En cierto modo, es injusto comparar las instituciones escolares de Colombia con aquellas del área de la OCDE, dados los enormes retos sociales y económicos que enfrenta el país, pero los ciudadanos colombianos comprenden que, en una economía global, el referente de calidad para el éxito educativo ya no está solo en el mejoramiento de los estándares nacionales sino en los sistemas escolares con mejor desempeño a nivel internacional.
Los resultados de PISA (Programme for International Student Assessment, o Programa de Evaluación Internacional de estudiantes de la OCDE), publicados en diciembre de 2013, desencadenaron en Colombia una búsqueda sin precedentes de políticas y prácticas correctas para ayudar a los estudiantes a aprender mejor, a los maestros a enseñar mejor y a las escuelas a trabajar más efectivamente. El ojo público se concentró en el modesto desempeño que tuvieron los estudiantes colombianos en comparación con los de los sistemas educativos más avanzados del mundo. Pocos se consolaron con el hecho de que solo tres países de la OCDE presentaron un rápido mejoramiento en las habilidades lectoras de los estudiantes de 15 años que lo que PISA mostró para Colombia. Todo el mundo quería que Colombia jugara en la gran liga de la educación global, sabiendo que esto es mucho más decisivo para el futuro económico y social del país que jugar en la primera liga del campeonato mundial de fútbol, en el cual Colombia ya tiene una larga trayectoria.
En cierto modo, es injusto comparar las instituciones escolares de Colombia con aquellas del área de la OCDE, dados los enormes retos sociales y económicos que enfrenta el país, pero los ciudadanos colombianos comprenden que, en una economía global, el referente de calidad para el éxito educativo ya no está solo en el mejoramiento de los estándares nacionales sino en los sistemas escolares con mejor desempeño a nivel internacional. Son conscientes de que las escuelas colombianas deben preparar a sus estudiantes para que sepan colaborar, competir y conectarse con diferentes personas, ideas y valores de todo el mundo.
Pero ¿qué es PISA exactamente? ¿Qué es importante que los ciudadanos sepan y que sean capaces de hacer? Esa es la pregunta que subyace a la mé- trica global mundial para la calidad, la equidad y eficiencia en la educación escolar conocida como PISA. Se trata de una prueba internacional (ver cuadro), administrada bajo condiciones estandarizadas en la mayoría de las economías líderes. Evalúa el grado en que los estudiantes de 15 años han adquirido conocimientos y habilidades que son fundamentales para su completa integración en las sociedades modernas. La evaluación PISA, que se enfoca en la lectura, las matemáticas, la ciencia y la resolución de problemas, no solo permite comprobar si los estudiantes pueden reproducir lo que han aprendido, sino también examina qué tan bien pueden extrapolar lo que han aprendido y aplicar ese conocimiento en entornos desconocidos, tanto dentro como fuera de la escuela. Este enfoque refleja el hecho de que las sociedades modernas recompensan a las personas no por lo que saben, sino por lo que pueden hacer con lo que saben.
Contenido
- El estudio PISA 2012 se centró en las matemáticas, con áreas menores de evaluación en lectura, ciencia y resolución de problemas. Por primera vez, PISA 2012 también incluyó una evaluación de la educación financiera de los jóvenes.
Los países y economías participantes
- En PISA 2012, participaron 65 países, que representan más del 80% de la economía mundial. 7
Los estudiantes participantes
- En 2012, cerca de 510.000 estudiantes entre los 15 años y 3 meses, y los 16 años y 2 meses presentaron la evaluación, en representación de unos 28 millones de jóvenes de 15 años, estudiantes de las escuelas de los 65 países y las economías participantes.
La evaluación
- Se aplicaron test sobre papel, con evaluaciones de dos horas de duración. En un grupo de países y economías, se dedicaron 40 minutos adicionales a la evaluación computarizada de matemáticas, lectura y resolución de problemas.
- Los ítems de test eran una mezcla de preguntas de escogencia múltiple y preguntas de respuesta abierta, que demandaban que los estudiantes construyeran sus propias respuestas. Los ítems se organizaron en grupos basados en un texto en el cual se planteaba una situación de la vida real. Se cubrió un total de unos 390 minutos de pruebas, con diferentes estudiantes que se enfrentaron a distintas combinaciones de ítems de test.
- Los estudiantes respondieron un cuestionario de antecedentes, que les tomaba 30 minutos completar, con el que se les indagaba información acerca de ellos mismos, sus hogares, sus escuelas y experiencias de aprendizaje. Así mismo, se les dio a los directores de escuela un cuestionario, para completar en 30 minutos, que cubría el sistema escolar y el entorno de aprendizaje. En algunos países y economías, se distribuyeron cuestionarios opcionales a los padres, a quienes se pidió proporcionar información sobre sus percepciones y su participación en la escuela de sus hijos, su apoyo al aprendizaje en el hogar, así como las expectativas de carrera de sus hijos, en particular en matemáticas. Los países podían elegir otros dos cuestionarios opcionales para estudiantes: uno indagaba sobre su conocimiento y uso de tecnologías de la información y la comunicación, y el segundo buscaba información sobre su educación hasta la fecha, incluyendo las interrupciones en sus estudios y si se estaban preparando para una futura carrera y cómo.
Las comparaciones internacionales nunca son fáciles de realizar ni son perfectas, pero PISA muestra lo que es posible hacer en la educación y contribuye a que los países se vean a sí mismos en el espejo de los resultados educativos y las oportunidades que ofrecen los líderes educativos del mundo.
Gran parte del reto consiste en enfrentar el bajo rendimiento educativo. En todos los países, casi una cuarta parte de los estudiantes de 15 años de edad ni siquiera alcanza el nivel 2, la línea base en matemáticas, en el cual los estudiantes apenas tienen que emplear algoritmos o procedimientos básicos con números enteros. En Colombia esa cuota es, en más del 70%, particularmente alta. Si todos los jóvenes de 15 años en el mundo industrializado alcanzaran al menos el nivel 2 de PISA en matemáticas, cosecharían 200 trillones de dólares en la producción económica adicional durante su vida laboral.
Si bien esas estimaciones no son nunca totalmente ciertas, sí sugieren que los beneficios del mejoramiento hacen que cualquier precio concebible para mejorar se vea pequeño. Parte del problema radica en los estudiantes que viven en desventaja social; y los sistemas escolares, incluso en algunos de los países más ricos, amplifican aún más esa desventaja. Pero el contexto socioeconómico no lo es todo. De hecho, PISA revela que el 10% de los jóvenes de 15 años más desfavorecidos en Shanghai superan incluso a los estudiantes colombianos de 15 años de edad provenientes de familias ricas.
Pero los desafíos de los sistemas escolares no tienen que ver solo con los niños pobres en los barrios pobres, sino con muchos niños en muchos barrios. Menos del 1% de los estudiantes colombianos alcanzan el más alto nivel de desempeño en matemáticas, lo que demuestra que pueden conceptualizar, generalizar, utilizar las matemáticas basadas en sus investigaciones y aplicar sus conocimientos en contextos nuevos. Esto se compara con un promedio de 13% de la OCDE y 31% de Shangai-China. La economía mundial va a pagar una prima cada vez más alta de excelencia y una serie de países —incluyendo los de alto desempeño, como Hong Kong y Corea, y de bajo rendimiento, como Italia, Portugal y la Federación de Rusia— han demostrado cómo la cuota de mejor desempeño en la escuela se puede elevar de manera significativa. Es importante que el aumento de la excelencia y la mejora de la equidad no sean vistos como objetivos de políticas en conflicto. De hecho, de los trece países que mejoraron significativamente su desempeño en matemáticas desde 2003, tres muestran además mejoras en la equidad de la educación, y otros nueve incrementaron su desempeño al tiempo que mantuvieron un nivel de equidad ya alto.
Por supuesto, mejorar los resultados es algo más fácil decir que hacer. El status quo tiene muchos protectores, y los países deben ser audaces en pensar y en ejecutar para efectuar cambios reales. Desde luego, no podemos copiar y pegar al por mayor los sistemas escolares. Sin embargo, PISA ha revelado una alentadora lista de características que comparten los sistemas educativos más exitosos de todo el mundo.
La convicción de que todos los estudiantes pueden lograr un alto nivel y la voluntad de involucrar a todos los interesados en la educación son características de los sistemas escolares exitosos. PISA también muestra que los estudiantes cuyos padres tienen altas expectativas para ellos tienden a tener más perseverancia, una mayor motivación intrínseca para aprender matemáticas, y más confianza en su propia capacidad para resolver problemas matemáticos.
Por supuesto, todo el mundo está de acuerdo en que la educación es importante. Pero la prueba viene cuando la educación se contrapone a otras prioridades. ¿Cómo pagan los países a sus maestros, en comparación con otros trabajadores altamente calificados? ¿Le gustaría que su hijo fuera un maestro en lugar de un abogado? ¿Cómo hablan los medios acerca de los maestros? Lo que hemos aprendido de PISA es que los líderes en sistemas de alto desempeño han convencido a sus ciudadanos de tomar decisiones que valoran la educación, su futuro, más que el consumo actual.
Si todos los jóvenes de 15 años en el mundo industrializado alcanzaran al menos el nivel 2 de PISA en matemáticas, cosecharían 200 trillones de dólares en la producción económica adicional durante su vida laboral.
Pero darle un gran valor a la educación es solo una parte de la ecuación. Otra parte es creer en la posibilidad de que todos los niños la obtengan. El hecho de que los estudiantes en algunos países crean en forma sistemática que el logro es principalmente un producto del trabajo duro y no de la inteligencia heredada, sugiere que la educación y su contexto social pueden hacer una diferencia al inculcar los valores que fomentan el éxito en la educación.
En el pasado, a estudiantes diferentes se les enseñaba de manera similar. Los sistemas escolares más exitosos abrazan la diversidad de las prácticas de instrucción diferenciada, se dan cuenta de que los estudiantes ordinarios tienen talentos extraordinarios y personalizan las experiencias educativas. Los sistemas escolares de alto desempeño también comparten normas claras y ambiciosas en todos los ámbitos. Todo el mundo sabe lo que se requiere para obtener una cualificación determinada. Ese sigue siendo uno de los más potentes predictores de nivel del sistema en PISA.
Y en ninguna parte la calidad de un sistema escolar supera la calidad de sus profesores. Los países que han mejorado su desempeño en PISA, como Brasil, Estonia, Israel, Japón y Polonia, por ejemplo, han establecido políticas para mejorar la calidad de su personal docente, ya sea añadiendo a los requisitos para ganar su salario una licencia de enseñanza, proporcionando incentivos para que los estudiantes de mejor desempeño incursionen en la profesión docente, aumentando los salarios para hacer más atractiva la profesión y para retener más maestros, u ofreciendo incentivos para que los maestros participen en programas de formación de docentes en servicio. Estos países prestan mucha atención a la manera como seleccionan y capacitan a su personal. Apoyan a sus maestros para hacer innovaciones en la pedagogía, para mejorar su propio desempeño y el de sus colegas, y para procurar el desarrollo profesional que conduce a la práctica educativa sólida. Y la hora de decidir dónde invertir, priorizan la calidad de los profesores sobre el tamaño de los grupos de clase. No menos importante es el hecho de que les proporcionan a los profesores alternativas inteligentes para crecer en sus carreras. En el pasado, el enfoque de la política estaba en la provisión de educación, en los sistemas escolares de desempeño superior, está en los resultados. Se ha pasado así de mirar hacia arriba pensando en la burocracia, a mirar hacia afuera pensando en el próximo maestro, el próximo curso escolar, la creación de redes de innovación.
PISA considera que los países con mejor desempeño están asignando recursos educativos de manera más equitativa entre escuelas más favorecidas y menos favorecidas. Atraer a los profesores más talentosos y líderes escolares a las aulas más desafiantes será clave para avanzar. La equidad en la asignación de recursos no sólo es importante para la equidad en la educación, sino que también está relacionada con el desempeño del sistema escolar en su conjunto. Los resultados de PISA muestran que los sistemas escolares cuyos estudiantes tienen un alto desempeño en matemáticas tienden a asignar los recursos de manera más equitativa entre las escuelas favorecidas y desfavorecidas. En estos sistemas, hay menor diferencia en los informes de los directores respecto a la escasez de docentes, la adecuación de los recursos educativos y la infraestructura física, y diferencias más pequeñas en el promedio de tiempo de aprendizaje de las matemáticas entre las escuelas con estudiantes más favorecidos y aquellas con estudiantes más desfavorecidos.
Los sistemas escolares más exitosos abrazan la diversidad de las prácticas de instrucción diferenciada, se dan cuenta de que los estudiantes ordinarios tienen talentos extraordinarios y personalizan las experiencias educativas.
Los sistemas escolares que hacen menos uso de la estratificación — clasificando a los estudiantes por diferentes escuelas y niveles de grado de acuerdo con su capacidad o conducta— muestran una mayor equidad en las oportunidades y resultados educativos. Los estudios de campo muestran que en los sistemas en los que más estudiantes repiten un grado, es mayor el impacto de la situación socioeconómica de los estudiantes en su rendimiento escolar. Los estudiantes en las escuelas donde no se practica ninguna clasificación por capacidades también obtuvieron ocho puntos más en matemá- ticas en 2012, en comparación con sus homólogos en 2003; mientras que los estudiantes de las escuelas donde se practica la clasificación por capacidades, en algunas o todas las clases, obtuvieron puntuaciones más bajas en 2012, que sus homólogos en 2003.
En los sistemas altamente estratificados, puede haber más incentivos para las escuelas, para seleccionar a los mejores estudiantes, y menos incentivos para apoyar a los estudiantes difíciles si hay una opción de transferirlos a otras escuelas. Por el contrario, en los sistemas integrales, las escuelas deben buscar formas de trabajar con estudiantes de todo tipo de desempeño. Los sistemas escolares que continúan diferenciando a los estudiantes de esta forma tienen que crear los incentivos adecuados para que algunos estudiantes no sean “descartados” por el sistema.
Por último, pero no menos importante, la educación pre-escolar, es también un recurso educativo. Aunque PISA muestra que la matrícula en las escuelas de educación infantil ha aumentado desde 2003, la tasa de ese aumento es mayor entre los niños aventajados económicamente que entre los desfavorecidos. Esto significa que la brecha socio-económica entre los estudiantes que habían recibido educación preescolar y los que no la habían recibido, se ha ampliado con el tiempo. Las políticas que garantizan que los estudiantes y las familias desfavorecidas tengan acceso a la educación y el cuidado preescolar de alta calidad pueden ayudar a revertir esa tendencia. Los gobiernos deben garantizar que la calidad la educación preescolar esté disponible a nivel local —sobre todo cuando las familias desfavorecidas estén concentradas en ciertas áreas geográficas—, y deben desarrollar mecanismos justos y eficientes para subvencionar la educación pre-primaria con el fin de aliviar la carga financiera de las familias.
Por supuesto, no hay una única combinación de políticas y prácticas que funcione para todos, en todas partes. Cada país, incluso los de mejor desempeño, tiene un margen para mejorar. Es por eso que PISA produce su informe trienal sobre los resultados del aprendizaje en la educación.
Los sistemas escolares que hacen menos uso de la estratificación — clasificando a los estudiantes por diferentes escuelas y niveles de grado de acuerdo con su capacidad o conducta — muestran una mayor equidad en las oportunidades y resultados educativos.