Edición 26Tendencias

El sentido de la formación de los estudiantes en habilidades pro-sociales.

Las habilidades pro-sociales son un conjunto de competencias o de destrezas que cada vez más, adquieren mayor relevancia en los procesos educativos, sobre todo, de cara a la solución de los conflictos, la superación del acoso escolar o bullying, la reducción de la violencia escolar y la construcción de un ambiente sano en el entorno de la escuela. El presente texto hace una aproximación básica a este concepto, con el fin de ofrecer una herramienta a los educadores, que les permita potenciarlas en el contexto escolar.

Se puede definir el concepto habilidad o conducta pro-social como aquellos actos realizados en beneficio de otras personas, o las maneras de responder a estas con simpatía, condolencia, cooperación, ayuda, rescate, confortamiento, acogida, empatía, entrega y generosidad, que las personas muestran en sus actuaciones, en las interacciones con otras, y que hacen parte de la construcción de la vida en común.

Por su parte, González Portal M., (2010) define la conducta pro-social como toda conducta social positiva con o sin motivación altruista. Positiva significa que no daña, que no es agresiva. A su vez se entiende por motivación altruista el deseo de favorecer al otro con independencia del propio beneficio. Por el contrario, la motivación no altruista es aquella que espera o desea un beneficio propio además del, o por encima del, ajeno.

La misma autora –González Portal M., (2010)– afirma que se han realizado una serie de investigaciones, en las cuales se relacionó la conducta pro-social y la antisocial, con una serie de variables interpersonales, como por ejemplo sociabilidad, liderazgo, retraimiento social, agresividad, etc. En estas investigaciones, se encontraron algunas correlaciones significativas mediante el análisis factorial, a saber: a mayores refuerzos o incentivos de ayuda en el ámbito familiar, mayor socialización del individuo. También se comprobó que no había una relación significativa entre conducta pro-social y miedos, pero sí una alta correlación entre socialización y felicidad. Se vio también muy poca relación entre conducta pro-social y creencias irracionales o prejuicios.

Aplicando la teoría de Bandura del aprendizaje social se puede entonces afirmar cómo el hecho de desarrollar habilidades pro-sociales, es una respuesta a la conducta agresiva de las personas. Este método para remplazar la conducta agresiva, por conductas pro-sociales, se basa en tres técnicas, a saber: primero, por el modelado la persona puede ver cómo otros se comportan en forma socialmente aceptable; segundo, por la práctica reiterada de las conductas, puesto que esa persona practica dicha conducta reiteradamente y en forma guiada; y tercero, por la planificación del éxito, es decir que esa persona compruebe que comportarse de esa manera, dará como resultado beneficios o éxitos. Aplicando tal esquema, se obtuvieron buenos resultados no solo en delincuentes sino también en niños con comportamiento agresivo.

Las razones que justifican el empleo de métodos para obtener conductas pro-sociales son tres: a) la deshumanización que ha producido el desarrollo de las grandes ciudades, b) el desarrollo enorme de los medios de comunicación, que han hecho aumentar la difusión de información y casos límites, y c) un paradójico aumento y reducción convergentes de la sensibilidad de la sociedad ante situaciones de emergencia y de necesidad experimentadas por otros.

Las habilidades o destrezas pro-sociales constituyen entonces elementos fundamentales que se deben tener en cuenta cuando se quiere reducir la violencia, se quiere desarrollar la empatía y el trabajo colaborativo, se quiere enseñar también las habilidades necesarias para que las personas puedan desarrollar su consciencia moral, puesto que las mismas, son la base de habilidades más complejas que se hallan a la base de dicho desarrollo moral.

Además de lo anterior, el aprendizaje de las conductas o habilidades pro-sociales, en los niños y los jóvenes, tiene como objetivos los siguientes:

Brindar a los niños elementos de socialización y cortesía.

Se ha detectado que frecuentemente la agresión se instala en el repertorio de comportamientos de los niños y de los estudiantes, debido a que algún niño no sabe la forma adecuada de solicitar un juguete, el ingreso a un juego, el esperar su turno, el respetar la palabra o los sentimientos de los otros. Debido a esto, puede ser agredido por sus pares o aislado. A su vez, ante esta realidad, él puede tornarse violento. Dentro de estas destrezas se incluyen “decir gracias”, “comenzar una conversación”, “solicitar hablar”, “hablar amablemente”, etc.

Aportar a los niños herramientas de asertividad.

Esta se refiere a la capacidad de expresar eficazmente los propios deseos y necesidades. Cuando un niño carece de este tipo de destrezas, puede expresarse de manera irrespetuosa y agredir a sus pares, o puede ser incapaz de manifestar lo suyo, sus puntos de vista, sus sentimientos o sus emociones, situándose en un lugar pasivo. Esto propicia que sea victimizado. Dentro de tales habilidades pueden incluirse “conocer los propios sentimientos”, “expresar los propios sentimientos”, “compartir”, etc.

Darle a los niños elementos de prevención y manejo de los conflictos.

Estos apuntan a que los niños aprendan a “evitar que se instale la agresión” o “evitar involucrarse” en escenas de este tipo, cuando se les presente tal posibilidad. Además, pretenden enseñarle a los niños a auto-controlarse de manera suficiente para no desencadenar en ellos la violencia. Dentro de estas destrezas se incluyen “la relajación”, “la interpretación adecuada de los choques accidentales con los compañeros”, “recibir un no como respuesta”, “la escucha”, etc.

Propiciar en los niños la construcción de vínculos sociales.

Esto se refiere a crear en ellos la conciencia de que cada persona que encuentran a su paso es también un ser humano como ellos mismos. A partir del logro de dicha perspectiva, el niño puede comprender que sus acciones producen placer o sufrimiento en los otros. Esto le permite tratarlos con empatía y tolerancia. Además, puede desarrollar los conceptos de solidaridad y compromiso social, indispensables para trabajar en equipo con los otros.

Potenciar su desarrollo moral.

Muchas de las habilidades o conductas pro-sociales son indispensables para que los niños y los jóvenes puedan avanzar en su desarrollo moral, pues además de generar en ellos empatía, les permite comprender las implicaciones de sus actos en los demás, las consecuencias de sus decisiones y la toma de perspectiva, entre otros aspectos que son fundamentales a la formación de la personalidad moral de las personas.

Nótese entonces cómo, en muchas ocasiones, antes que planear un con conflicto moral de gran envergadura a los niños y a los jóvenes, conviene o es más efectivo, potenciar en ellos la formación de habilidades pro-sociales, puesto que sin ellas o en ausencia de ellas, el conflicto moral, el debate moral, la argumentación moral y todas las demás habilidades que se requieren para lograr el desarrollo moral de los niños y de los jóvenes, no será posible. Es más, en ocasiones, ante la ausencia de este tipo de habilidades, difícilmente se logra que los niños hagan raciocinios o discurran moralmente, puesto que carecen de aspectos básicos como los mencionados anteriormente.

En concordancia con lo anterior, en muchos de los contenidos y procesos que se originan en el contexto escolar, se generan ocasiones para la reflexión y la formación moral de los niños y los jóvenes, se incluyen categorías que están centradas en la formación de las habilidades pro-sociales, de tal manera que los niños y jóvenes puedan ver, ya sea por modelamiento o por el debate que suscita la ausencia de las mismas, las consecuencias que se siguen de dicha ausencia, y por supuesto, el mal moral que se causa a los demás con las actuaciones cuando se carece de ellas.

Además de todo lo anterior y como conclusión, se podría decir que en el caso de los niños, hasta los 11 o 12 años aproximadamente, todo lo que proponga como las habilidades o conductas pro-sociales, tienen la función de realizar el aprestamiento para la vida moral que poco a poco va a irse desarrollando y formando en ellos.

El siguiente es un reportorio de habilidades pro-sociales que se hallan categorizadas u organizadas según su utilidad y que pueden orientar el trabajo de los educadores, cuando se afirma que los niños y los adolescentes deben desarrollarlas. RM

Habilidades sociales básicas Habilidades relacionadas con la escuela Habilidades para hacer amistades
1 Escuchar. 9 Saber formular preguntas. 17 Saludar a los otros.
2 Hablar asertivamente. 10 Seguir instrucciones. 18 Unirse a un grupo.
3 Recompensarse uno mismo. 11 Intentar algo cuando es difícil. 19 Compartir con los demás lo que se tiene y se es.
4 Saber dar un cumplido a quien lo merece. 12 Detener lo que no está bien. 20 Esperar el turno que le corresponde.
5 Dar las gracias. 13 Ser buen compañero. 21 Participar en un juego.
6 Ignorar la agresión de otro. 14 Realizar trabajo cooperativo. 22 Ofrecer ayuda a quien lo necesita.
7 Saber pedir un favor cuando se requiere. 15 Ser solidario académicamente. 23 Pedir a alguien que juegue.
8 Pedir ayuda. 16 Trabajar en equipo. 24 Conocer a los demás.
Habilidades para el manejo de los sentimientos Alternativas ante la agresión Habilidades para el manejo del estrés
25 Reconocer las emociones que generan las agresiones de otros. 35 Enfrentar asertivamente a quien tiene actitudes molestas. 44 Saber relajarse frente a lo situaciones que le generan tensión.
26 Reconocer los propios sentimientos. 36 Saber resolver un problema. 45 Enfrentar con actitud propositiva los errores.
27 Manejar las emociones que
generan las agresiones de otros.
37 Responder con asertividad a
quien lo está agrediendo.
46 Ser honesto en las actuaciones
para no generar tensiones.
28 Buscar a alguien con quien
hablar de cómo se siente.
38 Decidir si algo es justo y actuar
en coherencia con ello.
47 Decidir prontamente qué hacer
para reducir la tensión.
29 Manejar la rabia o la ira que se siente. 39 Asumir las consecuencias de una actuación personal. 48 Saber asumir la derrota o saber perder.

José Guillermo Martínez Rojas

Licenciado en Filosofía y Teología de la Pontificia Universidad Javeriana, Especialista en Legislación Educativa y Procedimientos de la Universidad Autónoma de Colombia.

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