Premio Vivalectura, cuando leer es ayudar
La Fundación Santillana Argentina reconoce anualmente proyectos de promoción de la lectura que tienen impacto educativo, cultural y social. Acciones que son claro ejemplo de cómo se puede ayudar a crecer y mejorar mediante la lectura.
Es habitual que comparemos la lectura con un viaje, o sostener que leer permite vivir muchas vidas, pero la lectura también es un medio para cambiar la vida de las personas. A partir de este concepto y con el objetivo de valorar las experiencias de promoción de la lectura en los distintos contextos de la sociedad nació el Premio Vivalectura. Esta iniciativa de la Fundación Santillana reconoce a personas o instituciones que llevan adelante proyectos en situaciones muy diferentes: escuelas, calles, plazas, clubes, hospitales, cárceles y por supuesto bibliotecas. Siempre con el objetivo de transmitir la pasión por la lectura y ayudar a las personas a crecer y mejorar individualmente y con los demás.
El Premio Vivalectura recibió la atención y la participación de centenares de instituciones sociales de toda la Argentina. Desde 2008 se presentaron más de 5.000 proyectos que narran experiencias en primera persona. Porque quienes presentaron sus trabajos lo hicieron no solo animados por concursar, sino también entusiasmados por compartir lo que hacen día a día y por hacer que sus acciones se puedan ver multiplicadas. Se han conocido esfuerzos de todas las provincias y muchas han llegado a ubicarse los primeros premios.
A través del tiempo, formar parte del jurado o de la organización del Premio se convirtió en una experiencia enriquecedora en sí misma, acompañada por reconocidos autores de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina como: Ricardo Mariño, Ema Wolf, Luis María Pescetti, Laura Devetach, Mempo Giardinelli, Elisa Boland, Eduardo Sacheri, Juan Sasturain, Liliana Bodoc y Ana María Shua.
La lectura permitió a muchas personas transformar el dolor en una acción enriquecedora, como el proyecto llevado a cabo por Carla Costamagna, una mamá que perdió a su hija pequeña y en su memoria creó un espacio de lectura para los niños que concurren a distintos hospitales. También ayudó a jóvenes detenidos en cárceles a encontrar una forma de expresión a través de la edición de la revista “Pensando en voz alta” escrita, ilustrada, diseñada y editada por ellos mismos. Otros casos se llevaron a cabo en escuelas y han tenido sus propias formas de alentar a los niños y jóvenes a descubrir el poder y el placer de leer, como en el Colegio Tomás Alva Edison de Mendoza que ha presentado sus proyectos durante varios años. Un caso especial es el de Silvana Corso, una directora de una escuela de Educación Media nominada al Global Teacher Prize que promovió la lectura entre los docentes de la institución como medio para lograr un ámbito más inclusivo.
Todas estas experiencias y muchas más se pueden encontrar en la página web del Premio Vivalectura y permiten conocer la dimensión personal y comunitaria que adquiere la lectura a través de acciones concretas, realizables y replicables.
José Saramago dirigió un mensaje a los primeros ganadores en el año 2008 y en él nos recordaba que “La lectura no solo es necesaria y útil, además es buena para la salud, la salud de la mente, la inteligencia, la capacidad crítica necesitan de la lectura. No solo hay que felicitar a quienes ganan los premios sino también a todos los que participaron y se esforzaron con el límite de sus capacidades. Si todos hiciéramos lo que podemos quizás el mundo sería mejor”.
La misión del Premio Vivalectura, después de todos estos años sigue siendo lograr que a través de la lectura nos esforcemos por lograr un mundo mejor.