Así como el contexto educativo cambió a nivel planetario de la noche a la mañana en marzo del 2020, poniendo a prueba las capacidades para lidiar con la incertidumbre y la transformación abrupta, así mismo estamos asistiendo, en el primer semestre del 2022, a escenarios inéditos con la sensación de un regreso a mundos conocidos. Sin embargo, la evidencia indica que no es así. Estamos en el inicio de una realidad insospechada que apenas se vislumbra y se comienzan a identificar las secuelas del tsunami.
La recuperación de la presencialidad y la expectativa de una “vuelta a la normalidad” muestran un efecto de péndulo. Si el mundo sobrevivió gracias a la virtualidad, ahora, al menos en el mundo escolar, se ha reaccionado limitando al mínimo su uso, casi sin considerar los beneficios que se descubrieron. Por supuesto, los impactos negativos han saltado a la vista rápidamente: deterioro del bienestar socioemocional de niños y niñas, padres y docentes, sobreexposición a las pantallas sin solución de continuidad, pérdida de nivel socioeconómico, inflación descontrolada, escasez de insumos y disfuncionalidad en las relaciones humanas que emergieron y se ven en este regreso.
Los impactos positivos se asimilan con más naturalidad y, en ocasiones, se dan por sentado, y es allí donde surgen oportunidades de cambio fundamentales.
Es así que resulta urgente y de la mayor relevancia volcar la mirada y la reflexión sobre los escenarios futuros que pueden darse. En este nuevo número (33) de Ruta Maestra nos hemos enfocado en reunir —como ha sido la visión de la revista— a especialistas que, con su experiencia y trayectoria plantean —a partir de la investigación—, líneas de posibles escenarios derivados de los cambios en el marco del mundo educativo, en ámbitos como la innovación, la tecnología, las habilidades, la familia y el bienestar, la evaluación, las tendencias, las experiencias documentadas, el marketing, entre otros.
La vocación de Ruta Maestra ha sido y será brindar un terreno rico, profundo y diverso que detone líneas de trabajo, reflexión y puesta en marcha de decisiones por parte de los equipos directivos y docentes.
Los retos de perfilar y decidir cómo serán los escenarios futuros está en manos de todos los involucrados, de una u otra manera, en el mundo de la educación. Ha quedado claro —y se va comprobando con el paso de los meses de este 2022— que, ante las dificultades y complejidades propias de la pospandemia, será posible, no solo superar, sino crear un mundo educativo mejor, si trabajamos en colaboración y comprendiéndonos en profundidad de una forma nunca antes vista. Los mejores escenarios futuros dependen de que estrechemos la empatía, reflexionemos y desarrollemos en conjunto, como stakeholders, soluciones nuevas impensadas en la prepandemia. RM
Esperamos que este número 33 de la revista Ruta Maestra le resulte al lector: estimulante, provocador de visiones inéditas e inspirador.