Teniendo en cuenta lo anterior, y gracias a nuestra experiencia en el quehacer docente, podemos referirnos a la inteligencia ejecutiva como una gran herramienta psicopedagógica que se encarga de orientar las capacidades humanas, en este caso de nuestros educandos en pro de su felicidad y dignidad dentro y fuera del aula. Es por ello, que en el presente documento reflexivo daremos unas cuantas estrategias y recomendaciones para nuestras prácticas pedagógicas basadas en algunas de las funciones ejecutivas de este tipo de inteligencia tales como: la activación, la dirección del flujo de consciencia, la gestión de la motivación, gestionar las emociones, la elección de metas y de proyectos, gestión de la memoria y la metacognición.
La activación como una de las principales funciones ejecutivas permite que el estudiante disfrute y esté en un estado de alerta, disposición y atención dentro de la academia. Es así que recomendamos establecer ejercicios de gimnasia cerebral relacionados con la o las temáticas a estudiar o aprender. Una de las estrategias de activación que se puede emplear en nuestro contexto como docentes de inglés está basada en la aplicación y resolución de puzles y análisis de situaciones de tipo lingüístico, en donde el estudiante está interactuando con el idioma con agrado y presto para formarse en el aprendizaje de la lengua.
Según la psicóloga Pérez (2013) “…la gimnasia cerebral son ejercicios específicos que ayudan a que las personas puedan incrementar el aprendizaje y concentración, además que ayuda a mejorar el lenguaje…”. Es en este caso que se puede expresar y argumentar que dicha técnica de enseñanzaaprendizaje sea de gran ayuda en la adquisición del segundo idioma.
La dirección de flujo de consciencia está estrechamente ligada con la activación, pues esta permite que el educando esté atento, dispuesto y tenga control de su proceso de aprendizaje, dejando a un lado cualquier tipo de distracción en el aula. Una de las estrategias que podemos brindar desde nuestro quehacer docente está basada en hacer que el aprendiz conozca la importancia, el para qué y por qué de la enseñanza y aplicación del tema estudiado. Por ende, como docentes de inglés, es crucial que los educandos reconozcan los beneficios académicos, sociales y laborales que trae consigo la adquisición o aprendizaje de este idioma en la sociedad actual.
La consciencia es ordenada, organiza los sentimientos, emociones y apreciaciones de nuestro mundo circundante cuyo objetivo es fomentar, fortalecer y establecer la felicidad la cual se fundamenta en el control de la atención, saber lo que se hace y por qué se hace. (Csikszentmihalyi, 2012).
La gestión de la motivación como el deseo de hacer algo que nos lleva a actuar dentro de un contexto determinado. Para nosotros los docentes, la motivación que tengan nuestros estudiantes beneficia el desarrollo y el control de una clase. Por tal motivo, nuestra recomendación para transformar el aula está orientada hacia la relación de los intereses previos y la creación de escenarios en donde se establezca un aprendizaje significativo para los educandos. Es decir, que el aprendiz sepa cómo utilizar lo aprendido y aprehendido dentro y fuera de la academia. Un ejemplo claro de este tipo de estrategia se basa en la creación de contextos comunicativos en inglés, los cuales son cruciales para el desenvolvimiento expresivo y lingüístico del ser humano.
De acuerdo con Cuesta (2008), la motivación explica los procesos mentales que conllevan a sostener la actividad dirigida durante el aprendizaje de una segunda lengua. La intención y la toma de decisiones respecto a esta dependen de cómo se estimula el proceso de enseñanza-aprendizaje. Cabe destacar que esto puede aplicar para cualquier disciplina académica.
Gestionar las emociones está ligado con la motivación y los sentimientos que se tiene hacia algo o alguien. De acuerdo con lo anterior, una de las estrategias o recomendaciones en pro de la transformación del aula está dirigida hacia el pensamiento positivo ante cualquier situación académica; en otras palabras, se trata de brindar una seguridad de pensamiento agradable y significativo durante el proceso de enseñanza-aprendizaje.
El Tiempo (2016) en uno de sus artículos semanales plantea que “es bien sabido que la mente está directamente relacionada con la salud, el cuerpo y, por supuesto, con el estado de ánimo; de ahí la importancia de trabajar en este aspecto, para que con pequeños cambios en la manera de pensar y actuar se logre un estilo de vida diferente, más tranquila y agradable…”.
Ahora bien, la elección de metas y de proyectos está muy familiarizada con la motivación para realizar una acción o proyectarse a futuro en pro de nuestro bienestar común y colectivo. Desde nuestra perspectiva como docentes podemos inferir que cada uno de nuestros aprendices tiene algún fin o plan para su vida, que se va moldeando a través del tiempo. Por consiguiente, una de las recomendaciones que planteamos se consolida en permitirle y pedirle al educando que se proyecte a futuro con el tema estudiado; es decir, que se plantee así mismo qué beneficios tiene el aprendizaje del contenido y cómo este trasciende en su proyecto de vida personal, familiar, social, y sobre todo, académico.
Rodríguez y Chaman (2015) asienten que una meta es un evento futuro hacia el cual dirigimos esfuerzos concretos. En el ámbito académico los fines son declaraciones generales acerca de lo que esperamos que los estudiantes aprendan en el curso; es el blanco al que queremos apuntar y en muchas ocasiones teniendo en cuenta los proyectos de vida o ideales académicos de cada uno los aprendices
En cuanto a la gestión de la memoria como el deseo propio de decidir qué aprender; podemos establecer la siguiente sugerencia académica que contribuye significativamente hacia la transformación del aula, la cual se constituye en la presentación o enseñanza de temas y experiencias pedagógicas en las que los educandos puedan ser competentes y, a su vez, que el aprendizaje sea estimulado significativamente por parte de los educadores, de esta manera se estará logrando que los estudiantes fortalezcan, ejecuten y tengan una gerencia clara y precisa de lo que pretenden o quieren estudiar de acuerdo con las competencias académicas y laborales que exige la sociedad.
Rocha (2015) expresa que “es importante que el docente estimule la investigación, mediante procesos de sensibilización, reflexión, experimentación, vivencia, análisis, crítica y razonamiento. A partir de la utilización de estrategias pedagógicas dinamizadoras centradas en el estudiante, que conlleven a la construcción significativa de conocimiento y el aprendizaje autónomo, integrando conocimientos, destrezas y actitudes…”.
Por último, tenemos la metacognición como el pensamiento dirigido a supervisar nuestra acción de acuerdo con el contexto en el que interactuamos. Para esta función ejecutiva proponemos la siguiente recomendación y estrategia para fortalecer la transformación del aula en una escuela inteligente: fomentar la reflexión sobre lo que se está aprendiendo y cómo las temáticas académicas contribuyen significativamente en el diario vivir de cada uno de nuestros educandos. Se trata entonces, de invitar, incitar y motivar a nuestros estudiantes a analizar de una manera argumentativa cada uno de sus aprendizajes en las diferentes disciplinas académicas. Finalmente, las estrategias o recomendaciones plasmadas en este presente ensayo están basadas en nuestra experiencia como docentes, dispuestos a consolidar una “Escuela Inteligente” dentro del Gimnasio Campestre la Consolata. RM