El emprendimiento en el siglo XXI ¿podemos crearlo con nuestros maestros?

El emprendimiento, palabra mágicamente atractiva del siglo XXI impulsa hoy a padres, colegios, universidades y Gobiernos, a soñar con diferentes realidades económicas y de vida para nuestros jóvenes que aspiran a convertir en forma rápida y efectiva sus sueños que los lleven a tener expectativas, percepciones y hábitos prometedores que les permitirán enfrentar con éxito la nueva ERA de la inteligencia artificial

El emprendimiento significa que quien lo busca y lo alcanza es capaz de imaginar y construir una organización empresarial, que le asegura su sostenibilidad en el tiempo.

El emprendimiento le obligará, igualmente, a aprender y dominar habilidades que le ayuden a encontrar oportunidades con las cuales pueda sostenerse en una positiva inconformidad, para lograr cambios positivos en su vida y en su trabajo.

El emprendimiento significa tener un “motivo” que impulse el accionar, arrastrándolo a una lucha permanente para alcanzar metas que se escalonan según sus propias capacidades.

Luego de explicar en una forma tan sencilla el significado de emprendimiento, la pregunta que surge en forma lógica es:

¿Cómo se llega a desarrollarlo en una sociedad como la nuestra en donde se piensa que a él solo acceden personas que fueron elegidas por la diosa Fortuna para unir algunas habilidades personales y profesionales, con el concepto de aprovechamiento de una oportunidad y con el tener un bajo temor al riesgo?

En el siglo XXI vivimos enfrentados a nuevas y muy diferentes realidades, que nos producen -como nunca lo había sentido el ser humano- una total incertidumbre.

Hoy estudiamos, trabajamos, nos comunicamos, nos capacitamos, somos miembros de una familia, convivimos con grupos sociales disímiles, en medio de lo que el gran sociólogo polaco, Zymunt Bauman, ha definido como la “Modernidad líquida”, en donde en el día a día encontramos realidades diferentes a la “Sociedad sólida”, en la cual nos educamos y hemos trabajado.

Algunas nuevas realidades de esta “Modernidad líquida”, son:

• Actitudes cambiantes que generan nuevos hábitos.
• Cambios constantes y a gran velocidad. Creación continúa del conocimiento.
• Necesidad de nuevos talentos.
• El concepto de lo desechable en casi todos los bienes. Todo es provisional.
• Inestabilidad laboral.
• Falta de compromisos y de lealtad.
• Individualismo.
• Modelos jerárquicos son obsoletos.
• Liderazgo flexible.
• Manejo de información base de las transacciones.
• No más proyecciones, se hacen prospecciones.

Todas estas nuevas realidades y las que están por llegar en esta “Modernidad líquida”, obligará a los nuevos líderes que decidan entrar al emprendimiento, no solo al estudio continuo de su entorno, así como a su prospección y al desarrollo de procesos innovadores continuos.

La incertidumbre obligará a los innovadores que quieran ser parte activa del emprendimiento, tendrán que aprender a tener un pensamiento crítico, trabajando en equipo y gestionando el conocimiento, bajo fuertes y arraigados parámetros de ética.

Buscando la forma de poder entender el cómo llevar a nuestros jóvenes, decidimos, hace un par de años, hacer un ensayo en la región Costa Atlántica de nuestro país que consistió en llevar a dos alumnos de grado 11 (un hombre y una mujer) de colegios públicos. En total cerca de 200 jóvenes y unos 35 profesores, a quienes llevamos por dos días a que, de primera mano, recibieran el testimonio de jóvenes exitosos emprendedores de Bogotá, Medellín, Cali, Manizales, Bucaramanga y Barranquilla

Ellos mostraron sus motivaciones, su iniciación, sus fracasos, su capacidad de resiliencia y sus éxitos.

Al término del Programa todos salieron altamente motivados y convencidos de los beneficios y oportunidades que el emprendimiento les entregaban.

Al hacer el seguimiento a cada asistente, al menos de tres meses encontramos un cambio total en sus actitudes.

No querían ni creían en el emprendimiento.

Al profundizar en el porqué, nos encontramos con una triste sorpresa:

Sus profesores -los que los acompañaron y los que no- destruyeron sus sueños y deseos, diciéndoles que eso del emprendimiento no era para ellos… pues no tenían ni capacidades, ni contactos, ni una posibilidad de ser capaces de “romper” su destino.

Esta triste experiencia me enseñó que el maestro es un gran influenciador, capaz de llevar al alumno a definir lo que quiere y el porqué, dándole la seguridad a cada alumno para que con capacidad creativa aplique lo que un aprendizaje activo le ha enseñado y así romper sus propias incertidumbres y las que su entorno le han creado.

El buen maestro debe ser capaz de mostrarles a sus jóvenes alumnos que en la “Modernidad líquida” el competir no es un juego de Suma Cero y que deben conocer, entender y trabajar en distintos y cambiantes mercados, aceptando diferencias culturales, sociales y económicas, en los cuales se debe prospectar a períodos muy cortos.

Los jóvenes que acepten los retos del emprendimiento, serán aquellos que reciban de sus maestros conocimientos con visión de futuro.

Aquellos a quienes sus maestros, igualmente, les inculcaron la necesidad de definir en sus proyectos de vida, elementos tales como sus objetivos -sus motivaciones-, para ser capaces de trabajar por alcanzarlos con generosidad, confianza, pasión, seguridad y respeto social para crear cada día un mundo mejor. RM