Edición 1Experiencia de aula

Preparar o improvisar dilemas de la educación mediada por tecnologías

Salomon afirmaba en el 2002 que “todo lo que necesitas es equipar las escuelas con computadores y acceso a Internet y ‘voilá’ la revolución comenzará”.

Escrito por Jairo Alberto Galindo C, especialista en Entornos Virtuales de Aprendizaje y Magister en Lingüística. El uso de la tecnología en nuestras instituciones educativas está pasando por diversas transformaciones. 

 

“En el campo de la educación el orden es así: seres humanos, comunicación, acompañamiento, interaprendizaje,
todo lo demás son medios”.

Juan Carlos Asinten

Entre los espacios que menos requieren del timbre o el llamado en una institución educativa, independiente de la hora o la actividad, encontramos aquellos en los que los estudiantes se recrean después de clase (el patio, la cancha o el parque), y el salón de informática o de recursos tecnológicos. El primero, por razones extracurriculares y las propias dinámicas del desarrollo de cada individuo, y el segundo no siempre por la presencia del docente o del “encargado” de las puertas a la nube.

Y es que el docente de informática, pese a que se reconozca como un profesional formado en tecnología y con conocimientos suficientes para sembrar en los estudiantes las semillas del manejo de la información y el dominio de los aparatos tecnológicos con un uso pedagógico, en la mayoría de los casos se identifica más como aquel profesor que cumple dos de tres funciones, ninguna menos meritoria que otra en la institución:

1. Controla el acceso a los computadores y a la sala de informática.

2. Prepara guías sobre un dominio curricular para que los estudiantes aprendan a manejar Paint, PowerPoint, Word y, en el mejor de los casos, Prezi.

3. Asesora a los demás miembros de la comunidad educativa en la mecánica de la elaboración del documento, la impresión del archivo o el entreverado de cables y aparatos que llevan aquellos que no cuentan con su kit portátil para llevar a cada salón.

En otras palabras, en algunas instituciones el docente de informática es el técnico o “el ingeniero” que asesora a los que “no saben de computadores”… pero no es su culpa.

El uso de la tecnología en nuestras instituciones educativas está pasando por diversas transformaciones. Por un lado, de la mano del interés gubernamental y de la intuición administrativa por cerrar la brecha digital, podemos hallar instituciones que cuentan con un potente soporte en armarios portátiles, pizarras digitales (de “trastear” o de empacar), numerosos o modestos kits de portátil, videobeam y equipo de audio integrados en un solo despacho, sala o cubículo; o del otro lado, podemos encontrar instituciones con grandes y sonoros nombres, en las que el único que tiene computador es el “profe” de informática, el “gomoso” que no presta o el que lleva la tableta para tomar fotos en las reuniones de padres de familia. La función menos visible es la del uso pedagógico sobre el uso instrumental.

“Si enseñar fuera solamente una tarea de transmitir información, nuestra profesión desaparecería, Google o el Rincón del Vago (sitio web), nos remplazarían antes de siquiera querer aprender a enseñar”

La brecha digital que se está cerrando en casi todos nuestros espacios académicos alimenta una idea de base que sugiere que la presencia (o el uso) de herramientas tecnológicas trae consigo el logro automático de resultados de aprendizaje. Salomon afirmaba en el 2002 que “todo lo que necesitas es equipar las escuelas con computadores y acceso a internet, y ‘voilà’ la revolución comenzará” (Salomon, 2002). Esa concepción “Instrumental” de la tecnología en la educación se venía “en combo” con la adquisición de cada máquina en nuestros centros educativos y como si fuera gratis, no la hemos podido cambiar. Es tan evidente esta concepción, que encontramos compañeros que siguen haciendo lo mismo en sus clases pero con otras herramientas, de un modo más eficiente eso sí, pero sin reflexión ni una necesaria reorientación de los aprendizajes: una errónea idea de innovación que resulta, sin quererlo, en un ejemplo de improvisación.

Llega la innovación pero no la transformación. Valverde describe muy bien esta situación al referir que “los sistemas educativos mantienen una tendencia a preservarse a sí mismos y a sus rutinas mediante la asimilación de las nuevas tecnologías dentro de prácticas educativas preexistentes. La tecnología se “domestica”…” (Valverde, 2011). Y eso parece ser endógeno de cualquier sistema.

El administrativo o el docente que identifica ese “implante”, corre a participar en cursos y talleres en los que se enseña el uso de la tecnología: curso taller seminario de blog, de wiki, de redes sociales, de tics… todos con apellidos “en la educación”, “para la educación” y similares. Todos con buenas intenciones de formar docentes preparados en el uso de esas tecnologías que son tan fáciles para nuestros estudiantes falsamente etiquetados como “nativos digitales”, nosotros los descreídos “inmigrantes digitales”. Pero la improvisación no cesa.

“Formar en tecnología no es lo mismo que formar en el uso pedagógico de la tecnología y lo realmente importante es el manejo de la información, aprender a comunicarnos mejor.”

La horrible noche de las tics en la escuela no alcanza para entender que no son tics, sino TIC (sin “ese” final, Tecnologías de la Información y la Comunicación), que formar en tecnología no es lo mismo que formar en el uso pedagógico de la tecnología y que lo realmente importante es el manejo de la información, aprender a comunicarnos mejor.

Una buena implementación, capacitación o formación en TIC, cualquiera que sea el objeto o la herramienta abordada, nos permitirá no solo facilitar todo tipo de aprendizajes (sin importar el enfoque), sino dar el lugar de mediadora para la solución de problemas a la herramienta elegida. Con ello, los estudiantes se convierten en agentes de su propio aprendizaje, y los docentes en sujetos reflexivos de sus prácticas pedagógicas dentro y fuera del aula. Un profesor preparado y que prepara su clase es el mejor motor de una práctica pedagógica mediada por TIC.

Es claro entonces que la tecnología no excluye la preparación de clase, y que aunque en algunos contextos pareciera necesario decretar horas extra para su preparación, estas lides —como amarrarse los zapatos—, pasan de ser tareas que nos ocupan mucho tiempo a ser ejercicios que, progresivamente, con el concurso de nuestra experiencia y los roles que asumimos frente al conocimiento y el aprendizaje y nuestros estudiantes, se hacen de forma más dinámica, natural e interactiva.

Pareciera entonces que la mejor opción no es formarnos en TIC, mucho menos en tics. Tampoco considerarlas el instrumento que mejora todas las prácticas, porque por supuesto algunos docentes pueden obviar el uso de nuevas tecnologías y hacer clases más potentes y significativas para el estudiante que si usaran la más reciente tendencia en redes sociales o el interactivo y alucinante software de mundos virtuales. ¿Cuál es la clave entonces?

Cuando nos iniciábamos en el campo de la docencia, tuvimos que enfrentarnos con nuevos lenguajes, la pedagogía y sus enfoques eran un campo semántico que parecía alejarnos de nuestra verdadera vocación, de nuestro verdadero deseo: transmitir nuestros conocimientos, enseñar, ser capaces de sembrar en otro la semilla del querer aprender… solo que ahora, si enseñar fuera solamente una tarea de transmitir información, nuestra profesión desaparecería, Google, buenos libros o el Rincón del Vago (sitio web), nos remplazarían antes de siquiera querer aprender a enseñar.

Al enfrentarnos a nuevos lenguajes, tanto en la teoría como en la praxis pedagógica y, más aún, en la convergencia tecnológica que pareciera ponernos en situación de desventaja con sitios web y el descentralización de las fuentes, lo que nos queda es entender que la clave es la interacción nuestra y de nuestros estudiantes con la información en cualquiera de sus formatos: profundizar en el desarrollo de Competencias en el Manejo de la Información (CMI), promover entre nuestros colegas y estudiantes una verdadera alfabetización digital que aborde capacitación en ese aspecto y en el sentido de la tecnología, su funcionamiento y su implementación para objetivos específicos, incluido el pedagógico son el verdadero eje clarificador de todo dilema en este ámbito.

Llevándolo al campo del currículo, la administración educativa y las prácticas pedagógicas, debemos identificar y promover “las seis c” en cada ambiente en el que deseemos hacer que la convergencia educación didáctica tecnología salga avante (a partir de Warschauer, 2002):

  • Conexión: que la institución cuente con los recursos físicos necesarios para la convergencia.
  • Contenidos: que se cuente con un banco de recursos (digitales preferiblemente) que den fundamento y curso a toda la integración.
  • Capacitación: que los docentes hagan parte de procesos de formación en el uso pedagógico de la tecnología y no (solo) en su uso instrumental, incorporando contenidos curriculares específicos en cada espacio de integración con TIC.
  • Confianza: que se proporcione la motivación y la seguridad en el uso de las mediaciones desde y hacia los actores sociales y comunitarios implicados.
  • Continuidad: reconocer que la integración necesaria debe hacer parte no solo de procesos individuales, sino de un plan de mejoramiento institucional que permita en la formación con Tecnologías, reconociendo el nuevo papel de cada agente del conocimiento (docente, estudiante, padre de familia).

La función menos visible es la del uso pedagógico sobre el uso instrumental.

Una “c” adicional, quizás la más importante es el núcleo del proceso: la comunicación, toda tecnología que no incorpora un proceso de comunicación para que la interacción y la información fluyan es un instrumento sobrante en el escenario de la educación.

Teniendo presente que la tecnología no mejora directamente procesos de aprendizaje, pues se cae en la trampa de la improvisación, y que la preparación es necesaria y nunca suficiente en el cambiante campo de la educación con tecnología, reconocemos que solo concentrándonos en la interacción, el manejo de la información y la comunicación constantes, podremos superar los dilemas de la educación mediada por tecnologías.

 

Bibliografía

  • Asinten, J, et/ál, Construyendo la clase virtual, México, Novedades Educativas, 2012.
  • Galindo, Jairo, Las TIC como instrumento de humanización, Bogotá, Revista de la Universidad de la Salle, 2010.
  • Salomon, Gavriel, Technology and pedagogy: Why don’t we see the promised revolution?, Educational Technology, 2002.
  • Valverde, Jesús, El movimiento de “Educación Abierta” y la “Universidad expandida”, Tendencias Pedagógicas, 2010. Disponible en: http://www. tendenciaspedagogicas.com/Articulos/2010_16_10.pdf • Valverde, Jesús, Docentes e-competentes, Barcelona, Tendencias Pedagógicas, 2011.
  • Warschauer, M, reconceptualizing the digital divide, First Monday, 2002. Disponible en http://firstmonday. org/issues/issue7_7/warschauer

Jairo Alberto Galindo

Docente investigador en didáctica, procesos de lectura, escritura y TIC. Magíster en lingüística hispanoamericana del Instituto Caro y Cuervo con investigaciones en el uso pedagógico de tecnología. Especialista en gestión de proyectos e-learning de la Universidad Abierta de Cataluña.

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