Una década maravillosa que nos sirvió para nacer, crecer y posicionarnos como una verdadera alternativa educativa para nuestra región. De no existir, en tan solo diez años pasamos a ser una realidad educativa que entró poco a poco en el corazón de las familias y de la cultura educativa manizaleña. Pero el rápido crecimiento y posicionamiento no ha sido motivo para que directivos y comunidad académica nos conformemos. Siempre hemos tenido claro que lo que nos dio buen éxito en el pasado reciente, no garantizará nuestra permanencia y éxito en el futuro inmediato y lejano. Por tal motivo, desde julio del año 2017 hemos venido en un ejercicio de redireccionamiento estratégico que nos ha llevado a visualizarnos como un colegio diferente que responda a los retos educativos, sociales, culturales, juveniles y familiares del mundo actual. Nuestra opción ha sido muy clara: pasar de ser un colegio plano a un colegio inteligente. ¿Cómo hacerlo y lograrlo? Esta es nuestra propuesta y testimonio.
No podíamos conformarnos con los buenos resultados
No basta con mirar los peldaños, hemos de subir la escalera”.
Václav Havel
La primera década nos sirvió para construir una visión clara: llegar para quedarnos. Sembrar para crecer. Mostrar para darnos a conocer. Saber empezar para saber continuar. Pero a pesar de haberlo logrado necesitábamos atrevernos a marcar la diferencia en nuestro ser y hacer. Y así, atesorando el pasado reciente, nos dimos cuenta que en educación siempre hay que buscar nuevos caminos y que lo ya establecido es necesario evaluarlo para mejorarlo continuamente. Y en esa dinámica de evaluación y revisión concluimos que, en muchos procesos, -sobre todo en los relacionados con los ambientes cognitivos- éramos aún un colegio muy plano.
Plano como sinónimo de un modelo basado casi que exclusivamente en la enseñanza. Plano como sinónimo de un currículo basado en asignaturas y contenidos. Plano como sinónimo de aulas cerradas, tratando de agotar el abordaje del conocimiento dentro de sus cuatro paredes. Plano como sinónimo de unas didácticas heteroestructurantes o transmisionistas en donde el docente es el mayor protagonista del aula mientras el estudiante, pasivo y coartado, se dedica a replicar el conocimiento dado. Plano como sinónimo de un aprendizaje individual, basado en una evaluación que privilegia la recordación y la repetición de procesos, pretendiendo a través de ella, llegar a las anheladas competencias. Y bajo este análisis empezamos a ver un desgaste en la dimensión académica de nuestro proyecto y, por ende, un peligroso desencanto de nuestros estudiantes y sus familias; inclusive comprometiendo en mucho la felicidad prometida en nuestra misión de educar seres humanos que ayuden a construir un mundo más justo, pacífico y feliz.
Dicho análisis, caracterizado por categorías bien definidas, nos marcaba un camino necesario y claro para empezar a recorrer: romper dichos estigmas de escuela plana, para dar paso a lo que hemos llamado “el perfil de una escuela inteligente”.
Y en este proceso de reflexión nos encontramos con tres acontecimientos maravillosos, providenciales, muy ricos y aclaradores, los cuales queremos compartirles en el desarrollo de nuestra experiencia.
El primero: leer, analizar, desentrañar y debatir con el equipo directivo en un primer momento y con todos los docentes en un segundo escenario, el libro titulado Directivos de escuelas inteligentes: ¿qué perfil y habilidades exige el futuro? de las investigadoras y educadoras españolas Lourdes Bazarra y Olga Casanova. Del análisis de este texto revelador e innovador nos quedaron muy claras sus principales conclusiones: “… El sistema tradicional en el que hemos crecido, y en el que continúan creciendo muchos niños, está centrado en las certezas, en los resultados fijos, en una experiencia única para todos. Estábamos magníficamente preparados para un presente continuo… que no existe. (Como les pasa a muchos colegios de nuestro país, agregamos nosotros). Es hora de reinventarnos como escuelas, como directivos y como maestros, porque nunca han sido tan necesarios los profesionales del aprendizaje y tan prescindibles los enseñantes.
… Las Escuelas Inteligentes no se resisten a los cambios ni se limitan a adaptarse a ellos. Son escuelas que buscan el modo de utilizar y transformar lo que sucede para que se haga posible un futuro inteligente. Para conseguirlo, se están transformando en “nómadas del aprendizaje”. Son escuelas que no dejan de aprender, escuelas que crean el futuro. Dirigir una Escuela Inteligente es un gran reto que exige tener visión de futuro y conocer el perfil y las habilidades directivas que hacen posible el cambio educativo. Este libro invita a los profesionales de la educación a emprender un apasionante y transformador viaje hacia un nuevo modo de entender y vivir la escuela”.
Y precisamente ese viaje, ese camino, esa visión y ese volvernos “nómadas del aprendizaje”, fue lo que nos cautivó como directivos y maestros para redefinir nuestra visión estratégica y nuestro proyecto educativo. Y de aquí nace una enseñanza más, que humildemente queremos compartirles: Las Escuelas Inteligentes lo son, porque sus directivos conforman un círculo académico de continuo estudio, de aprendizaje continuo y de ejemplo constante para resignificar y transformar sus paradigmas mentales, actitudinales y prácticos gracias a atreverse a romper los moldes internos confrontándolos con los siempre maravillosos conocimientos externos que se dan más allá de sus oficinas, sus centros y sus contextos. Y esta actitud, de directivos abiertos a lo nuevo, se la trasmiten a sus docentes, a sus estudiantes y a sus familias. Esto fue, en un primer momento, lo que logró el equipo directivo de nuestra institución. Y a partir de ahí, empezamos un proceso continuo y rico de capacitaciones, lecturas, diálogos y entornos de aprendizajes con nuestros docentes y colaboradores que nos ha llevado a potenciar nuestra capacidad de lectura y de escritura, produciendo ensayos de corte pedagógico en los cuales registramos, directivos y maestros, las transformaciones de nuestros saberes y de nuestras prácticas institucionales y de aula.
Para ser Escuela Inteligente, hay que crear red de escuelas inteligentes:
“Casi todas las tardes, o yo iba al estudio de Braque o él venía al mío. Los dos teníamos que ver lo que el otro había estado haciendo durante todo el día. Nos criticábamos mutuamente. Un lienzo no estaba terminado hasta que los dos sentíamos que lo estaba”. Pablo Picasso
“La fuerza de lobo está en la manada”. Poema de Rudyard Kipling, La ley de la jungla.
Uno de los grandes males de nuestro sistema educativo, y por ende de muchas de nuestras instituciones, es prepararnos para el individualismo, para ser islas, para sobrevivir solos, para crear secretos en torno a nuestros modelos y proyectos. Y esto, propio de una escuela plana, es su sepultura. La Escuela Inteligente basa su fuerza en las sinergias, alianzas, redes y apoyos interinstitucionales. Por eso, seguidamente les compartimos, en nuestro proceso de transformación, otro camino que estamos transitando.
El segundo descubrimiento maravilloso en este proceso de transformación de una escuela plana a una Escuela Inteligente fue buscar y encontrar quién nos ayudara a entender el cómo transitar la vía de reorganizar nuestra institución coherentemente con los retos de una escuela que aprende. Y en esa búsqueda nos encontramos con una persona y una institución: la pedagoga española Carmen Pellicer y su institución la Fundación Trilema. No se trata de copiar discursos, de importar modelos, de forzar procesos; pero sí de conocer caminos andados, experiencias de vida y de estudio sistematizadas y que, gracias a los buenos éxitos, iluminan escenarios de transformación. Y eso encontramos en Carmen Pellicer y su Fundación Trilema. Con ellas, desde su metáfora maravillosa del cubo de Rubick, nos dimos cuenta que nuestra institución tiene seis caras, como las caras del cubo, y que para “armar” el cubo de manera total, hay que mover todas sus caras y armando una, se deben ir armando todas. Hay tres caras que tocan el aula de una manera directa y otras tres caras que tocan el todo de la institución. Las tres caras del aula son: el currículo, la metodología y la evaluación. Las tres caras institucionales son: la organización, la personalización y el liderazgo.
Detrás de todo este modelo hay todo un sustento conceptual maravilloso que nos llevan a una escuela que aprende y, por ende, a una Escuela Inteligente. La cara del currículo ya no puede quedarse exclusivamente en las asignaturas y los contenidos. Es necesario articular áreas del conocimiento que partan de las competencias para llegar a los conceptos y contenidos. El énfasis en la metodología no está ya en la enseñanza, propia de la escuela plana, sino en el aprendizaje, característico de la Escuela Inteligente. Hay una diferencia abismal entre planear un escenario pedagógico para enseñar con el maestro como protagonista a planear un escenario pedagógico basado en el aprendizaje con el estudiante como actor principal de dicho proceso. Pero no un estudiante aislado e individualizado como se privilegia en la escuela plana, sino un estudiante mediado por el grupo a través del aprendizaje cooperativo. No es lo mismo una metodología o didáctica de aula basada en los apuntes, en la memoria y en la repetición o modelación externa, característico de la escuela plana, a una metodología basada en el aprendizaje basado en proyectos, con portafolios que reflejan y sistematizan el proceso de aprendizaje, superando los cuadernos de apuntes atiborrados de contenidos. No es lo mismo una evaluación que se basa en la enseñanza y aprendizaje individual, que busca medir solo el resultado o producto final, con pruebas estandarizadas y homogéneas, que miden de la misma manera a todos los estudiantes, que buscan casi que exclusivamente la promoción, propio de la escuela plana a una evaluación basada en rúbricas, en procesos metacognitivos en donde el estudiante expone qué ha aprendido, cómo lo ha aprendido, para qué lo ha aprendido y qué le falta por aprender en todo su proceso. Pasando así a una evaluación continua, de proceso, cualitativa, descriptiva y holística, más característico de la Escuela Inteligente.
Y los anteriores procesos que impactan el aula: currículo, metodología y evaluación se acompañan por las tres caras institucionales: por una organización flexible, abierta, que privilegia el trabajo cooperativo de maestros, que anima el hermanamiento pedagógico (una maravillosa estrategia en la cual formamos binas de maestros, uno de bachillerato con otro de primaria, para que se visiten en el aula, se observen sus clases, lean y escriban juntos sus observaciones y se nutran de sus saberes y sus prácticas), que abre los horarios y los integra en escenarios compartidos, que permite franjas de tiempo para favorecer el aprendizaje basado en proyectos y la planeación interdisciplinar… lo que caracteriza a la Escuela Inteligente. Una escuela que hace de la personalización (quinta cara del cubo) el escenario nuevo de la inclusión, que piensa en los apoyos terapéuticos, que adapta el aula a las características de todos sus estudiantes, que encuentra en el trabajo cooperativo la estrategia ideal para valorar las potencialidades de cada estudiante y desde sus diferentes roles, se fortalecen mutuamente. Y, por último, como clave en todo este proceso de transformación de una escuela plana a una escuela inteligente, se necesita un liderazgo (sexta cara del cubo) totalmente basado en la fuerza del equipo, compartido, lleno de pasión, de mística y de amor por el otro y por la educación, un liderazgo que no le pertenece solo al rector o directivo, sino que se irriga a todos los miembros de su comunidad educativa y sintoniza el sentir institucional hacia la transformación de su ser y su hacer.
Como complemento a la riqueza encontrada en Carmen Pellicer y la Fundación Trilema, pudimos tener parte de su equipo, como su coordinador académico, Javier Ojeda, en jornadas de capacitación con nuestros maestros para acercarnos a las experiencias pedagógicas que ya han consolidado. Adicionalmente pudimos ir a España y participar en el Congreso de Escuelas que Aprenden y allí constatar que este camino da frutos excelentes, que se ven las transformaciones de las instituciones gracias a las transformaciones de sus líderes y por ende esto repercute en las transformaciones de sus maestros, quienes a su vez transforman sus aulas y gracias a ello transforman sus estudiantes y, como consecuencia, se transforman sus entornos y con ellos la sociedad y el mundo. Hoy, el Gimnasio Campestre La Consolata va en ese camino de ser el primer colegio colombiano que quiere ser admitido a la red mundial de Escuelas que Aprenden de la Fundación Trilema.
Nos faltaba el toque diferenciador e innovador:
“Es muy posible que no sepamos muy bien qué es educar, o qué puede llegar a ser. Pero sí sabemos a lo que no puede renunciar la educación: a encender el deseo de pensar (saber, crear, conocer…), a abrir las puertas de este deseo a cualquiera y a asumir las consecuencias de este deseo compartido desde la igualdad”. Marina Garcés
Hasta aquí en nuestro proceso de transformación habíamos logrado, como por yuxtaposición de términos, entender cómo vencer de nuestros saberes, pensamientos, actitudes y prácticas los viejos lastres que dejan todavía en nuestras aulas, pasillos y escenarios académicos las sombras aún resistentes de la escuela plana, mientras emerge con su luz transformadora el amanecer de la Escuela Inteligente. Queremos quitarle con esa luz la fuerza exclusiva a la enseñanza para dársela al aprendizaje; la fuerza al currículo “asignaturista” y de contenidos, para pasarla al currículo integrador y de competencias; la fuerza al aula cerrada, para pasarla al aula abierta; la fuerza a las metodologías pasivas, transmisionistas, individualizadas, memorísticas para pasarla a las metodologías basadas en aprendizajes cooperativos, al desarrollo de habilidades de pensamiento, al aprendizaje basado en proyectos… La fuerza en una evaluación final, exclusivamente cuantitativa y que como fin persigue solo la promoción a una evaluación dinámica, conocedora de todos los procesos de los estudiantes y que genera reflexión desde la metacognición y desde el seguimiento integral del maestro.
Pero más allá de todos estos renovados procesos que ya hacen parte de nuestro pensar, de nuestro discurso y en gran medida de nuestra acción, sentíamos que era necesario dar el paso a una dimensión transversal que nos diera un plus de innovación. Y nos encontramos con el tercer descubrimiento maravilloso: SET VEINTIUNO. Un innovador programa de habilidades para el siglo XXI que, de la mano de SANTILLANA, viene a complementar excelentemente toda la dinámica académica de la Escuela Inteligente en la que queremos convertir nuestro colegio. Y algo que cautivó nuestra atención como directivos del colegio lo encontramos en la misma justificación de SET VEINTIUNO: “Nuestros alumnos han cambiado. Nosotros hemos cambiado. La sociedad está cambiando. Si queremos alumnos activos y participativos, personas autónomas, con autoconfianza, curiosas, con capacidad de cooperar y de autoevaluarse, creativas, con iniciativas, responsables, capaces de afrontar riesgos, optimistas, convencidas de la necesidad de crear valor individual y colectivo y conscientes de la importancia del equilibrio entre esfuerzo y recompensa, debemos fomentar, trabajar y desarrollar todas estas habilidades en nuestras escuelas”. Y precisamente esto es lo que necesitamos urgentemente promover como factor clave de transformación para nuestra Escuela Inteligente y es lo que nos ofrece el programa de SET VEINTIUNO.
Este programa viene a enriquecer nuestro proyecto educativo porque somos unos convencidos de que como Escuela Inteligente que queremos ser, debemos contribuir al pleno desarrollo de nuestros estudiantes; para lograrlo, las competencias y contenidos conceptuales necesariamente deben ser complementados con competencias y contenidos procedimentales y actitudinales. Necesitamos programas que nos ayuden a gestionar y administrar nuestras emociones y motivaciones. Para lograrlo, debemos hacer mucho énfasis en las habilidades que el siglo XXI nos exigen como reto y como norte; las habilidades básicas que debemos potenciar son: Flexibilidad y adaptabilidad; autoconocimiento, autoconcepto, autoestima y gestión de las emociones; optimismo realista; automotivación, energía y autonomía; resiliencia; comunicación positiva y eficaz; escucha activa y capacidad de diálogo; ciudadanía digital y conciencia cultural y social; empatía; asertividad; curiosidad e imaginación; gestión de la información; pensamiento analítico y capacidad de anticipación; pensamiento crítico; colaboración; creatividad; toma de decisiones; iniciativa y espíritu emprendedor; liderazgo y trabajo en equipo; aplicar y crear tecnología; y resolución de problemas. Estas 21 habilidades o grupos de actitudes, valores y saberes, deben ser un norte claro para perfilar el estudiante que queremos ayudar a formar para que sea exitoso en el ámbito personal, en el escenario académico, en el entorno comunitario y en su proyección y desarrollo profesional.
Desde este escenario conceptual decidimos abrir nuestro plan de estudios y crear un espacio al cual llamamos PENSAR Y CREAR. En este espacio desarrollamos todas las semanas los cinco proyectos de SET 21, desde el grado primero hasta el once. Y creamos un recorrido de la siguiente manera: 1.°: El valor de las cosas. 2.°, 4.°, 6.°, 8.°, 10.°: Aprender a Pensar. 3.°,5.°,7.°,9.°: Emprender. 1.° a 11.°: Programación de las cosas y robótica.
Una vez creado el espacio y definida la ruta para el desarrollo de los proyectos, decidimos que tanto directivos, psicólogas, fonoaudióloga, educadora especial y algunos maestros iban a ser los orientadores de los mismos, previas capacitaciones y asesorías de los formadores que SANTILLANA nos ofrece. Hoy, llevamos más de tres meses en el proceso y los logros y avances son evidentes, tanto así para que en el mes de agosto podamos socializar, de la mano de SANTILLANA en el primer Congreso de SET 21, los avances y las victorias tempranas de este maravilloso complemento y plus para nuestro proyecto educativo.
Invitación final
“Uno de los principales objetivos de la educación debe ser ampliar las ventanas por las cuales vemos el mundo”. Arnold H. Glasow
Les hemos compartido, a grosso modo y de manera muy sucinta, uno de los muchos caminos que ciento de escuelas en el mundo han recorrido o lo están recorriendo para transformar sus proyectos educativos y, por ende, el proyecto de vida de todos los miembros de su comunidad educativa. Con este testimonio hemos querido abrir una ventana por medio de la cual se puedan asomar otras instituciones que estén sintiendo lo mismo que nosotros: no estar cómodos con una escuela plana que sigue matando los sueños siempre nuevos y llenos de esperanza de nuestros niños y jóvenes y desean “conocer” otras formas de recrear la vida desde sus aulas y ambientes formativos.
Debemos ser muchas las Escuelas Inteligentes que no se aterran ante el presente y el futuro, sino que por el contrario lo construyen y lo recrean gracias a sus procesos de reflexión, de “arriesgarse” a caminar senderos inexplorados por el temor o al conformismo. Eso es lo que hoy por hoy estamos haciendo en nuestra institución y a lo que los invitamos a todos quienes tienen en su norte, un mejor mundo gracias a la educación.
Y para andar esos nuevos caminos no estamos solos. Son muchos los aliados estratégicos que hoy se nos presentan y que están prestos a tendernos sus manos, sus conocimientos, sus infraestructuras científicas y de aprendizaje y sus colectivos de profesionales que se “desgastan” día a día por hacer de la educación el camino real para la construcción de un mundo más justo, pacífico y feliz como reza la misión de nuestro colegio.
Gracias Santillana, por ayudarnos a abrir esta ventana y poder compartir este viaje como “nómadas del conocimiento” hacia la Escuela Inteligente y de la felicidad.
Orgullosa de pertenecer a esta institución que innova, que crece y propone para toda la Comunidad no sólo un aprendizaje para ser competentes sino también un aprendizaje para la vida.