Edición 31ExperienciasMaestros

Docente como formador

Ser maestro es convertirse en un superhéroe

Durante la pandemia en el 2020, han sido muchos los roles asignados a los docentes. Los padres de familia han comprendido la gran responsabilidad que conlleva dedicar tiempo y esfuerzo a formar desde los distintos campos del conocimiento a sus hijos; ahora que han pasado más tiempo en casa con ellos, valoran aún más el proceso educativo. Las familias de los docentes han reconocido durante esta emergencia sanitaria que ser maestro es convertirse en un superhéroe; si ya era todo un reto alcanzar metas y objetivos de aprendizaje en la “normalidad”, más todavía durante la pandemia, la virtualidad, el aprendizaje remoto o como lo quieran llamar, cuando enseñar y aprender de forma significativa y práctica se ha convertido en un desafío enorme para los maestros del siglo XXI. Es por ello que la palabra de moda: “reinventarse”, significa sencillamente modificarnos, evolucionar como seres humanos y profesionales de la educación y, durante el 2020, se dieron los primeros pasos a nivel mundial en dicho proceso; sí, se trata de ser agentes educativos de cambios dispuestos a la tarea de asumir nuevos y diferentes roles.

Ni qué decir de nuestros alumnos; ellos también tuvieron que pasar por un proceso de adaptación y cambio. Al no estar en el mismo ambiente y dinámica, lo cual al principio fue una buena noticia para algunos, se convirtió en toda una odisea, pues la desidia y la fatiga pronto se apoderaron de los largos días en casa.

Enseñar de forma significativa y práctica se ha convertido en un desafío enorme para los maestros del siglo XXI.

No obstante, para una gran parte de los estudiantes, aquellos que siempre estaban tímidos en clases, el estar en casa fue el “plus” que necesitaban para
empoderarse de su proceso de aprendizaje; estar dentro del “nido”, por decirlo así, les dio seguridad y tranquilidad para seguir adelante en su formación.
Por otro lado, adaptarse al cambio no fue el único reto que tuvo que afrontar nuestra población
estudiantil; ellos también asumieron nuevos perfiles y potenciaron algunos que fueron fundamento para los nuevos roles que, como docentes, tuvimos que afrontar.
Y prueba de ello, es que, en este proceso de tratar con nativos digitales, experimentamos cómo algunos de ellos, durante sesiones de aprendizaje remoto, intervenían para dar apoyo técnico a sus docentes, mientras que a otros les causaba risa vernos en un rol diferente y con poco manejo de las herramientas.

Docente como formador

Ahora bien, sin lugar a dudas, en quienes más se vieron reflejados los cambios de roles fue en los maestros; uno de estos roles, fue el de agentes de tecnología. Lo llamaré así puesto que, a excepción de algunas áreas del conocimiento muy afines con la tecnología, en este rol nos tocó programar, aplicar, mantener vivo un sistema, en pocas palabras, comprender a profundidad la lógica de las plataformas educativas para poder usarlas al máximo. El manejo de las mismas plataformas de videoconferencias, como Microsoft Team, Google Meet y Zoom, implicó múltiples ensayos y pruebas que nos convirtieron en esos agentes tecnológicos que tanto necesitaba la escuela en esos momentos.

Entablar con ellos un verdadero diálogo, en el cual se consiga una experiencia extraordinaria

De otra parte, hacer nuevos diseños de clases, de actividades y formas de evaluar, nos convirtió en productores de materiales didácticos interactivos puesto que, al cambiar los tiempos de estudio de nuestros estudiantes y tener en cuenta aspectos como la salud mental y emocional de los mismos, el tiempo se volvió en un factor valioso. Así que aplicar las actividades planteadas inicialmente no era lo más adecuado; por tanto, se tuvieron que crear nuevos diseños y hacer adaptaciones digitales de actividades antes establecidas de forma presencial. Diseñar, de la mano de la tecnología, implicó crecer, aprender y desaprender, adquirir nuevas habilidades en los sistemas informáticos, ya que inicialmente nos tomaba mucho tiempo prepararlas dichas producciones; no obstante, al transcurrir el año escolar, se fueron afianzando las destrezas. Con estas destrezas, dedicamos más tiempo de lo normal a la planificación y organización de secuencias didácticas, a conocer y potenciar el uso de las herramientas y recursos digitales a la mano y otros por explorar como Kahoot, Formularios de Google, etc.

Sin lugar a dudas, tuvimos que conocer nuevas formas de hacer presentaciones, diseñar dinámicas y juegos de forma digital, priorizar lo indispensable para estudiar en el periodo y simplificar la forma de abordar dichos aprendizajes. Esto de diseñar y ejecutar de la mano con las tecnologías de la información, fue una labor que a muchos maestros nos costó, pues nuestro manejo básico de herramientas y del computador debió evolucionar. Este rol que implica el manejo de las tecnologías vino para quedarse, de ahí que las experiencias vividas se convirtieron en la base para seguir desempeñándolo de forma precisa, cuidadosa y formativa.

Continuando con los cambios de roles, hay uno muy importante y poderoso: el de motivador. Como dice Díaz Barriga (2000) “el papel de la motivación en el logro del aprendizaje significativo se relaciona con la necesidad de inducir en el alumno el interés y esfuerzo necesarios, y es labor del profesor ofrecer la dirección y guía pertinentes en cada situación” (p. 36). La motivación es tan poderosa que influye en el fortalecimiento de la autoestima de los niños, niñas y adolescentes, y durante la pandemia uno de los obstáculos con los que tuvimos que luchar los maestros fue la desmotivación; nuestros jóvenes experimentaron sentimientos encontrados, apatía y el deseo de optar por el mínimo esfuerzo.

Así pues, motivar a los estudiantes, se convirtió en uno de los hilos conductores de nuestras clases; no se trataba simplemente de poner un video relacionado con los aprendizajes que se iba a estudiar, sino de tratar de “atraparlos” mediante el lenguaje asertivo y actividades precisas que los envolvieran, hasta el punto de apropiarse totalmente de las mismas. Un ejemplo de ello fue la realización de algunos proyectos Maker, árboles genealógicos, producciones audiovisuales como crónicas, noticieros y radionovelas.

Diseñar dinámicas y simplicar aprendizajes

Vale la pena decir que fue de suma importancia diseñar y poner en marcha una serie de actividades que implicaran la atención y acción del estudiante constantemente, como la participación activa en los chats de las plataformas de videoconferencias (Zoom, Meet, Team). Ejercicios como pedir su opinión personal frente al tema, un resumen de la clase o contestar una pregunta problema, hacían que el alumno se mantuviera “enchufado” con el aprendizaje y no solo conectado escuchando a una persona hablar durante cuarenta minutos.

Asimismo, fue importante la promoción de la sana competencia, mediante concursos de poseía, declamación, oratoria y hasta “rapeo”, lo que motivó a los chicos a prepararse, a desenvolverse para aprender haciendo, a ser agentes proactivos. Y, en el caso de algunos, a motivarse a través de sus pares. Por esta razón es de gran relevancia para el docente trasmitir motivación y entusiasmo, recordando que no podemos exigir a nuestros estudiantes lo que no tenemos o no somos capaces de hacer.

Docente como formador

Mantener a los estudiantes enchufados con el aprendizaje.

Cabe aclarar que, además de los roles asumidos, emergieron otros aspectos, compartiendo experiencias vividas durante la pandemia con docentes de lenguaje y las demás áreas del conocimiento. Salieron a relucir aspectos
significativos llevados al aula como disfrazarse de personajes de la literatura, de la historia, o como grandes científicos, lo cual convirtió la clase en una entrevista y promovió las habilidades de indagación y comunicación.
De la misma manera, durante la pandemia, el proceso de acompañamiento remoto se volvió muy personalizado. Llamaré a este nuevo rol, Agentes de call center. No es extraño que durante este confinamiento, se haya hecho más necesario el proceso de comunicación con padres, estudiantes y directivos: atender llamadas para dar orientaciones a los jóvenes o explicaciones a padres y directivos, responder bandejas de mensajería de las plataformas educativas (siempre llenas de consultas o de solicitudes de prórrogas), grupos de WhatsApp, divulgaciones sobre información institucional entre estudiantes y compañeros de trabajo; todo esto, desde nuestras casas.

De modo similar, a la hora de aplicar nuevas formas de evaluar diferentes a las convencionales, tocó asumir el rol de inspectores. Sí, ya no se trataba de realizar largas pruebas evaluativas o cargar a los estudiantes de ejercicios, sino de validar habilidades, aprendizajes y desempeños, mediante la participación, producciones textuales y actividades, en las que el estudiante aplicara lo aprendido, y fue aquí en esto que echamos mano de las listas de chequeo y las rúbricas de evaluación, las que también tuvieron su proceso de planeación y organización.

Nuevo rol, agentes de call center.

Huelga decir que al inicio intentamos simular las evaluaciones convencionales que realizábamos en la presencialidad, pero algunos grupos de estudiantes analizaban a fondo las herramientas implementadas para verificar si el diseño y planificación del docente había fallado o sencillamente, detectar el error de la misma para poder anotar un gol en sus desempeños académicos.

En resumen, decir que fue un año fácil sería mentir; pero sí fue un año de muchos retos, aprendizajes y crecimiento profesional y personal. Las experiencias vividas durante la pandemia han marcado un antes y un después en el sistema educativo; los roles antes mencionados son algunos de los más sobresalientes desde mi experiencia y las vivencias de colegas de la institución donde laboro. De seguro, muchos maestros en Colombia y otras partes del mundo, habrán experimentado roles y prácticas parecidas y, en todo caso, enriquecedoras. Roles producidos por esta coyuntura, que se convirtió en una oportunidad para el logro de los objetivos planteados por Ken Robinson (2016), experto en educación y creatividad, quien “promueve la evolución del sistema educativo incursionando en la creatividad, los talentos y la motivación para demoler una educación nacida para y por las sociedades industriales”.

“Modificarse y evolucionar ante este nuevo reto,”

Para finalizar, debemos tener claro que, como maestros del siglo XXI, necesitamos continuar reinventándonos, modificándonos, teniendo en cuenta lo que Feurestein propone desde la teoría de la modificabilidad cognitiva, ante las adversidades: “el organismo humano es un sistema abierto que, en su evolución adquirió el gran poder, el de modificarse estructuralmente a sí mismo” (Pilonieta, 2009), y qué más oportunidad de modificarse y evolucionar ante este nuevo reto, que ser formador en tiempos de crisis, gracias a la pandemia. De ahí la importancia de velar y procurar que el ser humano que dedica parte de su vida a formar a otros seres humanos, siga siendo una pieza fundamental en el desarrollo de una sociedad más equitativa e incluyente y un mundo mejor, enseñando con el ejemplo, cambiando el chip para que nuestros discentes también lo puedan hacer y sean capaces de recorrer el largo o corto camino de la vida.

Referencias

Díaz Barriga, F., & Hernández Rojas, G. (2000). Estrategias Docentes para un Aprendizaje Significativo, una Interpretación Constructivista. México D.F: McGraw-Hill Interamericana Editores S.A.

Robinson, S. (2016, Marzo 21). Aula Intercultural. Recuperado de https://aulaintercultural.org/2016/03/21/el-sistema-educativo-es-anacronico/

Pilonieta, G. (2009). Presencia, Palabra y Mirada. Revista International Magisterio # 40, 42.

Rafael Tamara

Profesor y Coordinador del área de Lenguaje del Liceo Panamericano Campestre de Sincelejo.

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