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Neoliberalismo, el ciudadano neoliberal y los materiales para la enseñanza de la lengua inglesa: un análisis crítico

Neoliberalism, the neoliberal citizen and English language teaching materials: A critical analysis

David Block, ICREA/ Universidad de Lleida, presenta algunos antecedentes sobre el neoliberalismo y su influencia en diferentes aspectos de la vida; entre ellos la educación lingüística.

Además, sugiere un rol para los libros en el que sitúa a los estudiantes de idiomas, no solo como usuarios de las lenguas que están aprendiendo, sino también como tipos particulares de personas que utilizan esos idiomas.

Introducción

Este documento es una versión muy abreviada de la plenaria que ofrecí en la conferencia de Asocopi en octubre de 2017 titulada “Razones neoliberales, la cooptación del cosmopolitismo y el ciudadano neoliberal en los materiales de enseñanza de la lengua inglesa”. En él, primero proporciono algunos antecedentes teóricos sobre el neoliberalismo y lo que yo llamo el ciudadano neoliberal, antes de basarse en los antecedentes y en el análisis de un libro de texto ELT popular. Por un lado, mi punto es que necesitamos examinar cómo el neoliberalismo se ha filtrado en tantos aspectos de nuestras vidas, siendo la educación lingüística una de ellas. Por otra parte, deseo hacer un llamamiento a los profesores de inglés para que adopten una actitud crítica hacia los materiales comerciales que utilizan, para que no sean cómplices de las normas y valores neoliberales que inculcan estos materiales.

El neoliberalismo y el ciudadano neoliberal

El neoliberalismo puede entenderse como la última encarnación del capitalismo, en circunstancias más globalizadas y tecnológicamente avanzadas. En la práctica, el neoliberalismo varía de contexto a contexto; sin embargo, hay algunas características comunes clave que se puede decir que lo constituyen, aunque de maneras variadas en todo el mundo. En primer lugar, el neoliberalismo significa no menos gobierno, como se asume a veces, sino más gobierno, ya que la participación activa de los aparatos estatales es necesaria en la adopción y aplicación de medidas destinadas a reducir -o incluso eliminar por completo- las finanzas públicas para la mayoría de los servicios públicos como educación, atención médica, transporte y vivienda. También significa la privatización parcial o total de muchos de estos servicios públicos. Otra práctica asociada con el neoliberalismo es el establecimiento o mantenimiento de reformas regresivas del impuesto sobre la renta que penalizan desproporcionadamente los ingresos de la clase trabajadora y de la clase media, al tiempo que permiten mayores ingresos, una serie de rupturas y lagunas. Tales políticas fiscales forman parte del abandono de la democracia social/keynesianismo y de la noción de que el Estado puede y debe actuar como árbitro, redistribuyendo la riqueza donde sea necesario. En términos más generales, el neoliberalismo se asocia con la desregulación parcial o total de los mercados financieros, que conduce al capitalismo sin fronteras, en el cual las instituciones financieras no tienen ninguna obligación legal o moral de satisfacer las necesidades de las sociedades; más bien, solo el mercado y el beneficio configuran la actividad. Este aspecto particular del neoliberalismo se ha convertido en el principal foco de atención del gobierno y de los medios de comunicación desde que comenzó la actual crisis económica en 2007-2008.

Además, el neoliberalismo ha significado la adopción de la metáfora del mercado como la forma dominante de enmarcar toda clase de actividades cotidianas. Un efecto importante de este cambio ha sido que los dominios de la actividad social que previamente habían sido organizados de acuerdo con la necesidad de construir comunidades e instituciones han venido a ser enmarcados en términos de intercambio económico. Además, en estos procesos, los individuos y colectivos en la sociedad se posicionan en término de sus funciones como proveedores de servicios y consumidores. Por ejemplo, la mercantilización de la educación significa que las formas en que se planifica, se entrega y se evalúan se asemejan (o, en efecto, son las mismas que) a las que se aplican en el sector privado. La competencia y el impulso hacia una eficiencia cada vez mayor prevalecen sobre la funcionalidad y la prestación de servicios públicos para todos.

En medio de tales cambios en la sociedad, hay razón, como sugieren Dardot y Laval (2013), para ver el neoliberalismo como una “racionalidad”, es decir, como una alineación de creencias y actividades tanto del gobernante como del gobernado. Observar el neoliberalismo de esta manera nos permite examinar cómo ha tenido un profundo impacto en las subjetividades individuales y colectivas. Siguiendo las famosas conferencias de Foucault sobre “biopolítica” en el Collège de France en 1978-79 (Foucualt, 2008), Brown sugiere que “el neoliberalismo construye e interpela normativamente a los individuos como actores empresariales en todos los ámbitos de la vida” y que “los visualiza […] como criaturas racionales y calculadoras cuya autonomía moral se mide por su capacidad de autocuidado -la capacidad de proveer sus propias necesidades y servir sus propias ambiciones” (Brown 2005: 43). Los individuos son, en otras palabras, sujetos neoliberales, agentes libres y calculadores, que pueden ser emprendedores, crear nuevas empresas, o simplemente ser agentes auto-promotores que construyen su curriculum vitae para competir en el mercado de trabajo. Esta visión de los seres humanos se alinea con la observación de Beck de que estamos viviendo en una época en la que “la biografía de cada persona es removida de ciertas determinaciones y colocada en sus propias manos, abierta y dependiente de decisiones [individuales]” (Beck, 1992), así como puntos de vista típicamente encontrados en el mundo de los negocios de hoy, donde nociones como “Brand you” se han convertido en frecuentes (Peters, 2008). Si por branding queremos decir “crear diferenciación, hacer que un producto o servicio parezca diferente de los productos competitivos” (Slade-Brooking 2016: 14), entonces la auto-marca se trata sobre la diferenciación entre individuos competidores.

Teniendo en cuenta la sociedad y el Estado nación como una estructura colectiva, creo que es útil cambiar ligeramente el enfoque, enmarcando a los individuos no sólo como “sujetos neoliberales”, sino también como “ciudadanos neoliberales”. Aquí, la ciudadanía se entiende como: (1) una relación legal, con derechos y deberes políticos y sociales; (2) una cuestión de identificación y afiliación tanto a una versión ‘imaginada’ del Estado nación como a una versión sobre el terreno, vivida día a día; y (3) participación en actividades que fomenten un sentido de pertenencia en la sociedad (por ejemplo, votación en las elecciones, afiliación a clubes y asociaciones) (Block, 2011). La versión neoliberal de la ciudadanía significa que los derechos y deberes políticos y sociales giran en torno a una conformidad con las “elecciones” que ofrecen los regímenes neoliberales – trabajos cada vez más precarizados, flexibilidad impuesta desde arriba, ser un buen consumidor para mantener la economía en crecimiento, votar en elecciones por candidatos comercializados y así sucesivamente. El Estado nación puede seguir siendo un punto de referencia para el ciudadano neoliberal, pero progresivamente, las afiliaciones se extienden a colectivos globales, donde hay participación en actividades que pueden llegar a ser más significativas para los ciudadanos que las que están firmemente circunscritas dentro de la nación, dentro de las fronteras estatales. Por último, la ciudadanía neoliberal como práctica todavía puede estar relacionada con el desarrollo de un sentido de pertenencia (por ejemplo, ser miembro de una asociación), pero la individualización de las sociedades, en aumento desde la década de 1980, ha provocado una serie de cambios fundamentales y nuevas tendencias que amenazan la noción de un pueblo unificado que vive en un Estado nación bien definido.

Aplicaciones al ELT: el caso de libros de texto ampliamente utilizados

Desde la perspectiva descrita anteriormente, John Gray y yo hemos desarrollado en los últimos años un interés conjunto en la forma en que los libros de texto de idiomas son sitios clave para situar a los estudiantes de idiomas, no sólo como usuarios de las lenguas que están aprendiendo, sino también como tipos particulares de las personas que utilizan esos idiomas. En Gray and Block (2014) nos centramos en los libros de texto en inglés y cómo los personajes de la clase trabajadora -y de hecho cualquier práctica no asociada con los ciudadanos de clase media y alta- han sido borrados de estos libros durante las últimas décadas. En efecto, los libros de texto en inglés han fluido con la marea neoliberal, incorporando como hablantes idealizados del inglés a una gama de individuos aparentemente sin clases que pasan una cantidad excesiva de tiempo viajando, haciendo compras, usando nuevas tecnologías y pensando y hablando de sí mismos y de quienes los rodean, ejerciendo así un “autocuidado” (véase la referencia anterior a Brown, 2005). En todo esto, los estudiantes de inglés se posicionan como individuos altamente capacitados que exhiben una gran cantidad de acción, libres de las pruebas y tribulaciones de las sociedades contemporáneas. En un artículo más reciente (Block y Grey, 2018), nos hemos centrado en el posicionamiento de los estudiantes de idiomas en los libros de texto franceses como ciudadanos similares, centrándose en particular en la autoimagen y el emprendimiento. En lo que queda de este breve artículo, llevaré a cabo un análisis semejante de un libro de texto utilizado ampliamente en Europa, llamado English File Intermediate, tercera edición (Latham-Koenig & Oxenden, 2013), y hago algunos comentarios generales, dada la falta de espacio. Debo aclarar en este punto que no deseo que este libro de texto sea un caso particularmente ofensivo de vender al neoliberalismo. Más bien, lo he elegido porque (1) es un libro que veo como bastante típico en el mundo de ELT en cuanto a su contenido, formato y enfoque y (2) es un libro al que tengo acceso fácil debido a mi familiaridad con varios profesores de inglés que viven y trabajan en Barcelona.

Como en el caso de casi todos los libros de texto de ELT que he examinado en los últimos años, en Language File Intermediate (en adelante LFI) existen numerosas actividades sobre temas fundamentales como la vivienda, el transporte o la tecnología, o actividades de ocio como el deporte, el cine y los viajes, con las referencias de las celebridades dentro del texto para traer estos temas a la vida. Por ejemplo, antes de una sección sobre el transporte que aparece al principio del libro (Unidad 3A), hay una actividad de extensión sobre el programa de televisión sindicado internacionalmente ‘Top Gear’ y sus presentadores (pp. 24-25). Más adelante en el libro, la Unidad 10A se titula “Modern Icons”, y contiene actividades organizadas alrededor de las vidas y los tiempos de Steven Jobs y Stephen Wozniak, los fundadores de Apple Computers (pp. 94-95).

El trabajo adecuado para usted
Una su personalidad con el trabajo

1. Me gustaría trabajar como parte de equipo trabajar
2. Disfruto _____ a las personas con sus problemas ayudar
3. No me importa _____ un salario muy grande no ganar
4. Soy bueno en _____ a la gente escuchar
5. Soy bueno en _____ decisiones rápidas tomar
6. _____ los riesgos no me preocupa tomar
7. Estoy feliz _____ por mí mismo trabajar
8. No tengo miedo de _____ grandes cantidades de dinero manejar
9. Soy bueno en _____ yo mismo expresarse
10. Siempre intento _____ mis instintos seguir
11. Es importante para mí _____ creativo ser
12. Disfruto  _____ improvisar
13. _____ cálculos complejos no es difícil para mí hacer
14. Disfruto de _____ problemas lógicos resolver
15. Encuentro fácil _____ principios teóricos entender
16. Puedo _____ el espacio y la distancia calcular

(Latham-Koenig & Oxenden, 2013: 79)

Pero quizás más importante que estas referencias de celebridades es cómo a través de LFI los estudiantes se posicionan como buenos consumidores. Por ejemplo, hay una actividad de escucha en la que varios individuos explican si tienden a ahorrar o gastar su dinero, siendo los primeros más frecuentes que los segundos (páginas 15, 123). La tarjeta de crédito aparece en más de una ocasión en el libro y, sobre todo, no se cuestiona si el paso a las economías de consumo, un pilar clave de la economía neoliberal, no es problemático en absoluto. De hecho, ninguno de los personajes que muestra el libro parece vivir en el mundo del endeudamiento, o peor, bajo la amenaza del desalojo en el hogar. Ninguno parece estar situado en un mercado de trabajo precarizado en el que están mal pagados y explotados. Y comer en un restaurante se presenta como algo que todo el mundo puede hacer: en la Unidad 1A, se les pide a los estudiantes que hablen de la frecuencia con la que comen, qué tipo de restaurantes les gusta y qué valoran más: comida, servicio, ambiente o precio (página 6). En el resto del libro se hacen más suposiciones, como la posesión de una motocicleta o un automóvil o algún tipo de vehículo motorizado se considera como la norma para la mayoría de la gente; o la capacidad de alquilar o poseer una vivienda decente como una opción que todos tienen; o viajes y turismo se conceptúa asequible para todos. La posesión de computadoras y teléfonos móviles también se da, al igual que el conocimiento tecnológico.  Incluso hay una actividad que combina el autocuidado y la individualidad y el uso del teléfono móvil. En esta actividad, se pide a los estudiantes que hablen de cómo están posicionados como tipos particulares de personas a través del uso de su teléfono móvil, la marca de su teléfono, cuánto tiempo lo han tenido, qué tipo de timbre tienen y si, cuándo y dónde, alguna vez lo apagan.

De hecho, el autocuidado dentro de la racionalidad neoliberal y la civilización del mercado está en evidencia a lo largo del libro, comenzando con la Unidad 1A. Con el título “Mood food” (pp. 4-7), esta unidad explora temas como los hábitos alimenticios individuales y cómo los alimentos pueden afectar el estado de ánimo y los sentimientos generales. Además de este último, en la Unidad 1B, hay un texto escrito por el autor británico Tim Lott, que contiene detalles de su relación con su hermano durante el crecimiento (p.10). En la misma unidad, hay una actividad de escucha basada en una entrevista con la periodista Linda Blair, autora de un libro sobre la infancia (p.11). Se les pide a los estudiantes que completen una tabla con los diferentes adjetivos empleados en la entrevista para describir diferentes tipos de niños. A esto le sigue una actividad oral en la que se pide a los estudiantes que hablen de sí mismos:

Mire el cuadro completo de arriba. Diga si … … usted piensa que es verdad para usted – y si no, ¿por qué no? … si cree que es verdad para otras personas que conoce (sus hermanos y hermanas, amigos, etc.) (página 11, énfasis en “usted” en el original) (Latham-Koenig & Oxenden, 2013: 11)

Otras actividades sobre el yo aparecen más adelante en el libro en actividades de desafíos personales, como una periodista practicando kayak por el río Amazonas (pp. 20-21) o aprendiendo a bucear, aprendiendo a bailar salsa y aprendiendo japonés (pp. 35). También hay una larga sección sobre los estereotipos y las relaciones hombre-mujer (págs. 28-31) y una sección aún más larga en la Unidad 5B sobre las relaciones con amigos y otras personas significativas (páginas 48-53). La Unidad 6B se dedica en su totalidad al “juzgar por las apariencias [físicas]” (pp. 58-61). “Todas estas actividades, en esencia, sitúan a los individuos como criaturas racionales y calculadoras cuya autonomía moral se mide por su capacidad de autocuidado: la capacidad de satisfacer sus propias necesidades y servir sus propias ambiciones” (Brown, 2005: 42).

Finalmente, está el mundo del trabajo, un elemento básico de los libros de texto globales del siglo XXI. En LFI, sólo hay una unidad (8B) completa dedicada explícitamente al trabajo, incluso si hay referencias de trabajo en varias unidades. Esta unidad, titulada “¿Cuál es el trabajo correcto para usted?”, contiene muchos aspectos que están alineados con el ciudadano neoliberal como autodirigido y emprendedor. Especialmente es de interés una actividad en la que se pide a los estudiantes, por una parte, que proporcionen la forma verbal correcta en un ejercicio de completar y, por otra parte, se posicionen con respecto a un conjunto de características que se consideran positivas en el mercado laboral actual. La actividad es la siguiente:

Este ejercicio es, creo, bastante revelador. Como se observa en otra parte (Block, 2018), la auto-marca en el lugar de trabajo es mostrar características particulares, como ser rápido y efectivo (5); estar dispuesto a asumir riesgos (6); ser capaz de trabajar independientemente (7); y poder administrar el dinero (8). Lo mismo ocurre con ser capaz de expresarse (9), demostrar independencia en seguir los instintos (10), ser creativo (11) y ser capaz de improvisar (12). Ser competente en el ámbito cognitivo, es decir, ser capaz de hacer cálculos complejos (13), resolver problemas (15), comprender teorías (15) y calcular el espacio y las distancias (16) – también estar altamente calificado en los mercados laborales actuales. Por último, las características más tradicionales y colectivas siguen siendo valoradas: ser un buen miembro del equipo (1), ayudar a otros (2) y escuchar a otros (4). Dado que la actual crisis económica ha llevado a que los salarios se reduzcan drásticamente en la mayoría de los sectores de la economía de países como Grecia, Portugal y España, el elemento restante, estar despreocupado por el salario (3), es inusual. En cualquier caso, he categorizado los ítems en este ejercicio para dejar claro un punto clave, a saber, que si bien este ejercicio está obviamente diseñado para hacer que los estudiantes piensen en diferentes formas de verbos en contexto, también es un tipo de llamado a la acción para ciudadanos trabajadores neoliberales.

Conclusión

En la primera sección de este trabajo, proporcioné información de antecedentes sobre el neoliberalismo y el ciudadano neoliberal. Luego, en la sección anterior, he tratado de mostrar cómo un libro de texto ELT, tratado como un objeto discursivo, es modelado por el neoliberalismo como la racionalidad dominante de nuestros tiempos. El espacio no me permite hacer demasiadas discusiones en profundidad aquí, pero espero que lo que he escrito sea lo suficientemente ilustrativo en este sentido.

Por supuesto, con cualquier tipo de análisis de texto como un objeto estático, siempre hay espacio para la sugerencia de que lo que es realmente importante no es el libro de texto como un artefacto semiótico legible, sino las formas en que pone en práctica la mediación entre el profesor y la actividad del estudiante. La gran pregunta entonces se convierte en la evidencia de que el aprendizaje del inglés a través de un libro de este tipo tiene necesariamente un impacto en el estudiante, en esencia, sutilmente interpolándolo como un ciudadano neoliberal. Sin embargo, diría que la realización de un análisis crítico de los libros de texto sigue siendo útil, ya que muestra cómo se manifiesta la colonización de cada vez más dominios de la actividad social por el neoliberalismo. El neoliberalismo no sólo existe en el plano de la teoría económica, sino también en la economía macroeconómica y en la economía local, pero también se ha filtrado en la educación y, más concretamente, en la educación de un idioma. Y en cuanto a la pregunta ¿qué es lo malo de los libros de texto ELT como LFI? O, ¿qué es lo que está mal del neoliberalismo? Yo diría que ir con el flujo neoliberal es pernicioso en la forma en que prima el individualismo extremo sobre cualquier forma de colectivismo, y la forma en que enfrenta al individuo contra el individuo como competencia como principio de una organización dominante. Y agrego que dada la ausencia total de actividades cuestionando tal proceso de individualización, LFI termina exhibiendo cierta complicidad con la ortodoxia económica actual y con las normas y valores que la acompañan. En resumen, el libro no hace nada que sea crítico con el status quo. Y aunque uno podría argumentar “ese no es su trabajo”, mi pregunta sería entonces “¿cuál es su trabajo?”

Por último, se plantea la pregunta de qué pueden hacer los profesores de inglés en contextos en los que se les exige utilizar materiales comerciales y por lo tanto llevar a sus estudiantes a través de actividades como las mencionadas en este artículo. En los casos en que el maestro está de acuerdo en general con mi evaluación de estas actividades, él podría crear actividades adicionales cuestionando el contenido ideológico subyacente que llevan. Por ejemplo, en el caso de la actividad “El trabajo correcto para usted”, hay margen para crear una actividad de seguimiento en la que los estudiantes se centren en las limitaciones del tipo de persona que los mercados laborales requieren hoy. ¿Por qué es bueno ser un tomador de riesgos cuando los tomadores de riesgo en el sector bancario eran sin duda los actores más importantes que provocaron la crisis financiera de 2007-2008? ¿Es realmente bueno para la gente disfrutar de la improvisación cuando esta no es seguramente la mejor estrategia cuando surgen problemas? ¿Y está diciendo que el salario no es realmente una noción que los trabajadores del mundo (incluyendo los profesores de idiomas) deberían aceptar felizmente? En esta actividad de seguimiento, los estudiantes podrían reciclar las formas verbales que se practican, pero en oraciones y preguntas de estructura diferente (por ejemplo, “No estoy de acuerdo con la idea de que los trabajadores deberían disfrutar de la improvisación”). Pero lo más importante es que puedan hacer lo contrario del contenido de la actividad, incorporando un ángulo crítico en su aprendizaje del idioma. RM

Introduction

This paper is a much-abbreviated version of the plenary I gave at the ASOCOPI  conference in October 2017 entitled ‘Neoliberal rationalities, the co-opting of cosmopolitanism and the neoliberal citizen in English language teaching materials’. In it, I first provide some theoretical background on neoliberalism and what I call the neoliberal citizen, before drawing on this background in the analysis of a popular ELT textbook. On the one hand, my point is that we need to examine how neoliberalism has filtered into so many aspects of our lives, language education being one of them. On the other hand, I wish to make a call for English language teachers to adopt a critical attitude towards the commercial materials that they use, lest they end up being complicit with the neoliberal norms and values imbuing these materials.

Neoliberalism and the neoliberal citizen

Neoliberalism may be understood as the latest incarnation of capitalism, in more intensively and extensively globalized and technologically-advanced circumstances. In practice, neoliberalism varies from context to context; however, there are some key common characteristics which can be said to constitute it, albeit in variegated ways around the world. First, neoliberalism means not less government, as is sometimes assumed, but more government, as the active involvement of state apparatuses is necessary in the adoption and implementation of measures aimed at reducing – or even completely eliminating – government finance for most public services, such as education, medical care, transportation and housing. It also means the partial or total privatization of many of these public services. Another practice associated with neoliberalism is the establishment and/or maintenance of regressive income tax reforms which disproportionately penalise working class and middle class incomes while allowing higher incomes a number of breaks and loopholes. Such tax policies are part and parcel of the abandonment of social democracy/Keynesianism and the notion that the state can and should act as an arbiter, redistributing wealth where necessary. More broadly, neoliberalism is associated with the partial and/or total deregulation of the financial markets, leading to capitalism without borders, in which financial institutions are under no legal or moral obligation to cater to the needs of societies; rather, it is only the market and profit that shape activity. This particular aspect of neoliberalism has become the main focus of government and media attention since the current economic crisis began in 2007-2008.

In addition, neoliberalism has meant the adoption of the market metaphor as the dominant way to frame all manner of day-to-day activity. One important effect of this change in framing has been that domains of social activity that had previously been organized according to the need to build communities and institutions have come to be framed in terms of economic exchange. Moreover, in these processes, individuals and collectives in society are positioned in terms of their roles as service providers and consumers. For example, the marketization of education means the ways in which it is planned, delivered and evaluated come to resemble (or, in effect, are the same as) those which apply in the private sector. Competition and the drive towards ever-greater efficiency take precedence over functionality and public service provision for all.

In the midst of such changes in society, there is reason, as Dardot and Laval (2013) suggest, to see neoliberalism as a ‘rationality’, that is, as an alignment of beliefs and activities of both the ruling and the ruled. Viewing neoliberalism in this way allows us to examine how it has had a profound impact on individual and collective subjectivities. Following Foucault’s renowned lectures on ‘biopolitics’ at the Collège de France in 1978-79 (Foucualt, 2008), Brown suggests that ‘neoliberalism normatively constructs and interpellates individuals as entrepreneurial actors in every sphere of life’ and that it ‘figures [them] … as rational, calculating creatures whose moral autonomy is measured by their capacity for “self-care”—the ability to provide for their own needs and service their own ambitions’ (Brown 2005: 43). Individuals are, in other words, neoliberal subjects- free and calculating agents, who may be entrepreneurs, setting up starts-ups, or they may simply be self-promoting agents building their curriculum vitae to compete on the job market. This view of human beings aligns with Beck’s observation that we are living in an age in which ‘each person’s biography is removed from given determinations and placed in his or her own hands, open and dependent on [individual] decisions’ (Beck 1992: 135), as well as views typically found in the world of business today, where notions such as ‘brand you’ have become prevalent (Peters 2008). If by branding we mean ‘creating differentiation, making one product or service seem different from competitive products’ (Slade-Brooking 2016: 14), then self-branding is about differentiation among competing individual.

Bearing in mind society, and the nation-state, as a collective structure, I think it useful to shift the focus slightly, framing individuals not only as ‘neoliberal subjects’ but also as ‘neoliberal citizens’. Here, citizenship is understood: (1) as entailing a legal relationship, entailing political and social rights and duties; (2) as a matter of identification with and affiliation to both an ‘imagined’ version of the nation-state and an on-the-ground version, lived day-to-day; and (3) participation in activities that foster a sense of belonging in society (e.g. voting in elections, membership in clubs and associations) (Block, 2011). The neoliberal version of citizenship means that political and social rights and duties revolve around a conformity with the ‘choices’ that neoliberal regimes offer – increasingly precaritized jobs, flexibility imposed from above, being a good consumer to keep the economy growing, voting in elections for marketized candidates and so on. The nation-state may still be a point of reference for the neoliberal citizen, but progressively, affiliations are stretched to global collectives, where there is participation in activities that may come to be more meaningful for citizens than those that exist firmly circumscribed within nation-state borders. Finally, neoliberal citizenship as practice may still be about developing a sense of belonging (e.g. being as member of an association), but the individualization of societies, on the increase since the 1980s, has triggered a series of fundamental changes and new trends that threaten the notion of a unified people living in a well-defined nation-state.

Applications to ELT: the case of widely used textbooks

From the perspective outlined above, John Gray and I have, in recent years, developed a joint interest in how language textbooks are key sites for the situating of language learners, not only as users of the languages they are learning, but also as particular types of people who use those languages. In Gray and Block (2014), we focus on English-language textbooks and how working-class characters – and indeed any practices not associated with middle- and upper-class citizens – have been erased from these books over the past several decades. In effect, English-language textbooks have flowed with the neoliberal tide, incorporating as idealized speakers of English a range of seemingly classless individuals who spend an inordinate amount of time travelling, shopping, using new technologies and thinking and talking about themselves and those around them, thus exercising a ‘self-care’ (see reference above to Brown, 2005). In all of this, English language learners are positioned as highly empowered individuals who exhibit a great deal of agency, unfettered by the trials and tribulations of contemporary societies. In a more recent paper (Block and Gray, 2018), we have focussed on the positioning of language learners in French textbooks as similar such citizens, focussing in particular on self-branding and entrepreneurism. In what remains of this short paper, I will conduct a similar such analysis of a textbook used extensively in Europe called English File Intermediate, third edition (Latham-Koenig & Oxenden, 2013), making some general comments, given the lack of space.  I should make clear at this point that I do not wish to single this textbook out as particularly egregious case of selling out to neoliberalism. Rather, I have chosen it because (1) it is a book that I see as fairly typical in the world of ELT as regards its content, format and approach and (2) it is a book to which I have ready access through my acquaintance with several English teachers living and working in Barcelona.   

As is the case with just about every ELT textbook I have examined in recent years, in Language File Intermediate (hereafter, LFI) there are numerous activities on fundamental big topics such as housing, transportation or technology, or leisure activities such as sport, cinema and travel, with celebrity references brought in to bring these topics to life. For example, preceding a section on transportation that appears early in the book (Unit 3A), there is an extended activity about the internationally syndicated TV programme ‘Top Gear’ and its presenters (pp. 24-25). Later in the book, Unit 10a is entitled ‘Modern Icons’, and it contains activities organised around the lives and times of Steven Jobs and Stephen Wozniak, the founders of Apple Computers (pp. 94-95).

The right job for you
Match your personality to the job

1. I’d like to work as part of a team work
2. I enjoy _____ people with their problems help
3. I don’t mind _____ a very large salary not earn
4. I’m good at _____ to people listen
5. I’m good at _____ quick decisions make
6. _____ risks don’t worry me take
7. I’m happy _____ by myself work
8. I’m not afraid of _____ large amounts of money manage
9. I’m good at _____ myself. express
10. I always try _____my instincts follow
11. It’s important for me _____ creative be
12. I enjoy _____. improvise
13. _____ complex calculations is not difficult for me do
14. I enjoy _____ logical problems solve
15. I find easy _____ theoretical principles understand
16. I am able _____ space and distance calculate

(Latham-Koenig & Oxenden, 2013: 79)

But perhaps more important than these celebrity references is how throughout LFI students are positioned as good consumers. For example, there is a listening activity in which several individuals explain whether they tend to save or spend their money, with the former being more common than the latter (pp. 15, 123). Credit card appears on the more than one occasion in the book and over all, there is no questioning of whether the move to consumer-driven economies, a key pillar of neoliberal economics, is not problematic at all. Indeed, not one of the characters appearing in the book seems to live in world of indebtedness, or worse, under the threat of home eviction. None seems to be working in a precaritised job market in which they are underpaid and exploited. And eating out in a restaurant is presented as something that everyone can do: in Unit 1a, students are asked to talk about how often they eat out, what kinds of restaurants they like and what they value most – food, service, atmosphere or price (p. 6). In the remainder of the book, further assumptions are made, such as the possession of a motorcycle or car or some form of motorised vehicle presented as the norm for most people; or the ability to rent or own a decent dwelling presented as an option that everyone has; or travel and tourism presented as affordable to all. Computer and mobile phone possession is also given, as is technological savvy. There is even an activity combining self-care and individuality and mobile phone use. In this activity, students are asked to discuss how they are positioned as particular types of people through their mobile phone use, the make of their phone, how long they have had it, what kind of ringtone they have and if, when and where they ever switch it off.

Indeed, self-care within neoliberal rationality and market civilisation, is in evidence throughout the book, starting with Unit 1A. Entitled ‘Mood food’ (pp. 4-7), this unit explores topics such as individual eating habits and how food can affect one’s moods and general feelings. Further to the latter, in unit 1B, there is a text written by British author Tim Lott, containing details of his relationship with his brother while growing up (p. 10). In the same unit, there is a listening activity based on an interview with journalist Linda Blair, author of a book about childhood (p. 11). Students are asked to fill in a chart with the different adjectives employed in the interview to describe different types of children. This is followed by a speaking activity in which students are asked to talk about themselves:

Look at the complete chart above. Say if … … you think it is true for you – and if not, why not? … if you think it is true for other people you know (your brothers and sisters, friends, etc.) (p. 11; emphasis on ‘you’ in the original) (Latham-Koenig & Oxenden, 2013: 11)

 

Additional activities about the self appear later in the book in activities about personal challenges, such as a female journalist kayaking down the Amazon river (pp. 20-21) or learning to scuba dive, learning to dance salsa and learning Japanese (pp. 34-35). There is also a long section on stereotypes and male/female relations (pp. 28-31) and an even longer section in Unit 5B on relationships with friends and significant others (pp. 48-53). Unit 6B is devoted in its entirety to ‘judging by [physical] appearances’ (pp. 58-61). All of these activities, in essence, position ‘individuals as rational, calculating creatures whose moral autonomy is measured by their capacity for ‘self-care’ – the ability to provide for their own needs and service their own ambitions’ (Brown, 2005: 42).

Finally, there is the world of work, a staple in 21st century global textbooks. In LFI, there is just one unit (8B) devoted explicitly and complete to work, even if there are references to work in several units. This unit, entitled ‘What’s the right job for you?’, contains much which is aligned with the neoliberal citizen as self-directed and entrepreneurial. Especially of interest is an activity in which students are asked, on the one hand, to provide the correct verb form in a gap-fill exercise, and, on the other hand, to position themselves with regard to a set of characteristics deemed to be positive in today’s job market. The activity looks as follows:

This exercise is, I think, quite revealing. As I note elsewhere (Block, 2018), self-branding in the workplace is about displaying particular characteristics, such as being quick and effective (5); being willing to take risks (6); being able to work independently (7); and being able to manage money (8). The same goes for being able to express oneself (9), along with showing independence in following one’s instincts (10), being creative (11) and being able to improvise (12). Being competent in the cognitive realm – that is, being able to do complex calculations (13), solve problems (15), understand theories (15) and calculate space and distances (16) – is also rated highly in current job markets. Finally, more traditional and collective characteristics are still valued: being a good team member (1), helping others (2) and listening to others (4). Given how the current economic crisis has led to salaries being cut drastically in most sectors of the economy in countries such as Greece, Portugal and Spain, the remaining item, being unconcerned about one’s salary (3), comes across as unusual, if not somewhat mean. In any case, I have categorised the items in this exercise to make clear one key point, namely, that while this exercise is obviously designed to get students thinking about different forms of verbs in context, it is also a kind of call to action for neoliberal citizens/workers.

Conclusion

In the first section of this paper, I provided background information about neoliberalism and the neoliberal citizen. Then, in the previous section, I have tried to show how an ELT textbook, treated as a discursive object, is shaped by neoliberalism as the dominant rationality of our times. Space does not allow me to provide too much in-depth discussion here, but I hope that what I have written is illuminating enough in this sense.

Of course, with any type of analysis of text as a static object, there is always space for the suggestion that what is really important is not the textbook as a readable semiotic artefact, but the ways that it comes to life when mediating teacher and student activity.  The big question then becomes the extent to which there is evidence that learning English via such a book necessarily has an impact on the student, in essence, subtly interpolating him/her as a neoliberal citizen. Nevertheless, I would contend that carrying out a critical analysis of textbooks is still useful, as it shows how the colonising of more and more domains of social activity by neoliberalism is manifested. Neoliberalism not only exists at the level of economic theory, macro level economics and more local nation-state-level economics, but it has also filtered down into education, and more specifically, language education. And as for the question – What is so wrong with ELT textbooks such as LFI? Or, indeed, what is so wrong with neoliberalism?  – I would say that going with the neoliberal flow is pernicious in the way that it primes extreme individualism over any form of collectivism, and the way that it pits individual against individual as competition is the dominant organising principle, with few or no fetters. And I would add that given the complete absence of activities questioning such individualising process, LFI ends up exhibiting a certain complicity with current economic orthodoxy and the norms and values that go with it. In short, the book does nothing that is critical of the status quo. And while one might argue, ‘that’s not its job’, my question would then be ‘so what is its job?’.

Finally, there is the question of what English language teachers might do in contexts where they are required to use commercial materials and therefore to take their students through activities such as those mentioned in this article. In cases where the teacher is in overall agreement with my assessment of these activities, he/she might create additional activities questioning the underlying ideological content that they carry. For example, in the case of the activity ‘The right job for you’, there is scope for creating a follow-up activity in which students would focus on the limitations of the kind of person that job markets require today. Why is it good to be a risk-taker when risk-takers in the banking sector were arguably the single most important actors provoking the 2007/2008 financial crisis? Is it really good for people to enjoy improvisation when improvisation is surely not the best strategy when problems arise? And is saying that one’s salary is not important really a notion that the workers of the world (including language teachers) should happily embrace? In such a follow-up activity, students could recycle the verb forms being practised but in differently-structured sentences and questions (e.g. ‘I disagree with the idea that workers should enjoy improvising’). But importantly, they can flip the scrip as regards the carrier content of the activity, incorporating a critical angle on their language learning.  RM

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