En América Latina la educación vive un momento histórico caracterizado por dos circunstancias sin precedentes: se ha convertido en una de las políticas públicas que protagonizan la agenda social y ciudadana y, lo que es más importante en términos de compromiso real, hoy es una prioridad presupuestaria como lo demuestra el hecho de que se haya llegado a asignar el 5.1 % del PIB a educación, cifra que se sitúa por encima de la media mundial. Junto a ello, se han alcanzado niveles cuantitativos de escolarización nunca conocidos hasta la fecha.
En este contexto, la calidad de la educación ha pasado a ser el gran objetivo y una preocupación compartida por el conjunto de la sociedad, y la evaluación un instrumento privilegiado para su logro. El interés público, comunicativo y político que PISA despierta en los países donde se aplica, demuestra la vigencia de lo anteriormente expuesto.
En primer lugar, y con carácter general, PISA ha contribuido de manera decisiva a instalar la cultura de la evaluación en un mundo educativo en el que los debates ideológicos y las sucesivas utopías, tanto sociológicas como constructivistas, habían dominado los debates. PISA respeta las opiniones, por supuesto, pero trasciende ese nivel al evaluar las realidades y someterlas a comparación a partir de evidencias, de datos, ayudando con ello a generar opinión pública crítica y fundamentada
En este contexto, la calidad de la educación ha pasado a ser el gran objetivo y una preocupación compartida por el conjunto de la sociedad, y la evaluación un instrumento privilegiado para su logro.
De acuerdo con la argumentación de reconocidos expertos e investigadores, como son I. Sanz, Hanushek o Woessmann, está demostrado que la aplicación de pruebas de evaluación externas estandarizadas, como es el caso de PISA, es un excelente incentivo para docentes y directivos ya que sirven, a través de los resultados de sus estudiantes, para dar testimonio de su dedicación y esfuerzo.
Así mismo, los estudios realizados y las experiencias desarrolladas en diferentes países demuestran que la aplicación de este tipo de pruebas no reduce el tiempo dedicado a otras actividades como son leer, hacer deporte, realizar experimentos de laboratorio o similares y que, de manera generalizada, se constata que allí donde hay evaluaciones externas, los estudiantes obtienen mejores resultados en cualquier tipo de prueba y en el conjunto de su desempeño educativo.
PISA tiene en cuenta diferentes variables, entre las más relevantes: el origen socioeconómico de los alumnos y el nivel de expectativas que las familias tienen sobre su futuro. Por ello es importante comprobar que su aplicación beneficia especialmente a los centros con peores rendimientos académicos, ya que lo que cambia y mejora mediante la evaluación es la variable centro educativo. Su aplicación no solo no perjudica a la equidad, otro mito incierto, sino que apuesta por ella ya que sus resultados ayudan a la movilización y participación de las familias.
En general, como demuestra PISA, los estudiantes de centros educativos evaluados con pruebas externas estandarizadas obtienen resultados significativamente mejores que los alumnos de los centros en los que no se aplican. Dicho efecto positivo también se comprueba en las naciones que aplican estas pruebas en sus sistemas educativos y que publican sus resultados.
La aplicación de este tipo de pruebas no reduce el tiempo dedicado a otras actividades como son leer, hacer deporte, realizar experimentos de laboratorio o similares
Las evidencias expuestas, podrían aportarse otras más, ponen de manifiesto la importancia de la evaluación de la educación y sus efectos benéficos, tanto en términos de calidad, como de equidad y eficiencia. PISA es importante porque permite saber, como afirma su director Andreas Schleicher, lo que importa que conozcan y sepan hacer los ciudadanos.
En general, como demuestra PISA, los estudiantes de centros educativos evaluados con pruebas externas estandarizadas obtienen resultados significativamente mejores que los alumnos de los centros en los que no se aplican.
PISA representa un desafío para la educación en cualquier país, pero abre, al tiempo, un repertorio inacabable de oportunidades de mejora, como brevemente hemos expuesto. Además, PISA, desde una perspectiva global, añade el valor de la comparabilidad internacional a los sistemas educativos de casi un centenar de países, que representan más del 80% de la economía mundial.
Por último, cabe reseñar que PISA, con su contribución estratégica a la calidad y equidad de la educación, a la rendición de cuentas ante la ciudadanía y a la transparencia, permite a los responsables políticos saber cuáles son los conocimientos y habilidades de los alumnos de cada país, compararlos con los de otros países, establecer objetivos concretos y evaluables y aprender de las políticas y prácticas de éxito llevadas a cabo en otras naciones.
PISA, añade el valor de la comparabilidad internacional a los sistemas educativos de casi un centenar de países, que representan más del 80% de la economía mundial.