Sin embargo, se hace necesario contextualizar y organizar el sustrato para que se puedan desarrollar y evaluar las competencias del directivo docente, sobre cuyas funciones y responsabilidades, recae el peso de tener estudiantes y docentes competentes, en un entorno institucional también competente, que garantice una educación de calidad con los resultados esperados por sus comunidades educativas y por el país.
Para generar este recorrido, no sobra recordar que nuestro país se encuentra en un momento coyuntural e histórico, que en la búsqueda de su destino, ha encontrado una luz para el escenario de la paz y que mucho hay que hacer desde la educación de las nuevas generaciones que vivirán en esta nueva dimensión para nuestra nación ya acostumbrada a formar ciudadanos en el conflicto, y que son nuevas las competencias para esta nueva oportunidad de convivencia pacífica.
Así, un directivo docente tiene la labor de traducir la gestión educativa en gestión escolar, entendida la primera como la que está constituida por los planes de desarrollo, el plan sectorial, sus programas estratégicos y proyectos, que responden a metas e indicadores que orientan el desarrollo y avance del sector educativo del país, de acuerdo a las propuestas de gobierno. Estos principios ubican al directivo docente en sus funciones desde la administración y gestión, en filtrar lo esperado estructuralmente, para que esas aspiraciones a largo plazo, puedan ser llevadas a su establecimiento educativo donde se ejecuta la gestión escolar, contando con la diversidad y particularidades de nuestras regiones.
Ese ejercicio de traducción que realiza el directivo docente, se refleja en la gestión escolar definida por Pilar Pozner como “un conjunto de procesos teórico-prácticos integrados horizontal y verticalmente dentro del sistema educativo, para cumplir mandatos sociales. Es un saber de síntesis capaz de ligar conocimiento y acción, ética y eficacia, política y administración en procesos que tienden al mejoramiento continuo de las prácticas educativas; a la exploración y explotación de todas las posibilidades; y a la innovación permanente como proceso sistemático” y que en síntesis pueden operarse a través de dos herramientas fundamentales: El proyecto educativo institucional (PEI) y el Plan de Mejoramiento Institucional (PMI).
El directivo docente, en este momento, debe saber, proceder y actuar, muy acorde con las expectativas del país, considerando que uno de los pilares del Plan Nacional del Desarrollo 2014 – 2018, además de la Paz y la Equidad, es la Educación como herramienta poderosa para promoverlas, y que el quehacer institucional debe pensarse para entregar a la sociedad moderna e incluyente, ciudadanos con capacidad de convivir en paz, respetando los derechos humanos, la diversidad poblacional, las normas y las instituciones, cerrando brechas de acceso y calidad al sistema. Así mismo, el directivo docente, debe acuñar, de algún modo, a su gestión escolar, las metas esperadas, referidas estas al mejoramiento de las pruebas SABER, a la incorporación del bilingüismo, a mejorar la jornada escolar en cantidad y calidad, a darle un nuevo sentido a la educación media y que afiance el imaginario de la educación para toda la vida.
Las herramientas de Gestión PEI y PMI; en sus componentes y gestiones deben incorporar lo necesario desde el Plan Sectorial de Educación como resultado del análisis de las necesidades del sector educativo y la definición de las políticas que garantizan el desarrollo de la calidad del sector, camino que orientará Colombia como la más Educada. De ese modo, los objetivos del Plan, construidos acorde a las metas y principales programas, son: (i) Potenciar educación inicial; (ii) Alcanzar la calidad educativa en educación básica y media, (iii) Mayor cobertura y permanencia en el sistema educativo; (iv) Construcción del Sistema de Educación Terciaria con mayor acceso, calidad y pertinencia; (v) Desarrollos del Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP) en el marco del Decreto 1953 de 2014; (vi) Colombia libre de Analfabetismo; (vii) Colombia Bilingüe; (viii) Potencialización de las capacidades y los talentos excepcionales; (ix) Un estado transparente, moderno y eficiente basado en las mejores prácticas de buen gobierno: ingreso de Colombia a la OCDE.
Nuestro directivo docente atiende, estratégicamente, lo urgente, lo prioritario y lo importante, comprendiendo que las transformaciones en educación son graduales, y a largo plazo y que hay que conservar las metas y los objetivos, adecuando los caminos y los procedimientos. Es así como la aspiración desde la visión de los establecimientos educativos, debe apuntar a coadyuvar a que Colombia sea la más educada de latino américa en el 2025, con un capital humano capaz de responder a las necesidades locales y globales, y de adaptarse a cambios en el entorno social, económico, cultural y ambiental, como agentes productivos, capacitados, y con oportunidad de desarrollar plenamente sus competencias, en el marco de una sociedad con igualdad de oportunidades.
Con estas fechas como horizonte, considero importante, traer a la memoria, que la gestión escolar, han pasado por una serie de transformaciones importantes y que han marcado hitos de cambio en los establecimientos educativos, sobre todo, porque la Ley General de Educación ya cumplió 21 años y estamos asistiendo al ocaso del Plan Decenal 2006 – 2016, y que simultáneamente han impactado las herramientas de gestión escolar (PEI – PMI). Es así como, en el surgimiento de la ley general de educación en 1994, se inició la Elaboración de los PEI con un enfoque administrativo con escaso énfasis en lo pedagógico y en lo académico, ya que la preocupación para esa época, fue consolidar el documento orientador del ser y el hacer del establecimiento educativo. Con la Ley 715 de 2001, y con la Integración, por fusión o asociación, en sector público hacia los nuevos establecimientos educativos, el PEI inició un proceso de Resignificación, y casi con la misma preocupación anterior, es decir, la adscripción de “las escuelas a los colegios”, pero aún sin mayor preocupación o énfasis en lo pedagógico. Sería con la inclusión de la gestión escolar y la primera implementación de la Ruta de Mejoramiento continuo, en el 2005, al preguntarnos, cómo mejoramos, que se inicia una reflexión desde la gestión escolar para concentrar lo directivo, lo administrativo y lo comunitario, en lo académico. Así inicia, entonces, la preocupación por lo pedagógico y en los colectivos docentes, ya se habla de modelos pedagógicos, de enfoques metodológicos y el impacto que tienen estos elementos en las prácticas de aula, simultáneamente con el auge de la evaluación por competencias para los estudiantes y la noticia de la meritocracia para ingreso de docentes. Con la actualización de la Guía 34 en el 2008, se genera una afinidad más cercana entre los componentes del PEI y las gestiones del PMI, hablándose de un Sistema de Gestión de Calidad, de un Enfoque de Calidad, y se presenta la preocupación por tener los establecimientos educativos certificados con Modelos ISO o EFQM.
Un establecimiento educativo, desde la gestión escolar, y desde su PEI y PMI, debe responder con claridad unas pequeñas – complejas preguntas:
* ¿Quién es?
* ¿Qué hace?
* ¿Hacia dónde va?
* ¿Cómo unifica la metodología en el aula según su propuesta pedagógica?
* ¿Cómo optimiza los recursos para apoyar la gestión académica?
* ¿Cómo responde a las necesidades y expectativas de su comunidad educativa y su contexto?
Esto, le permite al directivo docente, de modo estratégico, identificar su horizonte de sentido, pensar en el éxito de los aprendizajes de los estudiantes, mejorar con lo que existe y garantizar convivencia y relación con su realidad cercana, temas y elementos que se desarrollarían, con mayor énfasis, cuando se pensó en cómo mejorar la calidad de la educación de la evaluación a partir de la expedición del decreto 1290 de 2009 que implicó un ajuste en la dinámica de los establecimientos educativos, desde lo curricular y lo evaluativo, surgiendo entonces ya la idea de que aquel enfoque administrativo con que inició el PEI, requiere actualmente un liderazgo pedagógico para el desarrollo y evaluación de competencias básicas y de habilidades socioemocionales, que además se generen en un clima escolar de convivencia, considerando además, lo establecido en el decreto 1965 de 2013. El día de hoy PEI y PMI, se encuentran en un proceso de ajuste, ya que estarían atravesando el tercer trienio de mejora, y han planteado sus objetivos y metas de acuerdo al plan sectorial y quizás el documento Visión Colombia 2019, con la clara idea de ser documentos adaptables y cambiantes.
De todo lo anterior, se destaca, en las herramientas de gestión, del PEI su componente pedagógico y del PMI su gestión académica, que es donde se cultiva y desarrolla el liderazgo pedagógico del directivo docente. Es decir, para generar una cultura de calidad, enfocada hacia el mejoramiento de los aprendizajes de los estudiantes, el desarrollo y evaluación de sus competencias, el directivo docente debe conocer, proceder y saber actuar los siguientes elementos:
* Teoría educativa
* Propuesta pedagógica
* Concepción de currículo
* Enfoque curricular
* Estructura académico curricular y Plan de estudios
* Sistema de evaluación de aprendizajes
Y si el PEI es el decir, el PMI es el hacer, por lo que la gestión académica debe propender por la ejecución de actividades propias en los siguientes procesos:
* Diseño pedagógico
* Prácticas pedagógicas
* Gestión de aula
* Seguimiento académico
Se espera, que con este marco, el directivo docente, pueda desarrollar y evaluar las competencias de los estudiantes y de los docentes. Para los estudiantes, las habilidades comunicativas, el pensamiento lógico, el pensamiento científico desde lo natural y lo social, el uso de la información y el manejo de la tecnología, el emprendimiento, y sobre todo el desarrollo, evaluación y vivencia de las competencias ciudadanas. Para los docentes las disciplinares, las pedagógicas y las comportamentales. Docentes con dominios conceptuales específicos, manejo didáctico y evaluativo según su planeación curricular, y con vinculación efectiva y afectiva a su labor congruente e identificada con la labor institucional como parte de un equipo de trabajo. Todo lo anterior, de acuerdo con los referentes de calidad existentes.
Un directivo docente tiene PODER, cuando con su equipo de trabajo planea, organiza, dirige, evalúa y retroalimenta y, en este marco, puede desarrollar sus competencias.
El directivo docente, también orienta su esfuerzos, como se mencionó al inicio, para tener un establecimiento educativo innovador y eficaz con un sistema de gestión de calidad, lo que implica que, básicamente, se haya agotado una ruta de mejoramiento continuo que le haya permitido autoevaluarse, diseñar su plan de mejoramiento y hacer seguimiento a sus indicadores de gestión y a sus actividades. Sin embargo, en pro de la calidad, han existido directivos que han liderado procesos de certificación y acreditación, que han permitido tener cadenas de valor e identificación de procesos estratégicos y de apoyo que apuntan siempre al apoyo y mejoramiento del proceso misional: lo académico que requiere aún más, el día de hoy de un liderazgo pedagógico que llegue hasta el aula.
Pero, después de todo este recorrido: ¿Cómo se definiría la competencia para un directivo docente? ¿Cuáles son las competencias de un directivo docente? ¿Cuál es el contexto necesario para el desarrollo y evaluación de esas competencias?
Un directivo docente tiene PODER, cuando con su equipo de trabajo Planea, Organiza, Dirige, Evalúa y Retroalimenta y, en este marco, puede desarrollar sus competencias. Competencia entendida como un conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades o destrezas adquiridas, que da lugar a un buen nivel de desarrollo y actuación. Las competencias se entienden como:
* Conocer y comprender: conocimiento teórico de un campo académico, de su contexto, de su época.
* Saber cómo actuar: aplicación práctica y operativa del conocimiento, procedimientos, metodologías, etc.
* Saber cómo ser: integrar los valores en la forma de percibir a los otros, a uno mismo, y de vivir con sensibilidad, sabiduría e imaginación con otros.
La competencia consistirá en la intervención eficaz en los diferentes ámbitos de la vida, mediante acciones en las que se movilizan componentes actitudinales, procedimentales y conceptuales de manera interrelacionada.
Estos dominios propios del directivo docente, deben apropiarse desde un paradigma que fortalezca lo académico, centrado en lo pedagógico con habilidades para trabajar lo complejo y atender los problemas desde sus causas, con trabajo en equipo y con una cultura organizacional, que tenga visión de futuro y capaz de intervenir de modo sistemático y estratégico.
Así los ejes de esta gestión estratégica, le permiten al directivo docente ser líder, es decir, mostrar cómo hacer las cosas, le permiten comunicar asertivamente desde la escucha, delegar en confianza para alivianar sus funciones mas no sus responsabilidades, ser negociador para negociar y resolver conflictos, anticiparse leyendo el signo de los tiempos, y fomentar sobre todo el trabajo en equipo, es decir que el colectivo a su cargo piense para hablar, en lugar de hablar para pensar.
Según la propuesta de Rectores Líderes Transformadores de Empresarios por la Educación, estas habilidades se enmarcan en tres ámbitos:
* Gestión personal, referida al auto reconocimiento como ser humano y como directivo docente, al manejo de emociones, a la comunicación asertiva y apreciativa al trabajo colaborativo y a emanar de sí un liderazgo transformador.
* Gestión pedagógica, quizás la más importante, referida a la gestión del PEI, a operativizar su propuesta pedagógica para una educación de calidad con equidad para la inclusión, a la promoción de la convivencia y a la evaluación y mejoramiento de los aprendizajes.
* Gestión administrativa y comunitaria, referida a la administración y gestión del talento humano, a la toma de decisiones con información, conocimiento y experiencia, a la planeación, a la optimización de los recursos, a la participación de su comunidad educativa y a la trasparencia en la rendición de cuentas.
El concepto de competencia nos lleva a pensar que para una gestión orientada al logro, se requiere simultáneamente saber, ser y hacer. Un directivo docente sabe: orientarse al logro, atender las causas de los problemas, delegar, de su liderazgo, del clima organizacional y de la comunicación, del trabajo en equipo, de la negociación de conflictos, de su comunidad educativa, de su entorno, del uso de las TIC. Desde el ser y sus actitudes, el directivo docente: tiene un alto compromiso ético, autoaprendizaje permanente, asertividad, excelentes relaciones interpersonales, adaptación y sustento al cambio, responsabilidad profesional, dirección de sí mismo, inteligencia emocional, manejo del tiempo. El directivo docente desde el hacer puede: planificar, orientar proyectos colaborativos, diseñar y hacer seguimiento riguroso a los planes de mejora, evaluar y permitir autoevaluación de su talento humano, diseñar procesos, diseñar procesos de convivencia, es decir “como lo sabe hacer lo sabe mandar”.
El liderazgo pedagógico, finalmente, no solamente se queda en el PEI y en el PMI, debe llegar hasta el aula, que es el escenario donde sucede todo lo planteado por el establecimiento educativo. Es ahí donde el directivo debe acompañar a sus docentes para que la propuesta pedagógica se traduzca en la metodología, en las actividades pedagógicas, en la enseñanza, en el aprendizaje, en la evaluación en la ejecución del acto sublime del docente: La clase, escenario donde se transforma cada proyecto de vida de los niños y las niñas y de su generación, espacio de vida donde realmente puede darse una educación de calidad para la paz. Bien señala Raúl Ferrer, maestro sin retorno hacia el futuro, desde Cuba, que la Clase es
La paloma en la escuela de cristal,
en el mar sería la sal,
en la flor sería el aroma
por la clase limpia asoma de los niños el lucero
darla bien es lo primero
que ella resuma el amor, la vergüenza y el honor
del maestro verdadero”
Frases que resumen la preocupación de hoy en torno a una educación de calidad desde el reconocimiento e identificación de las mejores prácticas de aula, que el directivo debe asumir como el summum de toda su gestión y como una importante evidencia de su desempeño, de su liderazgo pedagógico y de sus competencias, para que estas generaciones maduras formemos a las jóvenes generaciones en el nuevo escenario de la paz.