La generación actual de estudiantes colombianos recibe y hará suyos los cambios más importantes y significativos que podamos ofrecerles de cara a los años venideros, y ello será posible si formamos líderes tal y como lo requiere la Colombia del mañana.
Si bien don Tomás Rueda Vargas, uno de los fundadores del Gimnasio Moderno, señalaba con claridad en los estatutos de la institución que la formación de líderes podría ser el propósito mayor de la educación, no resulta extraño que dicho propósito fuera extensivo a todo el sistema educativo colombiano si por liderazgo se entiende la capacidad para trabajar junto a otras personas de manera solidaria en la trasformación del mundo y el país.
El verdadero líder es un negociador de esperanzas, no un mercachifle de ilusiones. Lo primero que tiene que hacer si es que quiere llegar muy lejos con sus ilusiones y propósitos, es lograr mediante el convencimiento y la fuerza de sus ideas que otros lo acompañen y aporten en un nada fácil y sí muy exigente trabajo comunitario.
Para fortalecer los procesos académicos en función de la formación de líderes desde la escuela, es indispensable innovar y renovar desde todos los frentes: un currículo escolar acorde con los nuevos tiempos; las aulas de clase que tienen que ver con adelantos y desarrollos tecnológicos; la formación de maestros a favor de una gestión pedagógica en la cual el estudiante sea el sujeto del aprendizaje y no el recipiente pasivo de contenidos estériles y obsoletos; el docente, un orientador y aprendiz más en tránsito a su propio perfeccionamiento; el sentido de pertenencia que lleve a los educandos no a un patrioterismo cerrero y aldeano sino a una genuina ciudadanía del mundo y los trabajos por proyectos de innovación tecnológica y educación personalizada, que estimulan la creatividad y permiten la adquisición de competencias para el liderazgo.
El mundo de hoy, en continuo proceso de evolución y transformación, distingue varias clases de líderes: el líder entusiasta, valeroso, temerario, tenaz, enérgico y apasionado, seguido por quienes admiran su optimismo y fuerza de convicción. En esta categoría caben con frecuencia caudillos, dictadores, jefes políticos y líderes religiosos. Tenemos también el líder natural, el que hereda el poder por tradición o por familia y finalmente, superior a los anteriores y en un estadio de mayor desarrollo, está el líder legítimo, el que se hace a sí mismo y se transforma intelectual y espiritualmente, y se prepara para organizar y dirigir, para encauzar fuerzas y energías, para ver mucho más allá de la común medianía y anticiparse a futuros resultados y desarrollos.
Formar esta clase de líderes en las instituciones educativas es de gran importancia para el futuro de las sociedades, pues dicha labor trasciende a la comunidad de cada uno de los colegios y nutre el tejido social del país por el cual estamos trabajando. La construcción de una sociedad justa, equitativa y con valores es no solo deseable sino imperativa si es que de verdad estamos interesados en trabajar por el futuro de la especie humana.
Desde las aulas, debemos depositar en los niños y jóvenes la confianza suficiente para que ellos crean en sí mismos y puedan identificar sus particularidades y fortalezas, que respondan efectivamente a sus necesidades y a la de los demás fomentando el trabajo cooperativo. Los maestros debemos educar de manera integral para generar un entorno de liderazgo, libertad, democracia, compromiso y solidaridad en consonancia con la idea de una sociedad libre y creativa, con el conocimiento pleno para la transformación del mundo. Es importante formar líderes, personas con la capacidad de transformar sus vidas y las de los demás, a tono con lo que dijo alguna vez Luis Carlos Galán: “La fuerza del pueblo está en la conciencia de sus derechos. En la conciencia de sus deberes. En la comprensión de que Colombia está iniciando otra época histórica, y que para que en verdad haya un salto cualitativo en la interpretación del país, en el conocimiento de sus realidades y posibilidades, todo colombiano tiene una tarea por cumplir”.
Sobre la importancia del liderazgo en la educación el rector del colegio Gimnasio Moderno responde algunas preguntas para Ruta Maestra:
1. ¿Cómo se ha realizado este proceso de liderazgo en el colegio?
R: El proceso de liderazgo comenzó con una lectura del entorno escolar: primero, la identificación de los frentes de trabajo; segundo, el conocimiento del equipo directivo; tercero, la alineación estratégica con el gobierno del colegio y cuarto, siendo el más fundamental, el diseño de un esquema de acción, basado en preguntas esenciales para el futuro del Gimnasio Moderno como: ¿qué es lo que ha hecho bien el Gimnasio Moderno en estos 100 años y qué es esencial preservar?, ¿qué tendencias globales existen en la educación del siglo XXI y qué aspectos relevantes de estas deberían ser tenidos en cuenta para actualizar nuestro modelo pedagógico y ponernos a tono con estos tiempos?
2. ¿Qué barreras se han presentado en el proceso y cómo lo han superado?
R: Barreras hemos encontrado muchas, que van desde el escepticismo inicial frente al proceso, por parte de varios sectores de la comunidad (alumnos, maestros, padres de familia, exalumnos, etc.), hasta la resistencia natural a participar de las diferentes líneas estratégicas y componentes de nuestro Plan de Desarrollo. Superar estas barreras ha sido cuestión de tiempo y adaptación por parte de estudiantes y profesores, a nuevos métodos de trabajo y acciones concretas en el aula; lo logrado se debe al liderazgo contundente y decidido del equipo de rectoría.
Ha sido un camino arduo y difícil, pero cada vez, son más los que se suman que los que se apartan de este mejoramiento continuo con resultados evidentes.
3. ¿Cómo han realizado la gestión de cambio para movilizar a toda la comunidad especialmente a los maestros?
R: Cada frente de trabajo tiene un líder responsable, que tiene asignado unos recursos importantes; en el colegio tenemos diversas instancias de control y monitoreo, respecto a su ejecución y los avances en materia de gestión.
Con los maestros hemos tenemos varias estrategias: estructuración de una escuela de maestros para introducir los principales cambios; involucramiento en diferentes grupos de innovación curricular e identificación de líderes clave, para el inicio de la transformación de áreas académicas hacia ámbitos de aprendizaje. Posteriormente, se diseñó la estrategia para comunicar los cambios a estudiantes y padres de familia.
4. Desde el punto de vista de los alumnos y padres, ¿cómo ven ellos esta transformación?
R: Recordemos la frase famosa y profética de John Kotter (1990): “…, el liderazgo fuerte será el rasgo que distingue a las mejores de estas escuelas que vendrán en el siglo XXI”.
En las mejores escuelas que vemos actualmente en el mundo, en países como Singapur, Irlanda, Inglaterra, España, Finlandia y USA, se ha acrecentado drásticamente el desempeño de los alumnos, cambiado las actitudes de los estudiantes y maestros o instrumentando reformas radicales, que, en este contexto, siempre hay detrás un individuo y un equipo visionario que muestran un nuevo camino…”.
En el Gimnasio Moderno, hemos ido “contando el cuento” a alumnos y padres procurando no generar confusiones, explicando de manera clara en qué consiste el cambio y cómo este, va a impactar la vida gimnasiana. Lo anterior, por supuesto, señalando las importantes ventajas que entraña para los gimnasianos estar mejor preparados, bajo didácticas más innovadoras, que buscan no solo desarrollar competencias, sino también, estimular el trabajo colaborativo, indispensable para vivir en las sociedades modernas.
Tanto los padres como los estudiantes han sido receptivos frente al proceso, ya que han visto a nuestra institución evolucionar en los últimos años y perciben una dinámica organizacional ingeniosa, la cual es pertinente, porque no deja de lado nuestra filosofía fundacional, sino que nos fortalece y prima en nuestras decisiones de cada día.
5. ¿Cómo están midiendo el impacto?
R: Definir los indicadores de impacto para medir el mejoramiento escolar, ha sido motivo de debate con el Consejo Superior.
Toda esta labor implica comprometerse y promover una cultura de medición entre los maestros, estudiantes y directivos, que no siempre es bien recibida; pero sabemos, que las mediciones más que un propósito en sí mismo de la educación, son herramientas que nos permiten definir mecanismos de mejora, por ejemplo, para el desarrollo de las habilidades y capacidades docentes y el mejoramiento de las condiciones de trabajo, que ayudan a identificar las fallas en los ejes curriculares, particularidades en el desarrollo de los estudiantes y realizar acciones puntuales para que la formación integral de unos y otros pueda darse en medio de nuestros pinos centenarios y su aroma de libertad.
Tenemos nuestro tablero de indicadores tanto para las líneas estratégicas como para los componentes del Plan de desarrollo, que serán revisados, ajustados o eliminados en función de la Acreditación Internacional que iniciaremos en el 2020. RM