Edición 9Gestión Directiva

Modelo pedagógico y sostenibilidad institucional

En este artículo se explora la incidencia del modelo pedagógico en el posicionamien­to de una institución educativa, así como su impacto en la decisión de las familias y estudiantes para matricularse en una organización escolar. Se analizan algunos de los desafíos asociados a la cobertura y la transformación del mercado educativo. También se comentan algunas alternativas para consolidar un modelo pedagógico que se convierta en una oportunidad para el desarrollo comunitario y un elemento estratégico para garantizar la sostenibilidad.

Palabras clave: sostenibilidad, diferencia, calidad, modelo pedagógico.

La crisis de la sostenibilidad institucional

¿Qué se hicieron los estudiantes? En los úl­timos años en Colombia se convirtió en un imperativo contar con oficinas de admisiones y mercadeo para asegurar las metas de cober­tura, particularmente en el sector privado. Un fenómeno que no es exclusivo de los particu­lares ya que las entidades públicas también despliegan estrategias para alcanzar los indi­cadores de matrícula. Unos y otros responden con campañas publicitarias, certificaciones de calidad, dotación de tecnologías, todo aquello que las destaque, persuada la vinculación de usuarios y asegure la supervivencia institucio­nal.

No se trata de una moda pasajera, es cuestión de supervivencia. Rincón, L., líder de la Con­federación de Colegios Católicos de Colombia, citado por Gómez, L. (s.f.), expresó: “se pasó de atender casi dos millones doscientos mil es­tudiantes en el año 2002 a servir únicamente un millón setecientos mil. La educación pri­vada está de capa caída” (en Internet). Si bien la dinámica del mercado afecta la cobertura, es de notar que también se experimenta un cambio en la población. Según Child Trends (2013) existe una “disminución en la tasa de nupcialidad” (p. 10), así como el detrimento del número de niños y niñas por hogar en La­tinoamérica: uno punto cinco (1,5) en áreas urbanas y tres (3) en rurales. Menos infantes supone menos población escolar.

¿Cuál es el factor diferencial? El fenómeno prende las alarmas sobre los factores que lle­van a una familia a escoger una institución. Al disminuir la demanda y mantenerse la oferta, los usuarios pueden prestar más atención a los elementos que diferencian a una entidad esco­lar de la otra. Esto imprime una gran presión entre las instituciones y se convierte en un in­cubador de la búsqueda de alternativas entre quienes abordan asertivamente el fenómeno para aumentar su valor diferencial y los que posiblemente queden rezagados.

Además, es un proceso social para el que no existe una única respuesta ya que también prima la condición socioeconómica. Aten­diendo a Córdoba, C. (2014), las familias de menos recursos privilegian el costo del servi­cio educativo, la cercanía al hogar y la calidad educativa. Mientras que, asegura Reay, D. (2007), en los estratos socioeconómicos altos el imperativo lo tienen la calidad y el prestigio social de la institución escolar.

En la calidad está la mayor diferencia. Sin ser el único, una de las mayores apuestas para marcar la diferencia está en la calidad de la educación que ofrece la institución. Aten­diendo los factores de la calidad educativa propuestos por Braslavsky, C. (2004) para la OEI (Organización de los Estados Iberoameri­canos) y los de UNESCO (2004), el elemento preponderante no reside en la infraestructura o los servicios de apoyo, sino, en la capacidad para educar acorde a las necesidades de la época y el lugar. Es imperante la apuesta por la calidad educativa entendida como la capaci­dad que tiene el modelo pedagógico para res­ponder de forma pertinente a las necesidades de la población y de ampliar las oportunida­des para el desarrollo personal del estudiante y su potencial impacto en el ecosistema global (Peñas, C. 2009). Cada familia hace lo po­sible para asegurar que los niños y las niñas les sobrevivan exitosamente y la calidad de la educación que reciben se convierte en deter­minante.

Mejores aulas, más tecnología, mayor diver­sidad en el menú infantil, una mejor dotación de material didáctico e incluso un certificados de calidad, inciden en esa diferenciación y en la percepción de calidad de las familias y los estudiantes. Sin embargo, serán los resultados de la formación y la capacidad de educar a los ciudadanos de la sociedad del conocimiento (UNESCO, 2005) lo que marque la diferencia. Es un intangible en los libros contables, pero el mayor activo de una institución está en sus personas y el modelo pedagógico que dinami­zan esas personas.

En la calidad está la mayor diferencia.

Construyendo la diferencia

Expuesto lo anterior, ahora la reflexión se cen­trará en los aspectos que marcan la diferencia desde la apuesta educativa: particularmente desde el modelo pedagógico. Se tratarán una serie de factores que determinan la calidad de la columna vertebral de las instituciones edu­cativas.

La comunidad educativa debe poder contestar al unísono cuál es su modelo pedagógico. Uno de los mayores desafíos de los centros esco­lares es la crisis de institucionalidad de la es­cuela. Como lo anotaron Álvarez, F. & Varela, J (2004) asistimos a una época que interroga sobre el sentido de ir al colegio. Tal parece que es mejor estar ahí que no hacerlo, es un requi­sito, pero tampoco es una garantía. El modelo pedagógico, la apuesta educativa, debe tratar de crear una prospectiva institucional.

La comunidad educativa debe poder contestar al unísono cuál es su modelo pedagógico.

Desde el modelo pedagógico se debe crear un imaginario social del sentido de la educación. De forma elaborada, el directivo docente y el educador deberían contestar para qué educan, qué aprendizajes potencian y cómo logran su cometido. Cada familia, desde su lenguaje, también debería contestar los mismos interro­gantes. Por supuesto, los estudiantes deberían saber qué se espera de ellos y cómo pueden armonizar sus intereses personales con los co­munitarios.

Como factor diferencial, el modelo pedagógico le permite a la institución ofrecer algo más allá de leer, escribir o multiplicar. Con mayor o menor pericia los niños lo pueden aprender en cualquier comunidad escolar. Pero el cómo lo aprenden, por qué y, aún más importante, para qué, marcará la diferencia entre una ins­titución destacada y una estéril en su modelo pedagógico.

El modelo pedagógico debe ser pertinente y significativo con el macro-contexto, el meso-contexto y el micro-contexto. De forma global debería conectarse con los desafíos de la era planetaria (Morín, E. 1998). Contar con la ca­pacidad para avivar el desarrollo sostenible de la humanidad (UNESCO, 2005). Garanti­zar las condiciones para promover “las habi­lidades para la vida” (OPS, 2001). Así como potenciar las competencias para la era digital (Prensky, M. 2001) y la sociedad del conoci­miento (OCDE, 2009).

Desde el meso-contexto el modelo pedagógico debe conectar a los estudiantes con el proyecto de país. Integrar las metas del currículo nacio­nal y promover un tipo de formación que po­tencie las capacidades básicas, la ciudadanía y el fortalecimiento de los sistemas de produc­ción de la nación. El país de los sueños no se construye en el senado, las cortes o la casa pre­sidencial, se edifica desde las aulas.

En el micro-contexto el modelo debe conec­tarse con los desafíos económicos, sociales, culturales y ambientales de la comunidad educativa. Debe entender y atender los anhelos de la comunidad y orien­tarse a satisfacer sus más pro­fundas necesidades, así como promover el cumplimiento de las expectativas educativas. Un modelo conectado con la realidad de la comunidad, in­dependiente de su estrato socioeconómico y del nivel de acceso cultu­ral, genera adhesión social y promueve la par­ticipación comunitaria.

Un lugar en el futuro

Senge, P. (1990) en su celebre obra “Las Cinco Disciplinas” expresaba la importancia de con­vertir a las instituciones en organizaciones inteligentes. Colectivos hu- manos donde las personas tienen dominio de sí mismas y con­figuran una imagen mental que les permite pensar y actuar de una forma comunitaria. Así pues el modelo pedagógico no debe ser visto como un libro archivado en la secretaria o un capítulo del proyecto educativo. Tiene que convertir a las instituciones educativas en or­ganizaciones escolares inteligentes capaces de representarse, orientarse y generar apren­dizaje organizacional. Desde la persona que amablemente abre la puerta de la institución, hasta los integrantes del consejo directivo, todos deben saber qué buscan y cómo logra­rán que el perfil de formación se convierta en una realidad.

De cara a la comunidad exógena, el modelo pedagógico se convierte en la marca distintiva de la institución escolar. Si logra la coheren­cia interna y los resultados esperados, se con­vertirá en el factor diferencial que anhelen los potenciales nuevos estudiantes para adherirse a la comunidad educativa. Y, para quienes ya están matriculados, el motor que impulsa la decisión de mantenerse como miembros de la comunidad: ya que los mayores promotores comerciales de una institución son los mismos estudiantes.

Bibligorafía

  • Álvarez, F. & Varela, J (2004). La maquinaria escolar, Capítulo I, en Arqueología de la escuela. Editorial La Piqueta. Sergipe, Brasil.
  • Braslavsky, C. (2004). Diez factores para una educación de calidad. Fundación Santillana, Madrid, España.
  • Child Trends (2013). Mapa mundial de la familia. Universidad de Piura, Instituto de ciencias para la familia. Lima, Perú.
  • Córdoba, C. (2014). Elección de la escuela en sectores pobres. Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Educación. Madrid, España.
  • Gómez, L (2011). La escuela privada: del tablero a la pared. Sección temas destacadas. diario La Patria. Recuperado el 25 de septiembre de 2014 de http:// www.lapatria.com/columnas/la-escuela-privada-del-tablero-la-pared
  • Morin, E. (1998). Siete saberes para la educación del futuro. Editorial Santillana. Paris, Francia.
  • OCDE (2008). Tertiary education for the knowledge society. OCDE, Edition. Paris, Francia.
  • OPS (2001). Enfoque de habilidades para la vida para un desarrollo sostenible de niños y adolescentes. OPS, Fondo de Publicaciones. Washington, EU.
  • Peñas, C. (2009). Concepto de calidad educativa SIGE. Fundación SIGE (Sistema Integral de Gestión Educativa). Recuperado el 25 de septiembre de 2014 de www.fundacionsige.org/publicaciones
  • Prensky, M. (2001). Digital natives, digital immigrants. Recuperado el 25 de septiembre de 2014 en http://www. marcprensky.com/writing/Prensky%20 -%20Digital%20Natives,%20Digital%20 Immigrants%20-%20Part1.pdf
  • Reay, D. (2007). A darker shade of pale? Whiteness, the middle classes and multi-ethnic inner city schooling. University of Cambridge. Recuperado de: http://soc. sagepub.com/content/41/6/1041.short
  • Senge, P. (1990). La Quinta Disciplina. Ediciones Granica. Madrid, España.
  • UNESCO (2004). Educación para todos, el imperativo de la calidad; Informe de seguimiento de la EPT en el mundo. Ediciones UNESCO. Paris, Francia.
  • UNESCO (2005). Hacia las sociedades del conocimiento. Publicaciones UNESCO. Paris, Francia.

Carlos Andrés Peñas

Doctor honoris causa en Ministerio de Educación de Panamá, magíster en Gestión Educativa, maestrante en Diseño de Proyectos Educativos en Universidad de la Sabana.

Artículos relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button