Edición 19

Cuatro películas que todos los colombianos deberíamos ver

Habitualmente nos gusta ir al cine para descansar y relajarnos, disfrutando de una buena película que nos entretenga, que nos haga pasar un buen rato, y que hasta de pronto, nos haga también olvidar de los problemas que tenemos. Sin embargo, si bien esta puede y es una forma de disfrutar el cine, no debemos olvidar que a él, gracias a Canudo, también se lo conoce como el séptimo arte, justamente porque la imagen movimiento —como alguna vez lo llamó Deleuze— tiene la particularidad de ser también eso: arte, es decir, ser capaz de plasmar nuestros más profundos y complejos problemas, sueños, comprensiones y realidades, para devolvérnoslos de una manera diferente que nos permita, no solo su comprensión más profunda, sino a la vez, vernos reflejados allí en toda nuestra grandeza o nuestra miseria; y todo ello hecho, con un profundo sentido estético.

En esta perspectiva, el cine se ha convertido en una de las artes que más masivamente llega a todos los públicos, justamente por ser de fácil acceso, por su bajo costo y por la forma como se lo puede difundir, entre otras muchas razones. Siendo así, también es mucho lo que se puede lograr a partir de él, y si se accede a él con una intencionalidad, no porque deba ser útil, por la utilidad misma, sino porque puede ser una excelente ocasión para permitirnos acercarnos a un fenómeno que queremos comprender en toda su complejidad, y buscar allí, alternativas que nos hagan posible encontrar una salida y resolverlo de la mejor manera posible.

De acuerdo con lo anterior, quiero proponerles al menos cuatro películas que considero, deberíamos ver y analizar en nuestro contexto colombiano, porque justamente cumplen con estos dos elementos, pero además, porque me parece que son películas oportunas y adecuadas para el actual momento que vive el país. Las cuatro cumplen con dos condiciones: la primera, por su factura, de alguna manera se acercan a eso que llamamos arte, es decir, están bien hechas y tienen elementos de orden estético que permiten que las consideremos como tal, pero además, la segunda, porque tratan aspectos de la vida del país que requieren de todos los recursos de los que disponemos, para realizar una profunda comprensión y encontrar elementos de reflexión y de análisis que hagan posible su superación: la violencia y su tránsito hacia la construcción de una cultura de la paz y del respeto, que nos permita pensarnos como país y como sociedad, de una manera diferente.

Pretendo entonces presentarles estas cuatro películas, algunas de las cuales, ya se han exhibido en nuestras salas de cine, otras tal vez no y tampoco son tan recientes en su producción. Lo importante es poderlas ver y, a partir de los elementos que sugiero, hacer cada uno su propia lectura de la realidad colombiana. Veamos pues de qué se trata:

1

La primera película se llamó en inglés Hæven y la tradujeron al español como En un mundo mejor. Fue dirigida por la danesa Susanne Bier, cuyo cine tiene una fuerte influencia del movimiento Dogma 95. Mereció el Óscar a la Mejor película extranjera en 2011. Los países de origen de la cinta son Suecia y Dinamarca. Sus intérpretes son: Mikael Persbrandt, William Jøhnk Nielsen, Ulrich Thomsen, Simon Maagaard Holm, Camila Gottlieb, Satu Helena Mikkelinen. Tiene una duración de 119 minutos. El público apropiado para esta cinta son preadolescentes, adolescentes y adultos.

Susanne Bier hace un acercamiento a algunos aspectos propios del fenómeno de la violencia en la sociedad actual, entre las que se incluye el bullying, las luchas tribales, la agresión cotidiana como forma de resolver el conflicto, la infidelidad,

la venganza, entre otros. La propuesta de la directora es hacer un contrapunto entre un niño preadolescente, lleno de resentimiento por la temprana pérdida de su madre, y el padre de uno de sus compañeros de colegio, un médico pacifista que no cree en ningún tipo de violencia y que trabaja en una comunidad del áfrica azotada por la pobreza y la violencia. El filme hace un planteamiento sobre el problema de la violencia en la sociedad moderna que es complejo, valiente y novedoso; que pone al espectador a pensar en las causas y las consecuencias de los comportamientos violentos, cotidianos y no tan cotidianos, para preguntarse si vale la pena hacer una apuesta por la violencia que todo arrasa a su paso.

La directora parece querer decirnos con su cinta que la violencia nunca conduce… pues siempre que la queremos usar como alternativa, desencadena males mayores, daños irreversibles, incrementa las razones por las cuales se la emplea como medio de resolución del conflicto, pero sobre todo, genera una espiral en donde cada agresión, desencadena otra de mayor nivel, hasta alcanzar niveles insospechados. Tal vez lo más novedoso del planteamiento de la película es cómo efectivamente los seres humanos siempre queremos apabullar y someter al otro, con razón o sin razón, pero siempre haciendo un uso abusivo del poder, que subyuga y oprime al otro. Y esta lógica de la violencia es contraria a la de Antón, el padre de Elías, quien es médico voluntario en el África, donde cura a las personas que son víctimas de la violencia, y quien definitivamente no cree en ningún tipo de violencia y le apuesta más a una posición como la de la no violencia activa, que encara al violento, lo enrostra, y desacredita las estrategias agresivas porque ellas solo lastiman y no construyen nada.

La película En un mundo mejor ofrece a los colombianos una interesante reflexión sobre las dos opciones que tenemos como país: o apostarle a la salida negociada al conflicto que nos aqueja y crear las condiciones para convivir, en la diferencia con los otros; o mantener la “lógica” de la violencia, seguir la espiral de agresiones que la misma genera, y estar siempre dispuestos a generar alternativas cada vez más violentas que nos permitan someter a ese “otro”, que no es como nosotros o con quien tenemos desavenencias. Ese es el dilema y esa la propuesta de esta maravillosa cinta.

2

La segunda película que les propongo es Buda az sharm foru rikht traducida al inglés como Buddha Collapsed Out of Shame y al español como Buda explotó por vergüenza. Fue dirigida por la iraní Hana Majmalbaf en el 2007, cuando escasamente contaba con 19 años de edad. La cinta recibió algunos reconocimientos y premios, especialmente por la juventud de su directora y por el hecho de que se hubiese atrevido a filmar con actores no profesionales. Los países de origen de la cinta son Irán y Francia. Sus intérpretes son: Nikbajt Noruz, Abdolali Hoseinali, Abbas Alijome. Tiene una duración de 81 minutos. El público apropiado para esta cinta son preadolescentes, adolescentes y adultos.

La película cuenta la historia de una niña afgana que quiere ir a la escuela para recibir educación. Su familia vive en la zona cercana a los Budas de Bämiyän, recientemente destruidos por los talibanes, donde viven miles de familias. En un entorno violento marcado por el régimen de los talibanes de Afganistán, Bagtay —una niña de seis años— se propone ir a la escuela con su vecino y allí poder aprender el alfabeto, pero sobre todo, aprender a leer, lo que le parece maravilloso. En su camino a la escuela, sufre el acoso de otros niños, que pretenden derribarla y lapidarla, como sus mayores hicieron con las gigantescas estatuas de Buda.

Tal vez lo más impresionante de la cinta es la forma como la directora nos presenta, de manera meticulosa, cómo los niños aprenden lo que ven de los adultos que les rodean y lo reproducen hasta en el más mínimo detalle incluso en sus juegos, y llegan a niveles de sadismo y de agresión insospechados. De tal forma que, si los adultos no se dan cuenta, los niños claramente reproducirán lo que ven, haciendo que las virtudes y los defectos de la sociedad se repliquen irremediablemente al infinito. Otra de las características sorprendentes de este filme es justamente el hecho de que nos presenta el grado de violencia y de agresión de que es capaz una sociedad, incluso, contra una pequeña de solo seis años, sin que haya derramamiento de una sola gota de sangre.

La cinta nos ofrece una excelente oportunidad para pensar y tomar consciencia de lo que estamos haciendo con los más jóvenes, y cómo ellos aprenden de nuestros odios y de nuestras violencias. No pasa desapercibido para nadie que si los adultos no tomamos conciencia de lo que hacemos cotidianamente y construimos otras maneras de interactuar, las nuevas generaciones, irremediablemente repetirán lo que ven en nosotros, perpetuando la espiral de violencia que nos ha envuelto y definido por muchos años.

3

La tercera película es Bang Bang You’re Dead que ha sido pésimamente traducida al español como Escuela de asesinos. La película data de 2002. Es dirigida por Guy Ferland e interpretada por Ben Foster, Thomas Cavanagh, Randy Harrison, Jane Mc Gregor, Gary Chalk, Eric Johnson, Janel Moloney. Su país de origen es Estados Unidos. La duración es de 87 minutos. El público apropiado para esta cinta es de adolescentes y adultos.

La cinta relata la historia de Trevor, un chico de 16 años que empieza su cuarto año de secundaria, y que acude a su escuela bajo ciertas condiciones especiales, pues amenazó con poner una bomba y hacer volar a todos por los aires. La amenaza despertó la paranoia y el odio de la gente en la escuela. A su vez, un profesor de ciencias sociales propone realizar la obra de teatro: Bang Bang You’re Dead, que trata acerca de un chico que, en medio de una situación parecida a la de Trevor, cedió a la tentación y mató a sus padres y a cinco estudiantes de la escuela…

Tal vez esta sea una de las cintas que mejor aborda el fenómeno del bullying y las causas de la violencia escolar, desde la perspectiva del trabajo que pueden realizar los educadores, cuando detectan que se está dando agresión, violencia escolar y bullying en un grupo humano y se toman en serio la posibilidad de intervenir para ofrecer alternativas, que no solo permitan la superación del problema, sino además hacer una catarsis sanadora.

De igual manera, la película ayuda a plantear la idea de que, efectivamente, para superar los conflictos escolares y especialmente el bullying, se requiere un profundo conocimiento de los estudiantes, de sus intereses, de sus necesidades, pero sobre todo, del potencial que cada quien tiene, para ofrecer alternativas de salida que los tengan en cuenta. Pero además, el docente interesado en contribuir a superar estos conflictos y violencias escolares debe ser tremendamente imaginativo y hacer acopio de mucha creatividad, para plantear soluciones que no sean las comunes o las ya desgastadas.

En el contexto colombiano, recientemente se promulgaron una ley y un decreto que buscan prevenir la violencia escolar, la discriminación, el bullying, e incentivar la sana convivencia, el respeto y la promoción de los derechos humanos, sexuales y reproductivos de los menores de edad y, en una palabra, todo aquello que permite la formación en ciudadanía. Pero, además, recientemente se creó la cátedra de paz, que debe ser incluida como un eje transversal en los contextos escolares. Frente a esto, la película de Ferland hace un aporte interesante a todos los educadores que quieran tomarse en serio estas dos grandes apuestas de la política pública educativa colombiana, que proponen un importante planteamiento en torno a lo que se puede hacer desde el entorno de la escuela. Desafía a los docentes a ser propositivos y proactivos, realmente interesados en buscar alternativas que permitan a las comunidades educativas dar los pasos que permitan crear las condiciones para incluir a los que normalmente son discriminados y buscar verdaderas soluciones frente al fenómeno de la violencia escolar.

4

La cuarta película que quiero proponerles es Mandariinid, en inglés Tangerines, y en español Mandarinas. La película dirigida por el estonio Zaza Urushadze y realizada en el 2013. Tiene una duración de 83 minutos. Su país de origen es Estonia. Los intérpretes son Lembit Ulfsak, Giorgi Nakashidze, Misha Meskhi, Elmo Nüganen, Raivo Trass. El público adecuado para ver esta cinta es de adolescentes y adultos.

En 1990, estalla la guerra en una provincia georgiana que busca la independencia. Ivo, decide quedarse, a diferencia del resto de sus compatriotas, para ayudar a su amigo Margus con la cosecha de mandarinas. Al comenzar el conflicto entre chechenos y georgianos, dos soldados resultan heridos delante de su casa, e Ivo decide cuidar de ellos, sin importarle que los dos sobrevivientes sean de bandos opuestos. Para poder llevar a cabo su cometido, define unas mínimas normas de convivencia para los dos soldados, pero además, su manera de interactuar con ellos justamente, genera una lenta y progresiva forma de ser y de convivir, que encuentra su base en aquello que tenemos como seres humanos: los sentimientos y las emociones morales.

El planteamiento de Zaza en relación con la violencia es que cuando hay verdaderos sentimientos y emociones morales, aflora en el ser humano eso que nos diferencia justamente de los otros animales con quienes compartimos nuestra parte instintiva, y entonces somos capaces de conciliar, ser tolerantes, ser respetuosos, colaborar para el logro de una meta común, e incluso, tomar partido por el logro de un objetivo, dejando de lado las diferencias políticas, bélicas o partidistas. Ivo, el hombre anciano que decide quedarse para ayudar a su amigo Margus a cosechar las mandarinas, lo hace sin ninguna pretensión y solo con el deseo de ser solidario, motivos por los que acoge también a los dos soldados heridos. Ivo no quiere más que hacer lo que considera que es correcto y adecuado en cada momento, sin más intensión que justamente hacer lo correcto.

El planteamiento de Mandarinas en torno a la violencia es que efectivamente toda guerra es estúpida en sí misma, destructiva, solo genera divisiones y separaciones entre los seres humanos que, generalmente apelan a razones y motivos un tanto fútiles y tontos en sí mismos. Por el contrario, cuando se apela únicamente a los sentimientos humanos, las personas encuentran en sí mismas las emociones y los sentimientos morales, que los llevan a actuar usando el raciocinio, respetando la palabra empeñada y siendo capaces de superar las diferencias que parecen irreconciliables.

Esta cinta es una excelente lección para los colombianos enfrascados en una guerra fratricida, en la cual definitivamente lo único que no parece emerger son los sentimientos y las emociones morales. Razón por la cual hemos sido capaces de cometer los más grandes atropellos y daños contra otros hermanos colombianos, que pasan por las masacres, la tortura, la desaparición forzada, el secuestro y toda serie de atrocidades, cuando de aniquilar o someter al enemigo se trata. Como ya he afirmado, esta película apela más a las emociones y a los sentimientos morales, para plantearnos que cuando echamos mano de ellos, somos capaces de superar cualquier diferencia, cualquier guerra, cualquier conflicto.

Este intento de acercamiento a la violencia desde el cine busca proponer a los lectores unas reflexiones que les permitan ver estas cuatro cintas con una mirada distinta, con la perspectiva de lo que como colombianos hemos de hacer en los actuales momentos, si queremos superar el conflicto y la guerra que nos ha aquejado por más de cincuenta años.

 

 

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