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Algunas características para la implementación de la Cátedra de la paz

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En el actual contexto del país, las instituciones educativas y sus directivos están preocupados por poder responder, de manera eficiente, a la construcción de una cultura de la paz, en la perspectiva de la cátedra que recientemente se creó, desde las políticas públicas, con el fin de introducir en el sistema educativo colombiano, elementos formativos que contribuyan, de manera seria y consistente, a que las nuevas generaciones de colombianos, se formen como personas, con las competencias y habilidades necesarias, para que cuando sean ciudadanos y asuman en sus manos el país, lo hagan con mejores elementos que las generaciones pasadas, que por cerca de cincuenta años, no han hecho lo suficiente para terminar con el conflicto que ha causado más de doscientos veinte mil muertes y unos siete millones de desplazados, solo por mencionar dos cifras, que no son para nada halagüeñas 

En esta perspectiva, la Cátedra de la paz, tal como la propone la normatividad legal vigente, recoge doce ejes temáticos o componentes, de los cuales, las instituciones educativas, como mínimo, pueden y deben elegir dos, para la implementación de la mencionada cátedra. Estos ejes o componentes temáticos son aspectos que bien vale pena considerar detenidamente en la perspectiva de la tarea de implementarla, justamente por aquello que los mismos significan y podrían aportar en el proceso formativo de los estudiantes.

Analizado rápidamente algunos de los elementos más significativos que contiene la norma se puede decir lo siguiente:

1. Justicia y derechos humanos

Aspecto de la Cátedra definido como aquel que se ocupa de poner en contacto a los estudiantes con los derechos humanos, para que los conozcan, se apropien de ellos y los puedan incluir en su repertorio de principios y valore, que sustentan sus decisiones y comportamientos, pero sobre todo, que para que busquen el logro de la justicia como parte inherente a ellos.

A pesar de que, desde la Revolución francesa en 1789, se empezó a hablar de derechos humanos, pero que además hay múltiples organismos internacionales y nacionales dedicados a su promoción y protección, aún en nuestro contexto colombiano, seguimos sin conocerlos a profundidad, apropiarlos y ponerlos en práctica. La apuesta de la Cátedra es por formar a los estudiantes en las competencias necesarias para que efectivamente las conozcan, las internalicen y las lleven a la práctica, de manera natural en su propia vida. Pero todo ello enmarcado en la virtud o el valor más importante de la humanidad: la justicia.

2. Recursos naturales

Uso sostenible de los recursos naturales, aspecto que se puede entender como el conjunto de estrategias, habilidades, conocimientos y acciones que las personas ponen en marcha, con el fin de proteger y conservar el medioambiente, como el ámbito en donde la vida humana es posible.

La construcción del estado, la vida en sociedad y la ciudadanía que tanto se pregonan como parte del nuevo país que es preciso generar a partir de los

acuerdos de paz, pasa necesariamente por el uso responsable y sostenible de los recursos naturales. Colombia es considerado como uno de los países más biodiversos del mundo, sin embargo, la guerra y los cultivos ilícitos, sumados a la modificación constante de la frontera agrícola, han ido destruyendo dicha biodiversidad y acabando, en muchos casos, especies de plantas y animales, para siempre. La construcción de una nueva sociedad más pacífica, justa y sostenible, pasa necesariamente por el cuidado y la conservación del medioambiente y de los recursos naturales, lo que se debe aprender, desde las edades más tempranas y de forma natural.

3. Resolución pacífica de conflictos

Aspecto definido como aquel que hace posible que las personas desarrollen las habilidades y las estrategias necesarias y suficientes, para resolver adecuada y pacíficamente los conflictos que se les presentan en la vida cotidiana.

Desde la psicología, la sociología y la antropología, siempre se ha dicho que el conflicto es algo inherente a la vida en sociedad de las personas, y que en sí mismos, los conflictos no son malos o dañinos, en tanto que los mismos hacen parte de la dialéctica de la vida de las personas, y de alguna manera, son necesarios para que la historia y la vida misma avancen. Pero claro, lo que sí es incorrecto definitivamente es la resolución inadecuada del conflicto, especialmente cuando se recurre a la violencia, ya sea física o psicológica, para someter al otro, aventajarlo e imponer lo que una de las partes quiere. En esta perspectiva, es necesario formar a los estudiantes en procesos de resolución pacífica y adecuada de los conflictos que habitualmente la vida les presenta, con el fin de que, en forma efectiva, adquieran las competencias y habilidades necesarias y suficientes, para aplicarlas en la cotidianidad sin tener que recurrir a la violencia como camino para su resolución o superación.

4. Prevención del acoso escolar

Entendido este aspecto como el conjunto de estrategias y procedimientos que se estructuran en la organización escolar, para la prevención y atención de todo tipo de violencia, y en especial, la atinente al bullying o intimidación, con el fin de lograr la convivencia pacífica.

Estudios realizados muestran el acoso escolar como una de las formas de violencia que más impacto tienen en la vida de los estudiantes, pero además, como el fenómeno que más daño emocional les causa a estos, de tal manera, que posteriormente, genera en algunos de ellos comportamientos aprendidos de indefensión y, en otros, niveles más agudos de agresividad. En este sentido, la prevención de todo tipo de acoso escolar y la búsqueda de una convivencia pacífica entre los escolares, contribuirá de manera significativa a la formación de personas con habilidades y actitudes, que les permitan establecer adecuadas relaciones, resolver pacíficamente los conflictos e interactuar con los demás en un ambiente de respeto.

5. Diversidad y pluralidad

Aspecto que se puede definir como aquel que hace posible que los estudiantes desarrollen las habilidades y las competencias necesarias para convivir con los demás integrantes de la comunidad educativa, en un ambiente de tolerancia y de respeto, que haga posible la convivencia pacífica en la escuela, la aceptación de la diversidad y la valoración de la pluralidad.

Uno de los requisitos para la construcción de la comunidad escolar y, por supuesto, posteriormente la sociedad civil, es justamente formar en los niños y en los jóvenes la capacidad de respetar la diferencia y desarrollar en ellos las habilidades para aceptar al otro con sus particularidades, sin tener que atacarlo, humillarlo, descalificarlo o lesionar su autoestima, por ser diferente. Adicional a ello, los estudiantes deben aprender a valorar la pluralidad como una condición que enriquece las interacciones entre las personas, no solo porque contribuye a la convivencia pacífica, sino además porque les permite reconocer cómo efectivamente la convivencia y la construcción de la sociedad civil son más valiosas y significativas, cuando los integrantes de los grupos humanos que hacen parte de la sociedad son diferentes, plurales y divergentes.

6. Participación política

Aspecto que se puede definir como aquel que hace posible que los estudiantes adquieran consciencia como sujetos activos de un grupo social, de que tienen unos derechos y unas obligaciones, que hacen parte activa de la vida en sociedad, y que han de desarrollar las habilidades y competencias que los habilitan como sujetos políticos, para participar activamente en la construcción de la sociedad civil.

Uno de los grandes elementos que tal vez más han contribuido al conflicto colombiano es justamente la ausencia de una seria y profunda formación política y ciudadana de los colombianos. De tal manera que, en el país, se ven prácticas como una abstención en las votaciones cercana al setenta por ciento, el trasteo de votos, la compra y venta de votos, partidos que dan su aval político a candidatos cuestionados y muchas veces investigados o condenados por delitos, lo que desemboca necesariamente en una participación amañada y más bien poco democrática. Esta realidad devela que la mayoría de los ciudadanos colombianos no saben o no suelen hacer uso de los mecanismos legítimos de participación política, de tal manera que no realizan las acciones que como tal les corresponden para hacer efectiva la tan pregonada democracia. Formar políticamente a los estudiantes, prepararlos para que sean actores activos en la democracia, enseñarles los deberes y derechos que como ciudadanos tienen, es otra de las tareas y condiciones para que sea posible la paz como resultado de la participación política.

7. Memoria histórica

Un eje entendido como el conocimiento y manejo de los principales hechos e hitos en los procesos de construcción de la paz, tanto en el ámbito mundial como nacional, con el propósito de comprender las causas de los conflictos y la violencia de los países, y las estrategias y los cambios estructurales para hacer posible la paz.

La memoria histórica es una de las deudas pendientes más importantes con las víctimas de todas las violencias que existen en el mundo. Este componente de la Cátedra de la paz está enfocado en desarrollar en las nuevas generaciones, un conocimiento crítico de las condiciones y consecuencias que dieron origen a los conflictos, violencias y guerras que se han librado, tanto en el contexto nacional, como en el internacional, para que dichas nuevas generaciones creen las condiciones que garanticen que hechos como los vividos no se vuelvan a repetir.

8. Dilemas morales

Este componente se define como aquel que hace parte de las estrategias que permiten el desarrollo y la maduración del juicio moral de las personas y que las habilitan para elaborar raciocinios de orden ético, que sustenten las decisiones morales que toman, a partir de la puesta en práctica de los principios y valores, que previamente han ido asumiendo como propios.

Siempre se ha hablado de una crisis de valores en nuestra sociedad, entendiendo por ello, que en el país no contamos con una ética civil o ciudadana, o más exactamente, con una moral pública que permita a los colombianos, respetar las normas y reglas de la sociedad, ser solidarios, íntegros y comprometidos con lo público. Tal vez, el país se ha desgastado mucho en procurar salvaguardar los valores —que generalmente son relativos y ajustados a proyectos humanos históricos— y no en fundamentar la moral pública desde juicios morales que se sustenten en principios éticos de carácter universal, que permitan a los futuros ciudadanos elaborar juicios que involucren dichos principios.

Estos son algunos de los aspectos más significativos que la normatividad ha definido como componentes fundamentales de la cátedra. Si se toman en serio y se los puede trabajar de manera consistente en los espacios académicos que se generen para la implementación de la misma, se podrá proveer a los niños y los jóvenes, de unas condiciones para el desarrollo de las habilidades necesarias y suficientes que les permitan ser personas más pacíficas, propositivas y proactivas, capaces de superar los conflictos y evitar la violencia para resolverlos.

Es apenas evidente que la implementación de una Cátedra de la paz tal como se propone en la normatividad no solo requiere de material didáctico apropiado, de guías conceptuales y recursos que ayuden al desarrollo de los anteriores componentes, sino de educadores con una nueva mentalidad y unas condiciones humanas y pedagógicas distintas, que no se limiten a repetir o a impartir mecánicamente unas clases, sino que estén dispuestos a promover nuevas maneras de ser y de interactuar entre sus estudiantes, a comprender y ayudar a comprender el fenómeno de la violencia que durante más de cinco décadas ha azotado al país, pero sobre todo, a crear las condiciones para que no se vuelva a repetir la trágica historia que durante este tiempo ha minado la calidad de vida de los colombianos.

En esta perspectiva, los docentes que quieran de verdad apostarle a trabajar en aquello que la Cátedra se propone, también deben estar dispuestos no solo a formarse conceptual y didácticamente, sino además a generar estrategias psicológicas personales, que les permitan conocer y manejar los contenidos de la Cátedra, pero además, desarrollar unas condiciones humanas diferentes que hagan posible que aquello que están enseñando y transmitiendo a los estudiantes, se vuelva parte de sus vidas. Por lo mismo, ellos en sí mismos deben ser un ejemplo de lo que quieren formar en sus estudiantes. Este es, tal vez, uno de los más grandes retos que implica el hecho de implementar la Cátedra de la paz en las instituciones educativas colombianas.

No se debe olvidar que el sentido profundo y más relevante de la mencionada cátedra está enfocado en fomentar una cultura de la paz en la sociedad, educar a las nuevas generaciones para la convivencia y generar un desarrollo sostenible que haga posible una Colombia, no solo en paz, sino con las condiciones necesarias y suficientes para que la vida de todos los colombianos sea posible, digna y humana en todo el sentido de la palabra.

 

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