Reimaginando la EILE: enseñar inglés en el 2017 y más allá
Re-imagining ELT: Teaching English in 2017 and Beyond
Basada en una charla diseñada para el “Foro sobre el futuro de la profesión ELT en Colombia 2017, celebrada en Bogotá en septiembre de 2017, quisiera abordar el tema de la conferencia y considerar algunos de los interrogantes importantes en la enseñanza de idiomas y lo que esto significa para los profesores de inglés ahora y en los próximos año
Es imposible mencionar el futuro de ningún tipo de enseñanza sin hablar sobre el impacto de la tecnología, y la pedagogía del lenguaje no es la excepción. En primer lugar, se han producido avances en la tecnología que han significado un mayor uso de ésta en el aula, tanto en términos de hardware (tableros interactivos, portátiles, proyectores y dispositivos móviles) como en software (aplicaciones especializadas para el aprendizaje de idiomas al igual que sitios web para ayudar a aprender inglés y para acompañar series de textos).
La tecnología y la educación
Es imposible mencionar el futuro de ningún tipo de enseñanza sin hablar sobre el impacto de la tecnología, y la pedagogía del lenguaje no es la excepción. En primer lugar, se han producido avances en la tecnología que han significado un mayor uso de ésta en el aula, tanto en términos de hardware (tableros interactivos, portátiles, proyectores y dispositivos móviles) como en software (aplicaciones especializadas para el aprendizaje de idiomas al igual que sitios web para ayudar a aprender inglés y para acompañar series de textos). Peachey (2012) ha argumentado que debemos usar la tecnología que “genuinamente usamos para socializar, estudiar y desarrollarnos a nosotros mismos”. Suena razonable, teniendo en cuenta a los jóvenes de hoy que han crecido ‘conectados’, que los profesores debemos usar en el aula las herramientas que ellos utilizan en su vida cotidiana. Pero, ¿es esto lo que quieren los estudiantes? En un estudio de 2011, Kaznowska et al. se sorprendieron al descubrir que “lejos de preferir estar inmersos en un mundo digital de aprendizaje autodirigido, los estudiantes parecen todavía tener un enorme deseo de aprender directamente de un ‘sabio en el escenario´.” (2011: 17). En otras palabras, quieren a alguien experto al frente de la clase: un profesor. Kaznowska y sus colegas concluyeron que los estudiantes, de hecho, quieren un uso “moderado” de la tecnología en sus clases.
Un segundo desarrollo en tecnología y educación es el crecimiento de las opciones de aprendizaje en línea y aprendizaje combinado para la enseñanza y el aprendizaje de idiomas. Es interesante que la investigación está mostrando ahora que los estudiantes no están siendo perjudicados por tomar cursos en línea o en un formato combinado. En otras palabras, el aprendizaje en línea y combinado puede ser tan bueno como solo enseñar la lengua de manera presencial. Sin embargo, como lo demuestra el meta-análisis llevado a cabo por Means et al., este discute que incluso en el aprendizaje en línea y combinado “la participación del instructor era una variable mediadora fuerte” (2009: 53). Una vez más, vemos la importancia del profesor.
Hemos escuchado mucho sobre el efecto de la tecnología en los jóvenes y los cambios que ella ha traído en la manera en que pensamos, nos concentramos y nos comunicamos. Actualmente hay una clara falta de investigación longitudinal en esta área, pero Bruyckere et al. (2015) cuando consideran que la mayoría de los estudios que muestran un efecto positivo del aprendizaje mediado por la tecnología, dicen que esto se debe a la buena enseñanza y no al uso de la tecnología misma. De Bruyckere et al. también argumentan que hoy “no hay tal cosa como un nativo digital´”, pues observan cómo los estudiantes a menudo no son particularmente buenos en el uso de software y aplicaciones, excepto para los reducidos fines que los necesitan. Todo esto construye una imagen de un joven estudiante que acepta la tecnología como parte de su vida, pero aún aprecia a un profesor para guiar su aprendizaje, ayudado por la incorporación de algunas herramientas tecnológicas.
La metodología de enseñanza de idiomas
Los profesores necesitan adaptarse a la presencia de la tecnología, pero desafortunadamente a menudo se sienten poco preparados para poder hacerlo. Peachey ha defendido “la necesidad de un enfoque diferente al desarrollo del maestro que se centre en ayudarles con su propia alfabetización digital” (2012). Con el crecimiento de los dispositivos móviles y la conectividad, por supuesto, vienen más oportunidades para el aprendizaje fuera del aula, pero, como Bruyckere et al. discute, el profesor no será reemplazado, sino más bien necesitamos “usar computadoras para complementar y ampliar lo que hace el maestro” (2015). La tecnología ha dado lugar a nuevas formas de enseñanza, como el aula invertida (donde la presentación tradicional del material se realiza fuera del aula a través, por ejemplo, de videos, mientras que la práctica de extensión se hace en el aula con el maestro presente para ayudar a los alumnos) y un aprendizaje más diferenciado o aprendizaje adaptativo, en el que los estudiantes son mediados por un computador que decide cómo debe proceder el aprendiz, basado en respuestas anteriores. Sin embargo, el crecimiento de los medios digitales también ha originado reacciones contra la tecnología, ejemplificadas por los movimientos “dogme” o “teaching unplugged” (Meddings y Thornbury, 2003), los cuales exigen un enfoque con pocos materiales de la enseñanza, más orientado a la conversación y centrado en trabajar con “lenguaje emergente”. Por lo tanto, la batalla sobre si utilizar o no la tecnología continúa. Sin embargo, lo que claramente surge es cómo la tecnología se utiliza junto con el profesor, que es el factor importante.
Investigación y educación
Otro tema potencialmente polarizador en nuestro campo es el lugar de la investigación en la enseñanza de idiomas. Maley (2016) argumentó que “Generalmente, la investigación y la teorización, que son el campo de una comunidad de discursos diferente, tienden a intimidar a los maestros, quienes, en cualquier caso, frecuentemente los encuentran de relevancia limitada para sus propias preocupaciones profesionales y educativas” (p13), y otros han argumentado que deberíamos enfocarnos más en nuestra intuición en la clase más que en lo que dice la investigación. A primera vista es muy tentador pensar así, pero por supuesto el problema surge cuando nuestra intuición va en contra de lo que la evidencia dice (es el caso de la investigación sobre estilos de aprendizaje que demuestra que enseñarle a alguien con un modo preferido de aprendizaje no refuerza el aprendizaje en sí). El crecimiento del interés en el área de la neurociencia y la enseñanza basada en evidencia también es algo que definitivamente debe revisarse. Los profesores han estado interesados en esta área, y los resultados en este campo están saliendo a la luz. Tal es el caso de cómo el cerebro conecta información aprendida previamente con nueva información (ver Van Kesteren, 2014). Hay numerosos estudios que discuten las intervenciones de enseñanza que se saben que funcionan, tales como la práctica distribuida y las pruebas de práctica.
Profesores hablantes no nativos
Existen más profesores de inglés cuya lengua materna no es el inglés y hay también más hablantes de inglés cuya primera lengua no es este idioma (entre 1.5 y 2 billones de estudiantes). Se dice que los hablantes nativos ya no son relevantes y que el idioma inglés le pertenece a aquellos que lo usen. Sin embargo, la metodología y la expansión del inglés han sido dominados por la idea de que solo debe haber un tipo de inglés y que a los profesores que no son hablantes nativos se les discrimina. En la conferencia de IATEFL (Asociación Internacional de Profesores de Inglés como Lengua Extranjera, por su sigla en español) de 2016, Silvana Richardson solicitó que los profesores nativos y no nativos sean juzgados por medio de estándares similares de entrenamiento y profesionalismo para que esta discriminación se detenga. Este llamado es una tendencia importante y creciente en el campo de la enseñanza del inglés.
Reimaginando la Eile
Entonces, ¿dónde nos deja todo esto? A continuación explicaré cómo creo que se pude reimaginar la EILE:
Acogiendo la tecnología –aunque no incondicionalmente. La tecnología sigue desarrollándose, pero al mismo tiempo los estudiantes no quieren ver que sus profesores sean remplazados por computadores; el enfoque, entonces, debe estar en que la tecnología mejore la ensañanza, no que la reemplace. La Internet y los dispositivos móviles se convierten en propectos para los profesores, tanto en términos de oportunidades de enseñanza como de posibilidades de desarrollo profesional para ellos.
Adaptando nuestra metodología, por un lado basada en la tecnología, y también enfocándola en contextos específicos y usando esos contextos para desarrollar formas apropiadas de enseñanza. Esto puede significar mayor diferenciación, aprendizaje individualizado y mejoras en el aprendizaje adapativo. De nuevo hago énfasis en que no se pude perder de vista el consenso al que se ha llegado en invetigación cuando se concluye que tanto el aprendizaje en línea como el combinado se compaginan mejor con una fuerte intervención de un instructor.
Poniendo en primer plano el lugar de los profesores cualificados y profesionales. Más y más estudiantes necesitan el inglés y más y más estudiantes aprenden inglés para hablar con otras personas que no son hablantes nativos. Nótese también que los estudiantes están empezando a aprender inglés a edades más tempranas y lo están usando en ambientes donde esta lengua no es la nativa, para su educación general (Aprendizaje Integrado de Contenido y Lenguas Extranjeras (Aicle) – Clil por su sigla en inglés). Esto implica que hay estudiantes avanzados más jóvenes y, por lo tanto, profesores que son capaces de enseñar tanto el idioma como el contenido para estudiantes de menor edad y adultos. La profesión necesita profesores altamente calificados, que sean proficientes en el uso del idioma y que sepan cómo enseñar.
Observando nuestro campo, y también otros, incluyendo la neurociencia, que nos apoye a ayudarles a los estudiantes de una mejor manera. También, que los profesores de idiomas busquen evidencia, diseñen y participen en investigaciones que establezcan principios para lo que ellos hacen en el salón de clases.
En general, el futuro de la enseñanza del inglés se ve optimista. Tiene más herramientas, más oportunidades para enseñar y aprender, y hay conciencia de que una buena enseñanza y un buen profesor no pueden ser reemplazados. RM
Based on a talk designed for the ‘Forum on the Future of the ELT Profession in Colombia 2017’ held in Bogota in September 2017, I’d like to take up the theme of the conference and consider some of the important questions in language teaching and what this means for English language teachers now and in the coming years.
Technology and education
It’s impossible to mention the future of any kind of teaching without talking about the impact of technology – language teaching is no exception. Firstly, there have been developments in technology that have meant more use of technology in the classroom, both in terms of hardware like interactive whiteboards, laptops, projectors and mobile devices, but also in terms of software such as specialized apps for language learning as well as websites to help learn English and to accompany coursebook series. Peachey (2012) has argued that we should use technology that “we genuinely use to socialize, study and develop ourselves.” It sounds reasonable, considering today’s young person who has grown up ‘wired’, that we should use the tools that they use in their everyday lives in the classroom. But is this what learners want? In a study from 2011, Kaznowska et al. were surprised to find that, “Far from preferring to be immersed in a digital world of self-directed learning, students seem to still have an enormous desire to learn directly from a “sage on the stage.”” (2011: 17), in other words, they want someone more knowledgeable at the front of the class – a teacher. Kaznowska and colleagues conclude from their study that students, in fact, want just ‘moderate’ use of technology in their classes.
A second development in technology and education is the growth of online and blended learning options for the teaching and learning of languages. It’s interesting that research is now showing that learners are not being disadvantaged by taking courses online or in a blended format, in other words online and blended learning can be just as good as face-to-face only language teaching. However, as a meta-analysis by Means et al. discusses, even in online and blended learning “instructor involvement was a strong mediating variable” (2009: 53). Once again, we see the importance of the teacher.
We have heard much about the effect of technology on young people and changes that technology has brought to the way we think, concentrate and communicate. At the moment there is a clear lack of longitudinal research in this area, but as de Bruyckere et al. (2015) point out, the majority of studies that show a positive effect of learning through technology say this is because of good teaching rather than the use of technology itself. De Bruyckere at al also argue that “there is no such thing as a ‘digital native’” today, discussing how students are often not particularly good at using software and apps except for the narrow purposes that they need them for. All this builds up a picture of a young student who accepts technology as a part of her or his life, but still appreciates a teacher to guide her or his learning, helped by the incorporation of some technological tools.
Language teaching methodology
Teachers need to adapt to the presence of technology, but unfortunately they often feel underprepared to be able to do this. Peachey has argued for “the need for a different approach to teacher development that focuses on helping teachers with their own digital literacies” (2012). With the growth of mobile devices and connectivity of course, come more opportunities for learning outside of the classroom, but, as de Bruyckere et al. discuss, the teacher will not be replaced, but rather we need to “use computers to supplement and amplify what the teacher does” (2015). Technology has led to new ways of teaching such as the flipped classroom (where traditional presentation of material is done outside of the classroom through, for example, video, while extension practice is done in the classroom with the teacher present to help learners) and more differentiated learning, or adaptive learning where learners are mediated by a computer that decides how the learner should proceed based on previous responses. However, the growth of digital media has also led to reactions against technology, exemplified by the ‘dogme’ or ‘teaching unplugged’ (Meddings and Thornbury, 2003) movement that calls for a materials-light approach to teaching that is more conversation-driven and focuses on working with ‘emergent language’. So, the battle over whether to use technology or not continues, but what clearly emerges is that it is how the technology is used in conjunction with the teacher that is the important factor.
Research and education
Another potentially polarizing issue in our field is the place of research in language teaching. Maley (2016) argued that “Generally, research and theorising, which are the province of a quite different discourse community, tend to intimidate teachers, who, in any case frequently find them of limited relevance to their own professional, teacherly concerns.” (p13) and others have argued that we should focus more on our intuitions in the classroom rather than on what research says. On the surface this is very tempting, but of course an issue arises when our intuitions go against what evidence says (as for example, in the case of learning styles research that shows that teaching to someone’s preferred mode of learning does not enhance learning). The growth and interest in the area of neuroscience and evidence-based teaching is also definitely something to watch. Teachers have been shown to be interested in this area, and developments are coming out of the field, such as how the brain connects previously learned information with new information (See Van Kesteren, 2014). There are also numerous studies that discuss teaching interventions that are known to work, such as, distributed practice and practice testing.
Non-native speaker teachers
There are far more teachers of English who don’t have English as their native language than those who do. There are also far more speakers of English who don’t have English as their first language than those who do (around 1.5 – 2 billion learners of English). It has been argued that the native speaker (NS) is no longer relevant and that English belongs to all those who use the English language. However, the methodology and spread of English has been dominated by the idea of English only and native speakerism and non-native speaker teachers (NNSTs) have been discriminated against. At the IATEFL conference in 2016 Silvana Richardson argued the case for the non-native speaker teacher and called for NNSTs and native speaker teachers (NSTs) to be judged by similar standards of training and professionalism and for the discrimination to stop. This call is an important and growing trend in English language teaching.
Re-imagining ELT
So where does this leave us? Here’s how I think ELT can be re-imagined:
By embracing technology – but not unconditionally. Technology continues to develop, but at the same time students to not want to see their teachers replaced with computers; the focus needs to be on using technology to improve teaching not replace it. The internet and mobile devices mean more prospects for teachers both in terms of teaching opportunities, but also in terms of professional development possibilities for teachers.
By adapting our methodology, both based around technology, but also by focusing too, on specific contexts and using those contexts to develop appropriate ways of teaching. This could mean more differentiation and individualized learning and improved adaptive learning, but again we can’t lose sight of the consensus in the research that online and blended learning is best combined with strong instructor intervention.
By bringing the place of the professional, qualified language teacher to the forefront. More and more learners need English and more and more learners learn English to talk to other non-native speakers. Note too, that learners are starting to learn English earlier and using English in non-native speaker environments for their general education (Content and Language Integrated Learning (CLIL)). This will mean more advanced younger learners and therefore teachers who are capable of teaching both language and content to both young learners and adults. The profession needs highly qualified teachers who are both proficient language users and who know how to teach.
By looking to other fields as well as our own, including neuroscience, to help us to help learners better; and by language teachers looking for evidence and designing and participating in research that provides principles for what they do in the classroom.
Overall, the future of English language teaching looks optimistic, more tools, more opportunities for teaching and learning, and the awareness that good teaching and a good teacher cannot be replaced. RM