América Latina y el Caribe enfrenta una crisis en materia educativa, avanzar en el logro de los aprendizajes fundamentales sigue siendo una tarea pendiente para poder hacer efectivo el derecho a una educación de calidad. Los resultados obtenidos siguen siendo muy bajos, sin grandes mejorías en el tiempo y muy desiguales. En la mayoría de los 16 países que participaron, no se observaron mejoras sustantivas en el tiempo, si comparamos los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE 2019) con el TERCE 2013, lo que muestra un estancamiento como región.
En términos simples, hoy la evaluación del ERCE 2019 revela que los estudiantes que se sitúan en los niveles más bajos de desempeño en Lectura, en tercer grado,
no pueden localizar información en un texto, a menos que aparezca de forma muy destacada y no pueden hacer inferencias que requieran comprender un texto globalmente, aun cuando exista información reiterada o destacada que permite hacerlo. En el caso de Matemática, en este mismo grado, los estudiantes que están en el nivel más descendido de desempeño no logran escribir números naturales hasta el 9.999 ni descomponerlos aditivamente.
En el caso de los estudiantes de sexto grado, quienes tienen menor desempeño en Lectura no son capaces de inferir información cuando para hacerlo deben comprender globalmente o conectar ideas secundarias o específicas que se presentan en las distintas partes de un texto y, en el caso de Matemática, noi logran resolver problemas que requieren interpretar información o que involucran dos o más operaciones incluyendo multiplicación o división.
Estos datos son los que refrendan la urgencia de movilizar esfuerzos para mejorar los niveles de aprendizajes de los estudiantes de tercero y sexto grado de primaria de América Latina y el Caribe. Esto, porque en Lectura en tercer grado, en promedio, el 44,3% de los estudiantes se sitúa en el nivel más bajo de desempeño y, en Matemática, lo hace el 47.7%. En sexto grado, en tanto, alcanzan el nivel más bajo de desempeño el 23,3% en Lectura, 49,2% en Matemática y 37,7% en Ciencias.
Los datos no solo son preocupantes por el escaso logro de aprendizajes entre los estudiantes, sino porque salvo algunas excepciones como Perú, Brasil y República Dominicana no se presentaron avances entre las mediciones de 2013 y 2019. Esto es especialmente alarmante porque el estudio ERCE evalúa aquellas competencias en Lectura, Matemática, Ciencias y Escritura que constituyen los cimientos para poder seguir aprendiendo. Que hoy niños y niñas de tercer y sexto grado no logren niveles mínimos de logro de aprendizaje pone a una generación entera en riesgo de no poder desarrollar su pleno potencial.
Esto se hace más preocupante en un contexto de pandemia, en el que millones de niños, niñas y jóvenes no pudieron asistir a las escuelas por meses y en algunos países incluso años, lo que sabemos es que es latente el riesgo de generar mayores retrocesos en los aprendizajes y de profundizar las brechas para los grupos más desaventajados, que tuvieron menores oportunidades de acceder a las distintas modalidades de educación remota de emergencia.
Necesitamos volcar nuestra atención hacia los aprendizajes fundamentales y contar con un plan para fortalecerlos en cada centro educativo, en las salas de clases y con apoyo a cada estudiante, en función de su trayectoria de aprendizajes. Solo así podremos avanzar como región en hacer efectivo el derecho a una educación de calidad sin dejar a nadie atrás.
Esta es la invitación que hacemos desde la UNESCO a los países: establezcamos de manera urgente una agenda regional, común, amplia e incluyente que posibilite que todos los niños y niñas adquieran los aprendizajes fundamentales para seguir aprendiendo, donde el apoyo a los y las docentes como mediadores de oportunidades de aprendizajes es central y donde la inversión educativa de manera eficiente es la herramienta para romper las desigualdades.
Un aporte a la política pública
Las evaluaciones estandarizadas como el estudio ERCE, cuyo foco es primaria y se realiza de manera muestral, no es solo lograr una fotografía del momento sobre qué son capaces y no de hacer los estudiantes con el fin de poder utilizar esta información para políticas educativas, sino también indagan sobre factores que se pueden asociar a mejores aprendizajes y que entregan algunas luces sobre qué políticas públicas se pueden mejorar o implementar, y que tengan efecto en mejorar calidad y equidad de la educación.
Gracias a una evaluación como ERCE podemos refrendar que hay ciertas políticas que sí están asociadas con mayores aprendizajes como asistir a la educación preescolar.
También hemos podido constatar que los estudiantes de pueblos originarios tienen desventajas sistemáticas en sus desempeños comparando con sus pares y, por lo tanto, podemos advertir algunas asimetrías en las oportunidades de aprendizaje que se les están ofreciendo.
Aunque no logren igualar las oportunidades, asistir a la escuela importa, y los resultados demuestran que quienes faltaron a clase presenciales obtuvieron menores resultados que quienes asistieron de manera regular. También logran mejores desempeños los estudiantes que dedican tiempo al estudio y cuyos padres se involucran al aprendizaje y tienen altas expectativas sobre su futuro. Esto no es solo un listado de cosas que debiera hacer todo estudiante, son datos que demuestran empíricamente que estas acciones tienen un correlato positivo en los aprendizajes.
Por otra parte, el rol de los docentes es fundamental. Los estudiantes cuyos maestros manifiestan mayor interés por su bienestar, que organizan y preparan las clases y que durante la enseñanza apoyan el aprendizaje y retroalimentan de manera oportuna, obtienen mayores logros en las pruebas.
Se puede destacar: los estudiantes cuyos maestros manifiestan mayor interés por su bienestar, que organizan y preparan las clases y que durante la enseñanza apoyan el aprendizaje y retroalimentan de manera oportuna, obtienen mayores logros en las pruebas.
Qué evaluar y para qué
Una de las limitaciones de las evaluaciones estandarizadas externas es que, sin una adecuada adaptación al contexto, no logran dar cuenta de las particularidades y dificultades de cada país, estado o grupo de la población estudiantil, además de que un instrumento no sirve para varios fines, sino para lo que fue diseñado. Por esto, es necesario definir muy bien el propósito de los instrumentos; con qué información se complementan; las limitaciones; ampliar las evaluaciones disponibles como la evaluación diagnóstica y formativa, por ejemplo; además de diversificar las muestras (censal, muestral, entre otros) de acuerdo con el propósito que se quiere cumplir, siempre vinculándolos al objetivo mayor que es el mejoramiento de los sistemas educativos.
Los sistemas de evaluación deben definir y compartir el para qué evaluamos. Si vamos a usar la evaluación para conocer el desempeño de algunos grupos de centros educativos para enfocar los esfuerzos de la política pública o para focalizar medidas específicas en un estudiante de la clase, entonces se deben definir instrumentos específicos para estos propósitos con el fin de que las evaluaciones y medidas que se implementen aporten sustantivamente en el objetivo definido.
Desde el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación hemos hecho un esfuerzo por entregar información sobre aprendizajes fundamentales en Lectura, Matemática y Ciencias, pero también hemos ido concordando con los países participantes otras áreas que son fundamentales para el desarrollo de los estudiantes como, por ejemplo, la prueba de Escritura y la búsqueda permanente de posibilidades para entregar información sobre el desarrollo integral de los estudiantes.
En su última versión también comenzamos a indagar sobre otros aspectos de los aprendizajes de los estudiantes como son las habilidades socioemocionales. En ERCE 2019, por primera vez, logramos conocer información sobre actitudes empáticas, de apertura a la diversidad y de autorregulación escolar de los estudiantes de América Latina y el Caribe.
Uno de los hallazgos principales del estudio es que, si bien el rol de las escuelas es importante en el desarrollo de las habilidades socioemocionales, es menor que su incidencia en los logros de aprendizajes (Matemática, Ciencias y Lenguaje). No obstante, al igual que en los aprendizajes ligados a los conocimientos, las escuelas tienen un rol fundamental en proveer oportunidades de aprendizajes integrales para todos los niños y niñas de la región.
Complementariamente al esfuerzo realizado por ampliar el foco de la evaluación, el LLECE ha resaltado la importancia de ampliar la mirada de los aprendizajes de modo que, no solo se restrinjan a aspectos académicos, sino también se consideren aquellas áreas relacionadas con el desarrollo integral de los estudiantes, además de ampliar a otros subsistemas como evaluación diagnóstica y formativa.
Los sistemas educativos deben ampliar su mirada de la calidad en la educación, considerando lo que sucede en la escuela y con los docentes como clave para la promoción y desarrollo de habilidades con miras al siglo XXI. Esto se vuelve especialmente crítico tras los cierres prolongados de las escuelas a causa de la pandemia por el COVID-19. Se requiere con urgencia dar herramientas a los sistemas educativos, las escuelas, los docentes, los padres y madres de familia y, sobre todo a los estudiantes, para que puedan conocer dónde están en sus aprendizajes y, de esa manera, desarrollar y acompañar estrategias que permitan mejorar sus niveles de competencia.
Desafíos para los próximos años
En los próximos años tenemos una serie de desafíos en materia de calidad educativa y también en cómo evaluarla. Uno de ellos será el uso de la información y cómo logramos contar con políticas educativas mejor informadas. Esto invita a que la toma de decisiones se base en el aporte al mejoramiento y cómo los sistemas de evaluación nacionales puedan ampliar y no perder de vista este propósito.
El Laboratorio LLECE, desde sus inicios, ha sido una instancia de creación regional, encuentro, desarrollo, aprendizajes y un marco regional de concertación y cooperación entre los países en el ámbito de la evaluación educativa. Además, ha apoyado técnicamente en la formación y desarrollo de capacidades de los equipos responsables de los sistemas nacionales de medición y evaluación, ha sido fuente de acceso a información sobre este tema y ha puesto a disposición apoyos e información para la elaboración de políticas educativas basadas en evidencia empírica.
En este sentido, como Laboratorio hemos trabajado hace más de 27 años con la mayoría de los países de América Latina en evaluaciones que miden el logro de aprendizajes de los estudiantes de educación primaria.
La experiencia que hemos desarrollado en la implementación de estos estudios permite generar información relevante sobre el logro de aprendizaje y otros indicadores educativos, que dan cuenta de diversos aspectos relacionados con la calidad de la educación en un sentido integral y responde a los desafíos de la Agenda de Educación 2030.
El Laboratorio es una instancia para evaluar, intercambiar, probar, mejorar, innovar y hacer sinergia regional hacia la mejora de los aprendizajes. Sin embargo, es muy importante que los países y sus respectivos tomadores de decisiones usen la evidencia para mejorar la calidad de los aprendizajes, sumando a los distintos actores educativos y realizando esfuerzos para no quedarse en los números sino vincular los resultados con acciones de mejoramiento.
Ya comenzamos un proceso con los países para realizar el próximo estudio ERCE 2025, el que será una evaluación intermedia respecto de la agenda 2030. También tenemos otros proyectos como una evaluación que nos permita analizar el impacto en los aprendizajes que tuvo la pandemia o de evaluación diagnóstica para el uso formativo en 3.º grado para que ningún estudiante se quede atrás. Estas son formas innovadoras para que en conjunto con los países podamos ampliar a otras formas de evaluación que conecten con la acción de mejora.
Necesitamos avanzar, pero, sobre todo, no podemos seguir hipotecando el futuro de los niños, niñas y jóvenes y tenemos la urgencia de remediar las brechas educativas que para que no se sigan profundizando. Necesitamos movilizar a todos los actores para priorizar que el derecho a la educación sea una realidad para los millones de estudiantes de América Latina y el Caribe, donde el rol de los gobiernos y la sociedad civil es trascendental. RM