El trabajo en el mundo real
En el mundo real, cuando a un trabajador se le pide que realice una tarea, lo mínimo aceptado es que lo haga competentemente. La razón obvia es que se espera que la tarea se haga apropiadamente. Pero existe otra razón importante: cuando logramos un trabajo competente que consideramos útil, nos sentimos bien y ganamos confianza. Por lo tanto, el intercambio que se hace generalmente en el mundo real con los trabajadores, y que casi siempre cumple, es que su trabajo sea útil. Si un trabajador no puede ver esa utilidad inicialmente, de seguro alguien se la explicará rápidamente. Por varias razones, aunque a los trabajadores no les guste lo que les piden que hagan, siempre sabrán que hay una muy buena razón para hacerlo.
Finalmente, en el mundo real, todo gerente exitoso sabe que en la medida en que sus trabajadores sepan que la gerencia se preocupa por ellos como personas y se empeña en mejorar las condiciones de trabajo, los trabajadores se esforzarán por hacerlo mejor. Una parte importante de esta preocupación es el salario que reciben. Entre más sienta la persona que su remuneración es justa y que podrá beneficiarse de las ganancias si estas son altas, mayor calidad habrá en su trabajo.
El trabajo en un colegio
El trabajo en un colegio es muy diferente al del mundo real descrito anteriormente. Si bien los estudiantes son los trabajadores y los profesores sus gerentes inmediatos, los colegios no exigen ser competente. Se aceptan calificaciones bajas (C y D) para obtener crédito, calificaciones que están por debajo del nivel competente, lo cual no prepara a los estudiantes para el mundo real.
Los colegios se concentran en el trabajo, no en crear un ambiente de trabajo agradable para los estudiantes. Se aceptan profesores que no son ni amigables ni cariñosos, e incluso se aprecian en muchos de los colegios que se basan en la siguiente convicción: nosotros enseñamos; si ellos no quieren aprender, es su problema.
Atrapados en este lugar de trabajo, en muchos casos indiferente, que acepta la incompetencia, los estudiantes se sienten tan mal y tienen tan poca confianza en sí mismos, que se rebelan y dicha rebelión la etiquetamos como problema de disciplina. Entre más se rebelan, menos cuidado y cariño reciben, y más dispuesto está el colegio en aceptar trabajos incompetentes para deshacerse de ellos lo más pronto posible. Este círculo vicioso destruye las oportunidades educativas de más de la mitad de los alumnos de nuestros colegios.
Desafortunadamente, nadie en el poder ha sugerido que se fije la competencia como requisito para obtener crédito en un curso o grado. La amabilidad y el interés por los estudiantes es la única manera en que los colegios serán capaces de cumplir este estándar. En muchos colegios hoy día los alumnos se pueden graduar sin haber producido un solo trabajo competente. No tiene sentido hablar de rendición de cuentas porque no hay nada que valga la pena medir en un sistema que no exige el nivel competente.
Actividades extracurriculares
Con seguridad donde se exige el nivel competente a todos los estudiantes – requisito abiertamente aceptado por los estudiantes – es en las actividades de desempeño extracurricular, tales como deportes, música, teatro, porristas y grupos de escritura y edición del periódico escolar y del anuario. Los estudiantes que no están dispuestos a buscar niveles competentes o de calidad superior, no duran mucho tiempo en estos grupos. Y aún así, nunca les falta gente a los grupos porque este buen nivel de exigencia se siente bien y aumenta su confianza en sí mismos.
Pueden haber pocos profesores o entrenadores que traten mal a los estudiantes involucrados en estas actividades, pero, en general, el clima es de profesores y estudiantes interesados y amables entre sí. Las calificaciones no son importantes para motivar a estos participantes; ellos están muy conscientes de que lo que han escogido hacer vale la pena hacerlo bien. Si se califica, generalmente la calificación asignada es raramente menos que B (competente) y muchas veces A (más allá de competente). Estas actividades de nuestros colegios son las únicas que se acercan al mundo real. Son populares y exitosas en los ojos de los estudiantes, el colegio y la comunidad.
Trabajos inútiles en el aula
A diferencia del mundo real donde la utilidad de trabajo es obvia o explicada, la utilidad de más de la mitad de los trabajos que se realizan los estudiantes no es ni obvia ni explicada. Entre menos pudiente el estudiante, menos obvia es la utilidad de su trabajo escolar. De hecho, en una investigación reciente sobre el fracaso de Title One se observó que a medida que el ingreso familiar disminuye, también el desempeño del estudiante en clase. Más de cien mil millones de dólares se invirtieron en Title One durante los últimos treinta años, sin obtener mejoras en el desempeño estudiantil.
Sin importar cuanta presión (casi siempre como amenazas y castigos) ejercen profesores y administradores escolares en su intento por “motivar” a los estudiantes, más de la mitad no realizarán trabajos competentes. De nuevo, el ingreso familiar y la calidez, no la presión, son las razones principales del gran esfuerzo de los estudiantes en el colegio. Es inútil y hasta contraproducente forzarlos a realizar un trabajo que no perciben como útil.
Los estudiantes no son los únicos que perciben la inutilidad de muchos de sus trabajos escolares. Los maestros tampoco ven el sentido de enseñar lo que se les pide que enseñen. Si ellos no lo ven, no podrán explicarlo a sus estudiantes de tal manera como para persuadirlos que es útil. Los estudiantes se dan cuenta fácilmente de esta situación a través de estos intentos fallidos.
La utilidad de las habilidades de aprendizaje
Desde mis cuarenta años de experiencia con estudiantes, profesores y padres de familia en colegios públicos, creo que lo que más fácilmente es considerado como útil por parte de los estudiantes son las siguientes cinco habilidades básicas: leer, escribir, calcular, ser letrado en ciencias y ser letrado en computadores. No incluyo la matemática debido a que la mayoría de los estudiantes no la separan del cálculo matemático. Ellos creen que es matemática porque sus padres y docentes les dicen que así es y puede ver fácilmente que el cálculo ayuda al resolver problemas simples.
Pero una vez aprendido, el cálculo puede hacerse correctamente en una calculadora y el cálculo manual se vuelve una habilidad inútil. A pesar de eso los profesores siguen enseñando el cálculo manual, considerándolo matemáticas, en lugar de enseñar lo que la matemática significa en el mundo real.
La matemática, dentro o fuera del colegio, es solo una cosa: la solución de problemas narrados. La matemática es plantear el problema para ser resuelto y luego utilizar el cálculo requerido para obtener la respuesta. Pero el planteamiento de la solución requiere pensamiento y muchos estudiantes no harán el esfuerzo a menos que alguien les explique el valor de la matemática, como álgebra, para después ayudarles a experimentar dicho valor al resolver problemas narrados en clase.
Si los alumnos no vienen de familias pudientes, pocos entenderán el porqué se les pide que aprendan matemáticas. De la forma como se enseñan, con amenazas, muchos fracasos y pocas explicaciones, la mayoría de los estudiantes no tienen ni la menor idea de lo que están haciendo o del porqué se les está pidiendo que lo hagan. Como las matemáticas avanzadas se centran mucho en las manipulaciones y poco en la solución de problemas que usan las manipulaciones, inclusive los alumnos pudientes dejan de apreciar su utilidad.
Para el resto de los estudiantes y aún para un gran número de personas no técnicas, las matemáticas son un misterio. En la práctica, los estudiantes universitarios que requieren de las matemáticas para sus carreras, las aprenden allí y no antes. Ningún profesor universitario está tan divorciado del mundo real como para depender del conocimiento previo que traen los bachilleres.
Casi todos los estudiantes, sin importar el nivel de ingreso de su familia, no ven utilidad en la memorización de datos, fórmulas o procedimientos que se olvidarán mucho antes de que se tenga oportunidad de aplicarlos en el mundo real. Aunque la mayoría de ellos se sienten atraídos por los conceptos científicos y piensan que vale la pena aprenderlos, mucho de lo que hacen antes de décimo grado, que llaman ciencias, es memorización de datos de un texto. Los alumnos de altos ingresos aceptan esta memorización como necesaria para obtener buenas calificaciones, no solo en ciencias sino en las demás materias.
Los estudiantes tienden a ver la lectura como algo útil, pero muchos pierden el entusiasmo al verse forzados a leer sobre temas que no les interesan. Los colegios reconocen el esfuerzo por aprender a leer pero no se esfuerzan por tener material de lectura interesante. Nuestros colegios están llenos de alumnos de 5.º en adelante que nunca han leído un libro que no haya sido asignado. La mayoría de los estudiantes también considera la escritura como útil, pero la forma como se les enseña está tan llena de gramática difícil de entender, correcciones en rojo, bajas calificaciones y fracasos, que muy pocos alumnos aprenden a hacerlo competentemente en el aula.
Maestros y padres también aprecian la utilidad en la lectura, la escritura, el cálculo matemático, las ciencias y la informática, pero agregan la memorización. Saben que la memorización es el camino más seguro hacia la universidad y que, con excepción de las carreras técnicas, es muy importante para tener éxito aún hasta niveles de doctorado. Como la memorización no está en la lista de cosas útiles en la mente de los estudiantes, muchos estudiantes capaces no les va bien en la universidad.
Habilidades útiles requeridas en el mundo real de trabajo
De las habilidades que son consideradas útiles por los estudiantes, solo tres se utilizan en el mundo del trabajo: la lectura, la escritura y la informática. El mundo real no requiere memorizar algo que no vaya a utilizarse diariamente o aquello que pueda encontrarse fácilmente. Los cálculos se hacen con calculadoras y los errores no se toleran. Las matemáticas y las ciencias se dejan en manos de expertos entrenados en universidades. Los novatos no realizan ese tipo de tareas en el mundo real del trabajo.
Las otras seis habilidades que sí se requieren en el trabajo y muy rara vez en el colegio, son: resolver problemas, aplicar el conocimiento, liderar, cooperar, hablar y escuchar.
De estas, las dos más exigidas en el mundo real son la solución de problemas no técnicos y la aplicación del conocimiento. Debido a que el éxito de la mayoría de las tareas depende de qué tan bien se lleven los trabajadores y administradores, las empresas invierten un significativo esfuerzo en la capacitación sobre cooperación y liderazgo. Siendo la comunicación tan importante en el mundo real, las habilidades de hablar y escuchar son de gran valor, aunque raramente se enseñan tanto en el trabajo como en el colegio. En cuanto a la expresión oral y a la habilidad de escuchar, dependemos de que las personas las aprendan por sí mismas.
Logrando aprendizaje competente en el aula
De continuar como hasta ahora, haciendo énfasis en la memorización sin aplicación útil, enfatizando el cálculo y no las matemáticas y dejando de exigir el nivel competente, la mayoría de nuestros colegios seguirán en el nivel de incompetencia en el que se encuentran sumidos. En nuestro sistema educativo actual, solo los estudiantes de familias pudientes tienen oportunidad de tener una educación competente, adecuada para el mundo real, la cual hace énfasis en la aplicación del conocimiento y en la solución de problemas.
Cuando escucho a políticos, líderes empresariales y académicos acerca del mejoramiento de la educación, nunca oigo que quieran que los estudiantes realicen trabajos competentes como requisito para obtener crédito o ser promovidos. Casi nunca mencionan la solución de problemas ni la aplicación de conocimientos, dos de las habilidades más importantes en el mundo real sin importar la tarea que se esté realizando. Siempre enfatizan las calificaciones y no la eliminación de las bajas calificaciones y el fracaso. Lo más grave es que nunca mencionan la importancia de que los colegios proporcionen un ambiente acogedor donde todos los estudiantes tengan la oportunidad de aprender.
Por difícil que pueda parecer, mucho de lo anterior se puede lograr exigiendo la competencia como el nivel mínimo para obtener crédito por un trabajo, y creando un ambiente cálido y amistoso en el salón de clase donde se emplee gran parte del tiempo en desarrollar un currículum útil no solo para el trabajo escolar sino para el mundo real.
El ser competente es la esencia de todo éxito y de la mayor parte de la felicidad, sin importar lo que decidamos hacer con nuestras vidas; debería, ser el valor esencial de nuestros colegios.
A diferencia de la mayoría de los lugares de trabajo donde los empleados incompetentes son despedidos o no son promovidos, los estudiantes no son despedidos de un colegio por incompetentes. Los mantienen allí con calificaciones mediocres o “los rajan”, permitiéndoles en algunos casos que se retiren mucho antes de su graduación con grandes deficiencias sobre lo que necesitan saber en un mundo que demanda buena educación y la habilidad para llevarse bien con otros. Se ha hablado mucho sobre la eliminación de la llamada “Promoción Social”, pero nadie ha sugerido que se dejen de dar calificaciones como C y D (mediocres o bajas por debajo del nivel competente).
Con la eliminación de la promoción social después del año escolar 1998/99 en Los Angeles, el Superintendente estima que 150.000 niños de escuelas primarias necesitarán ayuda para superarse (Los Angeles Times, enero 26 de 1999). Se emplearán millones de dólares para que pasen de una calificación con la que pierden la materia a una totalmente mediocre e incompetente, con lo que no se está logrando nada. Excepto por el hecho de que siempre se ha hecho, no existe una razón ni humana ni económica que justifique el dar crédito a un alumno por un trabajo incompetente.
Hacia el crédito obtenido como resultado de un trabajo competente
La mejor manera de empezar es encontrando a unos pocos maestros de cualquiera de los grados entre transición y undécimo que estuvieran dispuestos a renunciar a todas las calificaciones con excepción de la B para un trabajo competente y la A o A+ para uno de calidad superior (o las dos que representen un nivel competente y uno de calidad superior). Ningún niño sería admitido en una de estas clases sin el consentimiento escrito de sus padres. Lo que se haría en dichas clases está contemplado en gran parte en mi libro Teoría de la Elección: una nueva psicología de la libertad personal (Ediciones Paidós, 1999)
Aún cuando sería de mucha ayuda leer todo el libro, la mayor parte de lo que trato de enseñar a padres y maestros está en los capítulos Uno, Dos, Tres, Cuatro y Diez. Sería muy bueno que leyeran al menos estos cinco capítulos para que pudieran entender mejor lo que pasaría en el aula. Básicamente, el alumno no recibiría crédito alguno hasta que hubiera aprendido lo suficiente como para obtener una B o una calificación competente.
Para lograr esto, el maestro tendría que hacer algunos cambios drásticos. El énfasis se haría en explicarles a los alumnos que todo trabajo hecho con el fin de lograr el nivel competente será útil. Los alumnos encontrarían cada día que su profesor se interesa en ellos y quiere que desarrollen la confianza suficiente para aprender competentemente todo lo que se les enseña. No existiría el fracaso ni habría malas calificaciones. La actitud de los alumnos cambiaría gradual y positivamente cuando comienzan a comprender que todo lo que se les pide que hagan es útil, que el profesor se interesa en ellos, que no se les critica, amenaza o castiga, y que la prioridad es ayudarles a lograr el nivel competente.
Durante el siguiente año escolar, o por el tiempo que fuera necesario, todos los alumnos trabajarían por lograr el nivel competente. La meta sería conseguirlo en un año, pero si se requiere de más tiempo, se haría lo necesario para proveerlo. Pronóstico que con varios estudiantes deberá extenderse el tiempo a dos años o más, ya que podría tomarles ese tiempo para comprender que el trabajo incompetente no es aceptable.
Si un alumno no tuviera los créditos requeridos para graduarse a los 18 años, se le daría crédito por el trabajo realizado pero no un diploma. Para aquellos alumnos de mayor edad, habría horarios nocturnos y cursos vacacionales disponibles. Esto sería mucho mejor de lo que sucede actualmente: ser promovidos año tras año sabiendo que son incompetentes.
El siguiente es un resumen de lo que se haría en todas las clases en las que el nivel competente es requerido para obtener crédito:
1. El trabajo requerido para el curso será expuesto claramente. Generalmente, son muy adecuadas unas guías actualizadas del material que se va a cubrir. Solo los alumnos que demuestren competencia recibirán crédito. Los alumnos podrán agregar competencias para obtener crédito extra o una evaluación superior (como sobresaliente), pero ninguna de las competencias acordadas previamente podrá dejar de lograrse. Todo aquello que se exige tendría utilidad.
2. Cada estudiante deberá hacer un seguimiento de sus trabajos competentes en una copia del registro que lleva el colegio. El alumno sabrá en todo momento qué tan cerca está de lograr las metas del curso o de ser promovido al grado siguiente. La promoción no necesariamente se hará al final de un año escolar. Los alumnos avanzarán según sus créditos y no según los años aprobados. Alumnos de diferentes niveles o edades podrán estar en una misma aula. Los estudiantes competirían consigo mismos para alcanzar sus metas y no en contra de los demás.
3. No habría tareas obligatorias. El estudio y las tareas serían autoasignadas, en un intento de los alumnos por comprobar que han logrado el nivel competente requerido en un área determinada. El profesor estaría disponible continuamente para asesorar a sus estudiantes y para hacer sugerencias con el fin de que el alumno comprenda lo que le falta por lograr.
4. Las pruebas serían frecuentes y cortas (escritas u orales), de una o dos preguntas, todas encaminadas a la solución de problemas o a la aplicación del conocimiento, y respondidas competentemente. No habría memorización obligatoria. Los alumnos podrían consultar sus textos y apuntes durante las pruebas, así como también hablar y ayudarse entre sí. Gustosamente, el profesor también los ayudaría durante la prueba si el tiempo lo permite. Pero al final, cada alumno sería responsable de responder competentemente cada una de las preguntas sustentando o explicando sus respuestas a la profesora o a la persona que ella designe para esa labor de coverificación individualmente. De esta manera, sería imposible el plagio o la trampa.
5. Cualquier trabajo, incluyendo las pruebas o los exámenes, podrían llevarse a la casa. A los padres se les animaría a ayudarlos, pero siempre tendrían que explicar a la profesora las respuestas obtenidas. El obtener ayuda es parte del mundo real, pero ser responsable por la realización de una tarea de manera competente, sin ayuda continua, también lo es.
6. Se promovería la participación de los alumnos en discusiones frecuentes durante las clases, para que la profesora pudiera obtener suficiente información de su aprendizaje y sobre como podría orientar su enseñanza.
7. Se animaría a los alumnos para que trabajen en grupos cooperativos pero cada alumno sería co-verificado individualmente por el maestro para asegurar su comprensión del trabajo grupal. El maestro podría realizarlo individualmente o hablando con los alumnos mientras trabajan en grupo.
8. Si un grado, como tercero, o si una asignatura, como las Ciencias Sociales de noveno, se evaluará en una prueba de logros estandarizada, todas las preguntas de una prueba ejemplo se estudiarían en clase cubriendo una o dos preguntas por día. Al final cada alumno habrá contestado todas las preguntas correctamente y sabrá el porqué obtuvo esa respuesta. Esto mejoraría el desempeño de los alumnos en este tipo de pruebas de estado.
9. Para facilitar el proceso de valoración continua, que sería la esencia de todo el proceso de aprendizaje, se podría asignar alumnos monitores o asistentes del maestro que comprenden bien la asignatura. Ningún alumno sería forzado a ser asistente si no lo desea, como tampoco se le podría forzar a que trabaje con uno si no lo desea. En la práctica, este método da muy buenos resultados y es beneficioso tanto para el alumno asistente como para los que reciben la ayuda.
10. Se animaría a los alumnos a que propongan trabajos o hagan preguntas que requieran pensamiento. Estas podrían proponerse como tareas o pruebas voluntarias para obtener crédito adicional. El alumno que proponga el trabajo o la pregunta, actuaría como asistente del profesor para asesorar a sus compañeros que deseen resolverla.
11. También se invitaría a los padres para que propongan trabajos y preguntas, actúen como profesores asistentes, lectores, tutores o participantes en clase.
12. Cada alumno en alguna clase de 5.º en adelante realizaría un trabajo amplio, detallado y voluntariamente escogido como proyecto anual. El tema del proyecto sería aprobado por el profesor. También podrían trabajar en grupo en un proyecto anual y extenso para la comunidad o para el colegio, y también requeriría la aprobación del profesor.
Todas las prácticas arriba mencionadas son completamente congruentes con lo que sucede en el mundo real. Los alumnos que participen, lograrán disfrutar del éxito que ahora obtienen en las actividades extraclase. Nada de lo que he sugerido requiere de dinero adicional al que normalmente está disponible. No necesita ser un proyecto que involucre a todo el colegio, pero entre más profesores estén, mayor podría ser el éxito.
Con base en mi experiencia personal en algunos colegios, puedo decirles que la mayor parte de lo expuesto en este artículo funciona muy bien. Usted puede encontrar este artículo en mi sitio en Internet y siéntase libre de fotocopiarlo. Sugiero también la lectura de mis libros sobre educación a cualquier docente que esté contemplando realizar este cambio en busca del nivel competente y calidad: Todo Estudiante Puede Ser Exitoso (2009), Teoría de la Elección: Una nueva sicología de la libertad personal (1999), Escuelas Sin Fracasos (1969), Choice Theory in the Classroom (1998), The Quality School (1998) y The Quality School Teacher (1998). RM
Me parece genial aprender y poner en practica nuestros conocimientos.
El nivel competente no se exige, sino que se adquiere mediante un proceso de reto y desafío autónomo metacognitivo, sin presion, ni imposición.