Las diferentes evaluaciones de aprendizaje desarrolladas en la región América Latina y el Caribe han mostrado importantes rezagos y desigualdades en todos los países. Es así que en los últimos años la necesidad de mejorar los procesos educativos se ha manifestado intensamente en toda la región. Esta “crisis de aprendizaje” ocurre en paralelo a un vertiginoso proceso de cambio en la educación a nivel mundial, y propicia el diseño de propuestas cuya implementación por parte de los Gobiernos es con frecuencia parcial y sujeta a vaivenes.
Para la UNESCO no existe aspecto del desarrollo que no se vincule en forma directa con el proceso educativo de las personas y la garantía de su Derecho a la Educación. En este sentido, es claro que la responsabilidad sobre la educación de niños, niñas y jóvenes es una “responsabilidad colectiva”, de todos, y no se reduce solamente al rol del Estado el cual, aunque es fundamental, no es único. El espacio público incluye la responsabilidad de las familias, de las Universidades, de las organizaciones de la sociedad civil y del sector empresarial. Los sistemas educativos de los países deben sustentarse en el principio de la participación activa de toda la comunidad en la tarea educativa; se trata de un proceso hacia una “sociedad educadora” en la que la responsabilidad por la educación compete a todos los actores.
La región América Latina y el Caribe ha logrado un crecimiento socioeconómico internacionalmente reconocido en la última década. A medida que la globalización y la competitividad internacional se agudizan, surge la reflexión creciente de invertir más y mejor en la educación para sostener el crecimiento y alcanzar el ansiado y esquivo desarrollo, de manera justa y equitativa. Sin embargo, en muchos países de la región las economías muestran problemas estructurales y el progreso económico y social comienza a estancarse. Se detecto que uno de los factores para ello es una educación deficiente. Estudios internacionales sobre logros de aprendizaje como PISA de la OCDE o el SERCE del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación de la UNESCO, coinciden en que los estudiantes de la región no están adquiriendo los conocimientos y competencias necesarias en lenguaje, ciencias y matemáticas.
Sobre este aspecto existe un entendimiento común entre el sector público y el privado respecto al interés de que todos en la sociedad sean “bien educados”. Y es que se requiere que las personas desarrollen sus proyectos de vida y sean solventes; que los países vivan en paz y sean estables; que los mercados, las industrias y los servicios cuenten con trabajadores calificados y bien remunerados en todos los niveles, para alcanzar una vida digna y productiva.
La región América Latina y el Caribe ha logrado un crecimiento socio-económico internacionalmente reconocido en la última década.
A nivel mundial y en la región, por una serie diversa de razones, la presencia del sector privado en los procesos educativos se ha incrementado en los últimos años. Si bien la mayoría de los niños y jóvenes de la región estudian en escuelas públicas (responsabilidad del sector público), aquellos centros educativos gestionados por el sector no estatal (organizaciones no gubernamentales, grupos religiosos, grupos de intereses especiales, el sector privado), han sido históricamente importantes y educan a un porcentaje importante de alumnos. En la región, 24% de los niños y niñas de preescolar, 16% de los de primaria y casi una quinta parte de los jóvenes de secundaria asisten a escuelas de gestión privada 1 .
Fuente: Instituto de Estadísticas de la UNESCO, UIS, Abril 2014
En un contexto donde la tendencia mundial es reducir la inversión y la “ayuda al desarrollo”, se necesita redoblar esfuerzos para proteger los logros sociales y educativos adquiridos, y al mismo tiempo continuar la lucha contra la desigualdad y la baja calidad de la educación. La UNESCO considera positivamente coaliciones y alianzas estratégicas con aquellos actores que genuinamente trabajan a favor del Derecho a la Educación, particularmente expresado en el “derecho a aprender”. Es así, que la Organización ha estado trabajando en el diseño conjunto de mecanismos innovadores para lograr los objetivos educativos de sus Estados Miembros a través de asociaciones público-privadas.
La región América Latina y el Caribe ha logrado un crecimiento socio-económico internacionalmente reconocido en la última década.
Cabe destacar que hay varios vectores de intervención del sector privado en educación. Uno de ellos se relaciona con métodos innovadores de gestión pedagógica, especialmente con el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs).
Un ejemplo notable de alianza estratégica incluye el Marco de Competencias para los Docentes en Materia del uso de TICs de la UNESCO (ICT-CFT, según sus siglas en inglés) que ha servido para la formación y evaluación de docentes en competencias digitales en diversos países. Este marco ha sido elaborado en cooperación con las firmas CISCO, Intel, Microsoft, la Sociedad Internacional para la Tecnología en la Educación (ISTE) y el Instituto Politécnico y la Universidad del Estado de Virginia, USA (Virginia Tech).
La UNESCO también ha utilizado otros esquemas innovadores como el uso de smart- phones para combatir el analfabetismo 2 , trabajando en ello con Ericsson y Nokia, y ha desarrollado proyectos interesantes con Procter & Gamble para promover la alfabetización de las niñas; recientemente ha firmado un acuerdo con Samsung para el fortalecimiento de los aprendizajes, en particular de matemáticas y ciencias a nivel secundario.
http://www.unesco.org/ new/es/unesco/themes/ icts/m4ed/mobile-reading/ reading-in-the-mobile-era/
En la región América Latina y el Caribe, un ejemplo para citar es la colaboración que viene desarrollando desde hace tres años la UNESCO con la Editorial Santillana. Esta alianza promueve el enfoque de la UNESCO sobre la calidad de la educación desde una perspectiva de derechos, analizando y elaborando recomendaciones para los programas de Santillana que buscan mejorar la calidad de los aprendizajes en países de la región.
La Editorial Santillana ha transformado su modelo de acercamiento a las escuelas, avanzando desde una simple relación de provisión y venta de recursos editoriales hacia la corresponsabilidad de procesos y de resultados educativos. Esto se realiza a través de dos iniciativas:
Sistema UNO, que es un programa que busca mejorar los aprendizajes de los estudiantes mediante procesos educativos desarrollados en un ambiente digital. El modelo se enfoca en la enseñanza por competencias mediante la participación activa del alumno, por medio del uso de tabletas digitales y contenidos digitalizados. El aprendizaje de una segunda lengua también forma parte central del programa. Todas las escuelas que se incorporan al Sistema UNO conforman una red que comparte el mismo proyecto educativo y genera oportunidades de aprendizaje mutuo, configurando así una comunidad de aprendizaje.
La UNESCO también ha utilizado otros esquemas innovadores como el uso de smartphones para combatir el analfabetismo.
Compartir, que es una solución educativa integral que incluye productos de contenido educativo, como textos escolares digitales y recursos interactivos. Es un proyecto de integración digital que articula la pedagogía y la tecnología en los procesos de enseñanza- aprendizaje. También considera el equipamiento necesario para estudiantes y docentes, quienes cuentan con apoyo técnico pedagógico permanente y consultoría especializada para la integración de TIC en el aula. Los docentes pueden guiar la clase con el apoyo de sus tabletas y recursos pedagógicos modernos. Los estudiantes disponen de textos digitales en sus tabletas con la posibilidad de acceso y adaptación desde distintos dispositivos (e-Readers, teléfonos móviles).
Resultados preliminares indican que estos dos programas tienen alto potencial, y que sincronizados aún más con el enfoque del Derecho a la Educación de la UNESCO, podrían aportar un valor añadido importante a la calidad de los aprendizajes. Para ello es necesario lograr un equilibrio entre teoría y práctica en el aula. Entre los desafíos está la necesidad de recolectar evidencia empírica sobre el rendimiento académico de los estudiantes, y de las habilidades cognitivas y socioemocionales que han logrado desarrollar como producto de su participación en estos programas. Otro aspecto para considerar es el impacto en la equidad, tomando en cuenta el proceso y los resultados del aprendizaje de los estudiantes.
Si bien subyace bajo las propuestas de estos dos programas la intención de mejorar la calidad de los aprendizajes, se requerirán evaluaciones del impacto de su aplicación para seguir avanzando. Cabe señalar que programas como los dos mencionados tienden a llevarse a cabo en escuelas privadas, que a menudo atienden a estudiantes más favorecidos; conocer su aporte a la equidad en otros contextos es pues fundamental en esta región, la más desigual de todas.
En síntesis, invertir en educación es poner el foco, las capacidades y los esfuerzos en el más fundamental de los objetivos: el desarrollo de todos, para el progreso de la humanidad en su conjunto. Si bien la primera responsabilidad recae sobre los Gobiernos, tanto la sociedad civil como el mundo privado pueden y tienen un gran aporte que hacer.
La región América Latina y el Caribe puede hacer más por el desarrollo humano de sus sociedades, y desarrollar esfuerzos adicionales para ampliar la garantía del Derecho a la Educación. Necesita mejorar su acción mediante mejores políticas, en el sentido más amplio. Es así, que el esquivo desarrollo se producirá cuando todos puedan “realizar sus derechos”.
En el proceso actual de reflexión sobre la agenda de desarrollo post-2015, tarea que convoca a las Naciones Unidas, organismos de cooperación internacional, Gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y otros asociados, las alianzas estratégicas surgen como elementos clave para consolidar lo logrado, obtener mejores resultados y enfrentar los desafíos de futuro 3 .
Conferencia Ministerial de América Latina y el Caribe, 29 -30 de Enero, 2013, Ciudad de México