Mientras que el mundo económico reivindica a los emprendedores, en la educación todavía se trata el concepto como una electiva.El principal combustible del espíritu emprendedor es la motivación y su rasgo determinante es el aprovechamiento de los recursos disponibles para impulsar iniciativas. Desde todo punto de vista, el emprendimiento acarrea elementos escasos pero imprescindibles en las aulas hoy. El deseo de emprender convierte al estudiante en un líder enfocado a la obtención de logros y resultados, generando un impacto relevante en el desarrollo personal y académico. Emprender no se limita a la creación de nuevas empresas. Las organizaciones que pretenden sobrevivir en el futuro necesitan que sus empleados tengan ese ADN que caracteriza el espíritu emprendedor. Un ADN que forma el carácter del estudiante y del futuro profesional con valores y capacidades clave para su éxito profesional, económico y social. En la Escuela Latinoamericana de Ingenieros, Tecnólogos y Empresarios, ELITE, formar emprendedores es el eje de nuestra propuesta de valor y emprendimiento es un rasgo característico de los ciudadanos líderes trasformadores. El ADN del emprendedor El pensamiento emprendedor reúne en un solo concepto valores, principios y capacidades que son deseables en el ciudadano del siglo XXI. Rasgos que se alinean en un propósito superior de impulsar iniciativas innovadoras, con el potencial de generar impacto positivo sostenible en la vida del emprendedor y en su entorno. ELITE ha elaborado una propuesta curricular que rescata el ADN emprendedor y lo convierte en un objetivo pedagógico por medio del desarrollo de una serie de capacidades mentales que hemos denominado capacidades ELITE. Se trata de una serie de diez (10) habilidades que al mismo tiempo señalan una ruta crítica para la iniciativa emprendedora: La prospectiva que nos invita a construir escenarios futuros deseados, sin las barreras del presente. La responsabilidad que nos estimula a desarrollar al máximo el talento individual, asumiendo el desarrollo personal y el del entorno afín. La estrategia que nos indica el camino óptimo para llegar del presente al futuro deseado. La simulación y el prototipaje como condiciones del proceso de innovación, que nos lleva a diseñar, probar y perfeccionar soluciones creativas que agreguen valor y generen bienestar. La apropiación tecnológica que agrega eficiencia y efectividad a las actividades de toda índole, a la vez que provee acceso a nuevos mercados y escenarios de oportunidad. El liderazgo que conlleva a priorizar el trabajo en equipo, alineando los propósitos individuales con objetivos comunes. La formulación de proyectos que nos permite visualizar recursos, actividades y tiempos en una ecuación que del otro lado sitúa las metas de la vida, el proyecto o la empresa. La sostenibilidad que prioriza el uso de los recursos en un procedimiento consciente, racional y enfocado a la renovación, ofreciendo un contexto de armonía entre el bienestar individual, organizacional y ambiental. La ejecución que implica el reto de pasar de las palabras a los hechos, evidenciar resultados y obtener los logros propuestos. El pensamiento emprendedor, que sintetiza y es consecuencia de esta ruta crítica, nos permite elaborar profundos y expeditos análisis, tomar decisiones concretas y realizar actuaciones rápidas y eficaces. Aunque el emprendedor se reconoce por sus actos y resultados, su singularidad proviene del entrenamiento continuo de su mente para pensar según los modelos mentales que acarrean estas 10 capacidades. Puestas en constante práctica y orientadas y visibilizadas en el proceso de aprendizaje, estas capacidades mentales se convierten en competencias para la vida. Aprender a emprender La consciencia de que el bienestar individual y de las propias iniciativas coexiste en reciprocidad con el bienestar y la prosperidad del entorno y de los otros, definen la ética del emprendedor. El entorno, habitado por sus inmediatos conciudadanos y por toda la humanidad presente y futura, le presenta a la vez desafíos y oportunidades ante los cuales su respuesta es la innovación. Comienza así para el que emprende -estudiante o profesionaluna ruta en la que cada desafío superado trae consigo otro aún más retador El emprendedor idea varias soluciones, prototipa algunas, simula los escenarios en que operarán y sus posibles consecuencias. En el aula se convierte en trabajo colaborativo, en deliberación entre estudiantes y docentes desde la interdisciplinariedad para enfocar la investigación, la reflexión y las decisiones hacia objetivos comunes: construir soluciones para un reto o problema real, cercano o inminente. Al igual que en la vida real todo comienza con mucha incertidumbre y por medio del esfuerzo concertado se descubre, se pone en práctica, se construye saber, se aprende. La ventaja de comenzar estos procesos en el aula es que allí se puede ajustar el tiempo a las dinámicas pedagógicas, al criterio de un profesional: el docente. La iniciativa toma vida y poco a poco los estudiantes asumen su rol. Cada uno se empodera, se cuestiona, se encuentra a sí mismo ante responsabilidades y circunstancias novedosas, excepcionales. Sin embargo, las consecuencias y riesgos no restringen por ahora, su confianza. El docente acelera o detiene el ritmo para revisar, concientizar, conceptualizar o reforzar aprendizajes. En la vida real el emprendedor es quien suele asumir la mayor cantidad de riesgos. Su capacidad y su empeño son así mismo remunerados. Los problemas se convierten en retos. Por cuenta de la perseverancia, las debilidades son transformadas en oportunidad. Así, el estudiante con dificultad en razonamiento matemático identifica el propósito de las fórmulas y gracias a ello descubre un raciocinio alternativo, acorde con su forma de comprensión. Esto motiva al equipo a reforzar perspectivas que ayuden a superar nuevos obstáculos. En el aula todo esto se traduce en logros. Al volverse sistemática, porque eso logra la educación, esta experiencia crea hábitos y modelos de pensamiento alineados con la lógica de la innovación, la apropiación tecnológica y la prospectiva. Las estrategias de evaluación permiten evidenciar las competencias individuales y del grupo. De este modo se incentiva y promueve la lógica de emprender. Un cambio de actitud que siembra el carácter del líder trasformador. Aprender a pensar, el nuevo currículo En una época en que abundan las herramientas para comunicarnos y una cantidad abrumadora de información está al alcance de nuestra mano, lo único que separa a las buenas personas de buenas decisiones es su modelo de pensamiento. Aunque el pensamiento se sustenta en la familia, se alimenta con las creencias y se expande con la cultura, nada influye más en la forma de pensar de una persona que sus propias experiencias y las emociones que cada una le produjo. Esto tiene que ser comprendido a profundidad por el sistema educativo. Crear, recrear y reflexionar experiencias cercanas, basadas en la realidad, y girar hacia ello los demás objetivos curriculares, es la oportunidad de formar en el estudiante una mayor capacidad para tomar decisiones. Estas pueden comenzar desde las metodologías para su aprendizaje o para la evaluación. Paulatinamente migrarán a otras cuestiones críticas para su generación, su proyecto de vida y el futuro. La educación como ningún otro ente de la sociedad es la primera responsable de forjar en una masa crítica de futuros ciudadanos, modelos de pensamiento que les permitan encarar la realidad, asumir las frustraciones como parte del aprendizaje, dominar sus emociones y desarrollar estrategias y habilidades para superar los obstáculos y alcanzar, en últimas, el pleno desarrollo de sus talentos. La educación está llamada a formar las élites emprendedoras, cuya vocación de reciprocidad con la sociedad los llevará a transformar positivamente la realidad. Con su inminente complejidad, la realidad tarde o temprano sobrepasará los conocimientos y capacidad de análisis de quien acompaña el proceso de aprendizaje. Esto no puede ser la excusa para limitar la posibilidad de que el estudiante experimente diversas oportunidades de aprendizaje, o que adquiere diversas formas de pensar desde temprana edad. Por el contrario, esto conlleva a reconsiderar los métodos, objetivos, roles y logros establecidos para la educación. Tips para promover emprendimiento en el aula Apuesta por el emprendimiento En una coyuntura social sin precedentes, una masa crítica de ciudadanos se moviliza hacia las oportunidades. Las brechas y asimetrías de todo tipo crecen con esas aspiraciones, eventualmente disuadiendo a muchos de alcanzarlas. Aprender a emprender implica prepararse para dos aspectos de la vida increíblemente agobiantes para el ser humano: el riesgo y la incertidumbre. Más allá, la premisa del pensamiento emprendedor es que la incertidumbre determina la toma de decisiones y conlleva a la acción emprendedora. Cada vez somos más los que concebimos la educación como un proceso de aprendizaje, antes que de enseñanza. Entre estos, unos cuantos más entendemos el aprendizaje como una configuración de experiencias significativas que confrontan al estudiante con retos de la vida. Confío en que pronto seremos más los dispuestos a insertar el mensaje emprendedor en el aula de clase, y aún más los que perderemos el temor de desatar su espíritu trasformador en nuestras organizaciones. Haremos parte de esa élite emprendedora que Colombia y América Latina tanto esperan.
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