Una mirada a la tarea de educar desde la amplitud y profundidad que exige la verdadera educación integral. Articulando gestión del conocimiento académico, con la gestión socioemocional y física. Conectando coaching, neurodisciplinas, educación respetuosa y alternativa para ayudar a los maestros que trabajan a diario por TransFormar vidas.
Un panorama desde las neurodisciplinas
Cobra cada vez más valor el tema de la educación emocional, pero pese a los esfuerzos, aún estamos en una etapa en la que se habla más de lo que se hace al respecto. Y no por falta de interés, sino, probablemente, por falta de tiempo, recursos o conocimiento.
¿Qué has oído tú sobre el tema?, ¿qué te suena?, ¿qué te conecta?
“El concepto de neurodidáctica aparece por primera vez en la literatura científica a través de un artículo publicado por Gerhard Friedrich y Gerhard Preiss en 1988 en una revista alemana de neurología. Su propósito es entender de qué manera podemos optimizar los procesos de aprendizaje para potenciar el funcionamiento del cerebro en determinadas áreas y estructuras”.
En los últimos 30 años las investigaciones sobre el cerebro han aportado evidencias sobre:
cómo aprende el cerebro, cuál es el papel que juegan los diferentes cerebros (emocional, cognitivo, ejecutivo), es decir, las relaciones que existen entre nuestras emociones y nuestros pensamientos, y la capacidad para ejecutar nuestros proyectos de forma eficaz, lo que permite postular nuevos principios pedagógicos .
Pese a que han pasado ya cerca de 30 años desde estas investigaciones, aún queda mucho por confirmar, descubrir y conocer acerca de nuestros cerebros y los aportes que las neurodisciplinas pueden hacer a nuestro desarrollo tanto individual como social.
Lo cierto es, que aunque no sea la panacea, sí hay una cantidad importante de elementos que pueden darnos luces y claves sobre cuáles son las necesidades de nuestros estudiantes (y de los seres humanos en general) para rediseñar nuestras clases (y a nosotros mismos) en función de trascender del trabajo puramente académico, a un trabajo que articule la gestión socioemocional, física e intelectual de nuestros estudiantes.
Es algo que los maestros han venido haciendo instintivamente por siglos, pero que ahora, desde la mirada de las neurodisciplinas, tenemos la oportunidad de hacer con mayor comprensión y por ende, eficiencia.
Muchos elementos para un solo individuo
Cada uno un mundo.
Compuesto por las incontables percepciones de las infinitas experiencias, que el universo puede ofrecer.
Con la amplitud, profundidad, complejidad y por qué no decir misterio del universo mismo, podría compararse al ser humano.
Con lo que venimos, lo que heredamos, lo que potenciamos, lo que olvidamos, lo que aprendemos y lo que desconocemos de nosotros mismos, son elementos que nos hacen quienes somos. Son la base para lo que creemos y el cómo nos comportamos.
El círculo de la experiencia
Cada situación o persona, se convierte en una experiencia activadora de nuestros comportamientos. Dependiendo de las sensaciones que me provoque cada experiencia, y apoyado en mi percepción y contexto, voy forjando distintas creencias que movilizan determinados comportamientos o decisiones.
Tres ejes
Sobre 3 ejes fundamentales construimos nuestros comportamientos y forjamos nuestras creencias sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo.
Todo el tiempo (pese a no ser consciente de ello) estamos sintiendo, pensando y decidiendo: acerca de nosotros mismos, acerca del otro y acerca del mundo.
Temperamentos
Tan diferentes, complementarios, útiles y maravillosos como los colores, así son los temperamentos.
Es probable que tú mismo tengas una maravillosa y armónica mezcla de ellos; como es posible que haya que trabajar para mejorar tu composición. Del mismo modo, la diversidad que puedes tener en tu salón de clases, puede ser una obra de arte, memorable o celestial o, una representación del caos.
Determinados, empáticos, observadores o metódicos. Todos tenemos un poco de todo y aunque puede ser complejo comprenderlo y aceptarnos, puede ser fascinante darnos a la tarea de conectar con nosotros mismos y posteriormente reconocer y ayudar a conectar a nuestros estudiantes.
Estilos
Otra poderosa fuerza con la que nacemos. Compartiré tres estilos de educador (adulto-guía) y tres estilos de estudiante. Recalcando, que todos tenemos de todo, sin embargo, hay elementos que son más dominantes en nosotros y es vital que trabajemos conscientemente en alcanzar el equilibrio (de lo que hablaré más adelante).
Contexto
Ambiente (físico, natural, tecnológico), motivación (o no) por aprender, conocimientos previos (muchos o escasos), oportunidades, personas (familia, amigos, maestros, “ídolos”) y experiencias (todas) conforman el contexto que potencia o de alguna manera estanca el aprendizaje. Todos nacemos con habilidades específicas y potencialmente poderosas, mas el contexto juega un papel fundamental en lo que sucede con esas habilidades y talentos y si se convertirán o no en un camino para conectar con nuestro propósito de vida.
Estos elementos son los finos hilos con los que se teje nuestra lógica privada. Ese lugar desde el que vemos el mundo. Es ese lente, que nos permite tomar una posición frente a las situaciones; que en ocasiones (más de las que quisiéramos) nos mueve, por ejemplo, a juzgar al otro o a aferrarnos a una idea (a veces sin mucha objetividad).
Con el cerebro al corazón
Si nos tomáramos un momento para intentar responder a la pregunta ¿Sobrevivo o prospero?, ¿qué encontraríamos? Confío en que esta pregunta puede ayudarte a conectar algunos cables a un nivel muy profundo; pero por ahora vamos a centrarnos en tus clases. Así que te pediré que reflexiones sobre las siguientes preguntas:
- ¿Tienes estudiantes que parecen simplemente pasar por tu clase?
- ¿Has sentido, al acabar la jornada que literalmente sobreviviste?
- ¿Sientes que preparas clases que promueven el progreso de tus estudiantes, piensas en ello… o con mucho esfuerzo realizas una planeación que cubre los estándares?
Con las respuestas a las anteriores preguntas, puedes revisar tu balanza y ajustar (solo en caso de ser necesario) un par de acciones y estrategias que te ayuden a conectar tu trabajo y tus clases con la motivación (primero tuya y luego de tus estudiantes) para realmente progresar.
Integración: un órgano, muchas funciones
Imagina al cerebro como una gran edificación.
Piensa que abajo, en el sótano habita una especie de cuidador, siempre alerta. Su función principal es mantener la seguridad en el edificio por sobre todo. No es “el más racional” (de hecho no lo es para nada), pero tampoco es malintencionado.
Luego en los pisos siguientes, del lobby en adelante, habitan toda clase de personas. Pero hay una particularidad: del lado izquierdo del edificio viven las “personas más estructuradas”, los más organizados y metódicos. Los racionales (imagino que de ellos fue la idea de dividir el edificio en dos mitades).
Del lado derecho, viven los de pensamiento y “espíritu más libre”, aquellos que no tienen prisa, que disfrutan del arte y la belleza. Los flexibles y sobre todo, emocionales (que intentan de tanto en tanto “armar planes” para integrarse con sus vecinos del lado izquierdo –a veces, se pasan para allá y otras, sin darse cuenta, los del lado izquierdo terminan de visita, y hasta se pierden, en las “habitaciones” del lado derecho.
Finalmente, en el penthouse, vive el CEO de la empresa más exitosa que te puedas imaginar. Él tiene la visión, el enfoque. Tiene una gran capacidad de aprender, pensar y transformar lo que recibe en oportunidades de crecimiento y progreso. Es cada vez mejor tomando decisiones. Es el encargado de recibir lo nuevo para analizarlo e integrarlo.
Así que cada parte (del cerebro), sus habitantes (partes) y funciones son fundamentales. No hay una mejor que la otra, sino que son complementarias. Necesitamos movernos hacia una integración, primero de nuestros propios cerebros (y de nuestro ser) y luego ayudar a nuestros estudiantes a ganar cada vez más integración cerebral, que se traducirá en una verdadera educación integral, más holística.
Integración vertical
Es el trabajo de ayudar a nuestro CEO a “controlar” y “filtrar” las respuestas del cuidador frente a lo que asume como amenazas (y pueden no serlo) y la dirección de los demás habitantes del edificio. Aquí cinco ideas para trabajar la integración vertical:
- Practicar la toma de decisiones.
- Tener oportunidades para organizar o liderar actividades.
- Aprender a esperar. Meditar.
- Trabajar para encontrar soluciones.
- Escuchar al otro y hacer el ejercicio de “ponerme en sus zapatos”.
Integración horizontal
Es el trabajo de ayudar a los habitantes de cada lado a conocerse, a complementarse, a aprender a llegar a acuerdos con la mirada puesta en “progresar”. Aquí cinco claves para trabajar en la integración horizontal:
- Escribir o dibujar y verbalizar lo que sucede y me impacta.
- Contarles historias (conforme a la edad y necesidad de la etapa puedes usar cuentos de hadas, fábulas, mitología, ficción, etc.).
- Aprender lenguaje emocional y tener la oportunidad de practicar ese idioma.
- Meditar.
Hacer actividades físicas (finas o gruesas) que impliquen el uso de los dos lados del cuerpo (tejer, amasar, recortar, pintar, modelar, esculpir, practicar algún deporte, etc.)
Pero sin duda mi recomendación por excelencia, para todos los niveles desde preescolar hasta maestrías y doctorados, para lograr cada vez una integración más completa en todas las direcciones son: la diversión o el disfrute –el movimiento, el baile, el juego y la risa–, herramientas poderosísimas para educar, TransFormar y ganar integración cerebral.
La emoción es, sin duda, un ingrediente potenciador del aprendizaje.
Neuromitos
Quiero compartir una información que para mí fue reveladora, respecto a “las verdades” que me había creído durante mucho tiempo, respecto al cerebro. Voy a relacionar 3 de los neuromitos que se han ido desmontando, según un estudio de la OCDE de 2002 (Brain and Learning Proyect).
La investigación continúa y nos falta tiempo para ir encontrando más certezas. Pero por lo pronto dejo aquí 5 principios para educar al cerebro:
5 principios para aplicar en clase
Y… ¿con todo esto qué?
Ya tenemos un montón de información que probablemente nos amplía el panorama. Confío que lo que he compartido, sumado a todas las demás herramientas de las que te alimentas (como esta publicación, tus lecturas personales, lo que ves, los cursos y formaciones a las que asistes), te dan cada vez más la oportunidad de comprenderte mejor a ti mismo (el primer elemento de la inteligencia emocional) y de comprender a tus estudiantes, para ser un maestro que trasciende.
Sin embargo, siendo completamente honestos, para nadie es un secreto que hablar es mucho más fácil que hacer (bueno, por lo menos para algunos. Y más si tenemos un temperamento muy pintado de rojo).
Es un reto diario, intentar manejar el estrés, adquirir herramientas permanentemente (y mucho más aplicarlas), guardar equilibrio, cumplir con los requerimientos de nuestras instituciones, seguir creciendo, adaptándonos, reinventándonos (solo hablando de lo que se refiere al trabajo –porque también tenemos vida personal y privada, ¿verdad que sí?) y además leer en un artículo que probablemente, pese a todo ese esfuerzo, solo he estado sobreviviendo en lugar de prosperar.
Así que la invitación es a reflexionar sobre lo siguiente:
El AMBIENTE ESCOLAR que se vive en tus clases, es un reflejo de ti
Piénsate y obsérvate como si tú fueras uno de tus estudiantes… ¿qué notas?, ¿qué admiras? ¿qué te molesta?, ¿te inspira el maestro al que ves?
Como lo mencioné antes, el primer punto en la lista, cuando de hablar de inteligencia emocional se trata es conocerte, comprenderte y aceptarte a ti mismo, es decir: Trabajar en ti. Como ser humano y mucho más como maestro tú eres tu activo más valioso.
Si te sientes cargado, desconectado, cansado, frustrado o cualquiera de estos sentimientos desempoderantes, es muy difícil que logres tener afinada la capacidad de comprender, conectar y guiar a tus estudiantes de la mejor manera.
El estrés (lamento decirlo), siempre estará ahí.
Mas hay cosas que puedes hacer para procurarte tu bienestar, para entrenar a tu cerebro y posteriormente apoyar el proceso de educación socioemocional de tus estudiantes.
Maestros que trascienden
Mi presencia aquí y ahora.
Mi mente, corazón y manos a la obra en este momento con mis estudiantes y mi convicción puesta en que la semilla que estoy sembrando hoy, florecerá poderosamente cuando sea su tiempo –aunque yo no esté ahí para verlo.
Algunas claves para ser un maestro que trasciende
Crea tiempo para ti: tiempo de calidad para conectar contigo, para conocerte, para descansar.
Onrganízate: anticipa, prioriza, programa, descarta, divide, delega.
Cambia, adáptate: aprende a fluir. Trabaja en tu flexibilidad, en tu capacidad de confiar en el otro. De abrazar la incertidumbre y los cambios que el mundo y tus estudiantes, te van ofreciendo. Son oportunidades de crecer.
Equilibrio en la balanza: aquí hay 3 elementos en los que te sugeriré trabajar.
- Amabilidad y firmeza
- Expectativas vs. realidades
- Urgencia vs. importancia
No parar de aprender: de ti, del otro, de lo otro. Ser maestro es un compromiso profundo, permanente y sí, ¡¡DEMANDANTE!!… mas si es tu elección abrázala con todo tu ser; y si no lo es, empieza a trabajar en moverte hacia el lugar donde realmente quieres estar: respétate y respeta a tus estudiantes (disculpas –pero pocas, por la dureza de esta frase).
Pero sobre todo: cuídate, porque tú eres tu mejor estrategia y herramienta pedagógica; y serás lo único con lo que te quedarás después de tu ejercicio de ser maestro (y con la satisfacción o carga que eso te haya dejado)
Buenas tardes. Es interesante el artículo. Hay algunas cosas incorrectas, por ejemplo, el uso del 10% del cerebro es un mito sin fundamento. Lo mejor son las enseñanzas sobre el trabajo en mi como maestra, pues si había notado que así como esté yo están mis chicos y cuando hablo de mi y mis experiencias, el silencio me asusta pues la atención de los estudiantes es total. El conflicto está en cómo transmitir el conocimiento que el MEN exige y lo que los estudiantes esperan aprender. Gracias