formación docente y pondría especial énfasis sobre el resultado del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés). Y va en camino de eso: es director del Instituto para la Investigación Educativa y Desarrollo Pedagógico (IDEP), donde genera programas de investigación, inspiración e innovación a los más de 36 000 profesores de Bogotá.

Hay formas de transformar el modelo educativo de cada región, de incentivar a los maestros y darles oportunidades a todos. Porque un buen maestro no es solo el que transmite conocimientos, sino el que cambia la vida de los estudiantes. RM

Alexander Rubio Álvarez

Licenciado en Educación Física de la Universidad Pedagógica, magister en Investigación en Docencia de la Universidad Central de Chile y doctor en Educación y Ciencias del Deporte de la Universidad de Baja California en México.

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