Vivimos tiempos de cambio en los que la educación ha dejado de ser un mero instrumento de transmisión de información y conocimientos y ha perdido su misión reproductora de ellos, entre otros motivos porque la acción educativa ha desbordado los límites espaciales y temporales en los que históricamente desarrollaba su función: en estos momentos la educación es una actividad ubicua, permanente y participada activamente por muchos más actores que los que tradicionalmente lo hacía.