Desarrollo InfantilEdición 29

Aprendiendo en casa: Apoyando a las familias en el desarrollo de sus hijos

La pandemia vivida con el COVID ha hecho que todos vivamos situaciones para las que no nos habían preparado.

Los niños han vivido situaciones excepcionales difíciles de entender. En unos casos no podían salir de casa, en otros no podían abrazar a sus abuelos o ir al parque; en todos, se han roto sus rutinas. Los padres se han visto inmersos en situaciones, en muchos casos, muy complejas, sintiéndose responsables de dar a sus hijos lo mejor de ellos, cuando en ocasiones la realidad los superaba.

Esta incertidumbre y estos miedos se han podido ver incrementados en familias cuyos hijos presentan algún compromiso en su desarrollo, discapacidad, situación de riesgo o cualquier variable que se salga del perfil neurotípico. Las familias han precisado de gran apoyo para afrontar los cambios que se han producido en sus vidas y para aprender a convivir con una situación tan compleja, como la que se está viviendo en muchos países.

La familia es el primer “entorno” con el que se encuentra el niño tras su nacimiento, del que depende no solo para la supervivencia, sino también para un adecuado desarrollo integral.

Los profesionales que apoyan el desarrollo infantil, como son los maestros o profesionales de Atención Temprana, no se han quedado al margen de esta situación de incertidumbre y de ruptura con la normalidad. Se han tenido que ajustar al nuevo escenario y, en algunos casos, reinventar.

Pero, de esta realidad vivida podemos extraer conclusiones y válidos aprendizajes.

Muchas familias con niños que presentan trastornos en el desarrollo o riesgo de padecerlos han sido conscientes de lo que la ciencia nos lleva hablando hace muchos años. Del mismo modo, muchos profesionales han visto que lo que la evidencia científica decía, y lo que muchos profesionales en el ámbito mundial ya estaban aplicando, tenía todo el sentido.

La familia es el núcleo principal donde un niño debe estar seguro.

Estos meses de aislamiento han dejado claro que la familia es el núcleo principal donde un niño debe estar seguro. Los padres son los grandes pilares del desarrollo del menor, son los que mejor le conocen y, por tanto, quienes mejores decisiones pueden tomar respecto a su educación y su vida. Este es el primer aprendizaje, los padres deben estar preparados para tomar las decisiones sobre los aspectos clave de la vida de sus hijos, deben estar “empoderados”; independientemente de si un hijo presenta algún tipo de discapacidad, trastorno o cualquier variable que se salga de un desarrollo “típico” o no. Los profesionales deben apoyar a las familias para que puedan tomar esas decisiones informadas; es un camino que se recorre en equipo.

Los padres no se deben sentir solos, el apoyo de la red es clave. Es un camino que se recorre en equipo.

También sabemos que los padres tienen una influencia poderosa en sus hijos, pero muchas veces nos olvidamos de que las personas que rodean a los padres y les apoyan tienen un impacto poderoso en ellos. Como nos dicen Espe-Sherwindt y Serrano (2020) los padres no se deben sentir solos y, por tanto, esta red es clave.

Las familias necesitan tener unos sistemas de apoyo eficaces para afrontar los desafíos que se les presentan. Como nos señala Dunst (2017) el sistema de apoyo puede estar constituido por la red de parentesco de la familia (por ejemplo, abuelos, miembros de la familia extendida), la red informal de la familia (por ejemplo, amigos, vecinos, compañeros de trabajo de los padres) y la red de apoyo formal de la familia (por ejemplo, profesionales de atención temprana, profesores, pediatras).

Por ello, los profesionales expertos en el desarrollo infantil, cómo son los equipos de Atención Temprana, deben trabajar en equipo con las familias para que, en esta nueva situación, revisen y coordinen todos los apoyos formales y informales con los que cuentan en su día a día. Esto va a ser muy importante ya que en estos meses se han podido modificar.

Detrás de una rutina diaria se esconde una gran oportunidad de aprendizaje.

En tercer lugar, hemos aprendido que detrás de una rutina diaria se esconde una gran oportunidad de aprendizaje.

En estos meses, las casas se han convertido en el gran escenario donde se han desenvuelto nuestras vidas. En ellas, se desarrollan actividades que nos hacen aprender a través de la participación. Estas actividades cotidianas incluyen, entre otras, la hora de comer, la hora del baño, el cuidado de mascotas, vestirse y desvestirse, dar un paseo, plantar flores o leer un cuento para dormir. Son actividades que a veces se hacen rápido o sin prestarles la atención debida porque tenemos prisa para ir a las que consideramos “verdaderas actividades de aprendizaje”.

Pero, el aprendizaje que se da por la participación en estas actividades cotidianas ha sido investigado por múltiples autores, y es sabido que la participación en estas experiencias moldea más el desarrollo que cuando tienen lugar fuera de los contextos habituales.

Los profesionales que proporcionan apoyo a las familias deben ayudarlas a hacer visible todas esas actividades en las que los niños participan o pueden participar y ponerlas al servicio del desarrollo funcional del niño. Por ejemplo, desde la Atención Temprana, los profesionales deben ayudar a las familias a observar sus rutinas diarias en casa para así aprovechar todas las oportunidades de aprendizaje y desarrollo que generan. No debemos olvidar que aprendemos en los contextos naturales.

Una vez que las familias conocen sus apoyos y han analizado sus rutinas, debemos apoyarles para poner en marcha todas las habilidades, competencias y estrategias educativas y habilitadoras que ya tenían (y que son muchas), y generen unas nuevas, para así potenciar y optimizar al máximo la evolución en el desarrollo funcional del niño, así como el restablecimiento del equilibrio familiar.

Pero, como indicábamos al inicio, la familia necesita apoyos, y mucho más cuando alguno de sus hijos presenta algún trastorno del desarrollo. Entendemos que la familia, el centro educativo y los profesionales de Atención temprana son un equipo que trabaja de forma cooperativa. No existe una relación jerárquica entre ellos, son socios colaboradores que tienen que compartir altas expectativas hacia el niño. Todos son responsables y partícipes de favorecer que se puedan dar unas relaciones respetuosas bajo un margen de equidad, donde se apoyen continuamente los aprendizajes y la presencia real en la comunidad y exista un elevado sentimiento de pertenencia en ella.

Este aspecto es muy importante porque, aunque la familia es la que más conoce a sus niños, ya que en ella están las personas que más tiempo pasan con él, debe apoyarse en el profesional de Atención Temprana que le ayude a identificar las estrategias concretas para llevar a cabo con sus hijos.

Para finalizar nos gustaría hacer hincapié en un aspecto que siempre es importante, pero más en estos momentos tan complejos. Es fundamental que los profesionales reconozcan cuáles son las potenciales fuentes de estrés para las familias ya que pueden condicionar la interacción con sus hijos. En ocasiones puede ser una necesidad de información en relación con el pronóstico, información sobre los apoyos presentes o futuros, los cuidados en el ámbito de la salud, o las técnicas que pueden ayudar para llevar a cabo sus actividades cotidianas; o puede ser, entre otros factores, la falta de confianza hacia su propio rol como padres para educar a sus hijos de forma apropiada.

Hagamos ver a las familias que formamos parte de su equipo. Que su objetivo es nuestro objetivo. Solo de este modo podremos hacer que las capacidades de los niños, que presentan algún tipo de trastorno, pesen más que las limitaciones. RM

Referencias

Espe-Sherwindt, M., y Serrano, A. M. (2020). “I felt alone”: The Importance of Social Support for Early Intervention. Educação, 43(1), e35476-e35476.

Dunst, C.J., y Espe-Sherwindt, M. (2017). Contemporary early intervention models, research and practice for infants and toddlers with disabilities and delays. In J. M. Kauffman, D. Hallahan, & P. C. Pullen, (Eds.). Handbook of special education (2nd ed., pp. 831-849). New York: Taylor & Francis.

Mónica Gutiérrez Ortega

Directora del Máster Universitario en Atención Temprana y Desarrollo Infantil Doctora en Psicología por la Universidad de Salamanca. Licenciada en Pedagogía por la Universidad Pontificia de Salamanca. Máster en Integración de Personas con Discapacidad por el INICO - Universidad de Salamanca. Máster en Dirección y Gestión de la Información y el conocimiento en las organizaciones por la Universitat Oberta de Catalunya. Sus líneas de investigación están centradas en tópicos de importancia social como son: atención temprana, desarrollo infantil, inclusión educativa y social y gestión del conocimiento en las organizaciones.

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