Edición 18Reflexión

Educar para la ciudadanía global

Como resultado de los cambios que el desarrollo de la tecnología de las comunicaciones ha generado en las formas de producir bienes y servicios, hay cada vez mayor interdependencia entre las economías en el mundo, y también hay formas nuevas muy poderosas de organización social y participación. Estos cambios constituyen lo que algunos llaman la globalización, un fenómeno que nos lleva a todos a interactuar de forma más cotidiana con personas con identidades diferentes a las nuestras.

Esta globalización requiere establecer una relación más estrecha entre lo que se aprende en la escuela y los acontecimientos que experimentan los estudiantes en sus vidas, que reflejan un mundo cada vez más integrado como resultado de estos desarrollos tecnológicos. La globalización en sí misma es un proceso inevitable que ofrece oportunidades de mejoramiento de oportunidades humanas, pero que no necesariamente ha ofrecido a todas las personas las mismas oportunidades. Esta es la razón por la cual algunos grupos rechazan la globalización, como se ve en las elecciones de Brexit en Gran Bretana, y en la reciente elección Presidencial en Estados Unidos. Es por ello que la educación para el desarrollo de la ciudadanía global es esencial para permitir a los jóvenes comprender el mundo que les ha tocado vivir –altamente globalizado— y para que puedan hacer de la globalización una oportunidad de mejoramiento del bienestar humano, de la sustentabilidad ambiental y de la paz.

El Southern Poverty Law Center en los Estados Unidos documentó una cifra récord de 867 incidentes de ataques basados en racismo o discriminación religiosa o de identidad de género en los diez días siguientes a las elecciones presidenciales, posiblemente como resultado de la muy divisiva campaña presidencial en Estados Unidos, con sus atributos antiinmigrantes y antiglobalización. Este desarrollo, y otros como el voto de Brexit en Gran Bretaña, señalan que una proporción significativa de la población en estos y en otros países del mundo no acepta el aumento de la frecuencia y la intensidad de las interacciones con personas de muchas identidades diferentes que caracterizan a la globalización. En un discurso pronunciado el 1 de diciembre por el presidente electo Donald Trump para celebrar su victoria, expresó claramente este sentimiento antiglobalización:

“Escuchamos mucho hablar sobre cómo nos estamos convirtiendo en un ‘mundo globalizado’, pero las relaciones que la gente valora en este país son locales”.

“No hay himno global, no hay moneda global, no hay un certificado de ciudadanía global, prometemos lealtad a una bandera y esa bandera es la bandera americana”, continuó. “A partir de ahora va a ser: América primero… Nunca nadie volverá a tener intereses de otro tipo que vayan antes del interés del pueblo estadounidense, lo cual no va a volver a suceder”.

En octubre de 2016, Teresa May había expresado sentimientos similares:

“Si usted cree que es un ciudadano del mundo, es un ciudadano de ninguna parte. No entiendes lo que significa la ciudadanía”.

Sin embargo, los sentimientos antiglobalización expresados por la primera ministra May y por el presidente electo Trump no reflejan las opiniones de una parte considerable de su electorado. Una encuesta realizada por GlobeScan para el Servicio Mundial de la BBC muestra que, en los 18 países encuestados, más de la mitad de la población se ve más como ciudadanos globales que como ciudadanos de su país. www. globescan.com/news-and-analysis/press-releases/press-releases-2016/383-global-citizenship-a-growing-sentiment-among-citizens-of-emerging-economies-global-Poll.html

En el mejor de los casos, esta resistencia por parte de la población a un mundo que se está juntando a una velocidad acelerada exacerbará las tensiones y nos hará perder muchas oportunidades de colaborar a lo largo de líneas de diferencia en la mejora del mundo. En el peor de los casos, este rechazo de los resultados de la globalización y los puntos de vista tan opuestos entre personas de la misma nación sobre el valor de la ciudadanía global conducirá a inestabilidad social y el conflicto.

Dado que las escuelas públicas fueron creadas para ayudar a los estudiantes a desarrollar la capacidad de colaborar con otros, a lo largo de multiples líneas de diferencia, en la mejora del mundo, es imperativo que la profesión docente conduzca a preparar a los estudiantes a comprender el mundo en el que viven, a comprender su complejidad, a reconocer la forma en que los asuntos mundiales y locales están entrelazados, a comprender la globalización y sus consecuencias, incluidos los riesgos globales, apreciar la fortaleza que representan nuestra diversidad y diferencias, y a tener las habilidades y el deseo de contribuir a mejorar el mundo. En resumen, la profesión necesita promover la educación global de la ciudadanía. En ese proceso, un currículo adecuado y recursos educativos de alta calidad son críticos.

Con un grupo de colegas, he desarrollado un programa para ayudar a capacitar a los estudiantes como ciudadanos globales. Hemos publicado este plan de estudios en un nuevo libro (Reimers, Chopra, Chung, Higdon y O’Donnell, “Empowering Global Citizens” 2016) en el que explicamos por qué la educación de la ciudadanía global es un imperativo de nuestro tiempo, examinamos diversos enfoques de educación global, proponemos un enfoque del siglo XXI de la educación global y sobre esa base desarrollamos un currículo interdisciplinario de kinder a bachillerato de la educación de la ciudadanía global. Hemos utilizado la licencia Creative Commons menos restrictiva para alentar la colaboración y la construcción por otros en nuestro trabajo. El libro está disponible como un libro de kindle por $1 así como en papel a traves de Amazon www.amazon.com/Empowering-Global-Citizens-World-Course/dp/1533594546

A pesar de que la educación global no es una idea reciente, existe una nueva urgencia para ser más intencional en su búsqueda. No todos los estudiantes que tienen la oportunidad de ir a la escuela aprenden a reconocer su humanidad común con otros a través de líneas de diferencias culturales, raciales, religiosas o nacionales. No todos aprenden a ser curiosos acerca de esas diferencias, o expertos en encontrar maneras de utilizar esas diferencias en beneficio de una mayor colaboración para abordar conjuntamente los desafíos que enfrentamos en el mundo.

Estos desafíos están bien resumidos en un pacto global que articula lo que debemos hacer para lograr la paz en el mundo, lo que es necesario para crear condiciones que eliminen la pobreza, reduzcan la desigualdad de género y social y promuevan la salud, la educación, la sostenibilidad y el progreso social y económico. Este pacto, llamado los Objetivos de Desarrollo Sostenible, proporciona un marco para guiar los esfuerzos de individuos, organizaciones y naciones para que de hecho mejoremos el mundo. Para lograr esos objetivos, necesitaremos programas de educación más intencionales y más efectivos para ayudar a los estudiantes a entender la importancia de estos objetivos y de los objetivos específicos de cada uno de ellos.

Una de las prioridades para alcanzar estos objetivos, es decir, un mundo inclusivo en el que vivamos en paz unos con otros y con la tierra, es educar a todas las personas, para que desarrollen las capacidades y la voluntad, para hacer su parte en el logro de cada uno de los diecisiete objetivos. En “Empowering Global Citizens”, ofrecemos un plan de estudios integrado, multidisciplinario, basado en proyectos K-12 que ilustra cómo ofrecer a los estudiantes oportunidades para desarrollar esas capacidades. El plan de estudios está diseñado no solo para ayudar a los estudiantes a entender el mundo, sino para mejorarlo.

Invitamos a maestros, administradores educativos y a quienes llevan a cabo programas de formación de maestros a construir sobre ese trabajo y promover un movimiento global de educación de ciudadanía global que prepare a todos los estudiantes para reconocer su humanidad común con otros y desarrollar las capacidades y disposiciones para colaborar por sobre las lineas de diferencia en el abordaje de los desafíos que compartimos, incluido el desafío representado por la creciente intolerancia y el riesgo de que se normalicen la violación de los derechos humanos y las libertades civiles en todo el mundo.

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