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Calidad de la educación y desarrollo de competencias: el compromiso con el futuro de América Latina

A grandes rasgos, podemos considerar que la educación iberoamericana ha vivido dos importantes procesos durante los últimos años: por un lado se han promovido variadas iniciativas reformistas, muchas de ellas con inspiración constructivista, que con una cierta actitud jacobina pretendían transformar unas realidades educativas muy deficitarias e insatisfactorias. Junto a lo anterior, en ocasiones frente a ello y en otras en paralelo, se ha producido otro reformismo político que ha respondido a motivaciones e intereses de origen más ciudadano, cuyo objetivo fundamental era cuantitativo; es decir, proveer con más y mejores escuelas y profesores a sistemas que adolecían de graves carencias.

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La situación actual demuestra que la cobertura se ha ampliado hasta el punto de estar próximos a lograr los objetivos cuantitativos deseados. De acuerdo con las estadísticas procedentes de organizaciones internacionales especializadas, como es el caso de UNESCO, la cobertura alcanza ya prácticamente al 100% de los niños y niñas de educación primaria y básica y crece de manera importante en educación infantil y secundaria. Sin embargo, gracias a que en la región se ha generalizado la cultura de la evaluación, tenemos evidencia sobre la escasa calidad de la educación de nuestros países, los lentos e inadecuados avances que se producen y que las competencias disponibles por nuestros jóvenes son escasas, inadecuadas u obsoletas.

El compromiso con la calidad de la educación justifica el pacto más importante con el futuro de América Latina, como titula un informe coordinado por uno de los autores de un artículo de esta edición de Ruta Maestra, texto en el que realiza un acertado diagnóstico sobre las graves carencias educativas de nuestra región, llegando a la conclusión global de que sin calidad el esfuerzo realizado en mejora de cobertura será baldío y que la mejora de la calidad educativa representa la diferencia entre estancamiento y desarrollo.

En cuanto a las competencias, como demuestra el informe PISA los resultados de los estudiantes de nuestra región se encuentran ente los más bajos de los países evaluados. Salvo excepciones como Perú y, en menor medida Colombia, nuestros países apenas registran avances, lo cual es objeto de un riguroso análisis comparativo que ofrecemos a los lectores: los niveles de equidad están muy por debajo de los de la OCDE y la mayoría de los estudiantes se encuentran en el sector de los que obtienen los peores resultados.

La grave y persistente brecha existente entre educación y empleo, tema también abordado en la presente edición de Ruta Maestra, es consecuencia, en buena medida, de esa insuficiencia e inadecuación de competencias, lo cual produce graves consecuencias, como son el desempleo, la pobreza y la exclusión.

También en esta edición, entre otros temas abordamos la evaluación de la educación, por ser un requisito fundamental que nos sirve como una llamada a despertar, a veces ruidosa y desagradable, así como para saber qué es lo que marca la diferencia, qué es lo que produce mejoras y lo que es ineficaz y, por último, para conocer qué es lo que otros hacen mejor. Es indudable que gracias a la evaluación, con las evidencias que nos aportan sus solventes informes, como son los casos de TIMMS, PIRLS, TERCE o PISA se contribuye más a la mejora de la calidad de la educación que con la hueca retórica propia de tantos discursos: como afirma A. Schleicher, si alguien no aporta datos no es más que otra persona con una opinión.

El compromiso con la calidad de la educación y con el desarrollo de competencias es un asunto de importancia estratégica, como afirma el director de PISA y colaborador en Ruta Maestra: “El empleo, la riqueza y el bienestar individual dependen solo de las personas saben y lo que pueden hacer con ello (…) sin las competencias adecuadas, las personas terminarán en los márgenes de la sociedad; así mismo los avances tecnológicos no se traducirán en crecimiento económico y los países se enfrentarán a tremendas dificultades para seguir adelante en un mundo hiperconectado”. Si en el pasado siglo el desafío fue expandir la cobertura, en estos momentos el reto es ofrecer una educación de calidad para todos: en cada nación, ciudad o pueblo de América Latina.

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