Edición 14Editorial

La importancia de leer, el valor de educar

Mariano Jabonero, director de Educación de la Fundación Santillana, en su editorial para la edición 14 de Ruta Maestra “El valor educativo de leer y escribir”, resalta la importancia de la enseñanza de la lectura y la escritura como factor primordial para lograr una mejora en la educación y así poder “crear y cambiar el mundo”. Además nos invita a convertir los centros educativos en “activas comunidades de lectores”.

“Uno no es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”.
Jorge Luis Borges

Sería difícil encontrar una frase que pudiera describir con mayor precisión la importancia de la lectura: leer educa y, gracias a ello, desarrolla la personalidad y ayuda a construir el carácter.

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Porque la lectura transciende cualquier valor instrumental, como se concluyó en el Congreso Internacional sobre formación de lectores desde la primera infancia, que organizó tiempo atrás la Fundación Santillana en Bogotá, debemos considerar que su aprendizaje y uso van más allá de la simple decodificación alfabética, puesto que es el recurso necesario para operar con símbolos, para encontrarnos con los que están lejos y cerca; para pensar, organizar y planear; para saber lo que sentimos y aprender en igualdad de condiciones durante el resto de la vida; para saber quiénes somos, quiénes son los otros, para inventar historias, en fin, para crear y cambiar el mundo.

Porque leer, además de ser una actividad íntima que conduce a la satisfacción y enriquecimiento personal, hace posible, en palabras del gran pedagogo brasileño Paulo Freire, poder entender el mundo, interpretar la realidad y, gracias a ello, contribuir a su transformación y cambio.

En un artículo que el lector encontrará en el presente número de Ruta Maestra, el renombrado escritor y académico, Arturo Pérez Reverte considera a la lectura como factor educativo y como trampolín de vida e inteligencia, y ensalza a los que califica como hombres buenos, es decir, los profesores y los maestros: esas personas que, con libros y lecturas, pueden hacer a los ciudadanos más cultos y, en consecuencia, más libres. A continuación, el creador del capitán Alatriste, nos dice que “… para esos hombres y mujeres buenos, para esos maestros, la mejor herramienta, el mejor argumento, es un libro. Un libro que sepa, gracias a ellos, captar la atención del niño, fascinar al joven, forjar al adulto”.

El valor de la educación está directamente asociado con una expectativa vital mejor. Como han puesto de manifiesto recientes estudios de la OCDE, las grandes ventajas que produce una mejor educación en las personas no son solamente económicas, sino también de tipo social. Estudios que, a su vez, demuestran que el desarrollo de la competencia lectora en los estudiantes es el predictor más fiable para prever su éxito escolar y bienestar en la edad adulta, más que la simple acumulación de años de escolaridad.

Lo que acabamos de exponer no son meras declaraciones de principios, son evidencias que también se reflejan en la evaluación externa estandarizada de competencias de estudiantes con mayor reconocimiento, el famoso Informe PISA, en el cual se define la competencia lectora como: “La capacidad para comprender, utilizar textos escritos, reflexionar sobre ellos e implicarse con ellos para alcanzar los propios objetivos, desarrollar el propio conocimiento y potenciarlo y para participar en la sociedad”. Un enfoque orientado a leer para aprender más que aprender a leer, que reivindica la interpretación y reflexión a partir del texto y que invita a servirnos de la lectura para lograr objetivos vitales.

Aun cuando la enseñanza de la lectura y la literatura ha sido abordada de una manera explícita o implícita en numerosas ocasiones en Ruta Maestra, hemos considerado necesario dedicarle una edición en exclusiva y hacerlo con el tratamiento y relieve que este tema requiere: por su importancia vital y educativa, como ya se ha expuesto, por considerarlo muy pertinente en momentos en los que se han producido notables cambios tecnológicos, así como en los hábitos comunicativos, que inciden muy directamente en el aprendizaje y uso de la lectura y también por la enorme dimensión global que ha alcanzado el español, la lengua común en la que leemos, escribimos y aprendemos más de 500 millones de personas.

Los educadores somos conscientes de que leer y escribir bien abre la gran ventana que da acceso al conocimiento, al desarrollo de la personalidad y a la socialización de nuestros estudiantes; así como que un buen nivel de competencia lectora es de las pocas cosas que realmente pueden hacer cambiar la vida de las personas y ofrecer muchas y más variadas oportunidades para todos. Como ejemplo de ello, podemos recordar lo que dice el premio Nobel iberoamericano Mario Vargas Llosa cuando afirma que lo más importante que le pasó en la vida fue aprender a leer y escribir, afirmación a la que añade una hermosa evocación: “… recuerdo con nitidez como esa magia de traducir palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio; la lectura convertiría el sueño en vida y la vida en sueño, y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo, el universo de la literatura”.

En conclusión, para lograr la mejora de la educación y conseguir el desarrollo integral de nuestros estudiantes, convirtamos a nuestras escuelas en activas comunidades de lectores.

Mariano Jabonero Blanco

Director de Educación de la Fundación Santillana. Licenciado en Filosofía y en Ciencias de la Educación, Universidad Complutense de Madrid. Posgrado en administración y supervisión de la educación.

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