La reunión tenía dos objetivos fundamentales:
- Concretar la construcción de un aula especializada para ‘la educación corporal integral’ que eCdC imparte desde hace 4 años en la Institución Educativa de Pontezuela (corregimiento a 15 km de Cartagena) con recursos del DPS gestionados por los Ministerios de Cultura y Educación. Esta IEP es una de las 7 priorizadas y financiadas por el MEN en Cartagena para la puesta en marcha de la política estatal de la Jornada Única Escolar.
- Hablar de la implementación de la Ley de Honores a Gabriel García Márquez (Ley 1741 del 24 de diciembre de 2014) y en particular de la formulación de un proyecto piloto conjunto entre la FNPI y eCdC, que aplique el artículo 4.o de dicha Ley, que ordena “la estructuración de un documento Conpes con el fin de promover, desarrollar, diseñar e intercambiar experiencias de aprendizaje en proyectos públicos y privados orientados a identificar y a cultivar vocaciones tempranas y talentos de niños y jóvenes en artes, deportes, ciencias y tecnología; así como innovar en la promoción de la lectura, como parte esencial del currículo académico y de los proyectos educativos institucionales de los colegios en el marco del concepto de la educación integral”.
Tuve el privilegio de contar con la amistad y el reconocimiento de Gabo quien, no solo apoyó y admiró mi carrera de bailarín y coreógrafo, sino que bendijo la creación de eCdC, honrándonos muchas veces con su presencia y lanzando una frase muy garciamarquiana aquel día de 1997 cuando lo visité en su casa en Cartagena y le llevé en un cartapacio, mi sueño de crear El Colegio del Cuerpo: “¡Es un nombre del carajo!”, me dijo, “… parece el título de un libro de poemas…”. En nuestras conversaciones con mucha frecuencia hablamos de algo que a los dos nos obsesionaba y que él llamaba con gran acierto “las vocaciones congénitas”. Aquellos proyectos cósmicos de vida que nacen con nosotros y que la educación, tanto familiar como escolar, pueden potenciar o hacer trizas para siempre. Con Gabo hablábamos del sufrimiento por la incomprensión de nuestros padres y de todo el sistema solar que rodea el universo de la educación ante la no aceptación de la clarividencia con la que llegamos a este mundo sobre lo que somos y lo que nos gusta ser y hacer…
Me contaba cómo un día le entregó a su padre su cartón de abogado y le dijo: ”
Aquí tiene papá… yo soy un escritor”. Gabo me lo dijo muchas veces “yo sabía, desde que nací, que era un escritor… y que quería contar historias”.
Yo estoy convencido de que todas las profesiones requieren iniciación temprana o mejor, oportuna. La orientación vocacional que se ofrece a nuestros estudiantes en grados 10 y 11 es tardía y me atrevo a calificar de criminal: a esas edades ya hemos asesinado o -en el mejor de los casos- cortado las alas al ángel de nuestra realización en este mundo. Más que unos profesionales deberíamos ser unos vocacionales. El día que la profesión y la vocación de todos los seres humanos sea la misma, ese día habremos dado el salto cualitativo definitivo para ser, no solo exitosos y felices… sino plenos.
http://m.eltiempo.com/vida/educacion/educacion-para-el-exito-la-felicidad-o-la-plenitud-166044
http://www.ibe.tv/es/canal/laaventuradeaprender/5058/El-colegio-del-cuerpo.htm