Desde marzo de 2015, se reglamentaron en un decreto temas conocidos por los establecimientos educativos públicos y privados del país. Hablar de los resultados en las pruebas externas y de cómo los estudiantes son promovidos de un grado a otro, considerando su bienestar como factor asociado al éxito de sus aprendizajes, ha sido una práctica cotidiana para acceder al reconocimiento social y a los incentivos que poco a poco se generan para las buenas instituciones, los excelentes docentes y los estudiantes pilos.
Sin embargo, el decreto, con su fuerza normativa, tiene implicaciones profundas en la transformación de la calidad educativa, desde la gestión educativa nacional, territorial y claro escolar. Esta última será el motivo de mi escrito, en esta oportunidad.
Los establecimientos educativos, por medio del Proyecto Educativo Institucional (PEI) y del Plan de Mejoramiento Institucional (PMI), “traducen”, por decirlo de alguna manera, la Gestión Educativa en Gestión Escolar. Directivos y docentes se esfuerzan por convertir los planes, programas y proyectos del sector educativo en realidades contextualizadas de sus comunidades urbanas y rurales, públicas y privadas, donde, finalmente, una de las alternativas de evaluación por resultados es lo que se obtiene en las pruebas SABER y en la promoción estudiantil, según la convivencia escolar.
Es así como los establecimientos educativos, en sus herramientas de gestión, PEI–PMI, requieren reflexionar acerca de la operatividad de su propuesta pedagógica (quizás ya construida y compartida por sus docentes), en la metodología de las áreas y en las prácticas pedagógicas en el aula, desde cada uno de sus espacios académicos y muy de la mano de su diseño curricular, sincronizado por competencias y desempeños en el sistema institucional de evaluación de estudiantes y el manejo de la convivencia escolar. Igualmente en la ruta de mejoramiento continuo, se debe estar atento a los procesos y componentes de la gestión académica, como el aspecto misional de todo establecimiento educativo. Esto es, estar atentos todos al diseño pedagógico, a las prácticas pedagógicas, a la gestión de aula y al seguimiento académico.
De acuerdo con el aspecto doctrinal del decreto que organizó el ISCE, el Ministerio de Educación Nacional lo plantea como un indicador de calidad que le permite al Gobierno Nacional saber qué tanto avanza cada establecimiento educativo en materia de calidad educativa y que permite a todo el país, a los padres de familia, a los docentes, a los rectores y a los estudiantes saber cómo se encuentra el colegio. Además, contando con elementos cuantitativos y cualitativos, busca sacar al país del paradigma de que solo podemos mejorar en 20 años. Por eso cada colegio, además de su indicador, va a tener el mejoramiento mínimo anual (mma) como meta del objetivo de la gestión académica en el actual Plan de Mejoramiento Institucional y que ya hace parte de la autoevaluación 2015 y 2016.
Con estas labores, los equipos de gestión y sus comunidades educativas, en cada establecimiento, deben acoger como reto en cada factor componente del Índice Sintético de Calidad Educativa:
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- En el PROGRESO, que registra qué tanto ha mejorado nuestra institución educativa en relación con el año anterior, hay que reducir el nivel insuficiente e incrementar el nivel avanzado en los resultados de las Pruebas SABER 3º, 5º y 9º (ya se aplicó pilojate 7º en 2015), y reducir significativamente el Quintil 1 en SABER 11º, lo que implica el desarrollo y evaluación de competencias en los estudiantes, trabajando desde todas las áreas las habilidades comunicativas, el pensamiento lógico, el pensamiento científico, el uso de la información y la vivencia de las competencias ciudadanías, al abordar la resolución de problemas.
- En el DESEMPEÑO que refleja el puntaje promedio que nuestros estudiantes tienen en las Pruebas Saber para Matemáticas y Lenguaje, considerando como referente los resultados en estas áreas curriculares, según el promedio nacional y el promedio territorial. Ya para este factor el Ministerio de Educación ha propuesto los Derechos Básicos de Aprendizaje (DBA), a los que me referiré de manera especial en un aparte posterior.
- En la EFICIENCIA, variable que se calcula con la tasa de aprobación del plantel, es decir, el porcentaje de estudiantes que aprueban el año escolar y pasan al siguiente, se requiere reflexionar acerca del Sistema Institucional de Evaluación de Aprendizajes que tiene como regla general la promoción y por excepción, la reprobación. Aún existen en los establecimientos educativos recuperaciones y nivelaciones desde una evaluación netamente cuantitativa–sumativa y finalista, habida cuenta de la existencia de la atención a situaciones pedagógicas pendientes, que considera que la evaluación es simultáneamente: diagnóstica, formativa (esencialmente) y sumativa. ¿Será que resucitaron las habilitaciones?
- En el AMBIENTE ESCOLAR, que corresponde a la evaluación de las condiciones propicias para el aprendizaje en el aula de clase, hay que tener en cuenta que existe una dimensión actitudinal en el aspecto académico individual de cada estudiante, tema que le corresponde al Sistema Institucional de Evaluación de Estudiantes; pero que también, coetáneamente, existe lo actitudinal que impacta la esfera colectiva, en la convivencia y en el ambiente escolar, que le corresponde analizar al Comité de Convivencia Escolar, ya que el conflicto, el bullying, el ambiente escolar y el clima de aula impactan los aprendizajes de los estudiantes. Es necesario propiciar mejores ambientes escolares y de aula, para que haya mejores aprendizajes.
Había comentado, que, de la mano del ISCE, surgen los Derechos Básicos de Aprendizaje, alternativa valiosa que se convierte en una mediación para la intervención pedagógica. Este concepto nos remite a pensar, que como docentes, tenemos un recurso para actuar directamente en el aula y que nos orienta en la práctica para la enseñanza, para el aprendizaje y para la evaluación. Pero su implementación no es tan automática, ya que como se ha anunciado en la prensa y en los documentos oficiales, no remplazan los Estándares Básicos de Competencia, no son una secuencia curricular ni un plan de estudios. Entonces ¿cómo podrían articularse?
Los establecimientos educativos requieren ser sistémicos y sistemáticos al incorporar en el diseño del plan de estudios los referentes de calidad, es decir, articular en sus espacios académicos los lineamientos curriculares, los estándares básicos de competencia, las orientaciones pedagógicas y los DBA de Lenguaje y Matemáticas, desarrollando competencias, que implican saberes significativos y que se evidencian con desempeños, en el camino de valorar para evaluar el proceso de formación de los estudiantes.
Es así como los DBA se deben asociar a los desempeños ya que, como propuesta de mediación, sugieren las habilidades que el establecimiento educativo debe garantizar para sus estudiantes en sus comunidades educativas, ubicando ejemplos sugeridos, que permiten al docente encontrar un abanico de posibilidades para programar su enseñanza, desarrollar el aprendizaje y prever la evaluación. Bien se ha mencionado, que el hecho de no abordarlos de modo secuencial, permiten al docente ubicarlos de acuerdo con sus necesidades y respetando la autonomía en el diseño de sus planes de asignatura, de unidad y, esencialmente, en sus secuencias didácticas en la clase.
Este año, nuevamente, se desarrollará en los establecimientos educativos el día de la Excelencia Educativa, escenario posible, que debe ir más allá de la norma, que debe incorporarse en la cultura institucional y verse reflejado en las pruebas SABER, pero, fundamentalmente, en la calidad educativa, entendida como aquella educación que satisface las necesidades y expectativas de cada estudiante, de su familia, de su contexto cercano y de nuestro país en el nuevo escenario de la paz.