Contexto internacionalEdición 23

Escuelas del siglo XXI: comunidades de aprendizaje personalizado

Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro.
Una educación, desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aprovecha al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética -y tal vez una estética- para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal. Que integre las ciencias y las artes a la canasta familiar, de acuerdo con los designios de un gran poeta de nuestro tiempo que pidió no seguir amándolas por separado como a dos hermanas enemigas. Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los niños.

Por un país al alcance de los niños, 1995.

Gabriel García Márquez

Escribo estas líneas de madrugada, entre continentes, volando de vuelta a Europa desde Bogotá. Un viaje que es una excusa para releer y descubrir pasajes de García Márquez.

Soy conocido por mis viajes extraños. De Sidney a Nueva York, son muchas las ciudades en las que me he saltado la visita a los enclaves “memorables” para disfrutar de escuelas pioneras y alejadas del recorrido turístico. Se aprende más del presente de un país en sus escuelas que en sus monumentos. Me sentiré orgulloso de fundar un día un Instituto de Cartografía Pedagógica: las escuelas que crean los mapas del mundo. Cada cual se gana la vida con sus rarezas, en el fondo no son otra cosa que la sombra de nuestras virtudes. Así que asumo mi manía de buena gana. He llegado a tanto que la aderezo con otra extravagancia, la del turismo de libro.

El turismo de libro me descubrió visitando la casa de Pablo Neruda en Valparaíso, como escribe Cortázar en Rayuela: “Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto”. Es un turismo que se puede ejercer sin salir de tu ciudad. Yo lo practico con asiduidad en Viena. Recurro a buscar atajos para pasarme por la Blutgasse incluso cuando el atajo me acabará saliendo largo.

La Blutgasse es la calle donde se cocinaron las bombas del Hotel New Hampshire de John Irving. Allí es donde pierdo tiempo pero gano vida. Me parece lo más cercano a experimentar una de las múltiples dimensiones de nuestra realidad, al menos una entre las infinitas que se predican en la teoría de las cuerdas. Y así como García Márquez nos regaló a todos Macondo, nos puso el peaje de visitarlo solo en la lectura. Fue el precio de su eternidad.

De García Márquez se sabe todo. En menos medida se citan sus trabajos sobre educación. Será porque nos gusta viajar solo a sus libros más recomendados. Echaré la culpa a la mezcla de mis rarezas por arrastrarme a Un Manual para ser niño y el discurso: Por un país al alcance de los niños.

En 1995 el Ministerio de Educación colombiano emplazó a un grupo variado de eméritos autóctonos a visitar escuelas de todo el país y emitir un informe. ¡Se me adelantaron con el Instituto de Cartografía pedagógica! En Un manual para ser niño García Márquez empieza así: “Aspiro a que estas reflexiones sean un manual para que los niños se atrevan a defenderse de los adultos en el aprendizaje de las artes y las letras”. Sigue con: “si a un niño se le pone frente a una serie de juguetes diversos, terminará por quedarse con uno que le guste más” y termina: “… una escuela que preserve su curiosidad y su creatividad naturales”.

Latinoamérica es la madre del realismo mágico. Quizás por eso se ha convertido en el mejor escenario para representar la encrucijada de la educación en nuestro siglo. Una encrucijada que nos afecta a todos y que va de la escolarización universal a la personalización del aprendizaje.

De la escolarización universal a la personalización del aprendizaje

El siglo XX culminó con un hito imprescindible para Europa y Norteamérica: la escolarización universal. En estas regiones el sueño se hizo posible. Solo el 3,8% de alumnos en edad de escolarización se escapan del sistema. Sin embargo, no se invitó a todos a la fiesta.

Según el último informe del Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU): un 20,8% de los niños no van a la escuela en el África Subsahariana, un 11% en las regiones norte y oeste del mismo continente, un 8% en Oceanía y un 5% en Asia, Latinoamérica y la región del Caribe. Haciendo la suma con los pequeños porcentajes del resto de regiones alcanzamos la friolera de 263 millones de niños, adolescentes y jóvenes. En total, uno de cada cinco niños del mundo no están escolarizados, una cifra que apenas ha cambiado en los últimos cinco años y que afecta, con más fuerza, a las niñas.

Tres cuartas partes del mundo aún necesitan más escuelas y más profesores. Escuelas más cercanas y mejor acondicionadas donde lideren profesores preparados y valorados. Mientras Asia y África escenifican una crisis de recursos humanos, incapaces de atraer personas cualificadas a la profesión, profesionales que no la abandonen y que puedan sobrevivir en edificios dignos con salarios más bajos que lo que cobran los taxistas o los repartidores a domicilio en sus respectivos países; Europa, Norteamérica, buena parte de Oceanía y Latinoamérica se preguntan qué hacer cuando teniendo a todos en la escuela, no se logra el desarrollo pleno de sus competencias.

La directora Silvia Montoya del IEU lo explica del siguiente modo: “el acceso a la educación es solo parte del problema. Vivimos también una crisis de aprendizaje en la que uno de cada seis niños y adolescentes no están alcanzando los niveles mínimos de competencia en lectura o matemáticas, a pesar de estar en su mayoría escolarizados. La educación debe responder a las necesidades de cada niño y ello requiere un seguimiento eficaz para garantizar, en primer lugar, que estén escolarizados, pero también asegurarse de que aprenden lo que necesitan saber”.

Tres cuartas partes del mundo está intentando que todos los alumnos vayan a la escuela, pero el mundo entero está intentando desarrollar al máximo el potencial de cada niño y de cada niña, cada mañana. La cuestión de fondo en esta encrucijada es que la fórmula de la escolarización universal es conocida, pero la de personalización la estamos descubriendo.

La escolarización universal se ha alcanzado con éxito en países y continentes enteros demostrando su proceso y los beneficios de sus efectos. Podríamos calificarla, por tanto, como una práctica de éxito: un modelo que funciona en todos los niveles, también a gran escala, en su versión macro. Este modelo es el de la escuela en la que la mayoría hemos crecido. Un modelo organizado que cuadra con el arquetipo instalado en el imaginario social donde todos los estudiante aprenden lo mismo, al mismo tiempo, en el mismo lugar, del mismo modo, hora tras hora, día tras día, organizados por edad y entendiendo el éxito como un concepto vinculado a las competencias lingüística, matemática y científica.

No me malinterpreten, este modelo ha sido un éxito, lleno de logros y esforzados avances. Un hito por el que vale la pena un brindis. Sin embargo, sus protagonistas, los maestros, son los primeros que han percibido que de alguna forma, ha llegado a un callejón sin salida, no funciona. El modelo se ha desarrollado con éxito desde la constitución de los primeros sistemas educativos del mundo a comienzos del siglo XX, pero en estos momentos está viviendo el culmen de una crisis, y es que el sistema con el que alcanzamos la escolarización universal, no puede permitirnos lograr la personalización del aprendizaje, aquello que García Márquez dijo de cada niño y su juguete.

Descubriendo el juguete que cada alumno lleva dentro

Lo sé. Personalización es una palabra horrenda. No figura en el diccionario español y no existe una definición común, precisamente porque estamos aprendiendo e investigando sobre la cuestión. Sin ánimo de cerrar aquí una definición que complazca a todos, podemos decir que la personalización es la hermana mayor de la diferenciación y de la adaptación, alcanzarla es el principal desafío educativo que enfrentamos en el siglo XXI: descubrir el juguete de cada alumno. La personalización se hace efectiva en el encuentro singular donde la enseñanza se ajusta a las necesidades de aprendizaje únicas de cada alumno.

En mi libro Viaje a las escuelas del siglo XXI: Así trabajan los centros más innovadores del mundo enmarqué esta transformación en el concepto de escuelas21: “cuando una escuela actúa, cambia, crece y se desarrolla atenta al presente, a la investigación y a la realidad global y local, descubre su identidad (…) donde los profesores y los alumnos se comportan de un modo diferente, las notas tienen otro sentido, los horarios cambian y las aulas y los pasillos son el escenario de actuaciones completamente nuevas. Son escuelas que cambian para lograr mejores resultados”.

Jaume Carbonell ha englobado estas transformaciones bajo el paraguas de “pedagogías del siglo XXI” en las que “adquieren relevancia las pedagogías sistémicas, críticas, lentas, inclusivas, no directivas o que tienen que ver con las inteligencias múltiples o con los proyectos de trabajo. Todas y cada una de ellas disponen de redes de intercambio y colaboración, de espacios de encuentro”.

Por su parte, Jordi Adell y Linda Castañeda beben del concepto de tecnologías emergentes para bautizar a las pedagogías emergentes como “el conjunto de enfoques e ideas pedagógicas, todavía no bien sistematizadas, que surgen alrededor del uso de las TIC en educación y que intentan aprovechar todo su potencial comunicativo, informacional, colaborativo, interactivo, creativo e innovador en el marco de una nueva cultura del aprendizaje”.

La última sistematización ha sido la de Michael Fullan y Maria Langworthy. En A Rich Seam. How New Pedagogies Find Deep Learning describen la aparición de nuevas pedagogías con puntos en común: “The ‘new pedagogies’ are not just instructional strategies. They are powerful models of teaching and learning, enabled and accelerated by increasingly pervasive digital tools and resources, taking hold within learning environments that measure and support deep learning at all levels of the education system. ‘Deep learning’, in the way we will describe it, develops the learning, creating and ‘doing’ dispositions that young people need to thrive now and in their futures”.

Las escuelas del siglo XXI son (y serán) comunidades de aprendizaje personalizado: instituciones educativas con una combinación todavía irreconocible, hoy por hoy, de los principales componentes del proyecto educativo de centro, puestos al servicio del éxito de cada unos de sus alumnos.

Las personas tenemos diferentes necesidades de aprendizaje. Para lograr el desarrollo del proyecto de vida de cada estudiante se requieren proyectos educativos (dejo de usar el término escuela a conciencia, el arquetipo desvirtúa el propósito) donde:

  • aprender de formas distintas, no todos con el mismo material, las mismas experiencias y en el mismo momento y lugar, pero con un currículo compartido;
  • con itinerarios personalizados, pero con la posibilidad de crecer en equipo;
  • con crecimiento constante, evaluado y demostrado en la mejora de todas las competencias de todos los alumnos;
  • con docentes, familias, tutores y expertos conectados o presencialmente, compartiendo espacios de trabajo;
  • en distintos tiempos y en distintos lugares, aunque con un seguimiento individualizado;
  • los alumnos se organicen de acuerdo a sus niveles de competencia, en un currículo que haga local lo global,
  • teniendo a un tiempo tutores y grupos de referencia, donde las decisiones de gestión se tomen en comunidad: alumnos, familias y educadores,
  • el éxito se comprende y se evalúa no solo en las competencias lingüística, matemática y científica, sino también al aprender a aprender, en la competencias cultural y artística, en la social y ciudadana y en la autonomía e iniciativa personal.

El futuro que esconde el presente

Para crear esta nueva realidad, las escuelas están cambiando… y mucho. Las escuelas están mejorando… y mucho. Estamos creando una nueva realidad. Volviendo a García Márquez en Cien años de soledad: “El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”. En todo cambio de paradigma necesitamos nuevas palabras, nuevos continentes que se apropien del contenido secuestrado en el pasado. Parafraseando los versos de Manuel Machado: “Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor”.

Una escuela21 no es una escuela. Una escuela21 es la escuela del siglo XXI. A simple vista puede parecer que esta definición no cambia nada. De hecho, todas las escuelas del presente deberían ser escuelas del siglo XXI. Sin embargo, la realidad es que no lo son. Están en el siglo XXI, pero no viven el siglo XXI, no lo experimentan, su reloj institucional se ha parado.

Miles de docentes y cientos de colegios en toda España están apostando por la innovación en sus proyectos educativos. Bien desde el aula, bien desde los departamentos, bien desde la dirección o las AMPAS, las iniciativas florecen alegrando el paisaje educativo. Estamos pues ante una buena noticia, ante un presente comprometido por la mejora de la educación, y no solo en nuestro país, sino en millones de escuelas en todo el mundo. La apuesta por la innovación en los sistemas educativos es la apuesta por la personalización del aprendizaje en comunidad.

Una escuela innovadora es la que ayuda a construir el mejor proyecto de vida para cada uno de sus alumnos, sin distinción. Son escuelas que cambian para lograr mejores resultados. Escuelas que se transforman en escuelas21. ¿Cómo extender su trabajo y sus proyectos? ¿Cómo lograr la transición de la escolarización a la personalización del aprendizaje? Promoviendo, legislando, dialogando en comunidad y con las familias para entender e impulsar:

1. La mejor evidencia de la innovación educativa es la mejora del proyecto de vida de nuestros alumnos. La innovación no termina en los dispositivos, las metodologías o los muros de cristal. La innovación tiene como misión el éxito de todo el alumnado de un centro, ¡sin distinción! Todo lo demás, por muy importante que nos parezca, quedará subordinado a este fin. El foco de la innovación es el rostro y el éxito de los alumnos.

2. ¿Y qué entendemos por éxito? Algo que va más allá de los resultados académicos. Las escuelas necesitan acompañar el desarrollo de todas las competencias. Todas contribuyen al crecimiento, sobre todo cuando incluimos aquellas que hasta el momento, nos han resultado más difíciles de estudiar, aquellas que se han denominado erróneamente, y durante años, “blandas”: aprender a aprender, la competencia cultural y artística, la social y ciudadana y la autonomía e iniciativa personal. Apoyando esta línea de trabajo, en octubre, presentaré una nueva publicación gratuita y con licencias abiertas en colaboración con la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Será un buen momento para compartir y buscar soluciones juntos.

3. Lograr modelos de seguimiento y evaluación de estas competencias es una labor imprescindible para evidenciar y entender la innovación. Necesitamos rúbricas y modelos de gradación de todas las competencias, modelos que vayan más allá de lo poco que ofrece la legislación actual. Esta tarea es una oportunidad única y una responsabilidad ineludible de las administraciones públicas, universidades y otras instituciones dedicadas a la investigación para compartir en abierto sus resultados con las escuelas. Se están gestando iniciativas, pero no serán suficientes sin la necesaria labor de las consejerías de educación y la red pública.

4. Si la innovación busca mejorar todas las competencias de todos los alumnos, no tienen sentido discusiones entre tradición y modernidad, no se trata de batallas entre “docentes clásicos” o “docentes innovadores”. La innovación es crecimiento, crecimiento que siempre implica cambio y mejora de resultados, resultados que se hacen evidentes en las competencias de nuestros alumnos. La innovación es un clásico de toda escuela.

5. Si la innovación es crecimiento, las escuelas innovadoras son escuelas que crecen. ¿Cómo crece una escuela? Cuando se dan las condiciones para que educadores y comunidad se desarrollen profesional y emocionalmente. Una escuela que innova, crece. Una escuela que crece, crece porque lo hace, sobre todo, su claustro.

6. ¿Cómo crecen los claustros? Con proyectos educativos de creación compartida en su visión y en sus sueños, planeando de manera distribuida, evaluando la mejora de su proyecto y tomando como evidencia fundamental el éxito de sus alumnos; permitiendo que si un centro crece y mejora, parte de su plantilla pueda permanecer para seguir implementando el modelo; visitando, conociendo y acompañando aulas y compañeros del propio centro y de otros centros de la región, aprendiendo de prácticas de otras escuelas en países distintos pero en contextos semejantes… La formación del profesorado no es un curso, es un modo de vivir centrado en la observación y la práctica reflexiva.

7. El centro es la unidad de cambio del sistema educativo. Por debajo del centro el cambio no es sostenible en el tiempo, por encima no es manejable. Necesitamos por tanto, poner el foco en el crecimiento de equipos de profesores, con redes de centros que impacten en municipios y ciudades educadoras.

8. Las investigaciones internacionales y los resultados de progreso como país no aportan valor para generar cambios a pequeña escala, en el día a día. Cumplen otros objetivos, son necesarias pero no son las únicas. Necesitamos estudios e investigaciones sobre buenas prácticas tomando a las escuelas como referente, que superen las fronteras de cada país para comprobar cómo distintas escuelas en distintos lugares de el mundo está creciendo con proyectos semejantes.

Encontremos y analicemos estos proyectos de éxito para su replicación y adaptación allí donde más se necesitan. Apoyemos el cambio en la evidencia científica tomando aulas y escuelas como centros de estudio.

9. Si la innovación busca los mejores resultados de los alumnos, los centros con mayor probabilidad de crecer y mejorar son aquellos en las zonas de mayor necesidad. Por eso las escuelas en los entornos de mayor dificultad socioeconómica necesitan de los mejores docentes.

10.Trabajando con las familias integradas en el proyecto educativo de centro más allá de las Asociaciones de Madres y Padres. El éxito en el proyecto de vida de los alumnos comparte responsabilidad a partes iguales entre la escuela y la familia. En el momento de transformación que vivimos es necesario integrar a las madres y a los padres en el día a día, más allá de las reuniones con los tutores. Solo su participación garantizará la comprensión del proyecto educativo. Contemos con ellos como profesionales, expertos, diseñadores de experiencias, consejeros, organizadores de eventos, patios y actividades, etc.

Vivimos una primavera de innovación educativa en España y en todo el mundo. Los docentes y las escuelas son los principales protagonistas de la transformación hacia la personalización del aprendizaje. Sigamos compartiendo y creciendo juntos, porque la historia de la innovación educativa es la historia de nuestro progreso como seres humanos. Cambiemos el mundo escuela a escuela.

Alfredo Hernando Calvo

Es psicólogo e investigador. Desde el año 2013 dirige el proyecto Escuela 21, un proyecto que le ha permitido experimentar de primera mano con las escuelas más innovadoras de todo el mundo. @alfredohernando

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