Los antecedentes escolares de los estudiantes constituyen un insumo fundamental de su proceso de aprendizaje. Asimismo, sus competencias y experiencias previas influyen en el trabajo que realizan los docentes y los colegios, de forma que moldean los procesos de enseñanza y aprendizaje que se llevan a cabo al interior de los establecimientos educativos (Icfes, 2016).
En particular, la asistencia a educación preescolar es uno de los antecedentes escolares más importantes de los estudiantes y puede proveer información sobre los conocimientos y las competencias con los que cuentan al empezar su educación primaria. Numerosas investigaciones han concluido que la asistencia a educación preescolar tiene efectos positivos en las habilidades académicas tempranas, los resultados educativos posteriores (Claessens & Garrett, 2014), la motivación (Heckman & Schultz, 2007), el comportamiento y la salud física y mental de los estudiantes (Shonkoff & Richmond, 2009). A su vez, posibilita la movilidad social y la reducción de la pobreza (OCDE, 2012).
La importancia de la participación de los niños en la educación preescolar y su influencia en el proceso de aprendizaje ha sido explicada en diversos estudios. La primera infancia es un período sensible para el desarrollo del cerebro y la adquisición del lenguaje (Bauchmüller, Gortz, & Rasmussen, 2014). En los primeros años de vida, se configuran las relaciones emocionales y afectivas, el desarrollo neurológico y físico, la interacción con el mundo exterior y los otros, la construcción de la identidad y el desarrollo de la autonomía de las niñas y los niños (Ministerio de Educación Nacional , 2014). A su vez, en esta etapa los estudiantes adquieren de forma conjunta el conocimiento y las habilidades sociales, emocionales, cognitivas, lingüísticas y físicas (Nance, 2009).
En educación preescolar, los estudiantes se enfrentan a una variedad de situaciones de aprendizaje que les permite desarrollar habilidades básicas indispensables para el proceso de aprendizaje (Heckman & Schultz, 2007). Adicionalmente, este ciclo educativo favorece el desarrollo de habilidades conductuales, el proceso de socialización y el autocontrol necesario para que los estudiantes aprovechen al máximo el aprendizaje en el aula de clase (Berlinski, Galiani, & Gertler, 2009). Por ello, el aprendizaje temprano es crucial para el aprendizaje posterior al permitirle a los estudiantes desarrollar las habilidades y competencias necesarias para iniciar favorablemente su educación primaria (Dodge, 2007).
La participación en programas de educación preescolar ofrece características diferenciadoras en las trayectorias escolares de los niños. Los estudiantes que asisten a educación preescolar formal llegan mejor preparados para ajustarse a las exigencias escolares, a causa del desarrollo de habilidades de prelectura y numeración (OCDE, 2016). El mayor desarrollo de habilidades de comportamiento tales como la atención, el esfuerzo, la participación en clase y la disciplina favorecen su proceso de aprendizaje (Berlinski, Galiani, & Gertler, 2009). Adicionalmente, la educación inicial promueve la participación infantil, potencia la autonomía, estimula la creatividad y desarrolla capacidades para la comunicación de ideas, preguntas, opiniones, entre otras, lo cual permite la formación de personas críticas, reflexivas, reconocedoras, innovadoras y transformadoras (Ministerio de Educación Nacional , 2014).
Educación preescolar en Colombia
La Ley General de Educación de Colombia define la educación preescolar como aquella que permite a los niños su desarrollo integral en los espacios biológico, cognoscitivo, sicomotriz, socioafectivo y espiritual, a través de experiencias de socialización pedagógicas y recreativas (Ley 115 de 1994). En el país, este nivel educativo se ofrece a los niños antes de iniciar la educación básica y está compuesto por tres grados, de los cuales, los dos primeros constituyen una etapa previa a la escolarización obligatoria y el tercero es el grado obligatorio (Decreto 1860 de 1994) en los establecimientos educativos estatales (Ley 115 de 1994). Los grados del nivel preescolar tienen un requerimiento de edad, de modo que pre-jardín, jardín y transición (grado obligatorio) están dirigidos a los niños de 3, 4 y 5 años de edad, respectivamente.
En el año 2016, el 10.14% de los estudiantes matriculados en el sistema educativo estaban inscritos en los grados de educación preescolar. Sin embargo, tal y como lo evidencia la Gráfica 2, de los 948.957 estudiantes matriculados en educación preescolar, menos del 25% cursaban los grados no obligatorios, pre-jardín y jardín. Este hecho puede relacionarse con la existencia de múltiples proveedores de educación preescolar, puesto que tal y como lo señala la OCDE (2016), aproximadamente un millón de niños con edades entre 3 y 6 años, pertenecientes generalmente a las familias con las condiciones económicas menos favorables, son atendidos en las modalidades de Educación Inicial y Atención Integral a la Primera Infancia (EIAIPI) y no han ingresado al sistema de educación formal.
Si se considera que, en este mismo año estaban matriculados 874.187 estudiantes en grado primero, y se asume que, la distribución de la matrícula entre grados no cambió considerablemente entre el año 2015 y 2016, es posible suponer que aproximadamente solo el 82% de los estudiantes matriculados en primero cursaron transición previamente, aún cuando este es el grado de educación preescolar obligatorio. Dada la importancia de que los estudiantes accedan a la educación preescolar para el desarrollo de sus habilidades tempranas, y la influencia que estas tienen en la adquisición de competencias a lo largo del proceso de aprendizaje posterior, llama la atención que aún existan estudiantes que inician su educación primaria sin haber accedido ni siquiera al grado obligatorio de educación preescolar.
Un rasgo característico de la educación preescolar en Colombia, es que los cupos son ofrecidos mayoritariamente por establecimientos educativos del sector privado, a excepción de la matrícula del grado obligatorio (transición). Tal y como se evidencia en la Gráfica 2, más del 85% de los estudiantes matriculados en los grados no obligatorios de educación preescolar asisten a colegios privados. Por su parte, en transición, son los colegios oficiales los que proveen este nivel educativo a más del 70% de los estudiantes matriculados.
El alcance y las barreras de entrada asociadas a la prestación del servicio por entes privados limita las oportunidades que tienen los estudiantes en condiciones desfavorables de acceder a la educación preescolar. De acuerdo con un análisis de Bernal (2014), aproximadamente el 60% de los niños de familias privilegiadas (clasificadas en el quintil superior en relación con sus condiciones socioeconómicas) asisten a educación privada en la primera infancia en comparación con el 2% de las familias menos favorecidas (OCDE, 2016). En general, mientras que la cobertura de la educación preescolar es casi total en las familias con ingresos más altos, solo aproximadamente el 25% de las familias más pobres puede participar en este nivel educativo (UNICEF, s. f.).
El acceso a la educación preescolar en el país se realiza por dos canales estructuralmente distintos, que están definidos por las condiciones socioeconómicas de los estudiantes. La percepción que se tiene del sistema es que a los tres grados de educación preescolar acceden casi exclusivamente estudiantes que pertenecen a las familias de los estratos socioeconómicos altos y medios, mientras que los programas y las estrategias del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) están focalizados y atienden a la gran mayoría de niños provenientes de familias en condiciones socioeconómicas desfavorables (Ministerio de Educación Nacional, 2014).
En Colombia, al igual que en la mayoría de países, los colegios privados generalmente poseen estudiantes que obtienen un mayor rendimiento académico. La Gráfica 3 muestra el puntaje obtenido por los estudiantes de grado tercero en la prueba Saber 3.°, 5.° y 9.°, en los años del 2012 al 2016. En el período considerado, en promedio, los colegios privados obtienen 60 y 57 puntos más en la prueba que los colegios oficiales urbanos, en lenguaje y matemáticas respectivamente. En comparación con los colegios oficiales rurales, la brecha en el rendimiento académico es aún mayor, 76 en lenguaje y 77 en el área de matemáticas. Aunque el tamaño de la brecha entre el rendimiento de los colegios privados y los oficiales está disminuyendo con el paso de los años, la diferencia continúa siendo significativa, de aproximadamente 50 puntos de la prueba o más.
Las investigaciones sugieren que los mejores resultados obtenidos por las instituciones educativas privadas pueden estar asociados al desarrollo de mejores procesos pedagógicos y la disponibilidad de más recursos educativos (CEPAL, 2014). Sin embargo, la capacidad que tienen estos colegios para atraer estudiantes de mayores condiciones socioeconómicas es un aspecto determinante (OCDE, 2016). En particular, dichos estudiantes tienen más probabilidad de haber asistido a todos los grados de educación preescolar ofrecidos en el sector privado. Teniendo en cuenta que este ciclo educativo además de favorecer el desarrollo de las habilidades tempranas de los estudiantes puede influir en el proceso de enseñanza emprendido por los docentes; educar estudiantes que cuentan con habilidades y conocimientos adquiridos en la educación preescolar es un insumo con el que disponen las instituciones educativas privadas que puede contribuir positivamente en los procesos educativos que se llevan a cabo al interior de estas.
Por el contrario, los estudiantes que empiezan su educación primaria en colegios oficiales usualmente no han cursado previamente educación preescolar o solo han asistido al grado obligatorio de esta. La falta de acceso a este nivel educativo puede dar lugar a un menor desarrollo de las habilidades en el inicio del proceso de aprendizaje. Esto se materializa en una carencia de bases sólidas, que hace necesario que dichos estudiantes deban esforzarse más para progresar a un ritmo aceptable, y aumenta la probabilidad que tienen de repetir años o desertar (OCDE, 2016).
Además del origen socioeconómico, la ubicación de los estudiantes del país da lugar a marcadas diferencias en el acceso a la educación preescolar (OCDE, 2016). Las instituciones educativas que ofertan los cupos para los grados de educación preescolar se encuentran concentradas en las zonas urbanas del país, por ello, las familias que habitan en áreas rurales poseen menos oportunidades de acceder a este nivel educativo (UNICEF, s. f.).
En este sentido, mientras algunas niñas y niños cuentan con tres años de educación preescolar privada, un gran porcentaje de ellos asiste solo al grado obligatorio transición (Ministerio de Educación Nacional, 2014). En efecto, con base en la información proporcionada por los estudiantes de quinto que presentaron la Prueba Saber 3.°, 5.° y 9.° en el año 2014, solo el 10% de los estudiantes autorreporta haber cursado los 3 grados de educación preescolar, en comparación con el 43% de los estudiantes que cursó únicamente el grado obligatorio, aún así, es considerable el porcentaje de estudiantes que no cursó ni siquiera el grado obligatorio de educación preescolar (Gráfica 4).
La gráfica 5 muestra la asociación entre la asistencia de los estudiantes de quinto grado del 2014 a uno o más grados de educación preescolar y el puntaje obtenido en la prueba de matemáticas del examen Saber 3.°, 5.° y 9.°. Para el agregado nacional, aquellos estudiantes que cursaron uno o más grados de educación preescolar obtuvieron en promedio 18 puntos más en la prueba de matemáticas. La relación entre educación preescolar y resultados académicos es positiva en todos los tipos de colegios según zona y sector considerados, sin embargo, en los privados de los deciles 3 a 10 (deciles socioeconómicos más altos) se registra la mayor diferencia, 22 puntos de la prueba, entre los estudiantes que cursaron algún grado de preescolar y los que no.
Es importante resaltar que la relación presentada no necesariamente muestra un efecto causal. La relación entre la participación en la educación preescolar y el rendimiento académico puede estar mediada por otras variables con las que también estén relacionadas.
Discusión
En un país con altos índices de pobreza como Colombia, el alcance de la prestación del servicio de educación preescolar por instituciones educativas privadas tiene implicaciones importantes en la equidad de la educación (OCDE, 2016). Las condiciones socioeconómicas de los estudiantes determinan las oportunidades que tienen de acceder a la educación preescolar, lo cual da lugar a desigualdades desde temprana edad, puesto que mientras que muchos niños desfavorecidos nunca van al colegio, no empiezan a tiempo su proceso educativo o asisten a instituciones de menor calidad (OCDE, 2016, pág. 15), los niños pertenecientes a familias aventajadas socioeconómicamente acceden a los tres grados de educación preescolar, lo cual les permite desarrollar plenamente sus habilidades tempranas y favorecer su posterior proceso de aprendizaje.
Asimismo, son los establecimientos privados aquellos que tienen matriculados estudiantes con antecedentes educativos más favorables. Dichos estudiantes empiezan su educación primaria con habilidades tempranas desarrolladas durante su educación preescolar, lo cual favorece la adquisición de competencias, habilidades y conocimientos en las posteriores etapas de su proceso educativo.
Las ventajas no se evidencian únicamente en las condiciones de cada estudiante. Las mejores bases y habilidades de estos constituyen un insumo que favorece y moldea los procesos de enseñanza llevados a cabo por los docentes al interior de las instituciones educativas privadas. Este hecho constituye una diferencia sistemática entre las condiciones en las que se desarrollan los procesos educativos en los establecimientos oficiales y privados, y debe tenerse en cuenta su impacto en los resultados de las pruebas estandarizadas.
El aumento de cobertura de la educación preescolar podrá jugar un papel clave para lograr mayor equidad social por la reconocida capacidad de este servicio para actuar como un equilibrador social que apoya la adquisición temprana de habilidades en aquellos niños y niñas que tuvieron menores oportunidades de desarrollo al nacer. Es también crucial la ampliación de cobertura del grado obligatorio de la educación preescolar en las zonas rurales y marginadas de manera que se pueda favorecer la inserción eficaz de la niñez de estas zonas en el sistema de educación regular. (UNICEF, s. f.).
Finalmente, es importante destacar que el acceso a la educación preescolar por sí solo no garantiza que los estudiantes perciban los efectos positivos asociados a la asistencia a esta. Es necesario asegurar que sea de calidad y cumpla con estándares que permitan a los niños y niñas gozar de los beneficios que esta educación les puede ofrecer (OCDE, 2012).