Contexto internacionalEdición 35

La Reconciliación entre el Éxito Académico y el Bienestar de los y las Estudiantes

La globalización y la digitalización han posibilitado la conexión entre las personas, las ciudades, los países y los continentes, de forma tal que, la potencialidad colectiva e individual se ha incrementado de manera vasta. Sin embargo, estas mismas fuerzas han hecho del mundo, un lugar más volátil, complejo, incierto y ambiguo.

El mundo ha sido testigo de una creciente desconexión, a su vez, entre el crecimiento infinito y los recursos finitos de nuestro planeta, entre la economía financiera y la economía real, entre las personas adineradas y las desfavorecidas, entre los desarrollos tecnológicos y las necesidades sociales, y finalmente, entre el ejercicio de gobernar y la percepción de la ciudadanía.

Aunque nadie debería hacer responsable a la educación, no se debería, tampoco, subestimar el rol que, el conocimiento, las habilidades, las actitudes y los valores de las personas, juegan en el desarrollo social y económico, así como en darle forma al contexto cultural.

En este mundo, la educación no consiste, de manera exclusiva, en enseñarle algo al estudiantado, sino que, se trata de ayudarle a desarrollar un compás confiable y brindarle así las herramientas para navegar en medio de un mundo complejo, volátil e incierto. La juventud no necesita, solamente, ser académicamente exitosa; también, necesita poder vivir consigo misma, con la diferencia y con el planeta. El éxito en la educación, hoy día, se basa en construir curiosidad, en abrir mentes, en generar compasión y en abrir corazones. Hablamos del coraje que hay que tener, para movilizar recursos cognitivos, sociales y emocionales y de la toma de acción por parte de los y las estudiantes, que sirvan como armas contra la mayor amenaza de nuestro tiempo: la ignorancia, las mentes y los corazones cerrados, el odio y el miedo, este último, como enemigo de la acción.

Vivimos en un mundo en el cual el tipo de cosas que son fáciles de enseñar y de evaluar, también se han convertido en fáciles de digitalizar y automatizar. El futuro es acerca de emparejar la inteligencia artificial de las computadoras con los valores y las habilidades sociales, emocionales y cognitivas de los seres humanos; en donde, será la imaginación, la conciencia y el sentido de responsabilidad las que, ayuden a la humanidad a aprovechar las tecnologías y a moldear un mundo “para bien”.

Para individuos/as, comunidades y sociedades, la creciente complejidad de la vida moderna significa que, las soluciones a los problemas son, a su vez, complejas: en un mundo cuya estructura está desbalanceada. Es imperativo reconciliar perspectivas e intereses diversos en el ámbito local, con implicaciones globales. Significa que, debemos ser aptos en manejar tensiones y dilemas. Obtener un balance entre demandas, a veces opuestas –equidad y libertad, autonomía y comunidad, innovación y continuidad, eficiencia y proceso democrático–, con rareza, llevará a una u otra opción o, incluso, a una única opción. Es necesario, pensar de una manera integrada que reconozca nuestras interconexiones; para ello, nuestra capacidad de navegar en la ambigüedad, se ha convertido en un elemento clave.

Los algoritmos que, nos enmarcan en categorías de “grupos con pensamientos similares”, crean cámaras de eco en las redes sociales, amplifican nuestras opiniones y nos aíslan de los “argumentos en contra”, lo que, anula la posibilidad de alterar nuestras creencias. Estas “burbujas virtuales”, homogenizan las opiniones y polarizan las sociedades en las que vivimos; pudiendo tener un impacto significativo como adverso en los procesos democráticos. Estos algoritmos no son una falla de diseño: así funcionan las redes sociales. Hay escasez de atención y abundancia de información. Vivimos en una especie de “bazar digital” donde, cualquier cosa que no esté construida para “la era de la red”, se desmorona bajo su presión. Así es que, los colegios del mañana necesitan ayudarles a los y a las estudiantes a pensar por sí mismos/as y a relacionarse con las demás personas con empatía, desde el trabajo y el ejercicio de su ciudadanía. Los colegios deberán guiarles en el desarrollo de un sentido fuerte del bien y del mal, una sensibilidad a los enunciados que otros/as hagan acerca suyo, y una comprensión de los límites de sus acciones, tanto colectivas como individuales. En el trabajo, en el hogar y en la comunidad, las personas del futuro necesitarán un entendimiento profundo de cómo se vive en las diferentes culturas y tradiciones, y de cómo se piensa desde una formación artística o científica.

1 La Reconciliación entre el Éxito Académico y el Bienestar de los y las Estudiantes - Andreas Schleicher

Aunque la importancia de las habilidades sociales y emocionales, así como el bienestar de los y las estudiantes está siendo reconocido de manera más amplia, la cuestión permanece en cuanto si es posible su medición, su comparación y, por tanto, su sujeción a acciones y a políticas públicas –de la misma manera en que, los exámenes tradicionales con las habilidades cognitivas–.

En los últimos años, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha explorado varias maneras para hacerlo posible, al usar, tanto métodos de evaluación directa –en el caso de su Estudio Internacional sobre el Aprendizaje Temprano y el Bienestar Infantil (IELS)–, como de evaluaciones a través de reportes autónomos.

La juventud no necesita, solamente, ser académicamente exitosa; también, necesita poder vivir consigo misma, con la diferencia y con el planeta.

El Estudio sobre las Competencias Sociales y Emocionales (SSES) de la OCDE, es el esfuerzo internacional más comprensivo, a la fecha, para recolectar reportes de estudiantes, padres, madres y docentes en cuanto a las habilidades sociales y emocionales de los y las aprendices, así como, información acerca de su ambiente social, demográfico, familiar, escolar y comunitario, para la contextualización de los resultados obtenidos.

El desarrollo interconectado de las habilidades cognitivas, sociales y emocionales de los seres humanos, empieza durante la primera infancia y continúa durante toda la vida. Sin embargo, dicho desarrollo no sigue una tendencia hacia arriba ni se da de manera estable. Un sorprendente, aunque, no inesperado resultado del estudio en mención, fue que, todos/as los y las estudiantes con 15 años de edad –sin importar su género ni sus antecedentes socioeconómicos–, en promedio, reportaron habilidades sociales y emocionales menores a las de sus contrapartes con 10 años. Los puntajes obtenidos por parte de padres, madres y educadores, vinieron a confirmar la caída de las habilidades sociales y emocionales a medida que las personas se hacen mayores. Aun así, los resultados sacaron a relucir, el interrogante de hasta qué punto padres, madres, colegios y sistemas de educación están preparados/as para apoyar las transiciones por las que pasan los y las jóvenes, en su tránsito hacia la adultez.

Otro hallazgo importante fue que el tipo y cantidad de habilidades sociales y emocionales difieren según los antecedentes socioeconómicos y el género de los y las estudiantes. Las niñas, por su parte, reportaron mayores niveles de habilidades asociadas al desarrollo de tareas, como la responsabilidad y la motivación por el logro. Ellas, también, reportaron mayores niveles de habilidades relevantes en un mundo interconectado, como la empatía, la cooperación y la tolerancia. En contraste, los niños exhibieron mayores habilidades en cuanto a regulación emocional –como la resistencia al estrés, el optimismo y el control emocional–, y habilidades sociales –como la asertividad y la energía–. Desde un punto de vista socioeconómico, los y las estudiantes con ventajas, reportaron mayores habilidades sociales y emocionales que sus contrapartes en desventaja –en todas las habilidades reportadas y en todas las ciudades que participaron en el estudio–. Es posible que estas diferencias de tipo socioeconómico, se deban a que, padres y madres con estatus socioeconómicos más altos, impartan a sus hijos e hijas la importancia de las mismas para adquirir éxito en la vida. Potencialmente, padres y madres con un estatus socioeconómico más alto, también podrían invertir mayores recursos en su desarrollo. Por su parte, es posible que estudiantes con una vida menos favorable en términos socioeconómicos, tengan mayores retos a superar y menores oportunidades y apoyo para su desarrollo. 1

Es aún más sorprendente que, la gran mayoría de las diferencias en las habilidades sociales y emocionales del estudiantado, fueron observadas al interior de los colegios. Esto puede deberse, en parte, a que los y las estudiantes utilizan su entorno inmediato de aprendizaje, como un punto de referencia para evaluar sus competencias y para desarrollar sus habilidades a través del andamiaje. Lo anterior, es relevante desde el punto de vista de intervención y de desarrollo y de percepción del niño o la niña. Una posible explicación para este hallazgo es que el desarrollo de habilidades sociales y emocionales no está incorporado de manera sistémica en el currículo escolar, en la misma medida en que sí lo están las habilidades cognitivas, como la lectura y las matemáticas. En otras palabras, los factores que pueden promover o impedir el desarrollo de dichas habilidades, recaerían, en gran medida, sobre las y los docentes particulares y las actividades extracurriculares, más que en el marco común de los colegios.

El estudio también mostró que, los y las estudiantes que se consideran a sí mismos/as como “altamente creativos/as”, tienden a reportar niveles altos de curiosidad intelectual y persistencia: dos habilidades que entrarían a jugar un rol importante en el alcance de logros creativos, pequeños y grandes. Sin embargo, dichos estudiantes son un grupo relativamente diverso en temas de autocontrol y de regulación emocional, lo cual se asocia en mayor medida, con los logros académicos y con el bienestar, respectivamente. Esto significa que, mientras hay ciertos puntos en común entre estudiantes con un auto-concepto altamente creativo, la diversidad de sus necesidades y preferencias no debe ser subestimada. Al contrario, podría ser beneficioso brindar oportunidades para practicar y aprender acerca del potencial creativo propio, en variedad de formatos –por ejemplo, en actividades grupales e individuales o en formatos cooperativos y competitivos–.

2 La Reconciliación entre el Éxito Académico y el Bienestar de los y las Estudiantes - Andreas Schleicher

El estudio reflejó que, la creatividad y la curiosidad de los y las estudiantes con 15 años de edad, es menor a la de los y las estudiantes con 10 años. 2 Los y las niños/as nacen con abundancia de creatividad. Cualquier persona que, esté bajo el cuidado de su hijo o hija de tres años de edad, sabrá cómo los y las niños/as cuestionan cualquier conocimiento convencional, cómo están listos/as para experimentar con lo que sea que se les atraviese en su camino y cómo están siempre dispuestos/as a aprender, desaprender y volver a aprender. Sin embargo, cuando crecen, con frecuencia la educación espera de sus estudiantes obediencia; a riesgo de eliminar su curiosidad y creatividad, a medida que se hacen mayores y permanecen más tiempo dentro del sistema educativo.

Es de notar que, las diferencias relacionadas con la edad, en cuanto al auto-concepto creativo, son más pronunciadas entre las niñas que, entre los niños. 3 A los 15 años de edad, las adolescentes mujeres, en promedio, reportaron menor creatividad que sus pares hombres. Aun así, los puntajes obtenidos por parte de padres, madres y docentes fueron similares en cuanto a su género, en ambos grupos etarios. Es posible, que este patrón se deba a que, los niños son demasiado confiados en sus habilidades creativas, mientras que, las niñas, en promedio, realizan evaluaciones más realistas. El riesgo está en que, si los y las adolescentes asocian el talento creativo –como “tener una buena imaginación” o “encontrar soluciones que, otros no ven”– con una habilidad más afín a los hombres que a las mujeres, esto se verá reflejado, a futuro, en sus preferencias profesionales que, al estar sesgadas por razones de género, hará que menos niñas opten por trayectorias educativas y laborales, en las cuales, el talento creativo sea requerido. Así las cosas, padres, madres y docentes pueden ayudar, tanto a los niños como a las niñas, a desarrollar una valoración realista de sus fortalezas y a contrarrestar estereotipos de género, potencialmente intimidantes, basados en “modelos a seguir”; es menester que, los y las estudiantes entiendan las habilidades sociales y emocionales, como la creatividad, a manera de características que pueden ser aprendidas y no como características innatas a cada género.

Los resultados del estudio también mostraron que las habilidades sociales y emocionales de los y las estudiante, son indicadores importantes de las calificaciones escolares en todas las cohortes de edad, materias y ciudades. En particular, ser intelectualmente curioso/a y persistente, son las habilidades sociales y emocionales más fuertemente relacionadas con las calificaciones escolares de niños y niñas entre los 10 y los 15 años de edad, en lectura, matemáticas y artes. Estos hallazgos enfatizan la importancia, no solo de la dedicación en la búsqueda de objetivos predeterminados, incluso frente a las dificultades, sino también de cultivar una curiosidad intelectual por una amplia gama de temas. En cuanto a la persistencia, “fuerzas externas” como las expectativas de padres, madres y docentes, pueden impulsar su desarrollo. Sin embargo, dichos impulsores externos pueden desaparecer o cambiar con el tiempo; lo que no sucede con la curiosidad intelectual, ya que esta es una poderosa motivadora intrínseca. Aquellos/as estudiantes que sienten curiosidad por diversos temas y que les encanta aprender cosas nuevas, están mejor equipados/as para enfrentar las dificultades y, es más probable, que alcancen sus metas. Así mismo, los y las estudiantes de igual estatus socioeconómico, género y habilidades cognitivas que, tienen mejores habilidades sociales y emocionales, tienen mayores probabilidades de obtener mejores calificaciones y de tener expectativas educativas más altas.

Ahora bien, el estudio, no solo midió las habilidades sociales y emocionales, sino también, los resultados importantes del bienestar. Dichos resultados muestran que, las habilidades sociales y emocionales de los y las estudiantes están directamente relacionadas con su bienestar psicológico –después, claro está, de las variables socioeconómicas y de género–. Lo anterior, es particularmente cierto en el caso de la resistencia al estrés, el optimismo y el control emocional. Ser optimista está relacionado, de manera consistente, a un nivel alto de satisfacción en la vida y a un actual bienestar psicológico –a lo largo y ancho de las ciudades que participaron en el estudio–. La resistencia al estrés y el ser optimista, están altamente relacionados con menores niveles de ansiedad a causa de los exámenes escolares. Los y las estudiantes que se auto-evaluaron como más resistentes al estrés, optimistas y en control de sus emociones, reportaron niveles más altos de bienestar psicológico. Yendo más allá, los y las estudiantes que indicaron altos niveles de resistencia al estrés, también reportaron menor ansiedad por los exámenes. Esto es así, probablemente, porque es más fácil para una persona con mayor resistencia al estrés, evitar o regular los niveles cognitivos y emocionales de ansiedad que generan los exámenes. Una persona con menor resistencia al estrés, necesitaría realizar un mayor esfuerzo para regular los componentes cognitivos y emocionales de la ansiedad causada por los exámenes, en la misma medida.

Sin embargo, el estudio también reflejó algunos hallazgos problemáticos en esta temática. Si las exigencias de los colegios y las expectativas de padres, madres y educadores son las mismas para los niños y las niñas, con ventajas o sin ventajas socioeconómicas, ¿por qué los y las estudiantes con antecedentes socioeconómicos desfavorables –y dentro de estos/as, las mujeres–, parecen experimentar mayores dificultades? Los resultados muestran que, los y las adolescentes con 15 años de edad –en especial, las mujeres–, reportaron menor satisfacción con la vida, menor bienestar psicológico actual y mayor ansiedad por los exámenes que, aquellos/as con 10 años de edad. Los colegios hacen las veces de recursos, cruciales para la promoción del bienestar psicológico de los y las estudiantes, especialmente entre aquellos/as menos privilegiados/as –quienes, sin la institución educativa, tendrían un apoyo mínimo o nulo–. Así es que, los colegios están en la facultad de ayudar a sus estudiantes a reconocer, entender y regular su bienestar psicológico. Debido a que, los y las estudiantes pasan mucho tiempo en el colegio, los y las docentes están bien ubicados/as para identificar cambios en su comportamiento y señales de angustia psicológica, de manera temprana. Dar a los y las docentes entrenamiento en bienestar psicológico, para el apoyo calificado de sus estudiantes, es invaluable.

Ahora bien, el entorno de aprendizaje y el ambiente en el colegio, también son aspectos relevantes a tener en cuenta. Los resultados del estudio mostraron que, la percepción de un ambiente competitivo por parte de los y las estudiantes, así como, las expectativas que padres, madres y docentes depositan en ellos/as, están relacionadas con una mayor ansiedad ante los exámenes en niños/as entre los 10 y los 15 años de edad, y con un nivel más alto de bienestar psicológico para los y las niños/as de 10 años. Experimentar cierto nivel de ansiedad ante los exámenes, es normal y puede ayudar a mantenerse enfocado/a; sin embargo, demasiada ansiedad puede resultar en angustia emocional y física. De igual manera, la preocupación puede perjudicar el rendimiento en los mismos.

Los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) –aplicado también por la OCDE–, han demostrado que, no es la frecuencia de los exámenes sino la percepción de la falta de apoyo por parte de los y las docentes, lo que determina qué tan ansiosos/as se sienten los y las estudiantes. Aun así, la ansiedad por los exámenes también puede relacionarse a la falta de preparación del estudiante, a la obtención de malos resultados en el pasado y al miedo a fallar. Cuando existen entornos de aprendizaje competitivos y expectativas altas sobre los y las estudiantes, cuando aquellos/as no son acompañados/as por un apoyo social y emocional apropiado, cuando no cuentan con estrategias para lidiar con la ansiedad por los exámenes, los y las estudiantes se pueden sentir abrumados/as y mal preparados/as para afrontar los retos.

En cuanto a la prevención en salud mental y la promoción del bienestar psicológico, los colegios se han enfocado típicamente en enseñar a los y las estudiantes hábitos de estudio efectivo –tales como, el manejo del tiempo, la organización del trabajo, estrategias para lidiar con el estrés y técnicas de relajamiento–. El realizar evaluaciones con mayor frecuencia, iniciando con metas fáciles y, gradualmente, ir incrementando su dificultad, son estrategias que los y las docentes pueden implementar para construir en sus estudiantes, sentimientos de competencia y un sentido de control. Más allá, el apoyo del docente puede ayudar a reducir la ansiedad ante los exámenes, a través de, por ejemplo, adaptar las lecciones a partir de las necesidades de la clase y de su nivel cognitivo, brindar ayuda individual a estudiantes que “la estén batallando” y mostrar confianza en las habilidades de cada uno/a de ellos/as.

Los resultados del estudio demuestran que, el sentimiento de querer encajar en el colegio, por parte del estudiantado, y las relaciones entre aquellos/as y los y las docentes, están relacionadas, de manera consistente y positiva, a sus habilidades sociales y emocionales. Los y las estudiantes que, sienten que pertenecen a su colegio, tienen mayor probabilidad de llevarse bien y de trabajar armónicamente con sus compañeros/as y amigos/as. En contraste, los y las estudiantes que, han sido víctimas de acoso escolar, tienden a reportar habilidades más bajas en cuanto a regulación emocional confianza; lo que está relacionado a un menor bienestar psicológico. Así, es probable que los y las estudiantes que, han experimentado acoso escolar, experimenten mayor cantidad de emociones negativas y que, tiendan a confiar menos en las demás personas. Lo anterior, también podría tener un impacto en sus logros académicos, pues la confianza está positivamente relacionada a las calificaciones en matemáticas, entre los y las estudiantes con 15 años de edad –acorde a los resultados obtenidos en siete de las nueve ciudades en las que se dispuso dicho indicador, y tras tener en cuenta el estatus socioeconómico, el género, los resultados de los exámenes de habilidades cognitivas y otras habilidades sociales y emocionales–. Finalmente, los y las estudiantes que, se llevan bien con sus docentes reportan mayor curiosidad motivación al logro. Tanto la curiosidad, como la motivación al logro, indican un amor o determinación por el aprendizaje y por obtener buenos resultados en el colegio. Es probable que, los y las estudiantes, al llevarse bien con sus docentes, estén más comprometidos/as, busquen que les vaya bien en el colegio y gusten de aprender –en contraste con los y las estudiantes que no se llevan bien con sus docentes–. Los resultados del estudio también sugieren que mejorar las habilidades sociales y emocionales podría ser una manera de ayudar al estudiantado a disfrutar de mejores relaciones sociales en el colegio y, viceversa.

Algunas de las habilidades contempladas por el estudio –tal como la curiosidad, el control emocional y la cooperación–, tienen un impacto positivo implícito en un amplio rango de resultados y contextos, tanto a nivel individual como en sociedad. En otros casos, algunas habilidades –como la extroversión y la sociabilidad–, dependen más específicamente, de las metas propias del estudiante. Por ejemplo, en el mercado laboral, ser extrovertido/a puede ser más relevante para cargos de emprendimiento y gerenciales, en los que la interacción social es crucial. La introversión podría acoplarse más a trabajos profesionales y técnicos, para los cuales, la atención al detalle es un requerimiento. Si una persona es introvertida y quisiera entrar al campo de las ventas, aprender a estar más cómoda con las interacciones sociales, podría serle útil. De la misma forma, si una persona es extrovertida y estuviera interesada en aprender “algoritmos de aprendizaje automático”, podría beneficiarse de trabajar en estrategias para mantenerse enfocado y evitar interacciones sociales. Como los y las músicos/as en una orquesta, los y las estudiantes pueden alcanzar un potencial socio-emocional, cuando encuentran su rol dentro del concierto y cuando entrenan hasta alcanzar su máximo rendimiento.

Todo esto subraya el porqué es importante para los sistemas educativos buscar el desarrollo holístico de sus estudiantes; lo que implica, ir más allá del desarrollo de habilidades académicas. Esto, es reconocer la importancia del bienestar psicológico de los y las estudiantes y de las relaciones sociales en el entorno escolar. Un entorno escolar más amable y solidario, puede ayudar a combatir la problemática del acoso, así como, motivar a los y las estudiantes a buscar ayuda cuando la necesiten. En el momento en que, los y las estudiantes perciben que, son tratados/as de manera justa que, el colegio y su personal los/as ayudan a desarrollar un sentido de pertenencia que, se provee un entorno cooperativo, disciplinado y estructurado y que, se encuentran en un entorno más solidario que punitivo, las habilidades sociales y emocionales del estudiantado se desarrollarán de una mejor manera y, como consecuencia, se disminuirá la probabilidad de que, se vean inmersos en situaciones violentas e interacciones negativas. RM

Referencias

1 Aunque estos hallazgos son generales, las trayectorias individuales podrían ser diferentes.

2 La Psicología del Desarrollo provee algunas explicaciones para ello: mientras los y las niños/as crecen, se vuelven más auto-críticos/as y conscientes de sí mismos/as. Aun así, el hallazgo es de igual manera, sorprendente.

3 Sucede lo contrario, en cuanto a curiosidad intelectual se refiere, por ejemplo, la disposición emocional frente al aprendizaje.

Andreas Schleicher

Director de Educación y Habilidades y Asesor Especial en Política Educativa del Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en París. Ha trabajado durante más de 20 años con ministros y líderes educativos de todo el mundo para mejorar la calidad y la equidad en la educación.

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