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Interacción constructiva: posibilidad y práctica de valores

Abrir espacios de diálogo y reflexión en torno al conocimiento no solo favorece el desarrollo de habilidades cognitivas o competencias específicas en cada una de las áreas, sino que constituye el sustrato para formar ciudadanos desde un nuevo concepto de responsabilidad y compromiso crítico frente a su entorno natural y social.

Escrito por María Cristina Corrales, directora de formación de UNO Internacional. Describe detalladamente el modelo de valores de UNO que hace parte de su propuesta pedagógica.

 

 

La propuesta pedagógica de UNOi se ha ido configurando en un espacio de reflexión y práctica para conceptualizar sobre cómo debe operar un aula para posibilitar la emergencia y aparición de múltiples identidades. Más allá de los contenidos curriculares, los materiales, los dispositivos tecnológicos y los insumos de evaluación, la apuesta metodológica de interacción constructiva invita a la comunidad educativa a comprometerse con una transformación de las prácticas pedagógicas. En este sentido, ubicar a los estudiantes en el centro del proceso pedagógico no solo desde el manejo del discurso sino, en la práctica cotidiana, posibilita la construcción de espacios de participación y diálogo en los cuales, la manifestación de las identidades fortalece el reconocimiento de las potencialidades que caracterizan a cada uno de los estudiantes.

El reto de formar ciudadanos competentes ha centrado el discurso en practicas pedagógicas eficientes para alcanzar metas estandarizadas que den cuenta de una calidad educativa propuesta dentro de marcos internacionales, con tendencias contemporáneas hacia la tecnificación y estandarización de los procesos educativos, que induzcan al maestro a la consecución de procedimientos y a los estudiantes a la homogenización de sus expectativas, necesidades e identidades. Sin embargo, la realidad que se vivencia en las comunidades educativas nos llevan a pensar en unos espacios de formación en los cuales, el reconocimiento de las diferencias, las necesidades y los sueños, tengan cabida en los espacios escolares de tal forma que posibiliten a cada uno el desarrollo de sus dimensiones y la realización personal. En la escena pedagógica, abrir espacios de diálogo y reflexión en torno al conocimiento no solo favorece el desarrollo de habilidades cognitivas o competencias específicas en cada una de las áreas, sino que constituye el sustrato para formar ciudadanos desde un nuevo concepto de responsabilidad y compromiso crítico frente a su entorno natural y social.

La escuela no es el único escenario de aprendizaje, sin embargo, en ella se gestan y consolidan las características que marcan el desarrollo social y político de las personas, representa una de las posibilidades de ser en el mundo. Es allí donde las expresiones artísticas, el deporte, la imaginación, los sueños y los discursos se van construyendo y reconstruyendo para dar cabida a un ser único, situado en un contexto socio cultural que le permite crear y recrear constantemente su cotidianidad. Desde esta perspectiva, valores como solidaridad, reconocimiento mutuo, diversidad, van mas allá de un enunciado teórico y se manifiestan en las vivencias cotidianas. La autoridad y el respeto en los escenarios de participación se irradian horizontalmente de tal forma que, tanto los estudiantes como los adultos las generan e interiorizan natural y espontáneamente, dejan de ser el tema de una campaña y se manifiestan en las relaciones interpersonales.

La propuesta de interacción constructiva como laboratorio pedagógico genera y favorece la construcción de conceptos, competencias, significados, recursos comunicativos y vivencia de valores. Durante el desarrollo de cada uno de los momentos, los estudiantes, tienen la posibilidad de comprender, crear, disfrutar y comunicar el producto de su proceso cognitivo y formativo. A partir de un problema pertinente, se inicia la maravillosa aventura de imaginar y crear mundos posibles. Desde la planeación, los docentes se interrogan sobre el sentido que tiene el proceso que van a desarrollar con sus estudiantes; pensar situaciones problematizadoras, pertinentes, motivantes, detonantes de curiosidad, implica un acto creador que coloca la función docente en una perspectiva distinta. En este sentido, no se trata de impartir conocimientos como productos terminados sino, plantear situaciones que abren múltiples posibilidades de solución y construcción de nuevas situaciones, se genera una cadena interminable de motivaciones y nuevos interrogantes que presentan nuevas posibilidades de tomar conciencia sobre el mundo y sus problemáticas.

La participación como ejercicio político, no solo se da en los estudiantes mediante los diferentes momentos de interacción, sino que inicia como un proceso de empoderamiento de la importancia y responsabilidad del rol docente en la construcción de conocimiento y formación integral de los estudiantes. El manejo de la autoridad se fundamenta en el diálogo y acompañamiento que hace el docente a todos y cada uno de sus discípulos; el trabajo colaborativo y los espacios de indagación favorecen el seguimiento de los procesos de forma individual y grupal. El hecho de ceder la palabra a los estudiantes permite al docente conocer e interpretar sus sentidos discursivos y argumentativos, adentrarse en sus sueños e ilusiones y construir nuevos ambientes de aprendizaje desde los estudiantes, con ellos y, para ellos.

 

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