La planeación de la educación lleva implícita una mirada desde la autogestión del aprendizaje que articula la experiencia vital del estudiante con el conocimiento actualizado y permanente.
La educación como factor primordial en la construcción y avance de la humanidad es un tema prioritario, especialmente en una época, que por sus características y condiciones, nos exige una mirada inter y transdisciplinar, el trabajo en red, la incorporación al mundo de la tecnología y una mirada ética frente a nosotros mismos, a los demás y al entorno natural. Desde esta perspectiva, la planeación de la educación implica una mirada desde la autogestión del aprendizaje que permita articular la experiencia vital del estudiante con el conocimiento actualizado y permanente, con el fin de responder a una de las exigencias fundamentales para la Educación en el Siglo XXI que es la formación de sujetos autónomos, competentes y comprometidos tanto con su proyecto de vida como con proyectos sociales que generen impactos positivos en el mundo.
Consideraciones previas
La autogestión del aprendizaje se concibe como el marco en el cual el estudiante es el principal responsable y administrador autónomo de su proceso de aprendizaje, encuentra sus objetivos académicos y programáticos, gestiona recursos tanto de tipo material como humano, prioriza sus decisiones y tareas en todo el proceso de su aprendizaje tal como lo plantea Bandura (1982).
Sin embargo, para establecer un marco contextual, hay que reconocer que la autogestión del aprendizaje contempla una serie de factores para que éste se produzca. Así, el estudiante necesita poseer ciertos elementos motivacionales para liderar su aprendizaje y ser consciente de lo que implica la autogestión, el desarrollo de habilidades de búsqueda, de estudio y análisis crítico y de aceptar el reto de la autogestión del aprendizaje como patrimonio de lo que será su conocimiento. Así mismo, el docente tiene que preguntarse ¿cómo o de qué manera motivar al estudiante?, consciente de que la respuesta no se encuentra en fórmulas mágicas o recetas educativas que nos resulten apetecibles El reto es que debe crear situaciones atractivas en las que pueda ofrecer al estudiante algo valioso que motive su curiosidad, como lo podría ser la estrategia denominada aprendizaje basado en problemas. En esta estrategia, el papel fundamental del docente es ser un facilitador del aprendizaje del estudiante.
El estudiante necesita poseer ciertos elementos motivacionales para liderar su aprendizaje y ser consciente de lo que implica la autogestión
En este sentido, la firmeza y el hecho de ser pertinaz en los propósitos son actitudes básicas para mantenerse en el cumplimiento exitoso de un aprendizaje autogestionado. A la vez tiene gran importancia, además, la organización del tiempo para un buen aprovechamiento del esfuerzo que realiza el estudiante durante su aprendizaje. Por esto debe establecer un cronograma de actividades que incluya fechas límite para cumplir con las actividades, lo cual facilita el desarrollo de buenos hábitos de trabajo y estudio. Esta estructura educacional no solo facilita el aprendizaje del estudiante sino que también reduce su ansiedad.
El escenario es completamente distinto al tradicional, en el cual el papel normalmente asignado al estudiante lo tiene acostumbrado a ser solo un receptor pasivo de las directrices del profesional de la docencia correspondiente. Se reconoce que cada estudiante, dependiendo del contexto y de sus variables individuales, desarrolla un estilo de aprendizaje propio, relativamente estable, pero dinámico, sujeto a posibles cambios que le permiten potenciar los puntos fuertes y corregir los débiles, en busca de alternativas que sean más efectivas. El propio estudiante, conforme va progresando en su proceso y dependiendo de las circunstancias que tendrá que afrontar, desarrollará estrategias que le permitirán enfrentarse con éxito a cada reto que encuentre.
Proceso de aplicación de una estrategia de autogestión: el aprendizaje basado en problemas
Primera sesión
La actividad se inicia con la presentación de un problema y finaliza con un plan de estudio basado en una lluvia de ideas para cumplir en el periodo entre la primera y segunda sesión. El paso inicial y el final son los únicos momentos preestablecidos; los demás pasos que sigue el grupo en esta primera sesión varían de un grupo a otro. Esta flexibilidad se fundamenta en el concepto de aprendizaje autogestionado, que es el elemento nuclear del aprendizaje basado en problemas. El papel del docente, como facilitador en esta primera sesión, consiste en asegurarse de que los estudiantes hayan comprendido el anunciado del problema y que tengan claro el significado de los temas que van a aprender y que ellos mismos han identificado previamente a partir de la lluvia de ideas. La decisión de quién hace qué, también es responsabilidad de los estudiantes y varía de grupo a grupo y de problema a problema.
Segunda sesión
Se comparten las fuentes de información que cada estudiante ha encontrado y que considera de utilidad para aprender el tema que se determinó en el plan de estudio. No se hacen presentaciones formales sino que se discuten los distintos aspectos del tema trabajado; cada estudiante aporta lo que ha encontrado y hace una breve reconstrucción de lo que comprendió, lo cual permite luego entablar una discusión bien fundamentada de las distintas áreas del plan de estudio. Si quedan temas que requieren clarificación, o nuevas áreas para estudiar, relacionadas con los objetivos de aprendizaje, pueden ser incluidos en el plan de estudios de la tercera sesión. El papel del docente, como facilitador, consiste en asegurarse de que la información presentada por los estudiantes provenga de fuentes fiables y que esté basada en evidencias y no en opiniones o creencias.
Tercera sesión
Los estudiantes discuten las áreas de estudio que hayan identificado previamente, aplicando la misma estrategia que se utilizó en la segunda sesión. Al final de esta sesión, el estudiante debe tener claro lo que se considera cumplido, lo que quede pendiente será asignado como un futuro trabajo con otro problema u otra actividad, incluyendo el estudio individual. La última parte de esta tercera sesión se dedica a la evaluación (autoevaluación, coevaluación y evaluación por parte del docente).
Ventajas de la autogestión del aprendizaje
Entre las ventajas que ofrece la autogestión del aprendizaje, están las de que incentiva el desarrollo del pensamiento crítico y la apertura mental en cada estudiante, y aumenta el aprendizaje debido a que enriquece su experiencia, su motivación y compromiso, así como su autoestima y la seguridad en sí mismo.
Los estudiantes comprometidos con este proceso se caracterizan porque son responsables del aprendizaje, o sea que, se hacen cargo de su propia formación y se autorregulan, y porque son estratégicos, en la medida que continuamente desarrollan y refinan el proceso de aprendizaje y las estrategias para resolver problemas.
Las capacidades adquiridas y desarrolladas así como los contenidos aprendidos durante el proceso son más fácilmente transferibles a situaciones concretas de la realidad. Este proceso de aprendizaje facilita la comparación de estrategias y de conceptos, lo cual permite abordar la solución de problemas desde perspectivas diferentes, y por tanto, favorece la transferencia y fortalece la autoconfianza.
Bibliografía básica •Bandura, A. (1982) Self-Efficacy Mechanism in Human Agency. Stanford University. Printed in U.S.A. •Oviedo, P.E. (2012). El aprendizaje autogestionado y colaborativo (conferencia). Diplomado en Estrategias Didácticas y Evaluativas. Bogotá. Universidad de La Salle. •Oviedo, P.E. (2012). Investigar para innovar la docencia. En el libro Innovar la enseñanza: Estrategias derivadas de la investigación. Universidad de La Salle. pp.13-31. Bogotá. Editorial Kimpres Ltda. •Oviedo. P.E. (2010). El papel de la resolución de problemas en la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias. En el libro Periscopio Universitario. Reflexiones sobre Educación, Investigación y docencia. Universidad de La Salle. ISBN: 978-958-8572-24-6. pp. 93-112. Bogotá. Editorial Kimpres Ltda.