Edición 27Familia

Recorrido por las trayectorias familiares, una mirada socioeducativa

Pensar en escribir un artículo para esta revista, me invita a optar una posición de reflexión sobre varias facetas que he tenido en mi vida, las cuales considero que bien enlazadas permitirán el acercamiento a algunas puntuaciones que me he permitido hacer. Sería primero importante pensar que “la familia es la más antigua de las instituciones sociales humanas, es el grado primario de adscripción. Es un sistema abierto, es decir un conjunto de elementos ligados entre sí por reglas de comportamiento y por funciones dinámicas en constante interacción interna y con el exterior”. (Valladares, 2008, pág. 4). Pertenecer a una familia nos da un sello que nos identifica y nos acredita como miembros de un grupo del cual se aprenden los elementos más simples de la socialización, la cultura, los valores, las tradiciones, las reglas y normas en espera que seamos buenos ciudadanos, y que ese nicho social traslade a cada uno de sus miembros los elementos para que le permitan su articulación al contexto al cual pertenecen.

En mi papel de educadora y terapeuta familiar he podido observar que las familias hacen su mejor intento por forjar las nuevas generaciones y que cada uno desde el rol y el papel que le corresponde acompaña esta tarea entrecruzando historias, vivencias, recorridos, anhelos y sueños. Esto se podrían sustentar en el siguiente fragmento : “La familia ha pasado por transformaciones ya sea por su convivencia o por los cambios sociales que se han dado en estas últimas décadas, la familia es una de las instituciones sociales que influye, regula, canaliza e impone significado social y cultural a la vida de las personas, las mismas que comparten un proyecto de vida generando sentimientos de dependencia, compromiso entre sus miembros y a la vez se establecen sentimientos de intimidad y reciprocidad”. (Pillcorema, 2013, pág. 10) 1.

Ese trasegar está ligado a las transiciones o cambios que acontecen en todo sistema familiar y que necesariamente traen consigo crisis, puesto que el paso de una etapa evolutiva a otra genera movimiento y acomodación, estas circunstancias son esperables, predecibles y depende de las capacidades emocionales, afectivas, comunicativas, adaptativas y de cohesión que cada familia tenga para afrontarlas que se requiera o no ayuda de un profesional. Pacheco, Cintrón, & Serrano, (2006) 2, afirman que “la familia atraviesa por una serie de etapas que la van transformando y que le van aportando nuevos retos para el desarrollo de la misma, según lo que plantea Pacheco et ál. (2006), La familia se aproximará a un ciclo de vida que se caracteriza por las siguientes etapas: a) el matrimonio, b) el nacimiento del primer hijo, c) las distintas edades de sus hijos, d) la independencia de estos, e) el retiro de la fuerza de trabajo, y f) la muerte de los cónyuges”. (p. 18).

Se podría decir que cada etapa trae su afán, si la conformación de la familia se da como está socialmente esperado, se inicia con la unión de dos personas que por medio del vínculo elegido trabajan en lo cotidiano por establecer un “nosotros”, permeado por su individualidad, se parte entonces del “tú” y “yo” para construir el “nosotros” esa nueva unidad que tendrá que desligarse afectivamente de sus familias de origen en busca de la construcción de una identidad propia; culturalmente se asume que posterior a esto se presentará la llegada del primer hijo la cual podría estar cargada de alegrías o tensiones según forma en la cual este momento se presente situación que en todos los casos ameritara, reencuadres, acomodaciones, llegar a acuerdos y hacer nuevos planteamientos en la función económica, afectiva, distribución de tiempos, espacios y relacionamiento con la familia de origen, superado este momento y logrando las adaptaciones pertinentes se inicia la etapa escolar, donde la familia pone a prueba del sistema educativo, lo que hasta ahora ha sido la crianza, encontrándose múltiples variaciones en las respuestas de ambas instancias que van desde el agrado por el logro de una pautas coherentes hasta la necesidad de sugerir acoplamientos muy especialmente dirigidos al manejo de la norma y la autoridad.

Al parecer la labor de maternar y paternar no terminan, pasada esta transición y cumplidas las tareas propias de la misma, se llega a la muy temida adolescencia, donde posiblemente se entrecruzan dos momentos vitales uno referido a los adultos que tendría que ver con el ciclo medio de su existencia y las reflexiones que se suscitan en torno al cumplimiento de metas y proyectos y el otro se da en el joven especialmente dirigido a la consolidación de su identidad. Posterior a este momento la familia transita por la adultez, emancipación y desprendimiento de los hijos del hogar también conocido como nido vacío, en donde se presentarán nuevas tensiones que tendrán que ver con las adaptaciones de sobrevivencia económica, conformación de las propias familias de los hijos, acomodación al mercado laboral, aspectos referidos a la salud, he inician algunas reflexiones dirigidas a pensarse frente al retiro de la vida laboral activa, la posible viudez o hasta la muerte. Esta clasificación bien podría adaptarse a la familia tradicional nuclear, para otras tipologías familiares el orden en que se presenta podría ser diferente viviéndose la transición de una etapa a otra en momentos no necesariamente sucesivos.

Lo dicho anteriormente permite ver según lo expresado por autores como Montoya, Zapata y Cardona (2002) 3, que han concebido” la familia como una unidad básica bio-psicosocial, con leyes y dinámica propias que le permiten mantenerse en equilibrio y soportar las tensiones y variaciones, sin perder la identidad como grupo primario de organización social mediante la unidad, la continuidad del tiempo y el reconocimiento de la comunidad que los rodea”. (p. 62).

Desde esta perspectiva no podemos olvidar que las familias hoy viven situaciones sobre las cuales no tiene dominio directo como las relacionadas con los múltiples actores sociales externos y los retos que plantean las redes sociales, la tecnología y que están enmarcadas en lo que se llamaría la cuarta revolución industrial; como no pensar que estamos educando ciudadanos del mundo, con los retos que esto nos impone, sumado esto a otro sinnúmero de interrogantes que pueden venir a la mente de padres y maestros y tener relación con las adicciones contemporáneas, la prostitución, los amigos, el sentido de vida y los proyectos a futuro entre otros.

Es un hecho que las familias están cambiando, su estructura se modifica y se conforma de múltiples maneras, ya no solo prevalece la familia nuclear conformada por el padre la madre y los hijos, sino también las familias extensas en donde hay más de tres generaciones bajo un mismo techo, la familia monoparental padre o madre a cargo de los hijos y la familia superpuestas o también llamadas reconstituidas en donde personas que provienen de uniones anteriores que han terminado en ruptura o por viudez se establecen en nuevas configuraciones familiares en donde muchas veces uno de los cónyuges – compañeros o ambos aportan los hijos de cada uno a la nueva relación más la prole que se genera en común, hasta llegar a los hogares unipersonales. No se podría decir que una estructura es mejor que la otra cada una de ellas se acopla a sus necesidades y trabaja en suplir aspectos relativos a la de crianza, protección, cuidado, abastecimiento, desarrollo psíquico y emocional.

Las familias del tiempo presente son diferentes a la del tiempo vivido y el tiempo por venir. Han cambiado desde sus rituales de conformación, su tamaño, la manera de asumir sus funciones de producción y reproducción, la perdurabilidad de los vínculos conyugales, hasta la distribución de funciones por género, de suerte que ya no están los hombres en exclusividad frente a las funciones públicas ligadas a la proveeduría económica y a la participación en instancias de poder ni las mujeres circunscritas al ámbito doméstico y de cuidado de los hijos, los enfermos y los ancianos, sino que unos y otras comparten, aunque aún no de manera equitativa, espacios y posiciones intra y extra familiares. Nuestra familia ha cambiado y lo sigue haciendo (Estrada y Agudelo, 2015, p. 344) 4.

Si se pone la mirada sobre la etapa de la escolaridad resulta labor de padres y educadores acompañar este tránsito que no siempre resulta como se tenía esperado, debido a que la familia y la escuela ocasionalmente no cumplen su misión y pueden ser epicentro de grandes aciertos, pero al mismo tiempo fuente de descontento y frustración, dejándose entrever padres que pierden su rumbo y no encuentran cómo acompañar, maestros obnubilados frente a los cambios sociales y maniatados por las circunstancias, situaciones que desde ambos actores traen consigo afectos y desafectos, palabras y silencios, controversias y paradojas, represión y sobreprotección que terminan por generar confusión tanto en padres, maestros como en la generación que educamos, bien valdría la pena pensar y repensar en la forma como se desempeña la función de padres y el papel de educadores, traigo a colación las palabras de Carlos David Uribe (QEPD – 2019) maestro que admiré profundamente y quien decía: “cada día me levanto y comienzo a reflexionar y a planificar mi día, me llena de alegría saber que pronto me encontraré con mis alumnos, criaturas llenas de energía, que me contagian de ella al igual que de su felicidad, no se alcanzan a imaginar ustedes lo que se siente entrar a un aula de clase y ser recibido por tantas sonrisas. ¿Quién puede decir esto al llegar a su lugar de trabajo?, ¿no muchos? Cada día al entrar al salón recuerdo lo que es ser un niño, recuerdo que son las cosas pequeñas las que se hacen significativas, recuerdo que es el calor humano el que nos motiva a salir adelante a pesar de las dificultades”.

La invitación sería a acompañar el ser con el hacer, trabajar en el desarrollo de las competencias emocionales que según Chaux, E., Lleras, J. & Velásquez, A. (2014) 5, p. 21 son “las capacidades necesarias para identificar y responder constructivamente ante las emociones propias y las de los demás”. Continuando con Chaux et ál., sería fundamental incentivar las competencias comunicativas, “entre más competentes seamos en nuestra capacidad para comunicarnos con los demás, más probable es que podamos interactuar de maneras constructivas, pacíficas, democráticas e incluyentes”. Sería también de gran importancia cuestionar el papel de cada uno de los actores protagónicos en la crianza y en la educación, posibilitar estrategias de crecimiento, tomar conciencia de la marca indeleble que se deja en corazón de hijos y alumnos, buscar ayuda de ser necesario, crear redes de apoyo, socializar experiencias exitosas, despojarnos del ser amos de la verdad, humanizar las acciones, permitirán mirar un futuro con esperanza tanto para la escuela como para la familia. RM

Referencias

1 Pillcorema, B. (2013). Tipos de familia estructural y la relación con sus límites. Ecuador, Universidad de cuenca.

2 Pacheco, K., Cintrón, F., & Serrano, I. (2006). Reconstituida. El significado “Familia” en la Familia reconstituida (Vol. 14). Distrito Federal, México: Psicología iberoamericana..

3 Montoya, C. G. H., Zapata, L. I. C. y Cardona, R. B. N. (2002). Diccionario Especializado de Trabajo Social. Medellín, Digital Express Ltda.

4 Estrada, P. y Agudelo. M. (2015). Realidades familiares que cambian: invitación a nuevas comprensiones. Fundación Universitaria Católica del Norte. 347- 357. Recuperado: http://www.umariana.edu.co/ojs-editorial/index.php/libroseditorialunimar/article/view/701

5 Chaux, E., Lleras, J. & Velásquez, A. Competencias ciudadanas: de los estándares al aula: una propuesta de integración a las áreas académicas. Ministerio de Educación, Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Psicología y Centro de Estudios Socioculturales e Internacionales, Ediciones Uniandes, 2004. Tomado de: http://www.convivenciaescolar.net/docs/investigaciones/Autores_externos/Chaux,%20E.%20et%20al.%202004.%20Competencias%20ciudadanas.%20De%20los%20estandares%20al%20aula.%20Una%20propuesta%20integral%20para%20todas%20las%20areas%20academicas.pdf

Parraga, H. (2017). De la prohibición al goce en la familia actual: algunas consideraciones teóricas, Revista Katharsis

Valladares, A. (2008). La familia. Una mirada desde la psicología, (Vol. 6). Cienfuegos – Cuba: Medisur.

Isabel Cristina Bernal Vélez

Jefe área de asistencia del Centro de Familia de la Universidad Pontificia Bolivariana. Docente Titular, Coordinadora Semillero de Investigación en Familia UPB. Magister en Terapia Familiar. Especialista en atención y Educación Social familiar. Especialista en Trabajo Social Familiar. Fue investigadora de Colciencias.

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