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Competencias informacionales y estrategias de intervención

HHace unos años era necesario que los niños aprendieran informática. Esto era primordial, pero se quedaba en el manejo de las herramientas técnicas. Hoy en día las nuevas tecnologías están a nuestro alrededor y los niños de hoy crecen con dispositivos que saben manejar desde edades muy tempranas. Sin embargo, el uso principal que le dan es para el ocio y el entretenimiento. Viviana Fernández, doctora en documentación, escribe en su artículo que es muy importante eseñar compentencias informacionales, que no se limitan al manejo técnico, sino que buscan enseñar que los niños reconozcan qué contenidos son útiles y puedan generar nuevo conocimiento a partir de lo que aprenden.

 

Las competencias informacionales no son innatas en los individuos quienes deben ser formados para alcanzar los niveles esperados. El papel del sistema educativo es crucial, así la formación en estas competencias deberá integrarse en los planes de estudio de los diferentes niveles de enseñanza.

De hace ya algunos años recuerdo un texto publicado en una revista japonesa de divulgación científica sobre la estatura de la población. Se explicaba cómo una alimentación deficiente basada fundamentalmente en el consumo de arroz provocaba que los nipones tuvieran una altura muy baja. El Gobierno optó entonces por modificar la dieta en los comedores escolares buscando un mayor y mejor balance nutricional. Según un estudio realizado en 200 países por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 1914 y 2014 la altura media de los japoneses ascendía un 14,6 cm para los hombres y 16 cm en las mujeres.

La altura media de la población es expresión de nivel de desarrollo los países, siendo por ejemplo un indicador de salud recogido por el Banco Mundial. La práctica muestra que el estudio de indicadores por organismos internacionales pone su centro de atención en determinados asuntos e impulsa a los Estados a implementar medidas para poder obtener mejores resultados. La experiencia japonesa es ejemplo de ello pues ciertamente los países desarrollados cuentan con habitantes más altos pero muy especialmente apunta en la siguiente dirección. La puesta en marcha de medidas que se apoyen el sistema educativo obtendrá, siempre y cuando sean adecuadamente planificados y organizadas, resultados esperados.

En este sentido sería deseable que las competencias informacionales adquieran el mismo nivel de importancia que otros indicadores a la hora de valorar el desarrollo de los países, y no solo las habilidades digitales. Por otra parte, y conectando con la experiencia nipona, potenciarlas debería ser una estrategia de intervención que se articulase desde los cimientos de la sociedad, o sea, desde el sistema educativo.

¿Qué son las competencias informaciones?

En términos generales se definen como la habilidad y actitud de los individuos frente al acceso, consumo y comunicación de la información. Conecta la expresión alfabetos digitales que tan bien definía Paul Zurkowski, presidente de la Information Industry Association ya en el año 1974.

Las personas capacitadas en el uso de recursos de información a su trabajo pueden ser denominadas alfabetizadas en información. Ellos han aprendido técnicas y habilidades para utilizar la amplia gama de herramientas de información, así como fuentes de información relevantes para ofrecer soluciones a sus problemas. Los individuos en la porción restante de la población, mientras que alfabetizados en el sentido de que pueden leer y escribir, no perciben el valor de la información, no tienen la capacidad de adaptar la información a sus necesidades y de manera realista deben ser considerados como analfabetos de la información.

Resulta llamativo que un tema ya tratado en los años setenta del pasado siglo se encuentre en una fase de desarrollo tan embrionario al menos si lo comparamos con todo lo relativo al mundo digital. Mientras términos como alfabetización digital, habilidades digitales, brecha digital son de uso común no lo son tanto las competencias informacionales y por extensión todas derivaciones de las expresiones antes citadas. Tampoco las habilidades informacionales son objeto de atención de los observatorios de sociedad de la información o de estudios de organismos internacionales, así por ejemplo si bien la OCDE cuenta con un informe PISA de habilidades digitales, no hay ni por parte del organismo ni de otros indicadores que midan el nivel de alfabetización informacional de la población.

No cabe presuponer que las personas con competencias digitales cuenten con habilidades informacionales. De hecho el panorama que se nos presenta es que esta generación de nativos digitales acceden de forma intensa y extensa a los tecnologías de la información pero fundamentalmente para actividades de ocio y haciendo un uso no siempre crítico y responsable.

Este siglo XXI ha traído nuevos aires a la alfabetización informacional. Dos factores han sido clave en este sentido. Con el fácil acceso a las tecnologías de la información ha permitido -ha aflorado- un mayor número de usuarios de la información y ello ha puesto de relieve que se consume tecnologías pero no se mejoran, por sí misma la habilidad y actitud frente a la información. Otro fenómeno que hay que destacar es la introducción de un nuevo modelo de enseñanza-aprendizaje que para las universidades ha venido de la mano del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) y que ha puesto el énfasis no solo en la formación por competencias sino en el uso de metodologías didácticas y sistemas de evaluación que precisan de un mayor y mejor manejo de la información.

Para acotar algo más sobre el territorio en el que nos movemos es conveniente traer la Declaración de Praga: hacia una sociedad alfabetizada informacionalmente de 2003 de la UNESCO y que plantea que;

La alfabetización informacional engloba el conocimiento de las propias necesidades de información y la habilidad de identificar, localizar, evaluar, organizar, crear, utilizar y comunicar con eficacia la información con tal de afrontar los problemas o cuestiones planteadas; es un prerrequisito para participar de forma eficaz en la sociedad de la información y, a la vez, es una parte del derecho humano básico del aprendizaje a lo largo de la vida.

Por lo que se deriva de esta definición y de muchas otras, podía decirse que una persona alfabetizada informacionalmente es oposición a aquella categoría de analfabetos en información que acuñaba Zurkowski será aquella que realice un manejo de la información que le lleve a generar nuevo conocimiento y resolver problemas a través del manejo de la información. Para ello se precisa una actitud proactiva frente a la información. Será en la práctica una persona que tenga plena conciencia en primer lugar del problema a resolver, de la información que necesita para ello tanto en formatos como en contenidos, que conozca y domine una variedad de recursos de información que le permitan ser selectivo a la hora de usar la misma, ostentando una actitud crítica frente a la información, y que tenga capacidad para comunicar de forma adecuada esa nueva información que genera siempre de forma ética y responsable.

Y ¿será que todos los individuos tienen estas competencias? Pues la respuesta es negativa. Y ante esta respuesta y por extrapolación de lo esbozado en la antes citada declaración existe una parte de la población, presumiblemente extensa, que no participa de forma eficaz en esta sociedad de la información. Pero hay que matizar esta afirmación pues hay que buscar paralelismos con los conceptos de analfabetos absolutos y analfabetos/ alfabetos funcionales, así los individuos manejan información pero no al nivel que exponen las dos definiciones citadas.

Si se compilara toda la información de los diversos estudios realizados se podría dar unas pinceladas del comportamiento informacional a día de hoy:

**Las personas acceden a un escaso número de fuentes de información. Mayormente acceden a la información que se recupera mediante los buscadores y no se valoran otros tipos de recursos off line. La percepción es que solo existe lo que está disponible en los mismos.

** No se acceden a recursos digitales igualmente accesibles por la Red pero de gran calidad como son las bibliotecas digitales y virtuales, repositorios, bases de datos. Todo el ingente movimiento open access es de interés solo para una parte de la comunidad científica.

** Las redes sociales se van convirtiendo en el forma inmediata de obtener información, como medio informal de comunicación adquiere más veracidad para los ciudadanos, y puede que aún para los jóvenes, que otras fuentes más formales.

** El esfuerzo a la hora de buscar y consultar información se reduce. Los usuarios no están dispuestos a dedicar tiempo a buscar información ni en la Web ni fuera de ella. En otras palabras, para una parte de la población lo primero que aparece es lo que vale.

** Ello conecta con otra situación, la capacidad crítica de la información obtenida es exigua. El ciudadano, y los jóvenes en particular, muchas veces no cuentan con criterios que le permitan evaluar la información. ** La comunicación de la información no sigue muchas veces unos criterios mínimos ni en su forma ni en su contenido. El plagio es una práctica habitual; lo más llamativo es que en muchas ocasiones los estudiantes no son conscientes de lo están plagiando.

¿De quién es la responsabilidad de formar en competencias informacionales?

La respuesta a este interrogante es simple: ¿quién se responsabiliza de forma directa en la alfabetización a través de políticas, estrategias y recursos? Los Gobiernos. ¿Cuál es el medio que permite llevar a vías de hecho la alfabetización? El sistema educativo. Y si la alfabetización informacional se trata de un tipo de alfabetización por qué no se adoptan idénticas medidas. Otro tanto ocurre con la alfabetización científica. Sin embargo la formación en tecnologías de la información ha sido objeto de mayor atención.

Pero sí existen importantes iniciativas desarrollados por organismos internacionales y asociaciones profesionales que han permitido avanzar en el terreno de la alfabetización informacional. La UNESCO ha jugado un papel fundamental con iniciativas tales el Programa Información para Todos (2000) y diversas declaraciones formuladas en eventos desarrollados bajo su auspicio. En el contexto del EEES el proyecto Tuning recoge este tipo de competencias al igual que en Alfa Tuning (adaptación a América Latina). Otro tanto ocurre con el proyecto DeSeCo (Definition and Selection of Competencies) de la OCDE.

Modelos, normas y estándares han sido desarrollados por asociaciones del ámbito bibliotecario, e. g., Association of College and Research Libraries (ACRL) de la American Library Association (ALA), la Society of College, National and University Libraries (SCONUL) del Reino Unido, la Australian and New Zealand Institute for Information Literacy( ANZIIL), la American Association of School Librarians & Association for Educational Comunicación and Technology (AASL/AECT).

Cómo se ha resuelto hasta la fecha la formación en competencias informacionales. Las bibliotecas fundamentalmente universitarias han jugado un importante papel a través de los cursos de formación de usuarios. En el caso de la formación universitaria, algunas instituciones en diversas partes del mundo han implantado al menos una o materia en sus planes de estudio, muchas veces en los primeros cursos. Pero estas medidas no son suficientes porque:

a). El papel de las políticas educativas en esta materia no se puede suplir con estas acciones.

b). Las competencias informacionales tienen un carácter transversal por lo que una o dos materias no son suficientes. El estudiante adoptará para esta disciplina la misma actitud que, en muchas ocasiones se experimenta con muchas materias. Una materia es un compartimento estanco, se cursa para aprobar, no se aplica a otras disciplinas y contextos, así materia aprobada, materia olvidada.

c). La formación en el nivel universitario es importante pero no efectiva si en los niveles previos no se han desarrollado unos hábitos.

d). El papel de la biblioteca debe ser complementario, no debe cargar la responsabilidad de esta formación. E incluso en ocasiones aunque se indique que son cursos de alfabetización informacional se trabajan solo algunos aspectos pero no la totalidad de estos.

En términos generales a la hora de hablar de responsabilidades en la formación de competencias informacionales lo cierto es que no existe una figura clara y definida de los agentes involucrados en ello ni la definición de una política educativa transparente y expresamente formulada para atender a este situación. Si estar alfabetizados a nivel informacional es un prerrequisito de la sociedad de la información entonces deben existir medidas para lograr este objetivo. El mejor instrumento para ello será el sistema educativo.

¿Cómo desarrollar un programa de competencias informacionales?

Un programa de esta naturaleza como se ha dejado entrever requiere de un enfoque integral y sistémico. Para empezar se requiere una sensibilización por parte de los estructura política y en particular la vinculada con el ámbito educativo sobre las competencias informacionales que culmine en la definición expresa de estrategias en este materia.

La formación en CI debe ser desarrollada por agentes formales siendo el sistema educativo el medio idóneo. Su enseñanza debe estar presente en todos los niveles de educación desde la primera a la universitaria. No se puede olvidar el papel complementario de otros agentes como las bibliotecas y medios de comunicación siendo imprescindible una adecuada coordinación entre todos.

La integración en el diseño curricular se erige como la vía idónea. Parece válido que existan materias específicas adaptadas a los diferentes niveles de enseñanza pero el reto está en integrar esta formación en las diversas disciplinas de los planes de estudio. En el comportamiento informacional hay un factor a tener en cuenta: el estudiante estará interesado en acceder y usar información cuando tenga motivación para ello. Y esto puede surgir en el contexto del propio proceso de enseñanza-aprendizaje.

En el seno de cada materia serán las actividades prácticas, sean de la naturaleza que sean y se desarrollen fuera o dentro del centro, las que permitirán llevar a cabo esta formación. Se requiere del docente, dosis de creatividad e innovación pero sobre todo, será necesario que los propios docentes cuenten con un plan de formación de profesorado en habilidades informacionales. Por otra parte un material educativo diseñado con enfoque pedagógico. Hay metodologías que son idóneas para trabajar las competencias informacionales, la resolución de problemas o los seminarios son algunas de ellas. De igual forma, los métodos de evaluación deben ser adaptados para medir estas competencias.

Formar en competencias informacionales es tarea compleja porque requiere del concurso de otras muchas competencias y porque además el fin último es contribuir a formar individuos pensantes. Y …¿esto es realmente una prioridad para la sociedad?

 

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