Edición 31ExperienciasOrientadores

El orientador como constructor de redes entre la familia y la escuela

La crisis psicosocial que generó la pandemia desencadenada por la COVID-19, y que asume elaboraciones diversas, determinadas por la edad, cultura, sexo, contexto y estrato social entre otras variables, ha exteriorizando y visibilizando situaciones latentes de inequidad y desigualdad social, originando nuevos desafíos para la praxis de la orientación escolar, la cual necesariamente se ha visto abocada a readaptarse, para responder de forma más eficaz a las nuevas exigencias que se plantean en el contexto educativo local y social global.

La solución estatal y social del virus exigió a los agentes educativos secundarios y primarios, constructores de los procesos de socioculturización denominada educación, ingresar más plenamente en el ejercicio del empleo de recursos tecnológicos digitales y virtuales novedosos, para continuar reproduciendo los roles asignados por la tradición, el contexto y la cultura de la educación. Entre las diversas estrategias tecnológicas se utilizaron los blogs con instrucciones, aplicaciones android, plataformas virtuales educativas, WhatsApp, YouTube, etc., con el establecimiento organizado de horarios de atención para las diferentes poblaciones que, además de facilitar las consultas cotidianas sobre problemáticas biopsicosociales y conductas disfuncionales de riesgo, han permitido la atención oportuna en crisis.

Pronto se observó y se reconoció la importancia y el valor que representan estas nuevas tecnologías para un aprendizaje más integral, permitiendo incorporar nuevas didácticas, estrategias y metodologías, y posibilitando diversas formas de aprendizaje colaborativo a través de las redes, las cuales han permitido reproducir y reconstruir el tejido social y comunitario excluido, continuando la comunicación presencial postergada por el aislamiento, impuesto por las medidas de prevención. Se han estimulado también mayores procesos de autonomía, independencia, autodisciplina y personalización en el aprendizaje de los estudiantes, exigiendo, mayor participación de los padres de familia aun con condiciones precarias, y una mayor flexibilización curricular.

El orientador como constructor de redes entre la familia y la escuela

Este panorama heterogéneo, que introduce un alto grado de inseguridad e incertidumbre existencial, replantea y visibiliza la importancia y el papel del orientador como agente de cambio, integralizacion, complementación y cualificación educativa, potenciando su ejercicio creativo y hermenéutico, el cual requiere como fundamento praxiológico una ontología y epistemología sistémica emergente de carácter socioconstructivista, que responda más integralmente a la complejidad dialéctica de la realidad humana, determinada por factores biopsicosociales e históricos de carácter singular y universal, en permanente proceso de construcción y deconstrucción de la subjetividad.

Concientizar y sensibilizar a la comunidad escolar

En este sentido es claro que este síntoma social episódico no replantea necesariamente la identidad del orientador, más bien la enriquece, profundiza y amplia, permitiéndole, que su praxis fenomenológica y hermenéutica de diagnóstico, valoración, intervención e investigación institucional, le permita concientizar y sensibilizar a la comunidad escolar en aspectos de la condición humana, poco valorados por la ortodoxia educativa actual, de corte cognitivo-tecnicista, resaltando la importancia que tiene aspectos cruciales para la calidad de vida humana, como la salud mental, los procesos socioafectivos, metacognitivos, psicosociales, axiológicos, psicosexuales, espirituales y comunicativos, sin los cuales no se puede hablar de una verdadera formación integral, en una sociedad neoliberal, cosificada, individualista, consumista y deshumanizada, que no privilegia en su neurosis economicista, como valor fundamental, la integridad evolutiva y expansiva del desarrollo humano como sentido último de la existencia.

En concordancia con lo anterior, las acciones realizadas por la orientación escolar en este periodo transpandémico deben no solo mejorar, sino continuar reelaborando, integrando, articulando y reforzando las intervenciones psicopedagógicas en una perspectiva de flexibilización del currículo, como lo propone el Ministerio de Educación, objetivando el diagnóstico biopsicosocial de la comunidad educativa e implementando acciones coordinadas de carácter interinstitucional en la resolución y psicoprofilaxis de problemáticas, no solo de aprendizaje y adaptación académica sino también de la salud mental.

En efecto es importante continuar con las acciones socializadoras, en problemáticas que tienden a agudizarse, como respuestas psicogenéticas disfuncionales por la descompensación psicológica y traumática que produce la epidemia, como por ejemplo: la prevención de las adicciones y el suicidio, los estados depresivos asociados al aislamiento y el confinamiento en el hogar, el maltrato intrafamiliar y el abuso sexual, la formación en valores que actúa como condición psicoprofiláctica fundamental, el proyecto de vida que permite una reorganización vital prospectiva, asignando un sentido de vida, el ejercicio de la autoridad, que posibilita el desarrollo de la conciencia ética y moral necesaria para los procesos de autocontrol emocional y regulación de la conducta prospectiva.

Es necesario resaltar la importancia que representan los talleres de educación sexual

Se integran a este espectro los desarrollos socioafectivos y metacognitivos, unidad dialéctica que permite el progreso de la salud mental y potencia la capacidad de resiliencia, importante en la superación de los traumas emocionales y la restauración del Self, especialmente originada por relaciones parentales disfuncionales, carenciales, descompensatorias y traumáticas en estadios tempranos del desarrollo. Paralelamente juegan un papel pedagógico importante las capacitaciones para la resolución pacífica de conflictos, que estimulan el progreso de las capacidades adaptativas y de relación con el medio, propiciando un mayor uso de funciones ejecutivas de corteza prefrontal ante las descargas afectivas del sistema límbico.

Es necesario resaltar la importancia que representan los talleres de educación sexual, basados en los derechos sexuales y reproductivos, el respeto de las diferencias, la prevención de los embarazos tempranos y la regulación del componente instintivo para la toma responsable de decisiones, compleja, frente a la erotización genitalizante de algunos medios de comunicación. Pero es de resaltar al respecto la utilidad de las cartillas elaboradas por el Ministerio de Educación.

Evidentemente no sobra recordar el manejo de los problemas específicos de aprendizaje y adaptación escolar, como las dislexias y discalculias que inciden, especialmente durante la primera y la segunda infancia, en el bajo rendimiento y en la deserción escolar. Perseverar en el trabajo socializante de los estilos de vida saludable, que establecen un conjunto de rutinas protectoras de la salud mental, estabilizando procesos neurofisiológicos dopaminérgicos y noradrenérgicos, serán de vital importancia para mantener ciertos niveles de bienestar vital, disminuyendo las respuestas, regresivas, anhedónicas, egodistónicas, autolesivas y agresivas, producidas por las frustraciones que desencadena el efecto psicosocial de la situación pandémica en la dialéctica del ciclo vital.

Es claro que las poblaciones en alto riesgo, como los niños en condiciones especiales, ocupan un espacio selectivo en la preocupación de la orientación escolar, ya que necesitan una acción no solo educativa, sino terapéutica, personalizada y adaptada a sus características y limitaciones personales integrales. En este horizonte se resalta también el valor de los talleres de capacitación en el manejo del estrés, para disminuir el deterioro y envejecimiento neuronal; las estrategias de meditación basadas en el manejo de la atención selectiva y en la regulación consciente de la fisiología respiratoria, integrados al aprendizaje de técnicas de relajación, mindfulness o atención plena en el aquí y ahora, que favorece la regulación emocional.

El orientador como constructor de redes entre la familia y la escuela

Adicionalmente una parte complementaria de este proyecto es la capacitación en métodos de estudio y la organización racional del tiempo, que favorece la economía energética y establece hábitos que estimulan la autodisciplina y los procesos de autonomía. En este contexto juega un rol especial la estimulación de los hábitos lectores, los cuales son restauradores y potencializadores de los procesos neurogenéticos condicionados por la plasticidad cerebral y esenciales en el enriquecimiento psicolingüístico y, neurológicamente, en el mantenimiento de la mielinización, la corticalización, la sinaptogénesis y la dendrificación necesarios para el crecimiento cerebral como lo demuestran la neuropsicología, la psicobiología y la neuropedagogía actual, especialmente en etapas críticas del desarrollo mental infanto-juvenil.

El departamento de orientación, que trabaja en consonancia con los docentes, directores de grupo, coordinadores, comités académicos y padres de familia, debe continuar consolidando las escuelas de padres, para afianzar el vínculo entre la familia y la escuela, mediante acciones estratégicas que permitan a los padres de familia, reflexionar, resignificar y modificar sus patrones, esquemas y prácticas de cuidado y crianza, específicamente en su rol como formadores primarios y acompañantes directos de los procesos de aprendizaje de sus hijos e hijas, al permitirles ejercer de una manera más asertiva y proactiva, sus funciones y roles parentales condicionantes del desarrollo de la autoestima, de los procesos de resiliencia familiar y la formación del autoconcepto, aspectos centrales en la evolución de la personalidad, la adaptación y el rendimiento académico.

Comprometidos con la conservación del medioambiente

Por su puesto que las acciones de orientación escolar se articulan respondiendo a un proyecto educativo institucional y a un perfil del estudiante, construido por la institución escolar, como meta teleológica de un conjunto de valores humanos, contextuales y universales; asentados en la solidaridad, la responsabilidad, la tolerancia, el respeto por las diferencias y las normas de convivencia, la autonomía, la independencia, la disciplina y la honestidad; integrados a un aprecio y valoración de la ciencia y la tecnología, pero también comprometidos con la conservación del medioambiente y el uso racional de los recursos naturales; cimentados en el fortalecimiento de un pensamiento constructivista, prospectivo, crítico y metacognitivo, que fortalece del desarrollo de competencias socio-afectivas, epistemológicas y axiológicas, las cuales priorizan las destrezas para dialogar, concertar, investigar, decidir, proponer y liderar procesos de resolución de conflictos personales y sociales.

En la escenificación del proyecto de orientación aparecen resistencias y dificultades que no deben desesperanzar o desmotivar cualquier esfuerzo que se haga. Al respecto no se puede ignorar, en muchas instituciones educativas, incluso oficiales, la ausencia de los más mínimos recursos tecnológicos o de infraestructura para realizar una labor digna y humana, o el desequilibrio en la atención social a la población estudiantil, por ejemplo, existen en algunos municipios solamente un orientador para 3.000 estudiantes, aspectos que hacen compleja la realización de una adecuada labor y someten a los orientadores a una sobrecarga laboral que deteriora su salud mental.

En este sentido son pocas las investigaciones realizadas sobre los problemas de salud mental que presentan, no solo los psiquiatras, sino los psicólogos, los orientadores escolares, los docentes y los padres de familia. Estos últimos deben poseer la mayor información posible sobre los teléfonos de emergencias y las instancias sociales locales que, en momentos de crisis y urgencias, les pueden asistir prestando servicios de carácter familiar, psicológico, psiquiátrico o policial.

En conclusión, ante el ingreso al espacio escolar y la permanencia de la nueva normalidad, es necesario sostener los progresos y desarrollos adquiridos en este tiempo, y continuar edificando sobre lo construido, particularmente en relación a la actualización metodológica, pedagógica y evaluativa, contribuyendo a una flexibilización de los procesos y haciendo énfasis en las urgentes medidas de bioseguridad y cualificación del currículo, mediante aprendizajes de autosostenimiento, capacitación socioemocional, estilos de vida saludable, psicoprofilaxis familiar, disminución de condiciones de riesgo psicosocial, competencias cognitivas, creativas e innovadoras y la incorporación de experiencias y prácticas centradas en el campo de la salud mental y la dimensión artística, como vehículo psicoterapéutico de sublimación de las emociones negativas y fortalecedor de los procesos resilientes.

Orlando Hernández

Psicólogo, con formación en filosofía, Psicoterapeuta Psicoanalítico, Universidad Nacional de Colombia, con Especialización en Desarrollo infantil de la Universidad Incca, Catedrático de diversas instituciones de Educación superior, Conferencista y Magister en Neuropsicología y Educación. Universidad Internacional de la Rioja. Orientador Escolar de la Institución Educativa oficial.

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