Central nacionalEdición 12

Inclusión y valor académico agregado

L a evaluación de la calidad de la educación es una herramienta poderosa para la gestión del aprendizaje de los estudiantes, porque permi te constatar el grado de cumplimiento de las metas propuestas en un proyecto educativo, tanto en lo individual, considerando a un estudiante en particular, que debe crecer intelectualmente durante su ejercicio escolar, como en conjuntos de estu diantes, agrupados por aula, grado, ciclo o institución, que también deben demostrar la efi cacia de las prácticas pedagógicas pensadas, diseñadas y desplegadas. En la búsqueda de variables para aproximar un concepto comprensivo de calidad, en medio de la enorme complejidad que encierra el fenómeno educativo, por la constelación de factores que se conjugan e intervienen en él, suelen emplearse categorías de análisis asociadas con el contexto, insumos, procesos y productos de un proyecto DtuUfl ebeam › DhinZfi eld, rzyx

Según la visión que sea asumida para la calidad de la educación, considerando diferentes combinaciones de factores y categorías, distintos proyectos de evaluación se concentran en detectar con precisión el valor de algunas variables y privilegiarlas sobre las demás Aor ejemplo, una visión enUocada en los resultados finales de aprendizaje localiza el desarrollo cognitivo alcanzado por los estudiantes en la cima de la estructura y le otorga un mayor peso específico en los análisis de calidad, con el sustento de una hipótesis fuerte: la verdadera calidad de la educación se manifiesta cuando los estudiantes aprenden efectivamente lo que está prometido en el pacto social respectivo. Es decir, un proyecto educativo es de buena calidad si las variables consideradas están sintonizadas y se gobiernan en forma apropiada para construir la gran síntesis: el aprendizaje de los estudiantes, al finalizar un determinado período. Tiene entonces razón de ser y sentido un proyecto educativo donde los procesos académicos y administrativos se diseñan, organizan e implementan para contener posibles dificultades de insumos y contexto, superarlas y alcanzar el fin último de Uormación de ciudadanos.

Si la hipótesis referida es válida, la evaluación de la calidad de la educación puede asimilarse entonces como una observación crítica de los resultados finales de aprendizaje de los estudiantes, mediante la aplicación de pruebas académicas genéricas y específicas, las primeras conducentes a estimar el grado de desarrollo de capacidades transversales como comprensión de lectura, razonamiento numérico y pensamiento crítico, y las segundas dirigidas a estimar el grado de dominio disciplinar en campos como física, química y biología. Si bien es relativamente alta la correlación entre capacidades transversales y dominios disciplinares registrados al finalizar un ciclo educativo, y por tanto redundante la información proveniente de evaluar ambas dimensiones, brinda mayor seguridad técnica y confianza social, aplicar los dos tipos de pruebas académicas a los estudiantes, para dar cuenta de la calidad de un proyecto educativo.

En otra perspectiva de la hipótesis planteada, la evaluación encierra un acto de comparación de los resultados finales logrados Urente a un estándar o referente que debe ser alcanzado. El estándar puede entenderse como un valor previamente establecido, en forma de criterio concertado, o como la posición relativa dentro de un grupo de análisis, atendiendo una estructura ordinal normativa. En el primer caso, el referente es un corpus de conocimientos y el foco del análisis es el estado del estudiante, quien debe superarse frente a sí mismo, afianzar su conocimiento y construir su propio progreso intelectual. En el segundo caso, el referente es el resultado final alcanzado por otros individuos a quienes es necesario vencer en la contienda para superarlos efectivamente. Las dos situaciones pueden jerarquizarse, dependiendo de la visión que prevalezca: o bien la meta es progresar en el aprendizaje y dominar algunos campos del saber, independiente de la posición final que se ocupe dentro de una escala† o bien el objetivo es superar a los demás y al final escalar posiciones, en una estructura ordinal, aunque no se alcance mayor profundidad conceptual. Desde luego, metas de progreso de aprendizaje bien satisUechas llevan en Uorma natural a ocupar posiciones altas en la escala señalada.

Una seria amenaza para las visiones pragmáticas de calidad, concentradas en los resultados finales de aprendizaje, es la exclusión Aquellos estudiantes con resultados no satisfactorios, porque no cumplen con el valor establecido en el estándar, suelen ser reprobados por el docente en el aula y normalmente así certificados por la dirección de la institución respectiva. La condición de repitente que debe asumir ahora el estudiante reprobado configura la mayoría de las veces un estado de frustración, pérdida de autoestima y la necesidad de arrastrar una pesada carga de estigma y de fracaso, frente a compañeros, docentes y familiares, situación que a la vez constituye el medio propicio para seguir acumulando rezago cognitivo. Paradó- jicamente, en nombre de la calidad, algunos do centes, y con el aval de sus instituciones, excluyen estudiantes que no cumplen con las metas asignadas, porque probablemente no nacieron para el estudio, porque tal vez la naturaleza los dotó con poca capacidad, aunque este sea un acto muy severo e injusto con ellos =a exclusión tiene un so porte centenario en la premisa de la Universidad de Salamanca, que tiende a ser utilizado todavía en educación superior y también en los niveles de educación básica y media: Quod natura non dat, Salamantica non praestat.

En contraste, la visión incluyente de la educación asume un principio rector lleno de esperanza: todos los seres humanos, por el hecho de pertenecer a esta especie, tienen capacidad innata de aprender. El reto cambia de naturaleza, pues ahora es imperativo construir rutas pedagógicas acordes con los distintos modos y ritmos de aprender que exhiben los estudiantes. De la calidad basada en la selección de individuos, en la visión excluyente, la mirada se traslada a la calidad basada en el progreso intelectual que registran los estudiantes a su paso por las instituciones educativas, en la visión incluyente =a inclusión da relieve y signifi cado amplio al concepto de educación como derecho promulgado en la Declaración Universal de Derechos Humanos (Naciones Unidas, 1948, Artículo 26). La inclusión reclama la permanencia y aprobación de los estudiantes, quienes deben involucrarse en ejercicios de aprendizaje cooperativo, y sobre todo exige el compromiso sagrado que deben suscribir docentes e instituciones, en el sentido de lograr y demostrar el progreso cognitivo de sus estudiantes Desafi ar la paideia para Uabricar itinerarios de aprendizaje permanente, es un acto osado porque implica cuestionar posiciones muy enraizadas, atentar contra algunas costumbres y contra el pleno de una subcultura. Es difícil y exigente asumir la tarea de ayudar a un estudiante a encontrar sentido a la vida, a consolidar una razón para aprender y a desatar pasión para llegar a dominar un campo del saber.

Inmersos en una visión incluyente, en la que se jerarquiza el progreso intelectual de los estudian tes, el valor académico agregado constituye una estrategia valiosa para apreciar la calidad de un proyecto educativo, en la medida que permite estimar la variación en el desarrollo cognitivo de los estudiantes entre el momento inicial y el momento fi nal del segmento de un proceso, usualmente defi nido como ciclo, cuya duración puede fl uctuar desde uno o dos meses hasta varios años, a criterio de la institución. Más allá de registrar el estado alcanzado al fi nalizar este ciclo, se trata aquí de considerar el cambio de estado que muestran los estudiantes como consecuencia de las prácticas de aula desplegadas. La estrategia prevé aplicar pruebas debidamente validadas, estandarizadas y calibradas genéricas y específi cas a los estudian tes, tanto al comenzar como al concluir el período señalado. Con técnicas consolidadas y robustas de procesamiento de datos, que garanticen la correcta equiparación de los resultados obtenidos en las dos aplicaciones mencionadas, se estima el avance o progreso intelectual logrado, al nivel individual y de grupos, y se asocia esta variación con un nivel de calidad de la educación 3ogoya › 3ogoya, 2013). Proyectos educativos inclusivos, en los que los estudiantes permanecen y demuestran que avanzan o progresan intelectualmente, exhiben algún grado de calidad, que será más alto cuanto mayor es el progreso registrado.

Daniel Bogoya

Consultor en temas de educación, evaluación y factores asociados al logro académico, para diversas entidades públicas y privadas en Colombia, Ecuador, Paraguay y Panamá. Fue decano de la facultad de Ciencias Naturales e Ingeniería de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Magister en Ingeniería de Sistemas. Fue Maestro de la Universidad Nacional de Colombia.

Artículos relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button