Edición 19

Educación inclusiva

Siempre me ha inquietado el pensamiento de inicia un camino para el que no está preparada, una madre en el momento en que su ginecólogo le informa que el bebé que está esperando viene con unas condiciones especiales, llámese down, autista o parálisis cerebral, entre otros, o a medida que van pasando los primeros años y se da cuenta de que el pequeño tiene un retardo mental o hipoacusia o cualquier otra condición que obliga a un tratamiento y a una educación especial. Pienso que debe ser una noticia muy difícil de asimilar y que cuando ya han transcurrido varios meses de gestación, o cuando nuestra formación religiosa no nos lo permite, o cuando el amor materno puede más que cualquier otro sentimiento, esa madre porque con toda seguridad, que si no aprendemos a ser padres de los niños sin discapacidad, más difícil aún debe ser aprender a ser padre o madre de un niño con una condición especial.

Empezamos entonces a vivir en una sociedad que ni económicamente, ni socialmente, ni institucionalmente ha estado fuertemente comprometida para atender a este tipo de población y brindar el apoyo a las familias para que puedan dedicar el tiempo que requieren estos pequeños, pues en muchos casos la edad cronológica dista de la edad de desarrollo cognitivo, emocional y social, llegando en muchos casos a los 10 años sin comer por sí solos, ni vestirse, ni ir al baño sin apoyo para su aseo personal.

A nivel educativo la cobertura es aún más difícil, pues no solamente se requiere de docentes preparados en educación especial, sino que es indispen- sable el apoyo de todo un equipo interdisciplinar conformado por maestros, psicólogos, psicopedagogos, fonoaudiólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, talleristas, maestros de música, de educación física, de danzas. Todo este equipo es necesario para desarrollar en los pequeños habilidades, hábitos y conocimientos, pero sobre todo para saber ser independientes y defenderse en su vida.

Admiro la labor de los maestros, especialmente en esta época tan convulsionada donde los jóvenes y las niñas manejan una libertad que de no ser orientada por la familia y la escuela puede traer consecuencias negativas en sus vidas. Pero admiro profundamente a los docentes que dedican su vida a la formación integral de personas con necesidades educativas especiales. Hablar de NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES es hablar de niños down, autistas, sordos, ciegos, con parálisis, con retardo mental en sus diferentes niveles, con problemas de aprendizaje, es decir todas aquellas condiciones que requieren una atención especial.

A estos maestros que tienen que tener aparte de una profunda vocación, un gran amor por lo que hacen, por la labor que desempeñan, mi admira- ción y respeto. Una cosa es hablar de este tema y otra muy distinta vivirla en el aula.

A ustedes maestros que con toda seguridad desde ya tienen ganadas todas las bendiciones de las familias y la sociedad, nosotros les damos las gracias, porque no queremos ni pensar qué sería de la vida de estos niños si ustedes no existieran y si las familias no estuvieran ahí haciendo parte de ese equipo formador.

¿Como es la educación para niños con necesidades especiales o en condición de discapacidad? Pues esta varía mucho dependiendo de la condición, de la familia, de la institución que lo atiende, del nivel socioeconómico y del Gobierno nacional.

Es sorprendente ver el trabajo que hacen los maestros que están en el aula con estos niños, como se entregan a ellos cada minuto de la jornada escolar, como comparten el tiempo en diferentes actividades de la que cada logro, cada paso, cada línea es todo un éxito, todo un avance. Aprender a vivir con sus compañeros, a sonreír, a jugar, a compartir, a amar, ríen y se divierten, pero también se entristecen; a muchos les encanta la música, el baile y todas aquellas actividades públicas donde se sienten admirados, aplaudidos, parece que son felices al ver felices a quienes los admiran.

Para los maestros, las instituciones educativas y las familias es un orgullo cuando estos pequeños culminan su preescolar y su primaria. No todos llegan a bachillerato, pues algunos llegan a un tope cognitivo que no les permite avanzar más. Pero hay muchos también que logran graduarse de bachilleres e ingresar a la universidad y hacer una carrera técnica o profesional, todo esto depende de la profundidad de su condición.

El éxito del trabajo con estos niños y niñas esta en saber descubrir sus habilidades, en detectar a través de su conocimiento las capacidades que tienen y sobre ellas profundizar para que sean exitosos en lo que se van a desempeñar. Es así como en las universidades encontramos estudiantes de comunicación social, ingenierías, música y artes, entre otras.

Las empresas han abierto también sus puertas para apoyar a esta población dándoles oportunidades laborales y no es extraño que los encontremos des- empeñando diferentes cargos. Pero es muy claro que no todos, por el contrario, una gran mayoría no puede alcanzar esas metas.

Hablar de INCLUSIÓN debe ser realmente una garantía a un derecho fundamental, pero de inclusión a la escuela, a la educación, no necesariamente al aula regular, pues cada niño es diferente y a él se debe adaptar el sistema. Por ello se debe contar con aulas especializadas, paralelas y regulares a las que la población va accediendo a medida de sus avances. No se puede pretender que todo colegio o toda institución realice este tipo de inclusión, pues esto amerita, si realmente se quieren hacer las cosas bien, todo un proceso y acondicionamiento.

Legislar desde un escritorio y vender la idea de inclusión es muy fácil pero generalmente lejos de la realidad, pues pretender que todos los niños con necesidades educativas especiales lleguen a un aula regular es sencillamente una utopía, cada pequeño necesita avanzar a su propio ritmo y por ello se debe contar con un diagnóstico previo clínico, neurológico, psicológico y pedagógico, para con ello proponer el currículo que se adaptará para cada caso.

Afortunadamente hemos empezado a tomar consciencia de este tema y las familias (en un alto número) han comprendido que perdemos más cuando no brindamos oportunidades a este tipo de población, cuando pensamos que no vale la pena hacer todo el esfuerzo, toda la inversión, y nos hemos llevado grandes y agradables sorpresas, porque muchas de estas personitas tienen unas cualidades y unas capacidades que de no ser descubiertas en el aula, se perdería todo su potencial.

Yo invito a todas las organizaciones gubernamentales, a las familias, a las instituciones educativas, a los empresarios y a los maestros, para que entre todos construyamos el camino para darles la oportunidad de tener una mejor calidad de vida.

Al Ministerio de Educación Nacional lo invito a construir una política pública con la participación de las personas que tienen la experiencia, que viven el día a día con las personas con discapacidad. Podemos hablar de inclusión, inclusión a la institución educativa, inclusión a la sociedad, inclusión al mercado laboral, pero una inclusión al sistema educativo con las condiciones que ello requiere y no simplemente por decir que el país está cumpliendo. No se trata de integrar por integrar, hay que saber cómo, cuándo, en qué condiciones y a dónde se va realizar esa inclusión.

Recordemos que de una u otra manera todo ser humano es una persona especial”.

 

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